El primer fic que subo aquí, y ya medio que soy una novata en esto…espero que les guste, especialmente a cierta personita...por que esto va dedicado…
Para mi neesan!! Con cariño y amor…(LOL….dame un besooo…diria Lovi)
Y FELIZ CUMPLEAÑOS!!!!!!
Te adoro…
Me inspire en tu video Rusia/América para hacer este fic…y de paso escuchaba una hermosa canción de Metallica, todo eso me sirvió. Je…que bizarro. Lo malo es que habrá lemon…y eso lo arruina (en mi caso, cada vez que pongo lemon le quita lo romántico…)
Hablando de tu video…(y fuera de joda, toma el comentario como de una persona ajena a vos y no de tu amiga xq si no vas a pensar que te estoy chupando las medias y ni ahí…) no se que dirás vos, pero a mi me encanto, cada vez que lo veo, siento algo así tipo…doki doki por dentro y cuando termina me encuentro con una lagrimita en el ojo…!!! No me hace chillar como ukspain…es algo distinto…es como chillar por dentro. Tampoco me hace arañar el escritorio, pero si me emociona muchísimo. Lo adoro. Te salio lindo. Y muy expresivo, si tu objetivo era hacer que la gente se emocione, lo lograste, y si tu objetivo era hacer que algunos se adhirieran al rusxus, lo lograste también, al menos conmigo. Si no tenías objetivos…entonces go to hell.
Bien…Ahí va Chado-neesan! Y para todo el resto que quiera leerlo…!
Dulce despedida
Capitulo I: Las cosas que aparentan ser lo que no son.
"Ayer salí de casa temprano. Te esperé, un par de horas creo. Nunca apareciste. En el fondo sabía que esto iba a suceder, pero igual, tenía mis esperanzas. No es la primera vez que me lo haces, lo sabes. Ya me estoy cansando, Alfred. Esto va en serio. No es una broma ni nada de eso. Esta noche, te espero, en el mismo lugar, a la misma hora. No sé si a ti te interesa la situación de tu país o prefieres divertirte aparte mientras tu jefe se encarga de todo. Yo no soy como tú, que te quede claro. No pienso armar una nueva contienda contigo por alguna de tus estupideces, y arruinar lo que costó esta reconciliación entre tu gente y la mía. Si no vienes, me veré obligado a tomar cartas en el asunto, y no sólo yo, toda Rusia entera.
Fin de palabras. Eso es todo.
Iván Braginsky."
Alfred leyó la carta y largó una carcajada, haciéndola un bollo y tirándola a la basura.
-Ese idiota. Está bien, iré.
Arthur levantó la vista del libro y lo miró fijamente.
-Si a la larga ibas a asistir, ¿por qué mejor no te ahorrabas tiempo y concurrías a la primera llamada que te hizo?
El americano dejó su vaso de gaseosa a un costado y sonrió maliciosamente.
-Me gusta exasperarlo.
-No tienes remedio. Gracias a Dios, esto ya termina, fue realmente una molestia saber que ustedes dos jugaban a destruirse mutuamente, amenazando utilizar el resto del mundo como campo de batalla. Son un par de irracionales.
El sonido del sillón crujiendo al verse liberado del peso del más joven resonó por toda la sala. Arthur lo siguió con la vista, observando como preparaba su valija. Abrigo tras abrigo hacían que el cierre de la misma estuviera a punto de saltar.
-Por favor no lo arruines. La tranquilidad mundial lamentablemente depende de lo que salga de esa boca traga-hamburguesas.
-Di lo que quieras. Además, solo tengo que firmar unos papeles y ya. Yo voy de salida, o llegaré tarde. Bye!
Dio un portazo y se fue.
Arthur se quedó mirando el lugar donde segundos antes estaba parada su ex-colonia. Resopló cansado, levantando las cejas en un gesto de desinterés y volvió a la lectura.
_
Alfred bajó del avión cansado, con frío y de un pésimo humor. Odiaba esas estúpidas reuniones. Lo único que hacían era aburrirlo, no tenía idea de por qué el otro país no se rendía ante su poder. Él era Estados Unidos. Una nación joven y con un gran futuro por delante, con proyectos, y sobre todo, con un capital con el que podía hacer lo que se le viniera en gana.
¿Y Rusia?
Rusia había sido una gran potencia, pero en el pasado. Era historia. ¿Qué le costaba hacerse a un lado y darle paso a él? Era un completísimo idiota. Arriesgaba todo lo que tenía solo para superarlo.
