El día en que mi vida volvió a cambiar repentinamente como siempre, estaba sentada en la banca más escondida y lejana de todo central park, era un día lluvioso y con mucho viento, por obvias razones el parque estaba completamente vacío, pero aun así busque la banca más sola, era uno de esos días en los que necesitaba estar sola para entender porque había elegido la vida que tenía, pero sobre todo para pensar y auto convencerme de que dejar mis sueños no era culpa de nadie si no mía, aunque quien puede hacer responsable a una adolescente de las decisiones que tome para el futuro, en fin ahí estaba yo, Rachel Berry, con 26 años de edad era una de las abogadas más reconocidas del Upper East Side, jefa del área jurídica de una de las televisoras más importantes del país, había conseguido lo que todo el mundo quiere y necesita para ser feliz, tenía un loft en uno de los mejores edificios de la zona, incluso estaba enamorada, como nunca antes y es que no era una persona que creyera en el amor, pero con Lexy todo había sido completamente, desde el primer momento en que la vi supe que ella iba a ser diferente a todas las demás, cosa que fue cierta puesto que en ese momento llevábamos casi 3 años juntas y la idea de armar una familia con ella era algo que estaba considerando bastante, incluso me atreví a comprar la placa para la entrada de la casa con nuestros apellidos unidos Berry-Bradley, pero ese día como era de esperarse en mi vida todo cambio con una sola llamada.

-Bueno- conteste concentrándome en escuchar bien, pero la lluvia no me lo hacía tan fácil.

-¿Dónde estás?- pude reconocer la voz de Lexy

-Estaba tomando un descanso, ¿Qué pasa?- el tono de su voz me alerto acerca de que algo no iba bien.

-Necesito que vengas a la casa, paso algo- no alcanzaba a distinguir bien, pero todo parecía indicar que estaba llorando.

No le respondí nada más, inmediatamente colgué y corrí como pude hasta mi departamento, después de 15 minutos que me parecieron horas, entré y no vi a nadie cerca, camine hacia las escaleras.

-Por fin llegas- escuche antes de subir, voltee a ver a Lexy e inmediatamente corrió los pocos metros que nos separaban y me abrazo sin importarle el hecho de que estuviera completamente empapada

-¿Qué pasa?, me estas asustando- y era cierto, estaba acabando con mi poca paciencia.

-Frannie… ha tenido un accidente- después de decir eso se soltó a llorar otra vez.

-¿Dónde está?, ¿Cómo está?, ¿Qué paso?- comienzo a dispararle todo tipo de preguntas.

-Tranquila amor, Russel solo llamo para decirme eso, así que será mejor que vallamos al hospital.

No le respondí y rápidamente baje hasta el estacionamiento del edificio y saque mi auto, sin tomarme el tiempo de cambiarme, estaba completamente en shock, en el camino Lexy seguía llorando y es que durante los 3 años que llevábamos juntas Frannie se había convertido en una gran amiga de ella, siempre se unían para convencerme de cosas que no quería hacer, o para hacerme entrar en razón, ya que he de decir que soy un poco terca y la mayoría del tiempo pierdo un poco los papeles al no conseguir lo que quiero y solo esas 2 mujeres juntas eran capaz de hacer que me pensara 2 veces la cosas.

Llegamos al hospital y después de preguntar a varias personas dimos con Russel.

-Russel que paso- pregunte rogando porque no hubiera pasado nada grave.

-Tuvieron un accidente en el auto, al parecer no lo pudo controlar- me dijo con una voz tan serena que me dio miedo dejarlo continuar pero igual no lo interrumpí -ninguno de los 2 sobrevivió- termino de relatar lo que había pasado o al menos lo más importante

Pude sentir como si un hoyo se abriera justo debajo de mí y caía en el al mismo tiempo que sentí mi estómago en la garganta y un nudo que lo acompañaba pero como ya lo había expresado antes no era lo suficientemente buena para mostrar mis sentimientos y las lágrimas que se supone debí estar derramando nunca salieron.

