Three days inside a RAINBOW

Lore-chan


CHAPTER ONE: FIRST DAY, FRIDAY

.

.

Sus padres cerraron la puerta de entrada tras ellos y tanto Hideki como Hayashi se miraron el uno al otro sobándose las manos con malicia. Este iba a ser un fin de semana de aquellos.

Mimi y Yamato Ishida habían partido por todo el fin de semana a celebrar su aniversario de matrimonio a unas exclusivas cabañas hacia la costa, exactamente a 5 horas de distancia y, si bien, sabían que la idea de dejar a sus siete hijos a cargo de la casa no era seguro, iban a tener que correr el riesgo. Ya eran casi todos adultos a excepción de Himeko que recién había cumplido sus 13 años. Pero los gemelos ya tenían 21 años y estudiaban en la universidad, al igual que Hideki y Hayashi de 20 y 19 años respectivamente. Las mellizas cumplían su último año en la preparatoria con 17.

¿Qué tan terrible sería dejarlos solos por dos días?

-Podríamos jugar "quien soy"… pero con shots de alcohol para el que pierda – dijo Hideki acercándose al abultado y generoso bar de su padre.

-Apoyo la moción ¡Voy por las cartas! – exclamó su hermano corriendo hacia las escaleras. Y en ese preciso momento bajaba una muy arreglada Hatsumi Ishida con una diminuta minifalda verde musgo y una blusa transparente - ¿A dónde crees que vas vestida así?

Ella lo ignoró.

-¿Ya se fueron, cierto?

-¡Hey! – Hayashi la tomó del brazo – Tu no vas a salir así. Puedo ver lo que desayunaste y almorzaste si levantas un poco más la pierna.

-Esa falta en MUY corta, Hatsu – Hideki se había acercado con dos botellas de licor en sus manos - ¡Yo no te voy a dejar salir así!

-Ninguno te va a dejar salir vestida así – los gemelos entraban a la casa desde el jardín.

Hatsumi infló sus mejillas con aire hirviendo de rabia. Su padre se iba y quedaban sus cuatro guardaespaldas.

-Voy a una fiesta y así es como una se viste para ir a una fiesta – les dijo pasando sus azules ojos por cada uno de sus hermanos.

-Hatsu, vamos tarde – apremió su melliza que bajaba las escaleras en ese preciso instante – ¿qué pasa? – preguntó deteniéndose a mitad de camino al ver que todos su hermanos las miraban.

Harumi Ishida, al igual que su hermana, llevaba un vestido ilegalmente corto y un escote que espantó tanto a los gemelos como a las ovejas negras.

-Pasa que ninguna de ustedes va a salir vestida de esa forma – Hiroyuki que era el mayor de todos (nació 4 minutos antes que Hirohito) se acercó a ellas molesto – además no tienen permiso para salir, son menores de edad. No pueden entrar aun a ningún lado sin que les pidan su identificación.

-Tenemos dos buenas razones que nos hacen entrar a los bares sin que nos pidan nuestra identificación – dijo Haru sacando pecho.

-¡Con menor razón! ¡Este fin de semana no sale nadie! Estamos a cargo de todos ustedes y si ocurre algo seremos nosotros los castrados de por vida – Hirohito había sido enfático – ¡Así que ustedes dos no van a ninguna parte!

Se produjo una discusión a gritos donde las mellizas los tildaron de machistas y los hombres le indicaron que parecían unas cualquieras llevando esas prendas.

Todo se redujo a nada cuando ellas enfurecidas caminaron hasta la puerta mostrando que iban a salir con o sin su permiso, pero antes de que tocaran la manilla de la puerta fueron alzadas cual saco de papas por los huracanes que las colocaron sobre sus respectivos hombros y caminaron con ellas hasta el jardín con dirección a la piscina.

-Oh no! ¡Hideki! – gritó Hatsu al ver las intenciones de su hermano. Pataleó todo lo que pudo pero su delgado cuerpo no era nada en comparación al del rubio.

-¡Hayashi, juro que romperé tu colección de música si me arrojas a la piscina! – amenazó Harumi pero el castaño ni se inmutó.

Los gemelos salieron al instante a la terraza con una gran sonrisa en sus labios, a veces agradecían tener a las ovejas negras para que hicieran el trabajo sucio por ellos.

-¿hermanos? – jadeó Himeko aproximándose agitada. Se sostenía en pecho como si le doliera.

-¿estás bien? – Hiroyuki se acuclilló preocupado tomando su mano.