"No importa en que país estés, a eso se le llama ser testarudo" – murmuró para sus adentros mientras se colocaba los guantes.
Rechazó uno de esos viejos y fríos taxis que se ofrecieron a acercarlo hasta la casa de Iván. Quería ir a pie.
Hizo unos pasos dirigiéndose a un pequeño bar que estaba a la salida del aeropuerto. No tenía intenciones de beber ni de comer, en ese país no había nada que le gustara. Entro solo para buscar un poco de calor, y escapar al helado viento que le calaba los huesos.
-Chto vy hotite predprinyatʹ?
-E-excuse me?
Se dio vuelta extrañado.
-Ah... – el mesero miró a todos lados nervioso – ¿you are a american, right?
-Yeah…yeah…why? ¿Is there any problem?
-No, seriously. ¿Are you…going to order some...thing?
Rió para sus adentros, en Rusia hablaban el peor inglés que jamás había oído, y si Arthur anduviese por allí seguramente moriría.
-A Coke please. – dijo con una sonrisa.
-S-sorry …we…don't sell that drink in this place.
Se extrañó ante el acento que aplicó el mesero al decir….esa bebida… un bar sin Coca-Cola no era un bar… ¿qué hacía el idiota de Iván que no eliminaba ese maldito lugar de la faz de la tierra?
- In such a case…
Se dirigió malhumorado hacia la puerta. Maldito país, maldito clima, maldito Iván que lo hacía ir hasta allí.
Estaba por abrir la puerta para salir cuando sintió algo helado tocar su cuello, y un escalofrío lo hizo saltar y darse vuelta aterrado.
-What the fuck is tha…!!
Giró sobre si, poniéndose a la defensiva y sorprendiéndose ante el rostro tan familiar del ruso que lo miraba, sosteniendo una lata de su gaseosa favorita justo al frente de su nariz.
-Creí que no vendrías y que sumirías al mundo en un caos. Me alegro de verte, ten, me encargué de conseguirte un poco de tu droga.
América tomo la lata vacilante, sin dejar de mirarlo a los ojos.
-Gra-gracias – murmuró algo sonrojado. "sonrojo producto del frío, por cierto" pensó.
Se quedaron unos segundos parados, uno en frente del otro. Rusia con su clásica sonrisa, América con su mirada desconfiada e infantil.
-Bien…hay que hablar ¿no?. Sé que mi presencia te molesta, así que lo haremos corto. Firmamos los papeles aquí mismo, y en una hora ya estás en el avión de vuelta a tu país.
Alfred no pudo evitar una pequeña mueca de disgusto. A decir verdad él había ido con las intenciones de pasar aunque sea un par de días en ese horrible país.
Sintió unas ganas intensas de insultarlo y echarle en cara el hecho de que ahora tendría que regresar de nuevo a Estados Unidos con su valija sin abrir, su estúpida e inútil valija. Pero se contuvo cuando Iván le sonrió, una sonrisa que no supo como interpretar, y con una mano tocó la del mas joven que sostenía el pequeño equipaje, divertido por la expresión decepcionada del americano.
-Pero…ya que después de esto no nos veremos las caras por un largo tiempo…puedes quedarte unos días. Así luego no te quejas que trajiste una maleta en vano.
Alfred sintió el gélido contacto contra su mano y la retiró al instante, algo avergonzado. Levantó la mirada, clavando sus celestes pupilas en las del ruso.
-Si, me quedaré. Pero no porque tú me lo digas.
-Bien - replicó Iván con una sonrisa
-Ahora…e-esos papeles, los tienes aquí?
-Claro. Vamos a una mesa.
Alfred lo siguió por detrás, mirando con desconfianza a la gente que lo observaba de la misma manera que él a ellos. "Demonios…¿aquí son todos malhumorados?" pensó mientras tomaba asiento alrededor de una pequeña mesa situada ceca de la ventana. Iván se sentó frente a él, sin perder esa sonrisa que hacía que el joven americano se extrañara cada vez más. Sacó de un portafolio unos cuantos papeles y carpetas y se las extendió al rubio.
-Esto es lo que debes firmar. Y esto de aquí, las cláusulas del trato. Esta carpeta contiene otras cosas de menor importancia, entre ellas un análisis que hizo Glavnaya
acerca de las ventajas que ambos obtendremos, tanto en economía como en situación social. Y esta en esta otra carpeta están los tratados que antes firmamos pero sin resultado. Me tomé la molestia de hacerles una copia para que los conserves, por si al llegar tu jefe te los pide para archivarlos o lo que sea. Hojéalos mientras pido algo para comer.