No supe cuánto tiempo me quede en la misma posición hasta que Lexy tomo mis manos y acto seguido me dio un pequeño beso en los labios, me abrazo y comenzó a llorar en silencio, a lo lejos veía a Russel sentado en un sillón con su cabeza a la altura de sus rodillas, sentí como el aire comenzaba a faltarme y me abrace mucho más fuerte a Lexy.

-Russel- le llame moviéndolo del hombro puesto que parecía que no me oía -Russel ¿dónde está la niña?, ¿dónde está Beth?- había perdido la paciencia y termine por sacudirlo bastante.

-Mi otra hija la iba a recoger al colegio- está completamente ido y hablaba por pura inercia.

La verdad no estaba segura de que esa hubiera sido la mejor idea y es que yo solo había visto a la hermana de Frannie una sola vez en su boda y la niña no la conocía bueno la había visto un par de veces en alguna foto pero nunca personalmente y Beth podía ser un tanto reservada con las personas que no conocía, como cualquier niño, pero igual lo deje pasar, después de todo Russel no estaba en condiciones de arreglar nada y me sentí con la responsabilidad de hacer y llevar a cabo todo el papeleo.

-¿Segura estas bien amor?- me pregunto Lexy mientras subía el cierre de mi vestido negro.

-Tu eres la luz que ilumina mi camino, no me dejes nunca- y era verdad, siempre que me encontraba perdida con el simple hecho de pensar en Lexy me hacía recordar que había algo, que tenía algo a lo que aferrarme con todas mis fuerzas y sabía que no me dejaría caer.

-Nunca me alejaría de ti aunque me lo pidieras- me respondió con una ligera sonrisa y se acercó para dejar un tierno beso en mis labios.

Terminamos de arreglarnos y nos dirigimos a la iglesia en donde se llevaría a cabo la ceremonia a Frannie.

-Queridos hermanos, el día de ayer nuestro padre Dios ha llamado a nuestra querida Frannie como le gustaba ser llamada y a su esposo Noah para que lo acompañen en su reino, ellos aquí dejan, padres, hermanos, amigos, una bella niña, y un sin fin de personas que se sienten agradecidas de poder haber hablado con ellos aunque sea una pocas palabras, porque yo fui una de ellas y como sabrán todos los aquí presentes Frannie era la hija perfecta, la hermana perfecta, la amiga perfecta y la compañera perfecta y aunque su esposo no haya convivido mucho con nosotros debió de ser un gran hombre puesto que se llevó a nuestra Frannie, quien a partir de ahora está cuidándonos desde el cielo junto a nuestra querida Judy, ahora madre e hija están juntas- no supe si dijo más, puesto que me atreví a levantarme y salir, de pronto en aire comenzó a faltarme y no tuve otra opción.

-Hey amor estas bien- Lexy se acercaba del brazo de Russel.

-Lo siento, no lo pude soportar- soltó a Russel y se apresuró a abrazarme cosas que hacía que mantuviera mi fortaleza -Russel, ¿dónde está Beth?- pregunte al sentir que el abrazo terminaba y es que habían pasado 2 días y yo seguía sin saber de ella, acabábamos de estar en la ceremonia de sus padres y ella no estuvo presente.

-Quinn se la llevo a florida- me contesto de una manera serena como siempre últimamente.

-¿Quién diablos es Quinn?- pregunte alzando la voz y es que mi única debilidad que tenía nombre y apellido Beth Puckerman.

-Mi otra hija- me respondió fijando su mirada en Lexy.

-Amor yo creo que mejor nos vamos al entierro- intervino tomándome de la mano y jalándome hasta el auto que nos esperaba.

Los días fueron pasando y yo cada día estaba más susceptible, recuerdo que esa semana pelee más con Lexy que en los 3 años que llevábamos juntas.