-No… encuentro… mi… inhalador – explicó con dificultad.

En ese mismo instante se escucharon dos sincronizados SPLASH , risas por parte de Hideki y Hayashi y gritos de furia por parte de la mellizas que empapadas de pies a cabeza golpeteaban al agua lanzando palabras de grueso calibre a los huracanes. Ellos ni se inmutaban, las miraban triunfantes desde la orilla de la piscina cruzados de brazos.

-¡Me las vas a pagar Hideki! – exclamó Hatsu a medida que salía del agua.

-¡Me arruinaste mi vestido, te voy a matar! – Haru que ya había salido totalmente estilando se acercaba a Hayashi que retrocedía divertido al ver a su hermana en ese estado.

-Quiero verlo… - rio su hermano mayor apremiándola con los dedos de su mano. La castaña trató de ser rápida y le lanzó un manotazo, pero Hayashi se hizo a un lado y aprovechando su cercanía la tomó de la cintura y la tumbó de cara al césped. El chico levantó sus manos al cielo como si hubiera ganado un round de boxeo – Harumi… Harumi… - cantó divertido – eres una debilucha…

-Esto de demasiado entretenido, 'Yashi – le comentó Hideki que a escasos metros esquivaba los golpes de la otra melliza – Hatsu, nunca vas a lograr si quiera tocarme – dijo a su hermana que estaba roja de furia y le aventaba una y otra vez tanto golpes de puño como patadas sin éxito.

Con el pasar de los años, las personalidades que los siete se había acentuado aún más.

Los gemelos seguían siendo los más tranquilos y la única vez que solían discutir entre ambos era cuando no estaban de acuerdo en algún acorde o en el ritmo de alguna canción que componían, ambos estudiaban Licenciatura en Música y fueron furor en su universidad desde el primer día que pisaron el recinto. Eran dos chicos realmente apuestos y su heterocromía llamaba la atención de todas las chicas que se cruzaban por su camino.

Ellos estaban acostumbrados, pasando desde la primaria… a la secundaria y después por la preparatoria siempre llamaban la atención y se habían acostumbrado a ello.

Pudieron haberse aprovechado de su condición, eso siempre se los recalcaban las ovejas negras, pero ellos no estaban interesados. Eran dos seres introvertidos, callados hasta misteriosos y eso enloquecía a sus compañeras de clase que se acercaban con la intención de sonsacarle algún tipo de frase, escuchar la voz de alguno de los dos – que era idéntica - pero ellos eran muy reservados y hablaban lo justo y necesario en clases. Respondían las preguntas de las chicas que se acercaban más por educación que por interés y cuando ambos cantaban en los recesos, a su alrededor suspiraba el campus femenino completo.

De ellos, solo Hirohito había tenido una sola novia oficial y fue durante la preparatoria, pero terminó siendo como si Hiroyuki también tuviese. La chica lo besó en más de una ocasión confundiéndolo con su gemelo.

-Tu novia me volvió a confundir contigo – le dijo una tarde Hiroyuki a su hermano mientras almorzaban.

-Creo que la has besado más tú que yo en todo el tiempo que llevamos juntos – sonrió Hirohito bebiendo su jugo de zanahoria.

-¿Existirá alguien que no pueda diferenciar alguna vez? ¡Ni nuestros padres lo hacen!

-Oh si, 'Yuki… tu y yo sabemos quién.

La única que desde siempre supo quién era quien, desde su infancia, era Asuka Kido. Los gemelos nunca se lo dijeron frente a frente, pero era casi un secreto a voces entre los dos que ambos estaban enamorados de la azulina. Quizás si fuesen como los huracanes, se habrían declarado la guerra, instándose el uno al otro a luchar por el amor de la chica, pero ellos eran completamente distintos y en todos esos años ninguno de los dos daba el paso creyendo que su gemelo lo haría. Y así pasó el tiempo. La vieron en la secundaria caminar en compañía de las mellizas y de Umi, su prima, y era la única muchacha que provocaba que ambos volteasen a mirarla. Ya durante la preparatoria, la estudiaban a detalle cada vez que la tenían cerca y Asuka los sacaba de su espacio de confort cuando se sentaba en medio de los dos para hablar con ellos.

Y ahora que estaba con los gemelos en la misma universidad, era peor. Ambos sabían que iba a llegar el día en que uno de los dos tenía que dar el primer paso, pero no sabían cuál de los dos le iba a ceder esa oportunidad al otro. Podían estar en cuerpos distintos, pero eran uno solo y traicionarse no estaba en su vocabulario.