Se levantó y se dirigió al mostrador, donde un dueño bastante desconfiado le pidió explicaciones acerca de la indeseable presencia en su bar. Alfred no pudo entender lo que hablaban, pero si pudo captar el rechazo rotundo que le delataba la mirada de aquel hombre ruso. Se encogió de hombros y algo tenso por la atmósfera negativa reinante (causada por él) se puso a mirar las carpetillas y las hojas que Rusia le había dejado en la mesa. Tomó la carpeta azul, en cuya tapa estaba escrito con un fibrón "Tratados posteriores 1950-1985". La abrió y comenzó a pasar hoja por hoja, algo desinteresado. Tantas discusiones, tanto miedo provocado…¿para qué? Una nueva potencia había surgido después de esas horribles guerras mundiales y…no le costaba nada a Iván aceptarlo. Incluso podrían llevarse mejor. No habría odio, no habría resentimiento.
Levantó la mirada y vio al ruso distraído, examinando la carta del menú. Bajó la vista hacia lo que estaba leyendo. Suspiró y se quitó los lentes, limpiándolos con la manga del abrigo. Volvió a ponérselos y tomó otra carpeta, dejándola de lado luego con el mismo desinterés. No era que no le importara…solo que…por algún motivo se sentía vacío, desganado…como si algo se le estuviera por escapar inevitablemente de las manos. La sensación invadía todo su cuerpo, pero un malestar que no era físico, un dolor en el pecho que le hacía perder la sonrisa.
Apoyó el codo en la mesa, reclinándose sobre su mano mientras que con la otra trazaba pequeños círculos en la mesa. Maldita desazón, tal vez había algo en el aire de esa tierra que le hacía deprimir con solo respirarlo. No había otra forma…claro que no. Su forma de ser se rebelaba contra ese estado triste, ya que el era…un héroe. Un héroe desalentado.
Se mordió el labio, mirando nuevamente hacia donde estaba Iván, solo para cerciorarse de que no lo estuviese mirando. Suspiró de nuevo, esta vez más hondo. Estiró el brazo y tomó lo que supuestamente eran las condiciones del trato. Ni se tomó la molestia en leerlas, solo pasó las hojas, buscando algo que le llamara la atención, algo que lo sacara de su abismo inusual.
Curvó una ceja al notar un papel doblado entre las últimas hojas. Claramente se veía que no tenía nada que ver con esos papeles, dado que estaba algo arrugado, y la hoja era de un tamaño más pequeño que las otras. La sacó, dejando a un lado los otros documentos, y la abrió. No necesito pensar mucho para notar al instante la letra del ruso. Al parecer, era una carta. Dirigida…a…
¿Él?
Se acomodó los pequeños mechones que caían en su frente y se reclinó sobre la mesa, leyéndola con una expresión incrédula en su rostro.
"Alfred:
Si estas leyendo esto seguramente es porque por alguna extraña razón cedí a escribirte por primera vez algo ajeno a todos esos tratados y conflictos políticos. En realidad, esta vez me dirijo a ti ya no como Rusia, si no como Iván, porque a pesar de todo también tengo sentimientos, no soy solo un pedazo de tierra con personas. Seré conciso, ya que en el fondo no tiene sentido comentarte todo esto…"
América sintió como una mano se clavaba en su hombro mientras que el papel que sostenía su mano desaparecía de su vista.
-¿Qué demonios haces?
Giro su cabeza y se encontró con el rostro de Iván mirándolo fijamente, la carta abollada desapareciendo en uno de sus bolsillos. Tenía una expresión algo enojada, aunque era imposible disimular el pequeño manchón rosado que se extendía en sus mejillas.
-Por empezar quita tu mano de mi hombro.
La voz de Alfred sonó casi como un susurro. El mayor apretó los dientes y se alejo hasta el mostrador, de donde trajo dos bandejas de comida. Extendió la más pequeña al americano, entregándosela mientras le clavaba los ojos en su rostro, escrutando cada pequeña expresión que se reflejara en él.
Se quitó el abrigo y lo dejó acomodado en el respaldar de la silla. Tomó asiento enfrente de él, sin quitarle la mirada, sin parpadear tampoco.
-Alfred.
El aludido levanto la mirada.
-Que.
-Fírmalos.
América se quedo de una pieza, con un semblante cómico en su rostro.
-¿Qué?
Rusia clavó sus dedos en el borde de la mesa.