-Licenciada buenos días, le entrego sus recados- extendió un bonche de papeles.

-Léemelos- le ordene y vi en su cara un poco de miedo.

-El señor Fabray llamo y dijo que Beth llega en el avión de las 11:30 procedente de Florida- en ese momento deje lo que estaba haciendo y mi secretaria se concentraba en todos mis movimientos.

-Cancela todas mis citas de hoy, llama a la señorita Bradley e infórmale que voy rumbo al aeropuerto para recoger a Beth que la veo allá- esto último prácticamente lo grite porque el elevador estaba por cerrarse.

Era la quinta vez que revisaba mi reloj y veía las pantallas del aeropuerto donde indicaban que debido al mal clima todos los vuelos se habían retrasado, eran las 12:45 y nadie sabía nada del vuelo procedente de florida.

-Sabes que vas a hacer un hoyo en la tierra cierto- se acercó Lexy y me tomo de la cintura haciendo que parara mi caminata.

-No es mi culpa, es solo que estos incompetentes no saben nada de nada- alce mi voz para que los empleados pudieran oírme fuerte y claro.

-Si amor sé que todo es culpa de ellos- me beso y no sé si su intención era calmarme pero lo logro -solo tenemos que esperar- me sonrió ampliamente con esa sonrisa suya tan perfecta, no había sonrisa más perfecta que la de Lexy -amor quiero que estés tranquila y recuerdes que estamos en un lugar lleno de gente y con bastante seguridad- no entendí lo que decía hasta que la escuche.

-Nina!- voltee inmediatamente y la vi pelear con alguien por soltarse de su agarre -Nina!- volvió a gritar pero esta vez con lágrimas en los ojos cosa que hizo que me enojara bastante.

Camine rumbo a Beth y pude ver a Quinn Fabray una digna portadora de su apellido, más alta que yo, cabello rubio, ojos de una tonalidad verde indescriptible y el porte de todo un Fabray, ella también clavo su vista en mí y después de una batalla de miradas baje la mía hacia Beth quien era sostenida del brazo por la mano de Quinn, regrese mi mirada a Quinn y levante mi ceja en plan intimidador el cual dio resultado puesto que soltó a la niña y no pude evitar sonreír al verla correr hacia mí.

-Nina te extrañe tanto- la abrace fuerte como si no quisiera que se separa nunca de mí.

-Yo también amor, yo también- limpiaba sus lágrimas y le sonreía para darle confianza y seguridad.

-¿Y a mí no extrañaste?- pregunto Lexy poniéndose a nuestra altura.

-Tía Lex- grito más emocionada y abrazándola tan fuerte que la hizo caer.

-Supongo que eso responde tu pregunta- se acercó a nosotras un tipo alto, muy alto y con una sonrisa que no termino de agradarme del todo -Soy Finn Hudson- estiro su mano en forma de presentación.

-Como Doc Hudson el de cars- escuche como le decía Beth a Lexy y no pude evitar sonreír.

-Rachel Berry- tome su mano y le di un apretón -ella es Alexandra Bradley y claro la princesa de mi reino Beth Puckerman- las presente y cada una extendió su mano para saludar.

-Bueno a Beth ya la conocía vengo de pasar 2 semanas en su compañía- el obviamente no lo sabía pero haber dicho eso fue lo peor que pudo haber hecho ese día.

Mi cara cambio completamente y se podía notar mi enojo desde la entrada del aeropuerto, y es que ahora entendía porque se sentía con la confianza de llegar a interrumpir un momento tan íntimo como el que estábamos teniendo con Beth, pase de ser cordial y amable para ser déspota y grosera en un dos por tres.

-Hola- llego saludando como si nada la que faltaba, puede ver a Beth escondiéndose en el cuello de Lexy y mi furia creció más, no podía ni imaginarme que le había hecho como para tener esa reacción con solo verla.