No así las ovejas negras, que crecieron siendo la piedra en el zapato tanto de Mimi como de Yamato, eran incorregibles, inventaban travesuras y su objetivo favorito, en casa, eran las mellizas. Siendo pequeños les escondían sus bolsos y sus hermanas estaban toda la mañana tratando de encontrarlos… finalmente llegaban donde Mimi llorando y su madre siempre los amenazaba con que hablaría con su padre –al que con los años ya le habían perdido el miedo – Hideki disfrutaba dibujando sobre las paredes de su habitación, pero lamentablemente la compartía con Hayashi y éste gritaba furioso cuando su balón de baloncesto terminaba con la cara de Hachi por todo su contorno. Admitía que su hermano dibujaba muy bien, pero no tenía por qué arruinar sus balones. Y allí el castaño se vengaba, iba a su armario compartido y le escondía sus prendas favoritas, ya no se las cortaba con tijeras… no lo creía necesario a esa altura.

Eso desembocaba en peleas, en gritos y más tarde, ya siendo adolescentes, en golpes.

Las mujeres entre ambos, llegada la edad, se habían vuelto una competencia y, aun sabiendo que gran parte de las chicas de la preparatoria suspiraba por los gemelos, ellos no tenían nada que envidiarles… puesto que también se habían convertido en dos hombres muy atractivos y con las personalidad avasalladora que tenían pronto comenzaron a suspirar por ellos también. Además que llegar a ellos era mucho más sencillo y agradable que llegar a Hirohito y Hiroyuki.

Llegó un momento en que Yamato perdió la cuenta de cuantas niñas tocaron a su puerta un día preguntando por los huracanes. Y, asustado debido a su propia experiencia, tuvo que encerrarlos en su habitación entregándole cajas de preservativos. Les dejó muy en claro que si llegaba a aparecer una chica embarazada por esa puerta ambos se irían castrados.

Llegada la universidad, nada cambió, seguían iguales. Hideki entró a estudiar arquitectura y Hayashi, gracias a una beca deportiva, estudiaba para ser preparador físico. Lo que le traía un montón de fans que se amotinaban en el gimnasio a verlo entrenar. Su hermano, celoso, se paseaba con sus complejas maquetas, meneando su cabello rubio y guiñando sus profundos ojos azules tras unos anteojos que lo hacían ver muy intelectual.

-¿Has visto por tu facultad a una chica muy parecida a Umi, pero tiene el cabello más largo… es…es como…? – Hayashi no encontraba las palabras para continuar con su descripción. Había quedado embobado con esa muchacha en cuanto la vio durante la mañana.

Estaba junto a su hermano, ambos sentados en el césped bajo un gran árbol en una de las tantas áreas verdes de la enorme universidad.

Hideki paró de dibujar sobre su cuadernillo de inmediato y giró a él levantando una de sus cejas.

-Olvídalo… - le dijo serio - … yo la vi primero.

-¡Ni siquiera sabes de quien estoy hablando!

Pero su rubio hermano volteó su libreta y le mostró lo que había estado dibujando en carboncillo y allí apareció frente a sus ojos la misma chica que vio en la mañana.

-Que ella elija, entonces – comentó Hayashi molesto tirándose de espaldas al césped.

-Sabes que eso de elegir es una estupidez… a ninguno de los dos nos gusta perder.

Y eso era verdad, a ninguno de los dos le gustaba estar a la sombra del otro. Absolutamente todas las chicas que Hideki había besado, Hayashi también lo hizo. La única que se había saltado esa regla tácita había sido, Umi, la prima de ambos. La hija de Takeru y Hikari fue el primer beso de Hideki, pero su hermano lo encontró demasiado incestuoso.

Umi Takaishi era muy bonita, de cuerpo delicado y rasgos extremadamente femeninos, pero Hayashi sentía que mirarla de otra forma era como si desnudara a alguna de las mellizas. Y eso le producía arcadas… y no porque sus hermanas no fueran hermosas, porque para su desgracia y para todos los hombres que se acercaban a ellas – y que terminaron recibiendo o un golpe de parte de él o de Hideki – eran endemoniadamente atractivas.

Hatsumi y Harumi, eran al igual que los gemelos, muy unidas. Se contaban todo, hablar entre ellas era tan necesario como respirar. Desde pequeñas que tenían esa costumbre de dormir juntas, abrazadas después de contarse con extremo detalle su día en la primaria. No importaba que ahora cada una tuviese su habitación, por las noches una o la otra se escabullía en el dormitorio de la otra.

