Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, pertenecen a Sir Arthur Conan Doley y a la BBC, los utilizo simplemente con fin de entretenimiento y sin ánimo de lucro. Es puro entretenimiento.
Resumen: Sherlock Holmes es un reconocido cazador de brujas, vampiros, hombres lobos y demás, el cual junto con su asistente y amiga Molly Hooper, recorren toda Inglaterra buscando algún caso que le atraiga lo suficiente como para tomarlo. Un día, en medio de una cacería, se encuentran con un hombre lobo especial al cual deciden "adoptar". Fantasía AU. Johnlock. Esta historia participa en el Baker Slash Fest 2015.
N/A: Esta historia participa en el Baker Slash Fest 2015.
Beta: Lady Amoran – Mil gracias querida amiga , sin ti no habría sido lo mismo :)
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"Hunters in love"
Molly Hooper miraba distraídamente por la pequeña ventana de la habitación número 13 del Bell Motel; mientras inconscientemente pasaba una y otra vez las viejas hojas de aquel manuscrito de cuero viejo. Sus manos conocían tan bien cada una de aquellas texturas que el mero tacto de ellas sobre su piel la tranquilizaba. Y es que llevaba tanto tiempo esperando, ¿tal vez debería salir a buscarlo?... no, no él regresará pronto, estará bien… una y otra vez el mismo diálogo interior, y no es que fuera la primera vez que en una cacería se tienen que separar, como tampoco es la primera vez que su compañero se entretenía con cualquier cosa que llamara ligeramente su atención, siempre con esa necesidad de recabar información útil… ¡Siempre tan fácil de atacar cuando se concentraba en algo! Molly se levantó tan nerviosa que prácticamente saltó, comprobó la presencia de su daga de plata en el costado y echó mano a su preciada ballesta. No aguardaría ni un minuto más, saldría en la búsqueda de aquel desconsiderado…
— ¡Sherlock! — La puerta de la habitación se abrió justo cuando ella iba a atravesarla, pero la imagen que le mostraba su compañero no la tranquilizaba en absoluto.
Frente a ella estaba Sherlock Holmes, el gran cazador de monstruos, o de entes antinaturales como él solía decir, totalmente cubierto de sangre y tripas de "algo".
— ¿Estás bien?— dijo Molly apartándose de él, este únicamente la miró contrariado, mientras ella lo señalaba con un dedo y añadía — ¿no habrás ido así en taxi?
—Ninguno quiso parar… tuve que utilizar el transporte público — se adentró en la habitación e hizo ademán de sentarse en el único sofá de esta.
—No, no, no…. ¡Sherlock!— Molly solía tratarlo como si fuera un niño pequeño — ¡A la ducha señorito!—No pudo ni abrir la boca cuando esta continuó—. Pero nada, vas lleno de… de…
—De genio, específicamente.
—Pues no queremos trozos de genio en el sofá, ni en ningún otro sitio, la última vez nos hicieron pagar la tapicería y no tenemos apenas dinero.
Sherlock suspiró mientras se dirigía pesadamente a la ducha, arrastrando exageradamente sus pies como si le hubieran pedido hacer la cosa más aburrida del mundo, y Molly no pudo evitar reírse disimuladamente, aunque en contra de lo que ella pensaba, de manera audible.
— ¿Sabes, puedo oír cómo te ríes?—la voz profunda de Sherlock llegaba entremezclada con el sonido del agua correr.
—Y yo te oigo ducharte, ¿por qué no cierras nunca la puerta?
—Si me atacara algún ente, ¡no lo oirías!— y ahí estaba la más obvia de las explicaciones, Molly no podía parar de reírse imaginando la cara contrariada que seguro había acompañado a aquella sublime explicación.
Cuando Sherlock terminó su ducha, permaneció un momento observando la pequeña habitación. Todo parecía estar bien. Molly le devolvió la mirada desde la deteriorada mesa junto a la ventana, donde seguro permanecería consultando su laptop durante un buen rato, buscando alguna posible situación que requiera de su intervención. Sherlock se dejó caer sobre la cama exhausto, no siendo muy consciente del momento en que su respiración se serenó y sus ojos se cerraron.