-Bueno creo que nosotros nos vamos a recoger las maletas- aviso Lexy mientras ponía en el suelo a Beth y le sonreía "al cars" -amor por favor recuerda lo que te dije- me susurro al oído y dejo un beso en mi mejilla.

-Bueno tenia mis dudas pero con lo que acabo de ver se han disipado todas- sonrió de una manera cínica -tu eres la mejor amiga lesbiana de mi hermana-

Mi furia estaba en un nivel inalcanzable pero lo tenía todo bajo control y es que Lexy como siempre tenía razón.

-Disfrutaste tu viaje- pregunte con un poco de ironía y es que sabía que Beth no se lo había puesto nada fácil.

-Que te puedo decir la playa con mi NOVIO y MI sobrina, pues he de decir que si lo disfrute bastante- era obvio por qué había resaltado aquellas 2 palabras pero yo seguía teniendo el control de la situación.

-Qué bueno porque a partir de hoy va a ser muy difícil que vuelvas a disfrutar igual- la mire de arriba a abajo y camine a la salida donde ya me esperaban Lexy y Beth.

Al salir del aeropuerto llevamos a Beth a comer y parecía estarlo pasando bien, lo que hizo que me saltara la duda si sabía lo que había pasado con sus padres, pero no hice ningún comentario en el restaurante, paseamos por central park e inclusive jugo con un perro que había por ahí, al llegar a casa estaba completamente rendida por lo que tuvo con un buen baño para caer rendida en la cama.

-¿No vas a acostarte?- me pregunto Lexy quien ya estaba lista para dormir.

-No tengo sueño, pero tranquila solo voy un rato a la terraza- me acerque y deje un beso en su frente para poder salir y es que comenzaba a convertirse en rutina en hecho de que saliera a la terraza en la madrugada, me ayudaba a controlar todos los sentimientos con los que no sabía lidiar.

-¿Tu tampoco duermes?- escuche una vocecita un poco adormilada a mis espaldas.

-Si tú me dices porque no puedes dormir yo también te digo- la vi acercarse a mí y sentarse en mis piernas.

-Quinn dijo que mamá y papá se fueron al cielo y ahora es una de esas estrellas- dijo señalando con su cabeza al cielo - y que nos estará cuidando siempre, pero que yo no volveré a verla- empezó a sollozar y no pude hacer más que abrazarla.

-Bueno pues es mi turno entonces- hice una pausa pensando en la mejor manera de hablar con una niña del tema -te lo voy a decir pero tienes que prometer que no le vas a decir a nadie- ella me sonrió y levanto su dedo meñique en señal de promesa, así que junte mi meñique con el suyo -ok, yo también extraño mucho a tu mamá y a veces siento mucho dolor aquí en mi pecho, pero no se llorar y entonces como quiero llorar y no se hacerlo pues no puedo dormir- le dije de una manera para nada convincente pero era lo único que se me había ocurrido aunque llevaba bastante realidad implícita.

-¿Nunca haz llorado?- me pregunto frunciendo el ceño y apretando los labios.

-Sí amor, si he llorado pero hace mucho tiempo que no lo hago y bueno a veces se necesita- le explique mientras dejaba un beso en su cabeza.

-Yo tengo una idea- me dijo pegándose a mí pecho.

-Dime- conteste concentrándome en las luces de los edificios que teníamos en frente y acariciándole su hermoso cabello rubio.

-No hay que llorar más- se levantó un poco e hizo que la viera a los ojos –a mamá no le gustaba verme llorar y como te quería mucho pues tampoco quisiera que estuvieras triste, así que no vamos a llorar más y cuando la extrañemos mucho siempre podemos venir aquí a ver el cielo- me explico de lo más tranquila.

-Está bien, es un trato, no más lágrimas ni tristezas ok- le sonreí y ella hizo lo mismo.

La verdad era que para sus 6 años recién cumplidos era una niña bastante inteligente y con una madures impresionante, a pesar de que las cosas entre sus padres siempre estuvieron un poco flojas.

