"Amar a un Príncipe"
Autora: IceQueenRia en inglés
Traductora: Itsaso Adhara
Desde el día que arribó a Camelot, Merlín ha estado frecuentemente en el centro de todos los problemas y varias veces ha salvado la vida del Príncipe Arturo, así como su trono. Pero el heroísmo de Merlín pasa muchas ocasiones desapercibido. Merlín no es más que un sirviente ordinario. Cuando en realidad es un poderoso hechicero. Con su magia Merlín ha sido capaz de salvar la vida del Príncipe una y otra vez. Sin embargo, nunca ha podido mostrar su poder, de lo contrario el rey Uther, ya lo habría ejecutado.
Ahora no sólo el joven brujo tiene que mantener su talento mágico oculto, sino también guardar otro secreto, el cual cuida con su propia vida. Está perdidamente enamorado del cabello rubio, los ojos azules y todo lo que caracteriza al Príncipe imbécil.
Merlín no puede recordar el momento preciso en que su corazón comenzó a latir fuertemente con tan solo verlo, ni cuando su cuerpo comenzó a reaccionar ante un solo roce del imbécil real. Para él, el momento en que empezó a desarrollar esos sentimientos se encuentra muy borroso.
Desde su primer encuentro con Arturo, Merlín lo había odiado por bravucón y arrogante, y apenas podía soportar su presencia. Luego, lentamente comenzó a simpatizarle, al ver toda la presión que había sobre este y con el tiempo llegó a respetarlo. Conforme avanzo la época, el brujo vio nuevas facetas en el heredero de Camelot y en lo que se podría considerar poco tiempo, llegó a considerar a Arturo no sólo su príncipe y señor, sino también su amigo. Entonces con la misma rapidez, Merlín se enamoró de Arturo.
¿Cómo había podido mantener sus sentimientos en secreto, durante tanto tiempo?, ni siquiera él mismo lo sabía. A veces estaba seguro que todo el mundo sabía que sentía por el príncipe y una parte de él esperaba que el pueblo lo echara.
Después de un día duro de trabajo, Merlín regresaría a su habitación donde su mente tendría sueños donde Arturo estaría presente, llenarían su mente tan pronto su cabeza tocara la almohada. Sin embargo siempre se despertaba solo y con un sentimiento de angustia que quemaba su pecho y corría a través de sus venas, mientras se dirigía a los cuartos del príncipe a prestar sus servicios, al hermoso hombre que nunca corresponder a su amor.
En cierta mañana, Merlín corriendo de su casa hacia los aposentos de Arturo, esperando que su amo no estuviera muy disgustado por su tardanza. Cuando llegó a la habitación entró sin llamar, entonces sus ojos azules se encontraron con la escena de la discusión entre su Príncipe y lady Morgana.
—Buenos días Merlín— Morgana le saludó sonriente.
—Señora— Merlín respondió a la vez que inclinó ligeramente su cabeza.
Morgana le continuó sonriendo mientras cruzaba el cuarto, alzando el largo de su vestido ligeramente. Se detuvo en la puerta junto a Merlín y le dio una sonrisa burlona al príncipe.
—Tal vez en otra ocasión podamos continuar con nuestro debate —dijo con alegría reflejada en su voz. Cuando vio como el rostro del príncipe se sonrojó más, lanzó una ligera carcajada antes despedirse.
—No preguntaré— Merlín dijo rápidamente una vez que Morgana se había ido.
—Llegas tarde— Arturo vio como Merlín se adentró un poco más en la habitación y dejaba su desayuno en la mesa.
— ¿No es así siempre?— respondió descaradamente Merlín mientras sonreía torcidamente.
El príncipe le lanzó una mirada asesina antes de desplomarse en su asiento y comenzar a jugar con su comida.
—Usted sabe mi señor que tiene que comerse eso— amonestó ligeramente Merlín.
—A menos que lo quieras sobre tu cabeza, te sugiero que te calles — rechistó Arturo.
—Er... lo siento—murmuró Merlín, mientras comenzaba a arreglar la cama.
Unos instantes después asegurándose que el príncipe no estaba mirándolo, Merlín se inclinó y aspiró profundamente el olor de las sabanas de Arturo.
—Merlín —Arturo le llamó.
—Si señor— Merlín respondió rápidamente, dejando caer las mantas y reordenándolas en la cama.
—Nada, olvidado— le dijo, a la vez que lanzó un suspiro antes de alejar su plato de comida sin probar.
—No ha probado su desayuno— comentó Merlín.
— ¡Wow Merlín!, ¿Algo sucederá? —dijo el príncipe con sarcasmo.
— ¿Pasó algo? — preguntó el chico de cabello negro.
— ¡Oh, No Merlín!, todo esta perfecto— replicó Arturo.
— ¿Tiene algo que ver con Morgana?— cuestionó Merlín.
—Si, no. Yo… quizás. — respondió Arturo mientras se levantaba de la mesa y se dirigió a la ventana de su dormitorio, para quedarse mirando a través de ella.
Merlín observó en silencio al otro chico esperando que dijera algo más. No tuvo que esperar mucho tiempo.
