Disclaimer: Ni Dragon Ball o sus personajes me pertenecen, si no a Akira Toriyama.
El primogénito.
Sentado en las ramas más altas de un árbol en Capsule Corps, Vegeta no puede evitar observar lo que se desarrolla a su alrededor. En las diferentes zonas de la propiedad hay científicos probando inventos, periodistas tomando fotografías e incluso está la humana con la que de vez en cuando comparte cama tratando de incentivar a su hijo para que camine y deje de intentar volar. En teoría no debería de ser una tarea difícil, mucho menos para una mujer que puede construir la más sofisticada tecnología pero Vegeta piensa con sorna que es científica y no madre.
Por supuesto no existe un libro o manual que le ayude, es cosa de instinto y si algo ha notado en la Tierra es que los humanos carecen de ello, por eso nunca notan los peligros a su alrededor además el niño que intenta aleccionar es mitad saiyajin y con uno de los mejores linajes corriendo por su sangre. Entonces por naturaleza, el niño es necio, férreo y determinado. De haber nacido en otro planeta y no en la mugrosa Tierra, hubiera sido una pequeña bestia mordelona, poderosa y sanguinaria pero hay sangre humana echándolo a perder así que duerme su carácter guerrero, amainándolo de tal forma que respeta a la gente de su alrededor, aunque a veces, muy seguido en realidad, se comporta como un malcriado. A Bulma le gusta decir que el niño es así porque necesita una figura paterna alrededor que le diga que no de vez en cuando porque su madre y su abuela sólo lo miman y él nota que puede hacer lo que quiera porque es el consentido de la corporación; pero a Vegeta le gusta pensar que esas son tonterías agregando que el tomaría al niño de la cola y lo metería en una nave con él, le daría una armadura de su talla y lo forjaría como el príncipe que es, entonces ambos poderosos guerreros formarían un imperio de conquista y destrucción como su padre le inculcó alguna vez a Vegeta. Pero de todas maneras no puede externar sus ideas porque la escandalosa humana insistiría en decir que encontrará una forma de hacer crecer su cola y la cortará una y otra vez si se atreve a hacerle algo al niño.
Furioso por el pensamiento el guerrero gruñe por lo bajo dispuesto a salir volando de forma escandalosa, quizá rompiendo algunas ramas para asustar a la terrícola sin embargo, tan pronto se posiciona para despegar, la mirada oscura del pequeño ser que Bulma insiste en sostener para ayudarlo a caminar como alguien normal se posa en él y Vegeta, estratega prodigio comprende que le mira porque le quiere imitar. Interesado de pronto en el híbrido, el saiyajin permanece acuclillado en la rama del árbol apenas posando una mano en el tronco para mantener el equilibrio mientras le sostiene la mirada al niño. La peliazul por supuesto no lo nota, está concentrada en querer hacer al niño un bebé normal, que gatea y no flota, que aprende a caminar y no a volar; seguro piensa que el niño es un genio por la mezcla que hay en él y es normal que pueda hacer todo tan rápido pero sólo desearía que suprimiera la parte alienígena de su comportamiento. Y mientras le acomoda el pañal y jala la playerita rayada que porta, el mocoso intenta despegarse del suelo y abatida porque poco a poco se eleva más y más del suelo la científica se deja caer en el pasto para reposar. Sin el cuerpo curvilíneo impidiéndole la vista, Vegeta nota que el menor lleva una mochila pequeña de gato que es en realidad una correa porque de seguro la histérica piensa que el niño se irá flotando como globo.
Curiosamente emotivo por su hijo, Vegeta le sonríe con maldad mientras desvía el intercambio de miradas a su dedo para que el menor también observe. Junta energía en la punta de su dedo índice, apenas una bolita indefensa que no cortaría ni un pedazo de piel de Kakaroto, de él o del mocoso y con un movimiento grácil ante la mirada de ambos lo arroja a los laboratorios más cercanos con una puntería tan certera que el ataque entra por una ventana e impacta con un escritorio de manera que todos puedan pensar que fue un accidente de trabajo. Ahogando una risa ve a Bulma incorporarse de inmediato preocupada por sus invenciones, los trabajadores y los avances que llevaban; intenta cargar al niño pero de inmediato piensa que es peligroso así que lo empuja suavemente, obligándolo a sentarse y le susurra palabras delicadas para salir corriendo hacia el sitio de la explosión. El mocoso la ve correr y vuelve su vista al fuego que sale de las ventanas, curioso o quizá interesado porque se observa las manos y Vegeta le concede que quizá si sea un pequeño genio.