Frannie había conocido a Noah Puckerman desde siempre, ya que su abuela había trabajado en la casa Fabray siempre y cuando sus padres lo abandonaron se quedó con ella, cuando Frannie regreso a su casa después de graduarse se enamoraron y decidieron formar una familia, de ahí que Russel no estuviera muy de acuerdo con ella, pero a Frannie no le importó y aun así se casó y tuvieron a Beth, pero desde el inicio de la relación hubo bastantes pleitos y desacuerdos porque eran muy diferentes Frannie seguía siendo la princesa de su papá y nunca la dejo, siempre estaba al pendiente de ella y sus necesidades, y la mayoría de las veces lo hacía ignorando completamente a Noah y también a Beth a quien le era difícil de tratar, a ella solo la tomaba en cuenta en año nuevo y navidad pero incluso siempre olvidaba su cumpleaños y era extraño porque ahora que conocía a Quinn me daba cuenta de que la niña era su exacta imagen, bien podía pasar como hija suya, incluso tenía ese extraño color de ojos iguales a los de su tía.

Había pasado dos semanas más y Lexy y yo nos habíamos quedado con la niña ese tiempo y es que como ya lo había dicho Russel no quería tener nada que ver con ella y no confiaba lo suficiente en Quinn como para dejársela, aparte de que la misma niña me había pedido que no la dejara con ellos y es que era normal no los conocía y por mucho que le dijéramos que era su tía ella no daba su brazo a torcer.

-Taylor- llamaba por el teléfono a mí secretaria –necesito que me traigas los contratos de los camarógrafos para revisión por favor-.

-Enseguida licenciada, disculpe cuando estaba en la reunión llamo el señor Fabray dijo necesita verla esta tarde, que valla a su casa a las 6:00 pm-.

Eso me pareció bastante normal, después de todo nosotros teníamos una buena relación, siempre confió en mí para cuidar de Frannie, tal vez era tiempo de empezar a superarlo.

-Buenas tardes señorita Berry, la esperan en el despacho- me dejo pasar el mayordomo de la mansión Fabray.

-Gracias Thomas- le entregue mi abrigo puesto que el clima seguía igual, era extraño, viví toda mi vida en nueva york y era la primera temporada que veía que llovía tanto.

Camine rumbo al despacho y mientras atravesaba el salón de la casa pude ver todas las cosas de Frannie acomodadas arriba de la chimenea, aquello era como un altar.

-Buenas tardes, disculpa el retraso- entre en el despacho saludando a Russel.

-No te preocupes no esperamos tanto- cuando dijo ese esperamos voltee hacia el otro lado del despacho y me encontré con aquella mirada llena de confianza y de color indescriptible.

-Buenas tardes- se fue acercando poco a poco –el otro día no me presente, Quinn Fabray- estiro su mano.

-Hola, Rachel Berry- tome su mano y le sonreí ligeramente.

-Bueno pues ya que están hechas las presentaciones y como no pretendo quitarles su tiempo tomen asiento para que hablemos de lo que nos tiene aquí- abrió las dos sillas que estaban en frente del escritorio para dar lugar a que nos sentáramos y cuando lo hicimos él tomo asiento del otro lado del escritorio –bien, solo quiero informarles que legalmente la custodia de la niña es mía y como no puedo cuidarla, he decidido mandarla a un buen internado en Europa, aún no he decidido cual y quiero que ustedes me ayuden a escogerlo ya que sé que las dos buscan lo mejor para ella- y diciendo eso extendió varios folletos de internados en varios lugares de Europa.

No hay manera de describir lo que sentí en ese momento, no era posible que tuviera tan poco corazón como para querer mandarla lejos después de haber perdido a sus padres, no entendía como había sido capaz de dar todo por Frannie y no por Beth que era sangre de su sangre.

-Si no quieres hacerte cargo de ella porque no le das la custodia a Finn- dijo Quinn como si fuera la cosa más normal del mundo.