—Ella es tan… tan… irritante— dijo Arturo finalmente. —Siempre parece saberlo todo, siempre cree tener la razón, sólo roza y gira alrededor de las personas con una sonrisa de satisfacción y superioridad.
— ¿En serio? —preguntó Merlín, Arturo lo miró enojado. — Quiero decir… si… si lo es. Tiene razón… es irritante.
Para alegría de Merlín, Arturo soltó una carcajada alegre y el sonido angelical de esta, causó que un bosque de hadas revoloteara con delicadeza en su estómago. Después de unos minutos Arturo pareció tranquilizarse, regresó a su mesa y comenzó a desayunar finalmente.
Cuando Arturo estaba finalizando de comer, escuchó como llamaban a su puerta.
— ¡Adelante!— dijo Arturo.
La puerta se abrió lentamente y una tímida y vacilante Gwen entró en la habitación.
—Señor— saludó con una reverencia antes de dirigir una corta sonrisa a Merlín.
— ¿Qué sucede Guinevere?—cuestionó Arturo, mientras observaba a la chica morena.
—Perdone mi señor— dijo Gwen tímidamente. —Pero tengo que darle un mensaje de mi señora.
— ¡Oh, bien! Vamos a escucharlo —dijo fastidiado Arturo.
—Ella dice— Gwen carraspeó nerviosa, sus ojos miraban la puerta preguntándose si podría correr lo suficientemente rápido para escapar del príncipe antes que decidiera atacarla. —Ella me pidió decirle… humm… ella más bien me pidió que le cantara una… er…
— ¡Por favor!, sólo di lo que tengas que decir Guinevere— le pidió Arturo intentando que su tono sonara calmado. —Te prometo que no me enojaré— le aseguró —Contigo… — agregó.
—Estaba bien, gracias señor— dijo Gwen quien seguía escuchándose nerviosa— Bueno Lady Morgana dice… "Arturo esta enamorado… Arturo esta enamorado…— cantó por última vez la dama de compañía antes de salir huyendo de esa habitación.
Arturo dio un golpe rabioso sobre la mesa, haciendo que Merlín saltara asustado.
— ¡Maldita Morgana!— siseó Arturo.
— ¡Umm!... ¿Señor?— dijo Merlín con mucho tacto, entonces el príncipe se giró para verlo.
— ¡Eso no es verdad!— espetó Arturo, serio. —Ni una sola palabra sobre esto, ¿Entiendes?
—Si señor, por supuesto señor— replicó Merlín.
— ¡Sal de aquí Merlín!—le ordenó Arturo de repente.
— ¿Qué?, pero Arturo,… yo —Merlín comenzó a protestar.
— ¡Vete!— Arturo gritó, entonces el joven mago huyó.
Mientras caminata por los corredores del palacio, el pensaba como localizar a Gwen, justo cuando estaba por entrar al cuarto de Morgana, la cual ya se encontraba abriéndole la puerta.
— ¡Oh Merlín!— Morgana le dijo al verlo junto a Gwen— Entren.
Merlín siguió a Gwen, introduciéndose en los aposentos de Morgana, se quedó parado inseguro de que hacer. Mientras las dos chicas, se sentaban en la cama, ambas riendo, aunque Morgana reía mucho más que su sierva.
—Desearía haber estado ahí, para ver la cara que ponía— Morgana suspiró deseosa.
—Tenía una mirada asesina, mi lady— le dijo Gwen. —Creo que Merlín y yo somos afortunados de estar vivos.
— ¡Oh, no creo que Arturo, pudiera dañar a Merlín!— Morgana dijo confiada, antes de ser presa de otro ataque de risa, cuando fue testigo de cómo el rubor cubrió las mejillas pálidas del pálido chico.
—Creo que debería irme— les dijo Merlín mientras caminaba rumbo a la puerta— Estoy seguro que Gauis me necesita— mintió.
—Merlín— dijo ronroneante Morgana —Ven aquí— le ordenó ella, llamándolo con su dedo.
Tropezó nervioso mientras regresaba hasta la cama, cuando estuvo cerca, las dos chicas se apoderaron de cada uno de su brazos y lo obligaron a sentarse entre ellas. Sonrisas idénticas adornaban sus rostros y Merlín se aterrorizó. La forma en que Morgana y Gwen le miraba en ese momento, le causo más miedo que estar ante el Rey, cualquier criatura mágica o un malvado hechicero.
— ¡Oh Merlín!— Gwen le dijo suave y dulcemente.
—Mi querido y dulce Merlín— dijo Morgana con una voz maliciosa.
El joven brujo dejó escapar un gemido en respuesta.
—Sabemos algo acerca de ti Merlín — le informó Morgana. — ¿No es así Gwen?
—Si, así es — le confirmó burbujeante de alegría.
— ¿Qu... Qué?— Merlín grazno y comenzó a tener una fuerte sensación de miedo.
—Tú amas a Arturo— Cantaron al unísono las chicas.
—No sean ridículas, por supuesto que no— Merlín trató de negar fervientemente, pero ellas no se dejaron engañar.
