Algunos de los personajes en esta historia pertenecen a CLAMP. La historia y el universo creado es mío.
Feminicidio en Hong Kong
Capítulo 1
El día en Hong Kong había amanecido realmente hermoso: soleado y fresco. Sus habitantes a esa hora del día se disponían a sus correspondientes trabajos y/o escuelas, ninguno se imaginaba que el clima cambiaría en unos cuantos minutos, pues en un abrir y cerrar de ojos, el cielo se empezó a tornar de un color grisáceo y algunas cuantas gotas de un tamaño considerable iniciaron a caer sobre la gran ciudad. Para el asombro de muchos y/o para el desencanto de otros. Pero este inmenso cambio no pareció molestarle a cierta castaña que en esa mañana se encontraba en el café buongiorno, lugar que visitaba cada día a tomar su desayuno desde hace tres años. Años que tenía viviendo en Hong Kong, lejos de su querido y natal Japón. Sus dedos delgados y finos movían las hojas del periódico que tenía sobre su mesa. Sus hermosos ojos color jade estaban centrados en todas aquellas noticias que estaban plasmadas en aquel pedazo de papel.
-¿Se le ofrece algo más, señorita Kinomoto?- la voz de aquel joven mesero hizo que saliera de sus pensamientos.
-No- negó con su cabeza mientras dibujaba en su rostro aquella hermosa sonrisa que ella poseía –Gracias- el mesero sonrió a la par y se alejó de ella.
Su mirada esmeralda observó como aquel mesero se alejaba, segundos después enfoco su vista de nuevo en su periódico. Lo volvió a hojear sin tomar demasiada atención a las hojas de los "clasificados", pasando de largo la sección de social. Hasta que sus ojos alcanzaron a leer el título de una noticia que llamó de más su atención: "Taza de feminicidios aumenta en Hong Kong". Un sentimiento de miedo, tristeza y coraje invadió su ser. ¿Cómo era posible que personas así existieran en el mundo? Robarle la vida a seres humanos. Era algo inaudito para ella. Un asco creció en ella al leer como aquellas mujeres se les había arrebatado la vida. Cerró aquel periódico de una y alzo su mano derecha para poder ver su reloj: eran las diez menos cuarto. Suspiró, ya era hora de dirigirse a su oficina. Levanto su dedo índice con aquella elegancia que poseía.
El mesero que se le había acercado con anterioridad la observó y sin dudarlo ni un segundo camino hacia ella.
-¿Dígame?
-¿Me podría traer la cuenta, por favor?- tenía en su rostro esa sonrisa que ya en muchas ocasiones sacaba de sus cabales al joven. Acepto con su cabeza y camino hacía la caja. Regresó a la mesa de la castaña y en sus manos traía la carpeta donde se encontraba el precio a pagar por ella.
-Aquí tiene- el tono de su voz tenía un gramo de seducción, algo que no pasó desapercibido por ella.
-Gracias- contestó de una manera muy seca. Hasta cuándo entendería aquel joven que ella no estaba interesada en él. Abrió su bolsa y dejo el precio justo más una moderada propina. Se levantó de su asiento sin voltear a verlo. Aquel joven chino empezaba a decepcionarse, de nuevo. No había día que, desde que empezó a trabajar en aquel local, atendiera a Sakura Kinomoto, sin obtener algo más que una simple sonrisa llena de inocencia, frescura y sin ninguna pizca de seducción. ¿Tendrá novio acaso?, se preguntaba para sí mismo. Y así como todos los días, la veía alejarse y admiraba su belleza. Aquel cuerpo bien formado que se encontraba arropado por unos pantalones vaqueros ceñidos a sus piernas torneadas y su torso cubierto por aquella camisola color rosa pastel que dejaba a la vista sus hombros. Veía como su cabello castaño sujetado en una coleta alta se movía a la par de su caminar. Vaya que esa mujer era realmente hermosa. Elegante y hermosa.
Sakura Kinomoto es una chica japonesa de tan solo 26 años de edad. Había estudiado en Oxford dos licenciaturas: negocios internacionales y diseño de modas. Cuando recién se graduó, obtuvo un contrato en la privilegiada e internacional empresa de modas: "JJ's Watson", en la división de Hong Kong. Con lo que se vio en la necesidad de dejar Japón y comenzar una nueva vida en la gran isla de China. El estar lejos de su familia y amigos en ocasiones la llenaba de tristeza pero el hecho de estar cumpliendo sus sueños la hacían sentir dichosa y feliz. En ese punto de su vida se encontraba sin pareja. Y no es que ella no tuviera pretendientes, al contrario, la mayoría de los hombres que conocían a Sakura quedaban cautivados ante la gran belleza que poseía, realmente en su vida diaria era rodeada de elogios hacia su persona. Sin embargo, ella era una mujer muy concentrada y entregada en su trabajo. Aunque no se puede negar que a lo largo de su juventud tuvo unas cuantas relaciones –pocas, pero tuvo- pero todo era pasajero. Cabe destacar que, Sakura Kinomoto, no era solo belleza. Era una mujer muy inteligente y con una destreza en su trabajo como diseñadora que en poco tiempo obtuvo un puesto importante en el staff de JJ's Watson.
