Happy b-day Hino Rei!

AS


Mars on fire

1

Burning

Nicholas era un tonto bueno para nada la mayor parte del tiempo, o al menos eso era lo que pensaba Rei hasta que algo se descomponía y había que recurrir a él para repararlo, era entonces cuando Nicholas adquiría un nuevo brío que para Rei resultó excitante, le complacía mirarlo trabajar con su cabello alborotado, las manos enguantadas, los jeans ajustados, esas entalladas camisetas sin mangas y los zapatos de trabajo, era deliciosamente masculino, sólo mirarlo le provocaba un sonrojo. En los últimos días nada se había dañado y Rei estaba cansada de verlo barrer el templo en su vestidura sacerdotal, y sin siquiera pensar en lo que hacía, o en la excusa que diría, buscó un mazo, tomó el más grande que encontró y azotó la mesa de la cocina hasta partirla en dos, fue más sencillo de lo que pensó, de haberse propuesto un corte limpio no lo habría conseguido, pero ahí estaba, más perfecto no podía ser, incluso estuvo orgullosa de su hazaña.

—¡Rei! ¿Estás bien? ¿Qué fue ese ruido? —Preguntó Nicholas que acudió deprisa, el estruendo del golpe lo había puesto en alerta, respiraba agitado y de su sien corrieron un par de gotas de sudor, temió que hubiera pasado lo peor.

Rei ocultó el mazo tras de sí, las amplias ropas de sacerdotisa le ayudaron a esconderlo.

—Nada, tranquilo, es sólo que, la mesa tuvo un accidente.

—¿Un accidente? Las mesas no tienen accidentes.

—Un accidente con el ablandador de carne, ¿está bien?

Nicholas calló y buscó alrededor, no había carne y el ablandador que usaban era un polvo sazonador.

—Ah… será mejor que vaya por la herramienta para arreglarlo antes que tu abuelo lo vea.

—Sí, seguro —dijo ella con una sonrisa inocente.

Al poco rato Nicholas estaba tendido bajo la mesa reforzando la madera que colocó de soporte. De pie junto al agredido mueble, Rei lo miró trabajar, la camiseta blanca se pegaba a su toso resaltando los pectorales, dibujando la línea del esternón y delineando el abdomen tonificado. Las mangas cortas se ciñeron a sus anchos bíceps al girar el destornillador. Rei se mordió el labio. Lo admitió, tenía un fetiche con un trabajador, sólo le faltaba el casco amarillo para completar el atuendo. Nicholas flexionó las piernas, el cinturón portaherramientas se abultó en su entrepierna, lo único que Rei deseó fue sentarse en su cadera y frotarse en él. El largo mango del martillo resbaló entre sus muslos; Rei gimió cubriendo sus labios, la sugerente imagen en su cabeza llenó su cara de carmín, avergonzada desvió la mirada y se llevó una mano a la nuca, estaba ardiendo, su corazón palpitó tan fuerte en su pecho como entre sus piernas.

—Hmm… creo que ya está, ni siquiera lo notará —dijo Nicholas saliendo de debajo—. Sí que tuve suerte de que no se estropeara o me culparía por esto.

—Ah… sí… —dijo Rei con el puño sobre los labios sin dirigirle la mirada.

—¿Rei? ¿Estás bien? Estás roja hasta las orejas.

—Eh… sí, descuida, gracias por…

Nicholas se incorporó y cansado se estiró alzando los brazos, su camiseta se elevó al tiempo que el peso de la herramienta en su cintura deslizó sus pantalones dejando ver más que la "V" abdominal. La trigueña línea de vello descendía hasta perderse bajo la hebilla del cinturón. Sin aliento, Rei sintió las piernas flaquear.

—¿Rei? —Dijo él acercándose preocupado.

Rei presionó sus fosas nasales.