— ¡Oh, vamos Merlín!, no tienes que fingir— pidió Morgana. —Hemos observado como lo miras.
El hechicero abrió y cerro varias veces su boca antes de decidir mejor permanecer en silencio. Cerró sus ojos fuertemente y rezando que para cuando los abriera, estuviera aun tumbado en su cama y se diera cuenta que esto había sido solo un sueño. Desafortunadamente cuando volvió a abrir sus ojos, las chicas aun estaban sentadas a cada lado suyo, con una amplia sonrisa en sus rostros.
— ¡Por favor, no se lo digan!— Merlín imploró.
—No te preocupes no le diremos una palabra— Gwen prometió.
—Pero tú lo harás— dijo Morgana con gran naturalidad. —Vas a ir hasta donde se encuentra Arturo y le dirás tus sentimientos.
— ¡¿Yo… Qué? — farfulló Merlín, a la vez que su piel se tornaba más pálida. — ¿Están locas?
—El también te ama Merlín— le aseveró Morgana que sonaba tan segura que casi le creyó.
—Eso es imposible, el nunca… el no…— Merlín balbuceó. .
—Si, lo hace— dijeron al unísono las chicas.
—Conozco a Arturo desde hace mucho tiempo— aseguró Morgana. —No puede esconder sus verdaderos sentimientos de mí. Es tan obvio que ambos están destinados estar juntos.
—Son como los dos lados de la misma moneda— intervino Gwen.
—Precisamente— estuvo de acuerdo Morgana. —Pero tú sabes como es Arturo, se alejaría antes de admitir sus sentimientos.
—Es por eso que tú tienes que dar el primer paso— dijo tranquilamente Gwen.
Las dos chicas lo miraron expectantes, pero no tenían idea de que esperar.
— ¿Y bien?— cuestionó Morgana con impaciencia.
— ¿Bien?, ¿Qué? — preguntó Merlín confundido.
Las mujeres fastidiadas rodaron sus ojos y le dieron un golpe en su cabeza.
— ¡Ay!— exclamó ligeramente, a la vez que sobaba su cabeza. — ¿Qué fue eso?
—Por ser tan… hombre— Morgana le respondió. —Ahora, ¿Le vas a decir a Arturo como te sientes o no?
— ¡De ninguna manera!— respondió inmediatamente Merlín, las mujeres le miraron decepcionadas. Ambas cruzaron sus brazos y fruncieron los labios un poco, cuando las miró nuevamente estaba aun con caras más enojadas. —No me miren así— El chico comenzó a decir, pero sintió como su determinación comenzaba a flaquear.
— ¡Por favor Merlín!— Morgana suplicó — Arturo es como mi hermano. Todo lo que quiero es verlo feliz.
—Y yo quiero verte feliz a ti— Gwen repitió —Y mutuamente se harán felices.
—No, no puedo… de ninguna manera
— ¡¿Por favor? — las chicas suplicaron.
—Esta bien, voy a intentarlo— Finalmente Merlín estaba de acuerdo y la alegría volvió al rostro de las chicas. —Pero si termino exiliado o en el calabozo, no voy a volver a dirigirles la palabra jamás a ninguna.
Terminó de decirlo, mientras se paraba de un salto de la cama y salía corriendo de esa habitación, tropezó en su camino pero sin llegar a caerse. Estaba por regresar a su casa con Gauis, cuando vio al príncipe que venía hacia él por el corredor. Se le secó la boca y su corazón martilleó dentro de su pecho; Merlín se acuclilló para esconderse detrás de la estatua de un león. Pero Arturo ya lo había visto.
— ¡Merlín! ¿Qué estas haciendo? — preguntó Arturo, mientras lo observaba ahí encogido.
Enrojeció de vergüenza, así que Merlín se levantó de su escondite frustrado.
—Nada señor— le respondió.
—Ve a buscar un par de mis caballos y alístalos— le ordenó Arturo. —Vamos a salir a cazar.
—Pensé que iría a cazar con los otros caballeros hasta la próxima semana— dijo Merlín.
—Cierto— le espetó Arturo —Pero ahora estoy de humor para salir a cazar contigo y vamos a ir.
— ¿So… solo nosotros?—Merlín graznó.
—Si Merlín, ahora ve a preparar los caballos— ordenó Arturo finalmente.
Merlín obediente, asintió con la cabeza antes de partir a los establos. Una extraña sensación explotó en su estómago. Quería estar solo en compañía de Arturo, lejos del castillo, tal vez podría decirle al príncipe lo que en realidad sentía por él. Tenía ventaja, si Arturo reaccionaba mal, podría utilizar su magia para noquearlo con la rama de un árbol y se alejaría corriendo hacia Ealdor. A medida que alistaba los caballos, se preguntaba si Morgana y Gwen tenían razón. ¿Podría ser que Arturo correspondiera sus sentimientos? Merlín se sintió muy emocionado y asustado a la vez por este viaje de cacería. Pasara lo que pasara, Merlín estaba seguro que relación cambiaría para siempre.
Continuará…
Saludos
Arima chan