No bastaba con que se sentaran juntas en el salón, que no se separaran en los descansos mientras estudiaban ya en la secundaria. Siempre, siempre tenían tema de conversación. A veces se les unía su prima Umi, a veces Asuka Kido, pero fuera quien fuera que las acompañase ellas no se separaban.

Solo la preparatoria, las alejo un poco, pero solo un poco. No podían pasar pegadas si querían coquetear con algún chico y eso pasaba bajo la mirada sobreprotectora de las ovejas negras, que en cuanto notaban que cierto muchacho tenía otras intenciones, entre los dos se encargaban de alejarlo a golpes si era necesario.

Y debido a ello, por las tardes, Hatsumi o Harumi llegaban siendo un mar de lágrimas. Mimi no entendía ese nivel de celos extremo de los huracanes para con sus hermanas, ya había pasado en secundaria con los gemelos que también las cuidaban, pero lo que hacían Hideki y Hayashi era a otro nivel.

-Vamos a terminar solas, ¡llenas de gatos! – le sollozó su hija de grandes ojos azules.

-¡¿por qué se tienen que comportar así?! – Lloró la de ojos color miel – Nosotras no nos metemos cuando ellos se han devorado a casi todas las chicas del colegio.

Su madre solo las abrazaba y las consolaba diciendo que con el tiempo pasaría. Aunque no estaba muy segura de ello.

Yamato también escuchaba sus reclamos, pero si bien decía que hablaría con las ovejas negras, en realidad, le entregaba más tranquilidad saber que dos de sus hijos mayores las cuidaban. Tenía un terror indescriptible que hubieran heredado la fertilidad de Mimi.

Y ellas junto a Himeko eran sus princesas y no quería que nadie las tocara… al menos en muchos, muchos, muchos años más.

Pero fuese como fuese, ellas se las comenzaron a arreglar. Eran más cuidadosas, en especial Hatsu, que a escondidas había comenzado una relación con Hiroki Kido.

Su hermana vio venir esa relación desde que tenía memoria… de pequeña su melliza vivía colgada de su cuello, al crecer la notaba nerviosa ante su presencia y sus mejillas sonrosadas la delataban una y mil veces. Y dentro de sus tantas conversaciones ella le confesaría que se había enamorado de él, que esperaba impaciente los días en que él llegaba a casa acompañado de su hermana Asuka y los padres de los mismos para alguna reunión entre todos los amigos de la familia Ishida-Tachikawa. Y fue en una de esas reuniones que a escondidas lo llevó a su habitación aprovechando que los gemelos estaban en otro universo abstraídos con Asuka, que Hideki coqueteaba con Umi mientras Hayashi y Himeko jugaban con Hachi, ella lo jaló al interior cerrando la puerta y lo besó.

Hiroki le pidió que mantuvieran aquello en secreto, él valoraba mucho su vida y tener a cuatro Ishida's sobre él golpeándolo no le parecía muy agradable.

-¡¿Lo hiciste?! – chilló Haru a su hermana entre dientes en medio de la madrugada.

Hatsu se había escabullido al dormitorio de su melliza después de haber llegado de la casa del Kido. Entre las dos habían surtido un plan perfecto para que Hatsumi pudiese escaparse esa noche.

-shhhh… puedes despertar alguien – susurró tapándole la boca y se acomodó en la cama de su hermana acercándose a ella hasta que sus frentes chocaron.

-quiero detalles… - pidió Haru en el mismo volumen sonriendo curiosa - ¿duele?

-Demasiado… - rio ella en voz baja – pero Hiroki… fue tan atento…

-¿Te cuidaste? – preguntó ahora preocupada. Habían sido tantas las veces en que su madre les había rogado a ambas que si hacían algo con algún chico ocupasen protección.

-sí, por supuesto que sí.

-…Creo que seré la única que me morirá virgen, sola y rodeada de gatos – suspiró la de ojos acaramelados.

Harumi se vio a si misma ya vieja y siendo cuidada por Himeko.

Himeko Ishida, al ser la menor de todos, era la constante preocupación de todos en el hogar, absolutamente todos estaban pendientes de ella, pero de una manera totalmente distinta.