De un salto el guerrero baja del árbol cuando Bulma ya está lo suficiente lejos y aterriza justo enfrente del otro príncipe. Acuclillado frente a él sigue siendo más imponente pero procura no hacerle sombra para que el niño no se amargue como suele hacer.
"Oye, levántate" le ordena con voz tosca y la mirada profunda del pequeño insubordinado se tensa, acompañada de sus tupidas cejas mostrando descontento. Sorprendido, Vegeta hace lo mismo, frunce el ceño y se acerca al rostro de él intentando intimidarlo. "No seas insubordinado, yo no soy como tú alcahueta madre" y aun así el niño permanece sentado refunfuñando por lo bajo, hasta que alza sus manitas y las pega con un sonido pegajoso al rostro de Vegeta, acercándolo más hasta que un pequeño espacio los separa y el mayor está por perder el equilibrio amenazando con irse de bruces sobre el otro pero después de unos segundo mantiene la compostura analizando los ojos azules.
El niño se llama Trunks porque no le podía colocar el legendario nombre de Vegeta por ser un híbrido. Es un cachorro de un año y medio producto de la pasión y batalla que le da Bulma, mitad humano, mitad sayajin. Trunks es desafortunadamente color lila. Desde el fino bello que empieza a nacer en sus brazos hasta el que comienza un camino por su ombligo, debajo del ridículo gorro que le ha puesto su madre hay una pelusa espesa también lila y sus abundantes cejas van a juego, igualmente recuerda la cola de mono con la que nació y su madre arranco por temor, que era del mismo tono que su cabello y por último están sus ojos color azul, cristalinos, sin fondo. Vegeta no puede evitar pensar que seguro hubiera sido un espectáculo único ver a un ozaru de diferente color, mucho más sorprendente que un mono gigante dorado y con una sonrisa también imagina que sus enemigos, guerreros de planetas poderosos, se hubieran intimidado por la mirada de su hijo, de frío hielo y sanguinario deseo. Le habrían escrito canciones y lo habrían vuelto leyenda incluso los súbditos del palacio habrían inventado algún mito antiguo acerca de un guerrero puro y poderoso de color distinto, aún que probablemente eso lo habría tenido que inventar y difundir él porque en el planeta Vegeta, Trunks hubiera sido producto de una unión vulgar, prohibida e indebida pero como habría nacido con un ki superior al de él cuando niño, Vegeta se hubiera resistido a matarlo, habría mentido y eliminado a su madre tan pronto su heredero no la necesitara.
Además de todas las vulgares e inusuales cosas que tiene Trunks por su sangre humana, existen claras evidencias de que es su cachorro. Tiene la piel tostada, la nariz de perfil perfecto, respingada y afilada. Carga con todas las expresiones de un príncipe desdeñoso y orgulloso y hasta que él nació Vegeta no sabía que los niños podían nacer con eso. Bulma ha intentado suavizarle las facciones, imitando para él gestos que son de un niño apropiado pero Trunks le mira altivo, casi irrespetuoso y sonríe con sorna disfrutando del espectáculo que la científica le da. Vegeta aprecia eso en el crío, que sepa que tiene sangre de realeza y aquí en la detestable Tierra es millonario, famoso y en un futuro, un líder nato. Vegeta puede mentir, una y otra vez, a Bulma, a sus padres e incluso a los amigos de ésta diciendo en voz alta que nunca sintió emoción o anhelo cuando la científica se embarazó y que jamás tuvo curiosidad de saber cómo sería el nacido pero frente al espejo y el templo que su cuerpo y mente, el guerrero recuerda el ritmo acelerado que tomó su corazón.