Aparcó su Mazda 3 negro último modelo en el estacionamiento subterráneo del edificio de la empresa. Miro de nuevo su reloj. Sonrió al notar que aún faltaban diez minutos. Su puntualidad era algo que también era admirado por las demás personas. Y es que la vida de Sakura era como un estilo de agenda, todos los días hacía lo mismo y justo a la misma hora. Ella sin notarlo había convertido de su vida una rutina. Se levantaba justo a las seis de la mañana. Cepilla sus dientes, se colocaba su ropa deportiva para dirigirse hacia el gimnasio Mollys. Los lunes hacía cardio con ejercicio de pesas para piernas, los martes ejercitaba sus brazos y abdomen, los miércoles solía entrar a la alberca del establecimiento, los jueves volvía hacer su rutina de cardio con ejercicios para trabajar su espalda y pecho, los viernes volvía a entrar a la alberca y por último, los sábados entraba a una clase de yoga. Los domingos se permitía levantarse tarde, pues el gimnasio no abria esos días. Alrededor de las siete con treinta de la mañana salía del local y se dirigía a su departamento. Después de bañarse y arreglarse salía de su edificio hacía su lugar favorito para tomar el desayuno: el café buongiorno. Acontecimiento que ocurría alrededor de las nueve en punto. Acostumbraba desayunar un pedazo de pastel de queso con fresa con un café negro mientras leía el periódico y a las quince para las diez retomaba el camino hacía su trabajo. Su hora de comida era a las tres en punto para finalmente terminar su jornada de trabajo a las ocho de la noche. Arribaba su departamento a las nueve menos quince. Acostumbraba dormirse alrededor de las doce de la noche.
-Buenos días Jennet- saludo Sakura con una sonrisa de oreja a oreja a la joven con la que compartía su despacho.
-¡Ohayou!- contestó energéticamente aquella chica de tez morena, con ojos cafés oscuros y un cabello chino de color negro.-Veo que haz practicado tu japonés- Sakura soltó una ligera risa que sonaba para los oídos de uno que otro, como una melodiosa música.
-Claro. Siempre había querido aprender japonés
-Entonces, ¿con este va a ser el tercer idioma que aprendes?
-Así es- la chica se levantó de su silla y se dirigió hacía el escritorio de su amiga japonesa -¿Cuenta mi idioma natal?- preguntó –Porque si es así, entonces, sé cuatro idiomas- coloco sobre la mesa dos carpetas.
-¿Inglés, francés, chino y japonés?- inquirió Sakura mientras abría una de las carpetas que su amiga inglesa había colocado en su mesa. Jennet solo se limitó a afirmar con su cabeza.
-Hoy me iré temprano a casa- comento para después dar media vuelta sobre sus talones y caminar hacía su escritorio.
-¿Ocurre algo malo?
-Para nada- sonrió tímidamente –Hoy llega Franco- un ligero sonrojo recorrió sus mejillas –Mi guapo novio español- Sakura rio ante aquel comentario.
-En ese caso, deberías apurarte con tu trabajo- ambas se miraron unos segundos mientras reían por lo bajo.
Jennet Hiley era una chica muy vivaz e inteligente. Al igual que Sakura, era muy bella y poseía una gran cantidad de pretendientes. Sakura y Jennet se habían convertido en grandes amigas desde el día que ambas llegaron a trabajar en la empresa JJ's Watson. Pero a diferencia de Sakura, ella era un poco más atrevida y menos distraía que la castaña, su trabajo no absorbía todo su tiempo y se encontraba comprometida con Franco Catalanes, un español tres años mayor que ellas.
El día laboral de Sakura transcurría con normalidad. Había recorrido unas tres veces el piso donde se encontraban los modistos llevando varios diseños que tenía guardados en sus carpetas, verificado y acertando algunos modelos que estaban ya casi listos para la nueva temporada otoño-invierno y por último se encontraba supervisando una sesión de fotos cuando su iphone comenzó a sonar. Lo sacó del bolsillo trasero de su pantalón y sonrió al ver el nombre que dejaba deslumbrar la pantalla.
-Xiao lang…
Continuará...
Esperó realmente que les empiece a gustar. Es el primer fanfic que me animo a subir y como se darán cuenta soy nueva en esto. Mi nombre es Mónica :) mucho gusto! Jajaja, nos vemos en el próximo capítulo. Take care!