Los gemelos la adoraban y cuando era más pequeña pasaron horas y horas junto a ella enseñándole a caminar luego a correr, a andar en bicicleta, a patinar, a nadar en la piscina, a escribir, a leer y siempre mantenían en alguno de sus bolsillos un inhalador para Himeko que desde su nacimiento sufría de asma crónica, de hecho todos en casa, cargaban un inhalador. Hirohito y Hiroyuki ante su hermana menor eran seres completamente distintos, eran muy cariñosos.

Lo mismo sucedía con los huracanes, ellos podían molestar a las mellizas el día completo, incluso hacerlas llorar de rabia, pero se derretían con la "adoptada" como le decían a veces en broma. Himeko de oscuros cabellos azabache, cuando no sobrepasaba los cinco años se turnaba entre Hideki y Hayashi para dormirse en sus brazos. Ambos dejaban de lado sus diferencias y constantes peleas para unirse a la pequeña en el jardín y jugar toda una tarde en compañía de Hachi. La risa de la menor Ishida alegraba la casa en toda su extensión.

No hubo necesidad de que Mimi o Yamato les dijesen que la salud de Himeko era delicada, todos su demás hermanos ayudaban y cuando la venían colocarse más roja por falta de aire… los gemelos, las ovejas negras y las mellizas corrían.

Haru y Hatsu, la acompañaron cuando su período bajo por primera vez, consolándola a cuatro brazos y explicándole que eso era normal. Fueron con ella al centro comercial cuando su cuerpo comenzó a desarrollarse y necesitó su primer sujetador. Para las mellizas, Himeko era lo que siempre desearon… otra hermana. Ya suficiente tenían con cuatro hombres.

En el hogar de los Ishida, podía ser todo paz y tranquilidad… como podía ser todo caos y descontrol… siete personalidades más las de sus padres hacia que todo fuese de mil colores.

-¡HEY! – gritó Hiroyuki a sus hermanos menores que aun peleaban sobre el césped. Tomó a Himeko en brazos que respiraba agitada – ¡Necesito un inhalador, ahora!

Las mellizas empapadas de pies a cabeza y los huracanes pararon de golpe sus juegos y corrieron al interior de la casa, olvidando que hace segundos atrás querían matarse.

-Pásamela – pidió Hirohito tomando ahora él en brazos a su hermana. La abrazó con fuerza y la llevó hacia la piscina en una esquina donde se originaba una corriente de aire.

Hachi los siguió a una distancia prudente, era como si hasta la mascota de la familia supiera de la condición de Himeko y se acercaba a saber cómo estaba.

-Ya va a pasar, Hime – susurró el gemelo besándole su frente. Se sentó en la orilla de la piscina con la pequeña en brazos y la acomodó en su regazo mientras le acariciaba sus oscuros cabellos para tratar de calmarla en algo.

El primero en llegar con un inhalador fue Hideki que se arrodilló a un lado de su hermano y con cuidado le puso el aparato en la boca a la menor.

Los demás llegaron segundos después agitados.

-¿Te sientes mejor? – pregunto Haru y también se arrodilló a un lado de Hirohito.

Ella asintió mientras inhalaba por tercera vez.

.

.

Estaban todos alrededor de una mesa pequeña al centro del salón.

Por el horario, y después de que Himeko hubo mejorado fue Hayashi quien la acompañó en su cuarto hasta que cayó rendida ante el sueño.

Las mellizas se habían sacado su ropa de fiesta mojada y estaban ya con pijama una frente a la otra, a sus costados sus hermanos.

Todos estaban con una tarjeta apostada en su frente y varios tragos en largos vasos llenaban la pequeña mesa.

-¿Soy una persona o un animal? – preguntó Hatsu a sus hermanos.

-Yo diría un animal por como gritas… - rió Hideki – pero como estamos jugando… eres una persona.

-¿Famosa?

-muy famosa – respondió Hirohito cruzándose de brazos. Estaba un poco mareado ya, había perdido 3 veces seguida.

-¿cantante, actriz? ¿Japonesa o extranjera?

-wow, wow… para – pidió Hayashi, él si estaba ebrio. Perdía a propósito y si no perdía de igual forma tomaba – una pregunta a la vez. Recuerda que son sólo tres preguntas así que ya debes contestar.

La castaña de ojos azules frunció el ceño.

-Eres japonesa y eres cantante – respondió su melliza ayudándole.

-Muy famosa… japonesa… cantante… - repitió Hatsu sintiendo como los muebles a su alrededor se movían - ¡Soy Ayumi Hamasaki! – exclamó triunfal.