-Que los firmes. Ahora, antes de llevarte ese sándwich a la boca. No me digas que no lo harás porque no leíste las cláusulas….te di suficiente tiempo como para que lo hicieras. Ahora firma.
Le extendió un bolígrafo junto a los documentos.
-Claro que no! ¿Por qué? ¿Porque tú me lo dices? Estás loco, déjame comer, luego los firmaré.
El ruso le dirigió una expresión cansada y dejó los papeles a un costado.
-Está bien. Primero tu estómago, ¿no?.
Comieron en silencio, sin hablarse, ni mirarse siquiera. Iván miraba todo el tiempo hacia la ventana, desviando la vista solo para tomar un bocado de su plato. El americano en cambio comía animadamente, aunque para Rusia no se le pasaban por alto las fugaces miradas que le dirigía.
Alfred no se lo explicaba…una carta que no tenía nada que ver con política…entonces ¿de qué sería? No sabía el motivo de dicha misiva, pero lo que si sabía era que se sentía ligeramente alegre. Tal vez era porque el sándwich estaba caliente y el queso derretido caía por los costados, tal vez porque la lata de gaseosa estaba lo suficientemente fría como para calmar su sed, tal vez porque…había una pequeña esperanza.
Sonrió inconscientemente mientras miraba la lata, con tanta felicidad que llamó la atención de Iván. Al sentirse observado levantó sus ojos, fijándolos en los del soviético.
Podía preguntarle. Iván no era de los que montaban un escándalo. Era bastante maduro, y con seguridad le respondería su pregunta.
-Oye…
Los ojos violáceos se desviaron en el acto.
-Esa carta tenía mi nombre, lo que me da el derecho de preguntar que era lo que decía.
Otro manchón rosa en las mejillas del mayor, y otro rechinar de la madera de la mesa siendo arañada por sus uñas.
-Nada relevante a nuestros tratados.
-Pero quiero saber…
-No- lo interrumpió - No quieres saber. ¿Ya terminaste de comer?
-Sí, te molesta si pido un par de sándwiches más? Están deliciosos, pero son muy pequeños para mí.
-No me molesta, pero desearía que firmaras eso cuanto antes, no quiero hacerlo más largo.
-Los firmo si me dices…
Iván se paró de golpe.
-América.
-Ah?
-Basta.
El estadounidense se quedó helado ante los ojos aterradores sobre él. Iván forzó una sonrisa, sin variar su mirada.
-Traigo tu pedido.
Dio media vuelta y volvió hacia el mostrador, dejando a un Alfred desconcertado. Jamás lo había mirado así.
Miró el espacio vacío que había dejado el ruso en la silla. Porque se hacía tanto problema? Un héroe no divagaba acerca de cartas románticas ni nada por el estilo, su misión era salvar el mundo y a eso había ido.
Dado que la prioridad era "salvar el mundo del malvado ruso y su terrorífica gente" tomó desganado los papeles y los firmó. Uno por uno, cuidándose de leer un poco lo que decían. Nada nuevo, lo de siempre, solo que esta vez era algo definitivo. Cuando terminó, los dejó a un costado. Otra vez ese vacío en su interior.
Sonrió mientras mojaba su dedo con sus labios y con él recogía las migas que habían quedado en su plato. No le importó la mirada de los demás. Sí, tal vez se veía ridículo e infantil, pero tenía hambre, esa gente debería saber que los héroes también comen!
Distraído desvió su mirada hasta el abrigo de Iván, que había quedado reposando en la silla. Una mueca maliciosa se formó en su boca cuando recordó el papel abollado desapareciendo en el bolsillo izquierdo de la prenda.
Miró al mayor, que estaba de espaldas a él. Se levantó, tomo el abrigo ajeno y sacó lo que tanto buscaba. Abrió el papel para cerciorarse de que era ese el que necesitaba. En efecto, lo era. Allí estaba su nombre, y las líneas que había leído con anterioridad.
Lo guardó en su pantalón y se dirigió hasta la puerta, aprovechando la distracción de la otra nación. Antes de abrirla el rugido de su estomago le informó que lo que acababa de ingerir no era ni la décima parte de lo que su dieta le asignaba. Suspiró, por esta vez, sus prioridades cambiaban.
Salió del local caminando rápidamente, con una sonrisa triunfante en sus labios. Largó una carcajada al imaginar la cara que pondría Iván al ver el asiento vacío. Seguramente se pondría furioso. Encima, tendría que comerse los dos sándwiches ya que ya estaban pagados. Pero al menos, ya estaba todo firmado.
