Hablando de otras cuestiones, nunca me he dado a la tarea de hacer un drabble porque me cuesta expresarme en pocas palabras. Mei, ¡no sé cómo puedes!

Este coso estaba olvidado en el perfil rp de Miyuki y creo que habría sido una lástima mantenerlo así.

Disclaimer: Diamond no ace y sus personajes son propiedad de Yuji Terajima.


[;花]

Por supuesto que le llevaría flores.

Tuvo que pedir un permiso especial que primero pasó por la autorización de Rei-chan y después por el entrenador del equipo; pocas veces se daba el lujo de solicitar terminar temprano con sus entrenamientos, mas la ocasión lo ameritaba y aparentemente nadie le cuestionaba el porqué como si en verdad lo conocieran.

Sí, sí. Tenía muy en claro que el capitán del equipo y cuarto al bate cargaba con mayor peso sobre sus hombros y, que de todo el resto de jugadores, no era sino él mismo quien tenía que esforzarse el doble y con ello llevar la responsabilidad de siempre conseguir una victoria para seguir avanzando; no obstante, también le era válido pedir por tiempo libre para ser un estudiante de tercer año de preparatoria común y corriente, subir al suburbano para regresar a su localidad natal como cualquier otra persona y antes de siquiera considerar pasar a casa a saludar a su padre, robarle cinco minutos a su propio tiempo para hacer una parada que ya era habitual en la florería que se encontraba saliendo de la estación y pedir por lo mismo de siempre.

Una vez la señora, que ya conocía de hacía tiempo a causa de sus constantes visitas anuales, le explicó que esas flores en especial son amigables y buscan generar confianza, como si se tratase de decir a la persona destinada algo parecido a 'te voy a cuidar'; pero en el mundo de las flores ese color es de doble filo, porque también puede tener el significado de un amor sin esperanza.

Él no sabía de esas cosas, simplemente era consciente del nudo que se formaba en el fondo de su estómago y que se disolvía como algo grato a medias una vez que a 'ella' tenía en frente, porque las ganas de saltar a sus brazos nunca eran pocas pese a que supiera que aquello jamás podría ser de nuevo; suspiraba una vez que se colocaba sobre las rodillas para cambiar los tallos de lo que alguna vez fueron flores cuyos pétalos caían secos sobre sus manos y se fracturaban sin dejar mayor rastro.

Qué frágil.

Era tan hilarante.

Él simple y sencillamente le llevaba tulipanes amarillos porque recordaba a su madre recibiéndolas en vida cada sábado por la tarde cuando su padre llegaba a casa sin importar más nada.

En su siguiente visita optaría por probar con magnolias.