—Estoy bien, estoy bien —dijo apresurada, sentía que algo se le venía en la nariz—, estoy bien, debe ser el calor, ¡la presión! La presión y el calor, sí, eso debe ser. Tranquilo, voy a estar bien. ¡Y que quede todo limpio! —Fingió enfadarse —. Estoy más que bien.

Tambaleándose salió de la cocina a su habitación donde se recostó a descansar.

—Limpio, limpio… que quede todo limpio… —dijo medio dormida girándose en el futón, los cordones del par de tampones en su nariz se agitaron con su respiración—, estoy bien…

En el salón del fuego sagrado algo más candente ardía además de la flama. Frente al fogón la luz de la hoguera hacía brillar el par de sudorosos y febriles cuerpos que se entregaban. La desnuda sacerdotisa de pelo negro montaba al enérgico macho trigueño que como un toro la embestía alzando la cadera mientras ella se aferraba a su camiseta dejando las marcas de sus uñas en su abdomen y en su pecho. Las herramientas del cinturón a mitad de los muslos del hombre chocaban contra la duela confundiéndose con el sonido de la humedad y el sexo llenando el vacío. Las toscas y enguantadas manos rodearon la cintura de la sacerdotisa y la presionaron contra la "V" en su cadera, su espalda se curveó tensa y con un grito liberó el éxtasis entre sus piernas. Temblando, la sacerdotisa acarició el vientre del hombre enredando los dedos en su vello.

Rei despertó y se sentó agitada, se le dificultó respirar, tiró de los rollos de algodón en su nariz y aspiró profundo, el sólo roce de la tela sobre sus pezones le provocó un respingo.

. . .

—Tengo un fetiche —dijo Rei azotando la mesa.

Ese día había citado a todas sus amigas en el templo argumentando tener asuntos importantes por discutir.

—Cuidado Rei, vas a romper la mesa —dijo Lita cuando las tazas de té vibraron con el golpe.

—¿Qué si la voy a romper? ¡Pero si ya lo he hecho!

—¿Cómo es eso de que tienes un fetiche? —Preguntó Setsuna.

—Tengo un fetiche con un trabajador.

—Rei que pilluela —dijo Mina codeándola—, no te conocía así.

—¿Qué tiene que ver la mesa con eso? —Inquirió Haruka.

—Que el otro día rompí la mesa para poder ver a Nicholas repararla.

—Ah ya veo… —dijo Michiru tocándose la mejilla con el dedo—, por eso es que está reparando la puerta de tu habitación.

—Sí… —dijo Rei cubriendo sus ojos—, lo hice para que pudieran ver a lo que me refiero.

Todas miraron afuera, Nicholas cargaba la puerta corrediza a través del patio para instalarla en la habitación al otro lado, lo suficientemente lejos como para escuchar la conversación.

Los bíceps de Nicholas destacaban en las aprisionadas mangas, la fuerza ejercida para levantar la puerta estrechaba su cintura y ampliaba su torso, al girarse la espalda ancha y fornida culminaba en unos redondos y trabajados glúteos obtenidos de barrer día tras día las interminables escaleras.

—Vaya… —dijo Mina arrastrando la primera vocal—, entiendo a lo que te refieres…

—¿Verdad que sí?

Rei que evitó mirar levantó los ojos, casi todas estaban ruborizadas, incluso Ami y Setsuna que disimuló rascándose la mejilla y alzó la mirada. Ami con los anteojos empañados se ocultó tras un libro de sexualidad que leía al revés y que cerró de golpe cuando por fin pudo enfocar, el resto aún continuó mirándolo.

—Veo que lo entendieron —dijo Rei.

Michiru, la única no interesada observó a la rubia a su lado.

—A Haruka le gustó.

—¡No es cierto! —Contestó de inmediato dando un brinco, bajó la mirada pero su rostro aún estaba coloreado.

—No, tienes razón… no le gustó —dijo Michiru examinando su rostro con más detalle—. Le encantó —sonrió a las demás.

—¡Que no es cierto, te digo!