Cruzó la pequeña avenida, sin dejar de reírse (y sin dejar de llamar la atención) y abordó un taxi que justo se había detenido cerca de él.
-Ehm… - los nervios no le dejaban pensar con claridad. ¿Cómo se decía en ruso "donde sea pero lejos de aquí?"
Optó por bajarse, sin hacer caso de los insultos que el conductor le dirigía. Caminó velozmente hasta donde la avenida se bifurcaba. La mano de la derecha daba a un parque, unas cuantas cuadras más allá. Miró hacia atrás, pensando que tal vez el ruso lo estaría siguiendo. Se alegró al ver que no había ni rastros del soviético.
El frío lo estaba matando, sin embargo decidió que recién cuando llegara al parque abriría la maleta y se colocaría algún abrigo mas grueso que el que tenía puesto.
Cuando llegó, se sentó en uno de los asientos, y sacó la carta. Las manos le temblaban, por el frío, claro. Ya se había abrigado, sin embargo temblaba como si estuviese agonizando. Jamás reconocería que estaba ansioso.
"Alfred:
Si estas leyendo esto seguramente es porque por alguna extraña razón cedí a escribirte por primera vez algo ajeno a todos esos tratados y conflictos políticos. En realidad, esta vez me dirijo a ti ya no como Rusia, si no como Iván, porque a pesar de todo también tengo sentimientos, no soy solo un pedazo de tierra con personas. Seré conciso, ya que en el fondo no tiene sentido comentarte todo esto. Reconozco que te odié, que nunca me agradó tu forma de ser conmigo, que hice todo lo posible por aplastarte y humillarte. Igual que tú. Pero ahora que arreglamos todos nuestros conflictos, ahora que los problemas terminan, siento que ya no tendré excusas para verte, excepto alguna que otra futura reunión de países, claro, pero ya no será lo mismo. A menos que iniciemos una nueva disputa, pero eso es utópico, no pienso sumir al mundo en un caos solo por esa trivialidad. Quisiera que…nos hubiésemos llevado mejor. Quisiera que nada de esto hubiese sucedido, quisiera haberte conocido más, y aquí estoy, desahogando mi frustración en un papel, sin saber como lo tomarás después que lo leas. En fin…me odio, por no haber sabido obtener lo que quiero en estas casi cinco décadas de pelear inútilmente, por no haber sabido ganarme tu corazón, por desear tenerte y a la vez verme obligado a alejarte. Me odio por haberme enamorado de un imposible. Por enamorarme de ti, Alfred."
La carta seguía, pero América ya no podía leerla más. Las lágrimas le nublaban la visión, resbalaban por sus mejillas hasta mojar el papel que sostenían sus manos.
-¿Por qué…? ¿Por qué nunca me lo dijiste?
Arrugó la carta, escondiéndola en un puño mientras se limpiaba las gotas que humedecían su rostro.
-Maldita sea. Un héroe no cae en las redes de un mentiroso manipulador como Rusia… ¿Por que yo si? ¿Por qué?
Volvió a alisar el papel, para terminar de leerlo.
"A fin de cuentas, nunca hubo entre nosotros ni un atisbo de enamoramiento ¿no?, nunca te di muestras de afecto, y tú menos. Así que…dios, ya no se ni porque demonios te estoy escribiendo esto. Solo…me desahogo, como ya te dije. Adiós, Alfred."
Ahí terminaba la misiva. La dobló con cuidado y se la llevó a los labios, besando con suavidad el papel entre sus dedos. Sonreía, a pesar de las lágrimas. Era todo lo que necesitaba saber… Ahora iría a la casa de Iván, y tenía la excusa perfect…
Su boca se torció en un gesto de desilusión. Ya había firmado los documentos. Chasqueo la lengua con rabia.
-Shit…pero no pienso irme de aquí sin hablar con el…mi deber de héroe esta cumplido, por lo que ahora soy libre de hacer lo que se me antoje…sin provocar otro conflicto, claro. Porque seria muy cómico tener que salvar al mundo de nuevo por algo que yo mismo provo…
Una mano en su hombro interrumpió su monologo.
-Excuse me, sir. You must come with us. You are under arrest.
No necesito darse vuelta para reconocer ese inglés mal pronunciado y la mano envuelta en un uniforme azul en su hombro. Sin embargo lo hizo, solo para convencerse de que "eso" no le podía estar pasando a él.
Continuara!
Traducciones:
Chto vy hotite predprinyatʹ : que desea tomar?
Glavnaya: jefe…o algo asi
Con la ayuda del traductor de Google!!!
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