Hiroyuki la abrazó riendo mientras tomaba uno de los vasos desde la mesa.

-Te equivocaste, hermanita – y le sacó la tarjeta de la frente – Eras Kumi Koda… Ayumi Hamasaki no es la única cantante famosa japonesa que tenemos. Te dejaste llevar porque es tu cantante favorita.

Hideki y Hayashi aprovecharon que sus otros hermanos vigilaban que la castaña se bebiera el vaso completo y se tomaron cada uno un trago extra en un santiamén.

-Y ustedes querían salir – rió Hirohito al ver a sus hermanas con las mejillas sonrojadas, lo cual denotaba su estado etílico.

Tanto Hatsu como Haru apenas se mantenían quietas, oscilaban de un lado a otro.

-¿Quién sigue? – preguntó Hideki sobándose las manos. Él tenía una resistencia al alcohol increíble.

-¡Yo! – gritó uno de los gemelos animado. Si no fuera por el licor habría respondido muy tranquilo.

-sigue Hiro…Hiro… demonios hermano, ¿cuál de los dos eres? – preguntó Hayashi entrecerrando los ojos a ver si de esa forma lograba diferenciarlo.

-No puedo creer que aún no logres saber quién soy.

-¡Son iguales! – Miró a los gemelos y luego buscó apoyo en la otra oveja negra – Hideki, ¡Son iguales! – y debido a su estado, buscó a su hermanas - ¡Son iguales!

Y sin más, todos estallaron en risas al ver la divertida cara del castaño, que estando ebrio ponía unas morisquetas que hacían reír hasta la persona más seria.

Luego de un par de horas más y de que ninguno adivinase su personaje, terminaron todos desparramados en la amplia alfombra del sillón.

Hatsu olvidó que horas atrás quiso matar a Hideki por lanzarla a la piscina y se acomodó en su pecho para dormir.

-¿Sabes cuantas chicas matarían por hacer lo que estás haciendo? – murmuró su hermano cerrando sus ojos para dormir.

-¿Sabes cuantos chicos quisieran ocupar tu lugar? – contraatacó ella.

-No lo sé… pero entre Hayashi y los gemelos los mataríamos. Ningún imbécil va a tocar a mis hermanas.

Hatsu sonrió. Quería a esa oveja negra aunque se comportara como idiota la mayoría de las veces.

En la otra esquina, Haru se acomodó entre los gemelos… Hayashi habia decidido que el cómodo sillón era de él y se acostó en toda su extensión. En cuanto se dejó caer, no demoró ni 5 segundos en comenzar a roncar.

El resto estaba demasiado mareado para subir las escaleras, así que fue una decisión unánime dormir allí.

-Los quiero – susurró la castaña de ojos miel a sus hermanos idénticos después de plantarles un beso en la mejilla a cada uno – Los quiero aunque por su culpa termine sola y llena de gatos.

Hiroyuki esbozó una sonrisa y la abrazó.

-También te queremos – dijo Hirohito, que sin alcohol en su cuerpo jamás lo hubiese confesado. Él amaba a sus hermanas, pero no lo decía – y no te preocupes te iremos a ver y te llevaremos comida para tus gatos.

.

.


Mimi despertó por tercera vez en la noche.

Era la primera vez que dejaba a sus 7 hijos solos en casa, conocía a los gemelos… a las mellizas… pero le preocupaban los huracanes.

Tenía la sensación de que en cualquier momento su teléfono sonaría y que, o los bomberos o la policía, le contarían alguna desgracia.

-Mimi… ya duerme – Yamato la tomó de la cintura y la apretó contra su cuerpo – van a estar bien, son adultos. No van a quemar la casa ni nada por el estilo.

-Crecieron demasiado rápido…

-Lo hicieron – dijo su esposo besándola con cariño – ahora duerme. Tratemos de disfrutar este fin de semana solos… desde que decidimos estar juntos que nos rodean niños.

La castaña se acomodó bajo el mentón del rubio, pero demoró más de media hora en lograr quedarse dormida.

Y solo había pasado parte de un día viernes.

¿Cómo vendría el sábado y el domingo?

.

.

.


Lo prometido es deuda.

Iba a ser un ONESHOT, pero soy ambiciosa y me lanzaré con 3 capítulos. Uno por cada día que estarán solos.

¿Ideas? ¡Son bienvenidas!

Veamos qué tal se porta este arcoíris sin Mimi y Yamato. Se odian, pero se aman.

Os quiero, os adoro

Nos leemos

:)