Llevaba horas dando vueltas por las calles, de aqui a allá, iba, venía. Nada. Hoy no era una buena noche, con trabajo había sacado cuatro o cinco pasajes, pareciera que hoy todos habían decidido quedarse en sus casas. Miró su reloj, marcaban las 10 pm. Aun tenía dos hrs mas para sacar la tarifa del día, no perdería las esperanzas, la noche aun era joven. Prendió la radio y buscó por las estaciones hasta que le agradara una canción "bingo!" treasure de bruno mars fue la elegida, el joven taxista comenzó a tararear la canción mientras veía hacia el cielo en busca de la Luna la cual no tardó en encontrar, fiel como siempre, ella y el estéreo, sus leales compañeros que nunca faltaban en esas noches que tenía que hacer turno extra en el taxi. Iba concentrado en el camino hasta que a lo lejos divisó una rubia cabellera que le hacia la parada así que se apresuró a llegar donde se encontraba y se paró justo alado. El joven rubio subió al taxi, dando un fuerte azoton a la puerta al cerrar.

-buenas noches, ¿a dónde lo llevo? – pregunto el joven taxista amablemente

-calle 14, por la cafetería heffron drive

Asintió mientras miraba por el retrovisor al rubio que acababa de subir, cargaba una chaqueta negra abierta y por dentro una playera gris que brillaba con un escote que dejaba ver los bien trabajados pechos del rubio, y un pantalón de cuero negro "debe ser una estrella de cine" se dijo mentalmente. Le había parecido un hombre muy guapo, incluso sus espesas cejas encajaban perfectamente en su cara y lo hacían aun más atractivo. El rubio tenía la piel más blanca que haya visto y unos ojos verdes que juraba por dios eran únicos y como si no fuera suficiente un cabello rubio como el sol, no se ven hombres así todos los días en su taxi pensó.

El rubio alzó la vista y vio por el espejo que lo estaba mirando, sus miradas se cruzaron por escasos segundos antes de que el joven taxista rápidamente fijara su vista en el camino. "¡Rayos! creo que se dio cuenta que lo estaba viendo. Bien, trata de no sonrojarte, tranquilo, no pasa nada, respira" Suspiró y disimuladamente se observó por el espejo "mierda, ya lo hiciste!" trató de respirar una y otra vez para que el sonrojo de sus mejillas desapareciera pero parecía que no le funcionaba pues sus mejillas seguían igual de coloradas, "sigue manejando, no pasa nada, solo no mires… no lo mires... Creo que ha estado llorando... ¡mierda te dije que no lo miraras!" dijo mientras regañaba a su yo del espejo. Sacudió la cabeza de un lado a otro y pidió a todos los dioses que ese joven atractivo que se encontraba sentado atrás no lo hubiera visto. Después de un par de suspiros decidió subir un poco el volumen del estéreo para aparentar normalidad al rubio, sin embargo no dejaba de pensar en este bello rubio que se encontraba sentado detrás, estuvo llorando? ¿Por qué? Es hermoso, por sus ropas se ve que es rico y su cara parece de alguien bueno. No se le ocurría porque semejante hombre tendría un motivo para llorar, estaba metido en sus pensamientos hasta que el mismo rubio lo sacó de ellos

- ¿te parezco patético no?- preguntó el rubio mirando fijamente el retrovisor, el joven taxista pudo observar como en sus mejillas aun habían unas lagrimas

-¿cómo? - No había entendido lo que el rubio había dicho

- yo, un chico rico que lo tiene todo llorando como una marica, que patético

- no, yo no pensaba eso- el chico rubio se rio sarcástico

- si, claro –Bufó mientras miraba hacia la ventana

- de verdad. Yo… Discúlpeme si lo miraba… Solo me preguntaba porque alguien como usted tendría motivo para llorar... Siendo tan... Atractivo... y... Como un ángel... y - el rubio volteó a verlo y se rió al oírlo tartamudear, fue una pequeña sonrisa tímida mientras secaba sus ojos, y si el joven taxista antes pensaba que era un hermoso ángel, ahora mas lo aseguraba

- ¿un ángel? Eres el único que piensa eso - su voz ya no era sarcástica ni denotaba enojo, sonaba más bien triste.

- ¡no! - gritó "que rayos te sucede?!" se regañó mentalmente, por haber reaccionado así, mientras se veía en el espejo. Luego se aclaró la garganta- ejem, digo, no... No creo. En verdad, usted es, especial. Mucha gente se sube a mi taxi cada día, y llevo en esto unos cinco años, así que imagínese cuanta gente eh visto y nunca nadie como usted se había subido.. Créame cuando le digo... Usted es la persona más hermosa que he visto

-gracias... - fue lo único que dijo el rubio antes de mirar por la ventana y quedarse así, pensativo, durante unos minutos.

El joven taxista trataba de mantenerse tranquilo, se limitaba a concentrarse en el camino, la calle 13 quedaba muy lejos de ahí. En el taxi solo se escuchaba la radio y uno que otro carro que pasaba a lado, ambos se encontraban callados cada quien en sus propios pensamientos. El joven taxista volteó a ver por el retrovisor a un carro que traía atrás pero su mirada se posó, sin querer, en los pectorales del chico rubio. Esa playera sí que tenía un gran escote, dejaba ver lo suficiente como para que ya estuviera totalmente perdido en esos pechos rubios marcados. Si así estaba lo que veía, cómo estaría lo demás? No pudo evitar pensar en los brazos musculosos que seguramente escondía debajo de esa chaqueta ni en los bien marcados y trabajados cuadros de su abdomen y Su trasero "seguro que es duro y redondo" pensó.

-me llamo kendall- dijo el rubio mientras cruzaba la pierna. El joven taxista no podía dejar de mirarlo, estaba hipnotizado.

Kendall solo sonrió al verlo en el espejo retrovisor, y el joven taxista le devolvió la sonrisa. Y entonces como si algo hubiera hecho clic, ambos mantuvieron la sonrisa mientras sus miradas se cruzaban en el retrovisor. "nada mal" pensó kendall, y de pronto el taxista era un joven dulce y atractivo a la vista de él. Después de unos segundos, el joven taxista volvió su mirada al camino mientras kendall buscaba en su bolsillo trasero hasta encontrar un cigarro, al darse cuenta de lo que había sacado, el taxista se apresuró a ofrecerle fuego para que pudiera encenderlo, así que bajo la velocidad del taxi y se volteó para darle el encendedor. Estaba tan nervioso que le temblaba la mano, y eso no pudo más que parecerle tierno a kendall.

-¿por quien llora?- pregunto en un arranque de valor

-por un tipo, que se cree que por rico tiene el derecho de engañarme. Es un idiota- Contestó algo molesto Kendall

-no deje que eso le afecte, el único que sale perdiendo, si me permite decirlo, es el - dijo seriamente. No entendía porque pero le causaba una gran rabia el saber que había un idiota que hacía llorar a semejante ángel rubio- cuente con un servidor si lo que quiere es vengarse.

Y kendall sonrió con tal oferta. Pensando que tal vez, por alguna extraña razón o azares del destino, la vida lo había cruzado con tal peculiar taxista.

- tu nombre –Susurró Kendall

- perdón? – Preguntó. Apenas y había oído lo que kendall había dicho

- no me dijiste tu nombre- Dijo más convencido

- lo siento. Soy james diamond, a sus órdenes - Sonrió el joven taxista

- mucho gusto james- Dijo Kendall sonriéndole también

- el placer es mío...