Un gran movimiento a su derecha hizo que despertara de repente, se giró alarmado para coger su arma cuando vio que solo era la bolsa de Molly, la que por supuesto no había caído allí por sí sola, y no pudo evitar gruñir molesto mientras giraba todo su cuerpo dándole la espalda.
—Venga dormilón, tenemos un caso— explica su asistente mientras guardaba sus libros y su ballesta en la bolsa— a tan solo unas millas al norte. ¡Vampiros!
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No había resultado nada complicado seguir la pista de aquel grupo de vampiros, habían dejado atrás un rastro de muertes violentas, y no habían sido muy cuidadosos a la hora de evitar dejar pistas. Ya se habían encontrado alguna vez con algo parecido. Pequeños grupos de vampiros, que piensan que nada les puede ocurrir, con comportamientos violentos allá por donde van. Las autoridades y prensas locales los solían archivar como altercados con grupos extremistas.
Molly y Sherlock habían visitado tanto los escenarios de los asesinatos, como todos aquellos en los que habían ocurrido altercados violentos, buscando la más mínima información. Sherlock era el mejor analizando todos los datos disponibles. Pequeños detalles que para la simpleza de mentes de las autoridades, pasarían desapercibidos, él los organizaba en su mente como notas en una sinfonía, llegando a conclusiones impresionantes. Tan impresionante que en apenas 24 horas ya habían localizado la ubicación de su aquelarre.
Habían dejado el jeep lo suficientemente lejos para avanzar sin ser descubiertos. Caminaban entre la maleza de un viejo bosque húmedo, pasando cuidadosamente entre sus árboles de corteza negra, consiguiendo así evitar los senderos existentes; mientras poco a poco emergía ante ellos la única edificación del lugar, un viejo caserón abandonado.
Conforme se acercaban, los sonidos de una gran refriega envolvían todo; gruñidos, golpes y gemidos que consiguieron que la ballesta de Molly comenzara a temblar en sus manos. Aquella no era una pelea normal en un grupo de vampiros jóvenes.
Ya en el límite de la cobertura natural que les ofrecía el bosque pudieron observar algo de lo más inusual. El grupo de vampiros rodeaba a un enorme lobo blanco; el cual entre sus patas tenía el cuerpo decapitado de uno de ellos. Aquel animal no paraba de gruñir de una manera que a Sherlock le sonó desafiante.
Atacaron a la vez, entre gritos y gruñidos, se abalanzaron sobre el enorme lobo que permaneció estático hasta el último segundo, en el que de un único movimiento de su mandíbula arrancó la cabeza de uno de ellos, mientras los demás le proferían heridas por todo su cuerpo. El animal aulló, pero contraatacó, lanzándolos constantemente a varios metros de él, entre mordiscos, pero tenía claramente las de perder, eran al menos doce los oponentes que le quedaban.
Sherlock miró a Molly, la cual no sabía a quién apuntar con sus flechas. Le bajó con cuidado el instrumento, y sin mediar palabra desenfundó su daga y se la puso en la mano. Irían a por ellos, y cortarían las cabezas de todos aquellos malditos.
Avanzaron cada uno por un lado, y tomaron por sorpresa a varias de esas sanguijuelas, para las que su última visión fue el brillo de una daga. Pese a haber atraído la atención de varios de ellos, la mayoría continuaban en una pelea sangrienta con el lobo, el cual retrocedía sin poder evitarlo, cada vez más débil.
Un aullido de dolor precedió al sonido de un gran golpe, y cuando Sherlock volteó aquella hermosa bestia estada tendida en el suelo; tres de esas criaturas habían conseguido lanzarlo contra una de las paredes del edificio, y ahora yacía inconsciente.
Sherlock se lanzó sin pensarlo a protegerlo ante la mirada asustada de Molly, quien mantenía su propia lucha con uno de esos seres. Blandiendo un par de preciosas dagas con el mango blanco en cada mano. Sherlock consiguió abatir a todos aquellos seres que pese a ser fuertes luchaban de manera desorganizada.
