¡He vuelto!
Mejor dicho: ¡Feliz año!
Supongo que no tengo mucho que decir... y no voy a decir mucho más por el momento.
Inuyasha le pertenece a Rumiko Takahashi, yo, como siempre, sólo lo utilizo para que mis elucubraciones no se salgan de control.
"Aquel a quien los dioses quieren destruir, primero lo vuelven loco"
Eurípides.
Aspiró el aroma de sus cabellos, besó con delicadeza los rasgos de niña, la apoyó contra su pecho, y se quedó inmóvil para no despertarla.
Porque estaba dormida; había cumplido con el ritual completo que hacía cada noche antes de acurrucarse junto a él y hablar (más consigo misma que con él) sobre el día que acababa, y lo que haría el día siguiente.
Como cada noche, él la había escuchado hasta que se quedó dormida, y cuando eso sucedió, pasó el brazo por encima de sus pequeños hombros y la apegó para poder sentir el rápido aleteo de su corazón sin interrupciones ni problemas.
Y aunque ese constante batido se había vuelto irregular cuando las primeras luces de la mañana empezaron a aparecer en el horizonte, decidió no preocuparse, porque ella era más fuerte que el resto, despertaría como todos los días y saltaría de aquí para allá despertando a los habitantes de la pequeña cabaña.
En un segundo, el sonido se detuvo por completo, casi como para dar paso al canto de las aves, y durante ese segundo eterno quiso creer que ella no había muerto, que al fin había sucumbido a su propia naturaleza, si no que aún estaba dormida, y despertaría en cualquier momento.
Con tanta fuerza quiso creerlo, que no había pasado mucho tiempo antes de que se convenciera de ello.
Acarició el tibio rostro y sólo se recriminó un instante, cuando recordó a su padre, aunque la duda de lo que él hubiera hecho en su lugar cubrió cualquier clase de censura.
Sin meditarlo mucho la alzó entre brazos y fue en busca de un lugar tranquilo, persuadiéndose cada vez más de que ella no había muerto. Cuando, al fin, encontró un sitio que le pareció adecuado, ya era nuevamente de noche, y él estaba convencido de que tenía que esperar a que ella despertara.
Con ese mismo pensamiento la acomodó en la pequeña gruta que había encontrado, y se sentó a su lado.
Y, como todas las noches, la abrazó por encima de los hombros y se dedicó a esperar, hasta que a él también le diera sueño.
"Tan sólo vengo aquí a importunar un instante a la muerte, para que aguarde hasta que, de tantos besos como he posado en tus labios, te dé el mísero último."
William Shakespeare, Antonio y Cleopatra.
[Acto IV, Escena 13]
Cosas extrañas del destino, este fic fue escrito bajo la influencia de makka na ito, de Plastic Tree.
-Homenaje a Sara-chan/Crack del día-
P.S.: bueno, y como todo el mundo sabe, cuando alguien se aisla del mundo (a lo autista) y se despreocupa de si mismo, y si ademas se es hombre, va a crecer barba... y mucha... mueran fans.
-Fin-
P.S.: Quiero aclarar (y que quede constancia) que Sara-chan, la editora , consultora y por descontado, consejera, quería que yo le incluyera a Sesshomaru una barba (a lo viejito) y de paso un balón de voleibol. Me negué a lo último. Por otro lado, no le deseo la muerte a las fans... porque yo estaría incluída.
Gracias por leer, y recuerden que los comentarios son ricos en Vitamina C (y yo estoy al borde de una bronquitis)
