MAYBE I'M A LION
BY: Rinoaangelo
Disclaimer: Final Fantasy VIII no me pertenece.
Summary: No todos los cuentos tienen un final feliz... ¿y si este fuera uno de ellos? ¿Qué hubiera pasado si nuestros héroes hubiesen salido derrotados de la batalla final? El tiempo comprimido, un mundo destrozado y los amigos separados.
Capítulo 1: El despertar
¿Habéis pensado alguna vez en vuestra infancia?
Vuestras sensaciones…
vuestras palabras…
vuestras emociones…
al convertirse en adulto uno deja muchas cosas atrás…
el tiempo no perdona.
Aunque uno intente detenerlo,
se aleja irremediablemente…
Y entonces…
Por alguna razón las palabras de Artemisa le habían transmitido un extraño sentimiento de desesperación a Squall y su aún semiinconsciente cerebro las repetía una y otra vez dentro de su cabeza, cómo si con ese rito pudiera conseguir descifrar qué era lo que la bruja iba a decir a continuación.
Con la mente aún nublada y los ojos cerrados intentó inspirar profundamente pero un agudo pinchazo de dolor en las costillas le hizo proferir un gemido de dolor. Poco a poco sentía su consciencia volver a su cuerpo y con lentitud abrió los ojos. Se encontraba en una habitación con poca luz, cosa que permitió que sus ojos se adaptaran rápidamente y pudiera enfocar su entorno con relativa facilidad. Las sensaciones volvían junto a su consciencia y se dio cuenta del dolor de sus músculos entumecidos y lo difícil que le resultaba respirar a través del dolor de sus costillas. La aguda presión que sentía en su cabeza le hacía pensar con lentitud y tardó unos segundos en darse cuenta de que no sabía lo que estaba pasando. No reconoció el techo que veía encima de él pero se encontraba en una cómoda cama. ¿un hospital? No. El verde intenso y vivaz con el que estaba pintado el techo no parecía corresponder con la de un centro sanitario. Ni del Jardín. Ni de ningún lugar conocido.
La inquietud de no saber dónde se encontraba o lo que había pasado se sumaron a la amarga sensación que le habían transmitido las palabras de la bruja.
-El Castillo de Artemisa conecta con varias partes del mundo- habló una voz masculina.- A saber dónde han caído tus amigos.
Squall no se había dado cuenta de que estaba acompañado e intentó girar la cabeza hacía el sitio de dónde provenía la voz. Los huesos de sus cervicales profirieron un chasquido al moverse y tuvo que reprimir otro gruñido al sentir el agobiante dolor de sus músculos al moverse. ¿Cuánto había dormido para estar en ese estado? A pesar de no saber dónde estaba y de la situación vulnerable en la que se encontraba no se sentía en peligro, pues esa voz le resultaba muy familiar, aunque no conseguía identificarla con ningún conocido o ninguna situación.
Al otro lado de la habitación había una mesa con sillas de madera con el desconocido sentado en una de ellas, con la cabeza gacha y el pelo castaño y largo hasta los hombros tapándole la cara, concentrado en algo entre sus manos. Squall identificó los productos de limpieza que él mismo utilizaba para sacar brillo y mantener en pleno rendimiento su sable pistola. A su lado, el mismo Lionheart descansaba con la cartuchera desmontada. ¿Estaba pasando mantenimiento a su arma?
En la nebulosa que era su mente en esos instantes Squall se quedó callado observando al desconocido. No había identificado la voz, aunque tanto la voz cómo la apariencia de ese hombre le eran familiares. De repente recordó a Laguna. Si, ese pelo le recordaba a Laguna, pero estaba claro que no se trataba de él.
-¿Me oyes?- Preguntó el desconocido levantando la cabeza y dirigiéndole la mirada por primera vez.
Squall, aún tumbado en la cama, sintió que su corazón dejaba de latir por un segundo cuando vio el rostro del hombre con claridad. Parpadeó instintivamente pero la imagen que se presentaba ante sus ojos no cambió en absoluto.
-Eso es imposible.- fue el primer pensamiento claro que había tenido desde que había despertado.
Su plena consciencia había vuelto de un salto y la nebulosa de su mente se había disipado de repente.
-Tiene que haber una explicación coherente para esto.
El desconocido sonrío amargamente ante su confusión. El hombre suspiró, dejó encima de la mesa las piezas que estaba limpiando y se levantó de la silla con aire cansado.
-Supongo que no entiendes nada.-habló mientras se acercaba.- Yo tampoco entiendo mucho, pero ya nada me sorprende.
Squall apenas oyó sus palabras, su cerebro aún estaba en shock ante la visión de ese hombre, que ahora se dirigía a una estantería cercana a la cama. A pesar del dolor y el entumecimiento de su cuerpo consiguió incorporarse en la cama hasta quedar sentado.
-No puede ser.- habló Squall por primera vez. Sintió la garganta seca extremadamente irritada y su voz sonó ronca y forzada.