Y de repente el silencio lo envolvió todo, un silencio roto únicamente por el sonido de las respiraciones descontroladas de los cazadores. Sherlock volteó hacía Molly, la cual había quedado tendida entre jadeos, agotada y no era para menos, ella había conseguido abatir al menos a cuatro de aquellas malditas criaturas. Sherlock buscó con la mirada al lobo herido, pero allí donde había quedado tendido aquel hermoso animal solo quedaba la figura de un hombre con el cuerpo cubierto de laceraciones.
Sherlock se aproximó a él y se arrodilló a valorar sus heridas mientras Molly se acercaba con la ballesta en las manos.
—Baja el arma Molly.
—Pero…Sherlock es un hombre lobo.
—Mmmm….Sí, sé que eso parece. Pero desde luego no es una de esas criaturas antropomorfas, él es diferente a todos los que hemos encontrado hasta ahora. Además está el hecho de que un hombre lobo que lucha contra vampiros es cuanto menos curioso, ¿qué querrían de él?—mientras hablaba le retiraba el pelo de la frente, para poder ver un golpe que tenía—parece bastante agotado y desnutrido.
— ¡Ya! Entonces… estas tan aburrido que, ¿qué?, ¿te lo quedas de mascota?
—Mascota…—pronunció con desprecios claro en su voz— no creo que a él le guste ese término.
—Esto es de locos, Sherlock. No saldrá bien.
Sherlock cargó con facilidad el cuerpo de aquel hombre, sabía que Molly tenía razón que aquello cuanto menos iba a ser peligroso para ambos, pero por alguna razón no podía dejarlo allí abandonado. Sherlock la miró un momento, le sonrió vagamente y comenzó a desandar el camino hacia el jeep.
— ¡Arrrgh! — el rugido que profirió Molly se asemejó bastante al de cualquiera de aquellas criaturas que ya jamás volverían a asesinar, y por el movimiento a su espada Sherlock estaba seguro que le seguía pateando cualquier piedra a su alcance.
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Intentaba regresar de ese lugar oscuro de su mente, en el que siempre caía al cerrar los ojos. Ese lugar en el que revivía una y otra vez lo ocurrido meses antes. Un lugar oscuro y sangriento. Comenzó a respirar con dificultad, y el hecho de notarlo significaba que la consciencia regresaba a él, poco a poco; intentó normalizar la respiración de lo contrario acabaría inevitablemente transformándose. Fue capaz de sentir como el aire entraba y expandía sus pulmones, para después salir y llevarse con él un poco de ese miedo, pues eso era lo que siempre sentía al dormir, miedo.
Intentó en vano abrir los ojos, sus parpados parecían haber perdido la capacidad de moverse. Intentó mover pequeñas partes, como los dedos de los pies, para valorar la situación de su cuerpo y cuando incluso eso dolió consideró que a estas alturas no debería seguir con vida. Y esa idea es la que consiguió que sus ojos se abrieran en apenas una rendija, pero suficiente para valorar su alrededor. No reconocía nada en aquellas paredes ambarinas, ni en la madera oscura de las puertas. Al menos estaba en una cama y no atado en cualquier decrépito lugar. Pero, ¿dónde estaba?, y, ¿con quién?
Olfateó el aire percibiendo un olor a menta suave mezclada con algo parecido a tierra húmeda, a azahar dulce, a hierro y a chocolate… Su respiración volvió a alterarse ante la posibilidad del peligro e intentó levantarse, pero solo consiguió volver a su posición inicial entre gemidos de dolor.
—Yo de ti, intentaría no moverme en absoluto — dirigió la mirada hacia donde provenía aquella voz. Conforme sus ojos se acostumbraron a la penumbra de la habitación pudo ver a una joven de pelo castaño que lo custodiaba ballesta en mano.
—Cómo si pudiera—incluso que el aire atravesara su garganta para emitir aquellas palabras en un susurro le había dolido— Si vas a hacerlo, adelante, ahórrame todo este dolor.