-¿Qué tiene que ver él en todo esto?- pregunte tratando de entender lo que pasaba.

-Finn es medio hermano de Noah- me explico Russel –y no la voy a dejar con ese tipo sin familia, quien sabe que mañas tenga y no voy a permitir que otra Fabray se quede con él, aparte legalmente le corresponde primero a la familia de la madre ¿o no? licenciada- se dirigió a mí y solo atine a asentir con la cabeza, me había quedado sin palabras literalmente.

Mi cabeza estaba hecha un lio total, primero me enteraba que Russel estaba por mandar a la niña que prácticamente yo crie a un país extranjero y sola, después me entero que el tipo del aeropuerto es su tío de sangre y podría quedarse con él, pero Russel y su egoísmo no lo iban a permitir y nos estábamos quedando sin opciones.

-¿Porque no la dejas con Quinn?- fue lo único que se ocurrió decir.

-Porque Quinn no quiere- me respondió ella con una clara molestia en su voz.

-Vamos no seas egoísta, que no ves que la piensa mandar lejos, sola y que acaba de perder a sus padres, es una niña de 6 años no va a soportarlo- me levante de la silla puesto que había perdido la cordura.

-Y ¿porque no te la quedas tu?- también se levantó de la silla y me encaro.

-Porque yo no soy familiar directo y no la voy a exponer a un juicio que sé que voy a perder y de todos modos mientras dure el juicio tu padre la mandara lejos- trataba de explicarle de una manera un poco más tranquila.

-Bueno- interrumpió Russel aquella discusión que habíamos entablado –que sepas que aunque la quisieras Quinn, no te la daría, no mientras sigas con ese don nadie- se levantó y se puso entre nosotras poniendo cana una de sus manos en nuestros hombros –aunque hay una solución a todo esto- se me quedo viendo –tú conoces a la niña mejor que nadie, incluso me atrevería a decir que la conoces mejor y más de lo que lo hizo mi hija, la quieres y sé que la ves como si fuera tu propia hija, al igual que sé que la niña te corresponde en cuanto afecto y he escuchado algunas veces en las que te ha llamado mamá- volteo su cara y fijo la mirada en la de Quinn –tú tienes el apellido y las raíces de la familia que es la misma que la de Beth, llevas su sangre y si te fijas bien es idéntica a ti, es cierto que no la conoces tanto pero no va a ser tan difícil- nos soltó, camino hacia su silla y se sentó –así que bueno si ustedes 2 se casaran-

-¿Qué?- lo interrumpió Quinn

-Déjame hablar- golpeo con las palmas sobre el escritorio y Quinn cerro la boca –si ustedes 2 se casaran la niña se quedaría con ustedes en el país y yo les daría la custodia sin ningún problema- Quinn y yo nos volteamos a ver y nuestras miradas eras de completo asombro –mira Quinn, Rachel es una importante abogada, la más reconocida del momento en todo Upper East Side, sin mencionar que es la jefa jurídica de una televisora y tiene su propio despacho, alguien digno de nuestro apellido y Rachel, Quinn es fotógrafa y poco a poco es más conocida, estoy seguro que con su unión las cosas mejoraran para ella, aparte de que es hermosa- nosotras seguíamos sin emitir ningún tipo de sonido –bueno eso era todo déjenme saber cualquier decisión que tomen pero apresúrense porque las clases comienzan la semana que entra y tengo que ver a donde la mando- diciendo eso salió del despacho.

Nos quedamos ahí unos minutos más en silencio y a primera en salir fue Quinn, no le preste mucha atención y me fue a sentar a un sillón que tenían ahí, la pregunta que rondaba en mi cabeza.

¿Qué diablos iba a hacer?

N/A

Espero que esta nueva historia sea de su agrado, la verdad es que soy nueva y solo me gustaría saber si es de su agrado esta idea.

Gracias por tomarse el tiempo de leer.