Recuerda haber vigilado a Bulma, haber cuidado sus pasos y por las noches haberle dejado al alcance comida y agua para que no caminara en la oscuridad y algo le pasara a su no nato. Cientos de veces imagino escenarios en un Vegeta que jamás fue volado en pedazos e imaginó que a su primogénito lo coronaban príncipe legítimo, lo respetaban, lo alababan y todos deseaban ser él. Lo anhelo varón, de complexión grande, de cabellos color carbón y una cola fuerte. Recordó las lecciones que su padre le dio y eliminó la violencia de ellas para remplazarlas con una poca de la calidez que Bulma usaba para explicarle las cosas humanas y poder enseñárselas al próximo heredero saiyajin. Vegeta no participó activamente en el embarazo de la científica pero respondía a sus llamados para que la cargara y volando la llevara a donde quisiera, fue también él quien la llevó al ala del hospital que acondicionó en la corporación y antes de desaparecer le agradeció el soportar un embarazo saiyajin.
Cuándo consideró que el niño ya no usaría incubadora ni cuidados especiales tanto para su raza y la saiyajin, el guerrero volvió a su exhaustivo entrenamiento motivado por el pensamiento de que no quería que su hijo lo alcanzará rápido. El plan era llevarse al niño, entrenarlo y ver que tanto podía alcanzar para cuando los androides llegarán, si las cosas no iban bien el chiquillo siempre lo podía vengar o vagar por el espacio pero entonces entró a la casa por una ventana que conducía a la habitación de Bulma y la vio allí dormida en una pijama ridícula y a él lo sintió aún dormido en su cuna. Su ki tal como esperaba era superior al de él cuando recién nacido, y ambicioso de conocerlo levitó todo el camino hasta verlo. No fue una decepción, tampoco un coraje pasajero lo que sintió. Trunks no era dentro de ninguno de sus sueños e ilusiones el bebé que imaginó. Si era varón, si era poderoso, de complexión grande y con cola pero no era nada como él. De nuevo, no tenía un compañero saiyajin competente y que se le pudiera asemejar.
Vegeta que no se permitía otro sentimiento más que la ira, se dijo que fue una idiotez flaquear ante Bulma porque claramente que su cachorro no fuera una bola de pelos oscuros era su culpa, sin llegar a imaginar que en algún momento la científica también deseo que el niño fuera como él.
Así, delante de él sosteniéndose de sus mejillas por primera vez desde su nacimiento, Vegeta reconocía a Trunks como su hijo por su mirada retadora, la altives de sus gestos y la clara guerra que quería probar era capaz de dar. Gruñendo por lo bajo, el mayor se balanceó sobre las puntas de sus pies alejándose del alcance de su primogénito, "Trunks, príncipe guerrero, levántate" y como un llamado a la batalla, el aludido se acuclilló como él apoyándose en sus regordetas piernas para alzarse tan alto como pudo frente a su padre.
Ambos sonriendo como dos gotas de agua, se encontraban parados frente a sí. Padre e hijo. Justo cuando Bulma corría en su dirección por qué sabía que el accidente lo provocó el hombre mono que vivía con ella y ahora que lo veía junto a su hijo un temor extraño se extendía sobre su piel.
Cuándo estuvo cerca, Vegeta se agachó de nuevo y le arrancó la mochila correa para cargarlo sobre un hombro de forma descuidada, y con un grito de la científica como suplica, salir volando...
N/A: Después de un periodo que describo como la nada en mi vida, he vuelto y conmigo, traigo una serie de cosas que conseguí por medio de un lamentable proceso creativo que viene de una serie de infortunios. Espero que le den una oportunidad a esto, son tres capítulos más o menos de este tamaño a excepción del último, que no sé de donde surgió pero intentaba explicar cómo poco o mucho, Trunks desde su nacimiento fue el primero en ver a Vegeta con ojos de amor y a partir de eso, otra clase de confianza se instaló en el corazón de Bulma, respecto a su saiyajin.
Como siempre, estoy abierta a opiniones o cualquier clase de comentario que me dejen 3