El hombre se acercó a él con una botella de agua y se la ofreció. Squall no se había dado cuenta de lo sediento que estaba hasta el momento en que vio el agua y no dudó en coger la botella. Se bebió la mitad de su contenido de un solo trago.
-¿Es esto por el tiempo comprimido?- Habló Squall con la voz un poco más clara.-¡El tiempo comprimido!
Los recuerdos de lo que había sucedido fueron a él como un relámpago.
-¡Artemisa, el castillo! ¿Qué ocurrió?-preguntó con urgencia.
Un pensamiento lo golpeo con una fuerza terrible: Rinoa. ¿Dónde estaba Rinoa? ¿Y los demás? ¿Estaban todos bien? Notó un nudo en el estómago. Un terrible y constrictor nudo.
-¿Dónde está Rinoa.- siguió Squall con las preguntas.- ¿Y los demás?
Con esfuerzo intentó incorporarse en la cama, pero el dolor de las costillas rotas y de susmúsculos entumecidos le impidieron levantarse. El hombre lo miró desde el lado de la cama, su semblante había cambiado a uno más severo al oír el nombre de la chica.
-Cálmate.- dijo acercando una silla de la mesa al lado de la cama y sentándose en ella.
Suspiró y miró a Squall con tristeza y paciencia. El joven Seed debía tener un montón de preguntas en su cabeza. No importaba, de todas formas él no tenía suficientes respuestas. Él tampoco sabía qué estaba pasando, al menos, no del todo.
-Esto…esto es imposible.- dijo Squall mirando a su acompañante. –no…no puede ser.
Lo que veía delante de él era surreal. Se estaba viendo a si mismo, pero diferente, con algunos años más pero era él, con su voz, con sus ojos, con su cicatriz. Era una locura.
-No es imposible, es cosa del tiempo comprimido. El castillo de Artemisa -decidió empezar a explicar por lo más simple.-está conectado con muchos puntos del planeta: cortesía del tiempo comprimido. Tus amigos...ellos pueden haber caído en cualquier parte.
Suspiró de nuevo. Nunca se le había dado bien hablar mucho, ni siquiera sabía cómo explicar todo lo que había ocurrido.
-Yo hace años que estoy aquí y ni siquiera así consigo entender cómo funciona el tiempo comprimido. Pasado presente y futuro se juntan en uno. Las diferentes épocas se mezclan, la gente también, nacidos y por nacer todos en el mismo lugar. Artemisa, al ser la creadora, puede crear portales espaciales y temporales, viajar a la época que desee y llevarse a quién quiera a épocas y lugares remotos.
-Puede controlar el tiempo. –pensó Squall sobrecogido por lo que estaba viviendo.
-Tú has caído aquí pero no puedo asegurarte que tus amigos hayan caído, no solo en el mismo lugar, sino en la misma época. Es posible que si Artemisa los ha encontrado, se los haya llevado a otra é ciudades y personas de diferentes años se han mezclado unas con otras. La gente los llama dimensiones. Aquí, en esta dimensión, puede que haya esta ciudad y la Balamb de tu época; en otra dimensión puede que se haya mezclado la Balamb de tu futuro pero en el lugar dónde debería haber emplazada esta ciudad aún no exista más que un bosque. -Hizo una pausa, como si él mismo necesitara reflexionar sobre sus propias palabras.-Has dormido más de una semana, eso es tiempo suficiente como para que hayan cambiado de lugar o ella les haya encontrado.
El nudo que sentía Squall pareció estrecharse en la boca del estómago. Sentía ganas de vomitar y respiraba con pesadez, en toda su vida jamás se había sentido de una manera similar. Todo eso era demasiado surrealista para ser verdad. Tenía que ser un sueño. Una pesadilla, una horrible pesadilla.
-¿Que tú y yo estemos aquí también es por culpa del tiempo comprimido? -Preguntó Squall, parecía imposible que una misma persona existiera dos veces en un mismo lugar, aunque fuera en edades distintas. Era como si su mente tardara en procesar toda la información.
-Sí.-la respuesta era más que evidente, pero no podía culpar a Squall de su confusión.
El joven Squall se dio un tiempo más para asimilar la información en silencio mientras observaba la cara de su acompañante con algo más de detenimiento. Sí, parecía tener alrededor de unos treinta-y-cinco años, quizá un par menos, un par más.
Su observación no pasó desapercibida.
-Tengo 42 años, si es eso lo que te preguntas.-respondió adivinando sus pensamientos.
Ese hombre aparentaba quiz años menos. Pero en la cabeza y el corazón del joven comandante ya no cabían las buenas emociones, solo una mezcla extraña de sentimientos y una confusión absoluta. Se sentía completamente perdido.
De nuevo había demasiadas cosas que no entendía. Su cerebro hervía de preguntas sin respuestas que su boca no lograba formular. Todas peleaban por salir de allí pero no tenía ni idea de cuál preguntar primero y tampoco estaba seguro de que el hombre que tenía delante tuviera las respuestas...de que alguien tuviera las respuestas.
-¿Y Rinoa? ¿Dónde está Rinoa? -Sonó con más desesperación de la que pretendía pero no se veía capaz de mantenerse en calma.
