Otra vez, los personajes son de SM, no míos. Y esta viñeta la hice a pedido de una amiga, Belu. Cortísima y casi sin advertencia.


La melodía que acariciaba el aire y despedía el piano se retorcía en el viento, girando en espirales, como el humo de los inciensos que aromatizaban la atmósfera de los amantes desleales. Esme agradecía mentalmente que el don de la telepatía le hubiera sido concedido al pianista, de esa forma podía deleitarse recordando las noches y los días en los que su marido salía a hacer el bien y ellos se encontraban en la penumbra del mal.
Sabían que era un error y mortal al estar engañando y mintiendo a una de las personas más nobles que habían conocido. Pero, desde la primera vez que habían probado el sabor de la tentación no podían abandonarla.

Entonces, volvían a besarse, a probarse y unirse, para luego renunciar, abatidos y molestos.

Todo porque debían volver al engaño. Era difícil jugar con tu amante cuando los pasos de tu marido en la entrada ya podían escucharse.


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