Michiru rió traviesa.

—Ehmm… chicas… —dijo Serena. Todas la miraron—. ¿Qué es un fetiche?

Todas se fueron de bruces.

—Ay Serena… —dijo Rei molesta de la ingenuidad de la que pronto sería la reina y madre antes que todas.

—Un fetiche es una parafilia —explicó Ami—, consiste en la excitación erótica por medio de un objeto que pueden ser prendas de vestir o una parte del cuerpo. En el caso de Rei, le gusta que Nicholas se vista como un trabajador de la construcción.

—Ah… a mí me gusta que mi Darien se vista de Tuxedo Mask y que luego me lleve a bailar y que…

—¿Nos invitaste para decirnos que tienes un fetiche? —Preguntó Mina ignorando a Serena que siguió hablando sola.

—Bueno, para ella parece importante —dijo Setsuna.

—¿Qué no lo odiabas? —Preguntó Haruka.

—Sí, no, bueno, a veces, es… ocasional.

—Sí, hasta que se pone esos jeans ajustados —dijo Lita.

—¿Y quién podría odiarlo? —Dijo Mina volviendo los ojos a él— Mírenlo, ¿quién diría que sería tan sexy? Seguro se puso así con lo demandante que es Rei.

—… y entonces Darien me enseñó su bastón, es muuuy largo… —Serena rió estrepitosamente.

Todas la miraron un segundo, una gota les pendió de la cabeza, luego continuaron con su charla.

—Y entonces lo que quieres es… —dijo Haruka.

—Un consejo —terminó Michiru—, apuesto a que no sabes qué hacer.

—Quería saber su opinión, Haruka y Michiru son pareja, Ami es muy inteligente, Setsuna es muy madura, Mina es la diosa del amor y Lita… bueno, Lita tuvo un gran amor.

"Senpai"… —dijo ella con la mirada enamorada, perdida en un flashback.

—Díganme, ¿qué harían ustedes en mi caso?

—¿Seguir rompiendo cosas? —Dijo Mina.

La expresión en todas rechazó la idea.

—¿Qué? No mientan, ustedes también lo querrían seguir viendo, ¿o no?, ¿no?

—No podemos decirte qué hacer —dijo Setsuna.

—Setsuna tiene razón —acordó Haruka—. No podemos.

—¿Chicas? Hello, yoohoo… —Dijo Mina que también fue ignorada.

—Lo mejor es que decidas si quieres estar con él o no —dijo Ami—, no puedes seguir fluctuando.

—Pero es que sólo me gusta cuando se pone eso, es tan… varonil, y se ve que sabe lo que hace, el resto del tiempo sólo es un idiota.

Haruka, Ami, Michiru y Setsuna se miraron entre sí y en silencio concordaron.

—Bueno pues —dijo Haruka—, yo creo que es bastante obvio.

—Él no te gusta, sólo te atrae —aclaró Michiru.

—Entonces eso significa que… —dijo Lita.

—Debes acostarte con él.

Todas se volvieron hacia la que habló.

—¿Qué? —Dijo Serena—. ¿Dije algo malo?

—No, no, no —negaron todas.

—Es que… —dijo Haruka.

—No lo esperábamos de ti —completó Michiru.

—¿Por qué? De todas ustedes yo soy la única que ha estado con un hombre.

Todas quedaron en estado de shock, a Haruka incluso le tembló un ojo. Sin saber que decirle miraron a otro lado y empezaron a hablar para sí mismas.

—Demasiada información —dijo Ami bajando la vista hacia otro libro.

—Es lo que menos quería escuchar —dijo Haruka.

—Todavía me cuesta creerlo —dijo Rei.

—Ahora no sé cómo podré mirar a Darien a la cara —dijo Mina.

—Ya sé que así es como vendrá la pequeña Dama pero —dijo Setsuna sonrojada con ambas manos sobre las mejillas—, es tan pronto, son tan jóvenes.