—No lo hará— la voz profunda de un hombre llegó hasta él desde los pies de su cama. Ahí estaba el origen del olor a menta y a tierra húmeda, era extraño encontrar un humano con un olor especial, su aroma era cuanto menos tranquilizador para él—. Y por la rapidez que curan tus heridas, asumo que unas 24 horas más estarás prácticamente repuesto del todo, así que no tiene ningún sentido ahorrarte el dolor, a no ser… que el dolor del que estemos hablando no sea físico.
El silencio es en ocasiones suficiente respuesta, o eso pensó en aquel momento. Cerró los ojos intentando descansar, pero evitando dormir de nuevo, mientras aquellos humanos lo observaban. No quería hacerles daño, pero si pretendían retenerlo contra su voluntad, no tendría más remedio y eso lo apenaba.
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Sherlock permaneció sentado en una silla a los pies de la cama de aquel hombre, observándolo durante todo el día, intentando descubrir lo máximo de él. Ante él se extendía el cuerpo de una persona prácticamente famélica, algo bajito, pelo rubio llegando a níveo en las puntas, que parecía estar en la treintena. Pero no podía estar seguro ni de su edad.
Tan concentrado estaba que no se dio cuenta del momento en que Molly entró en la habitación cargada con varias bolsas. Solo notó que algo pasaba cuando el sujeto de su análisis olfateó el aire, abrió aquellos impresionantes ojos azules, y giró su cabeza observando algo. Al seguir su mirada observó a Molly, mientras ponía varias raciones de comida en la mesa.
—He traído algo de comida, no me gustaría que esa cosa que tienes de mascota decidiera que yo soy el desayuno —Molly hizo un movimiento con la mano, como quitándole importancia y después dirigió una mirada tímida hacia el hombre lobo, mientras un ligero rubor cubría su rostro—. Y de ropa… no es que me moleste la desnudez pero supuse que estaríamos todos más cómodos.
—Por supuesto—El hombre se incorporó como pudo en la cama, parecía que ya se encontraba bastante recuperado de sus heridas. Tomó la ropa que había conseguido Molly y cubrió su cuerpo ante la insistente mirada de Sherlock.
Molly colocó un par de bistecs recién comprados en la mesa, y Sherlock pudo observar como aquel hombre contraía el rostro en un claro gesto de repugnancia.
— ¡No pienso comerme eso!— sentenció descortésmente.
—Pues es lo único que podrás comer — Molly le apuntó con su ballesta, mientras se sentaba en el otro lado de la mesa.
—Yo no como carne cruda, ¿Qué te crees que soy, un monstruo?
—Obviamente si, un hombre lobo, para ser más específicos— Sherlock se había acercado a él lo suficiente para que al girarse en su dirección, ambos quedaran mirando a los ojos del otro.
—No soy ese tipo de hombre lobo.
— ¿Y de qué tipo eres?— la voz de Sherlock no fue más que un susurro suficiente para una distancia que nadie consideraría adecuada.
—Del que no piensa comerse eso.
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Molly pasó la noche sin dormir recabando información acerca de hombres lobo no antropomorfos; la literatura existente estaba llena de leyendas, mitología y folclore. Y nada terminaba de ajustar con la definición que tenían frente a sus ojos.
Según aquel ser, lo que él era no se propagaba como una enfermedad, sino que había que nacer así. No tenía la necesidad de alimentarse de carne, ni humana ni de ninguna. Y su capacidad de conversión parecía estar supeditada a su voluntad.
Molly ya iba a abandonar aquella búsqueda inútil, cuando dio con una pequeña información, entre unos informes psiquiátricos. No parecía más que el divagar de una mente oscurecida por la locura, pero a cuántos de ellos los habrían encerrado si hubieran hablado libremente de todo aquello que existe, de todo aquello a lo que diariamente dan caza.
"Transcripción nº1/11: … como ya le dije, son como personas. Pasarían por su lado y ni se daría cuenta (el sujeto muestra aburrimiento). Son como usted y como yo, pero… en su cuerpo habitan dos almas, una humana y una de lobo… Esos seres tienen un alto sentido de la protección, son máximos responsables de ciertas personas, a las que se unen por siempre…pasan inadvertidas… hasta que alguien daña a esas personas… (el sujeto se pierde en sus pensamientos) y entonces se vuelven violentos, incontrolables… y se transforman sin poder evitarlo en un enorme lobo ¡capaz de arrancar tu cabeza con un único movimiento de su mandíbula!