El otro se levantó, como si la pregunta le hubiera ofendido.
-Te sugiero que te olvides de ella.-Cortó con tono de voz seco y frío, sin mirarle. Siempre sin mirarle directamente a los ojos.
Quizá fuera eso lo que más le sorprendió de todo lo que le dijo ese extraño. ¿Que se olvidara de Rinoa? ¿Pero qué estaba diciendo? ¿Qué locura de pesadilla era esta?
-¿Qué? ¿¡Pero qué estás diciendo!?-Gritó con una resurgida fuerza que ni siquiera él sabía que guardaba en su exhausto cuerpo.- ¿Por qué debería hacerlo?
El otro pareció reflexionar unos segundos, aunque mantenía la calma, como si estuvieran hablando de algo irrelevante. Y Squall supo leer en sus ojos una mirada herida.
-Quizá las cosas...sean más fáciles si lo haces.-Respondió casi en un susurro.
-¿Quizá? -Preguntó Squall, enfadado por el tono dubitativo con el que le había respondido. –SI iba a decirle que se olvidara de ella lo menos que podía hacer era darle una razón para hacerlo.
-Quizá.- sentenció en forma de conclusión, dando a entender que no quería discutir más. Se levantó de la silla y se dirigió hacia la salida de la habitación con actitud taciturna.
Había demasiada información. Demasiadas cosas. No sabía qué decir ni por dónde empezar. Le sugería que se olvidara de Rinoa y no sabía dónde estaban sus amigos.
Sus amigos. Rinoa.
El nudo de su estómago volvió, por la mezcla agonizante de preocupación y angustia.
-Tengo que buscarles.- Sentenció Squall antes de que el otro saliera. Se daba cuenta de que decía frases al azar saltando de un tema a otro sin aparente conexión racional pero eso no le importaba ahora. No estaba ahí para mantener la compostura.
-No es tan fácil, chico. – Dijo de nuevo dirigiéndose a él.- Te lo contaré todo en cuanto hayas comido algo y descansado un poco.
Squall le miró, enfadado, aunque en cierta forma ver la oportunidad de tomarse un tiempo, comer y descansar le transmitía cierta calma. Pero quería saber. Necesitaba saber.
-No quiero descansar, sólo quiero saber qué está pasando. Tengo que encontrarles.
Intentó levantarse de nuevo pero sus músculos estaban débiles y su cuerpo parecía hecho de acero. El otro no respondió, simplemente observó cómo el chico intentaba levantarse, no sin mucho esfuerzo. Al fin consiguió incorporarse y dejar descansar los pies en el suelo enmoquetado.
El otro suspiro de nuevo y volvió a acercarse, colocando una mano en el hombro del joven para impedir que se levantara. Sus huesos rotos y las heridas de la batalla aún no habían sanado y su cuerpo estaba débil a causa de los días que había pasado inconsciente.
-¿Y qué harás? ¿Dónde irás y con quién te enfrentarás? Han pasado muchas cosas, Squall. Para ti el tiempo comprimido acaba de empezar, para la gente de tu futuro, yo mismo, el tiempo comprimido hace años que existe. Probablemente las cosas sean mucho más complicadas y distintas a lo que tú imaginas. No sabes dónde ir, ni cómo funcionan las cosas y, además, estás débil. ¿Te parece una buena idea marcharte sólo a buscar algo que no sabes si puedes encontrar en esta dimensión?
-Pues si no los encuentro cambiaré de dimensión.- Respondió Squall tozudo.
El hombre mayor resopló por la nariz con mofa antes de responder.
-No puedes hacer eso sin Artemisa. Ella es quién controla el tiempo comprimido, solo ella puede llevarte a otras dimensiones. Quédate aquí, te contaré lo que está pasando en el mundo y cuando te hayas recuperado decide qué hacer.
Le hablaba con paciencia y en una especie de tono paternal que de algún modo le tranquilizaba ligeramente en su absoluta confusión.
-Tengo que encontrarles.- le habló casi sin fuerzas. Se sentía mareado y débil y todo esto le estaba superando.
-Lo sé.- Respondió el hombre.- Túmbate. Voy a buscarte comida.
A pesar de la angustia que sentía, Squall asintió. Necesitaba poner sus pensamientos en orden antes de hacer nada.
NOTA AUTORA: Siempre me pareció que el plan que trazaron para derrotar a Artemisa era bastante arriesgado...y me preguntaba qué habría pasado si hubiera salido mal. Hace años que tengo esta historia empezada pero el género de aventuras no es lo que estoy acostumbrada a escribir y esta historia es un poco una locura.. así que me daba cosa intentarlo. Voy a intentar que haya bastantes sorpresas y escribirlo lo mejor que pueda. Espero que salga bien el invento y que os guste ;)
¡Cualquier opinión y/o crítica será bienvenida!
¡Ah! El Squall mayor lo imagino más o menos cómo sale en el Kingdom Hearts, algo mayor quizá, pero por el estilo.