Sé que está ahí fuera, sé que me espera… lo oigo aullar las noches de luna llena… me espera… me espera… (el sujeto empieza a entrar en pánico) Ahora es un lobo, para siempre, ¿sabe?… al final pierden la capacidad de tener apariencia humana…
Sé que está ahí fuera, sé que me espera… lo oigo… me espera… me espera…"
Vaya, eso sonaba realmente extraño, aunque de alguna forma encajaba.
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Cuando despertó la tercera mañana, notó como su cuerpo respondía perfectamente a cualquiera de sus movimientos, como si días antes no hubiera estado a punto de morir. A pesar de conocer perfectamente de su capacidad de curación, jamás había estado en una situación tan al límite como para comprobarla.
A su izquierda se encontró con la mujer con pose pensativa mirándolo con aquellos ojos agotados; se había sentado en la cama de al lado, realmente cerca, y no había rastro de aquella arma, con la que lo había apuntado desde el primer momento.
Ella dirigió la mirada a sus pies donde seguía aquel hombre, en aquella incómoda silla, pero que había caído vencido por el cansancio. En silencio le pidió que le siguiera hasta la mesa, donde había café recién preparado. Se sentaron en posiciones opuestas y se prepararon una gran taza de café, que comenzaron a tomar en silencio. Únicamente observándose mientras pasaban los minutos. Hasta que él habló.
—Gracias— pudo observa la cara de asombro de la chica.
— ¿Por qué?
—Por todo, por salvarme, por la ropa, por el café… — el hombre levantó ligeramente la taza entre sus manos y le sonrió. Después su mirada se perdió en un trocito de cielo que se divisaba a través de la ventana, antes de contarle su historia.
Le contó que levaba meses recorriendo el norte de Inglaterra, siguiendo el rastro de una criatura. Ella escuchaba atentamente aquella dolorosa historia, el cómo había arrasado con toda su familia, menos con su hermana a la cual al parecer se llevó, y cómo no había llegado a tiempo de salvarlos. Pero le era suficiente con conocer su olor, es lo que había seguido hasta aquel grupo de vampiros, seguramente recientemente convertidos por aquel al cual buscaba…
—Entonces…—la conversación había sido larga, y Molly había estado muy atenta en todo momento, pero había algo que la perturbaba— si continuas transformándote, al final perderás lo que te queda de humano.
—Aunque ese es el final para algunos de nosotros, no es más que un nuevo comienzo, siendo uno con la naturaleza. Y nunca perderé mis recuerdos, lo que me hace humano no está en mi cuerpo, sino aquí— el hombre se posó la mano sobre el corazón.
—Quédate con nosotros, te ayudaremos a encontrarlo — ambos se giraron sorprendidos, ¿desde cuándo estaría aquel escuchando la conversación? Lo más sorprendente es que pareció entender aquella pregunta no pronunciada porque continuó — desde el principio, obviamente.
— ¿Por qué haríais eso?
—Es nuestro trabajo.
—No. ¿Por qué ayudaríais a alguien como yo?— Miró a ambos, y pese a que Molly también se hacía exactamente la misma pregunta, podía ver en John una humanidad tal vez mucho mayor que la de ellos dos.
Aquella fue una pregunta que jamás obtuvo una respuesta correcta. Pues ni el mismo Sherlock lo entendía. No entendía el porqué desde el primer momento en que vio a aquella impresionante criatura su instinto fue protegerla. Protegerlo de todo, incluso de él mismo si fuera necesario.
—Sherlock Holmes—le tendió la mano.
—John Watson — se levantó y unieron sus manos, ambos se perdieron en aquel contacto, por más tiempo del debido al parecer hasta que Molly interrumpió con cierta incomodidad en la voz…
— Y Molly Hooper, por si a alguien le interesa.
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N/A: Hola a todo el mundo. Esta es mi aportación al Baker Slash Fest 2015.
Son dos capítulos y un pequeño epílogo, espero que les guste.
¡Lean, comenten y disfruten!
Besos Lord.