—Lo que sería si no me hubiera negado a mi "Senpai"… —dijo Lita.

Entonces miraron a la única que calló: Michiru.

—¿Qué? Yo lo sabía, se le nota en las caderas.

—¿Qué? —Dijo Haruka.

—Sus caderas son más anchas que antes.

—¡¿Qué?! —Exclamó Serena—. ¿Tengo las caderas gordas? No… ¡no! —Comenzó a lloriquear.

Michiru rió al ver sus caras.

—No es cierto.

—Como que estás muy simpática hoy, ¿no Michiru? —Dijo Haruka y la aguamarina siguió riendo.

—Michiru, que mala… —Dijo Serena entre sollozos.

—¡Oigan, oigan! —Rei golpeó la mesa reclamando atención—. Yo soy la que tiene un problema aquí, no la tonta promiscua.

—¡Oye! ¡No soy una promiscua! Sólo me he acostado con uno, ¡o dos a lo mucho!

—Bombón, por favor… —dijo Haruka incómoda.

—Oigan —dijo Mina—, ¿y si Rini no es hija de Darien?

—¡Oh Dios! —Exclamó Setsuna.

—Ay, no es cierto… —siguió Lita con los ojos abiertos al máximo.

—Es posible si ha estado con más de uno —dijo Ami.

Michiru sólo siguió riendo mirándolas sacar sus propias deducciones.

—¡Oigan! ¡Claro que Rini es hija de mi Darien! No puedo creer que digan eso, ¡que siquiera lo piensen!

—¿Hotaru?

—¿Sí Rini?

—¿Cuánto tiempo crees que tiene que pasar para que recuerden que seguimos aquí?

Ambas menores seguían sentadas en una esquina con una humeante taza de té en las manos. Hotaru bebió de la suya.

—Mira el lado positivo —dijo Hotaru—. Si no es tu padre, tal vez puedas quitárselo a tu madre.

—¡Oye!

Hotaru rió.

—¡Estoy bromeando!

Por un rato siguieron escuchando la discusión en silencio.

—O tal vez no —dijo Hotaru con seriedad.

—¡Oye! ¿En serio? ¡No puedo creer que digas eso!

Hotaru volvió a reír.

—¡No es cierto! ¡Sí es broma! ¡Es broma!

—No juegues conmigo.

—Rini, ¿tú crees que Setsuna no lo sabría?

Rini sonrió reanimada.

—Cierto.

Hotaru miró a la Sailor del Tiempo pero su cara no pareció convincente así que disimuló una sonrisa.

A la noche luego de una tarde llena de discusiones sin sentido que no condujeron a nada, Rei intentó meditar en su habitación, temía acercarse al fuego sagrado después de tan vívido sueño. Rei cerró los ojos. Las gotas de sudor corrían por los firmes abdominales que brillaban a la luz de las flamas. Sacudió la cabeza y los abrió otra vez, no sabía si dormir le traería algo de paz o muchas más perversiones, así que se levantó y salió a caminar, afuera una serie de golpes secos la llevaron detrás del salón del fuego, Nicholas cortaba leña con un hacha, la camiseta sin mangas mostraba sus nervudos brazos. Rei se estremeció. Nicholas clavó el hacha en el tocón y con el antebrazo se secó la frente, luego se despojó de la húmeda camiseta secando su torso. El corazón de Rei dio un vuelco y regresó unos pasos recargándose a un costado del salón e intentó calmarse, respiró profundo y apretó su blusa, las imágenes seguían apareciendo, el sudor, las grandes llamas, los bíceps de Nicholas, el calor del fuego, sus manos en su cintura, el sonido de las herramientas, la firmeza de su pecho, los dedos en su vello y por supuesto, el largo miembro desgarrando su piel. Rei respiró agitada, su corazón latió enardecido. Sin fuerzas en las piernas, cayó al suelo. El sudor coronó su frente.

En el salón del fuego Rei exclamó excitada, su espalda describió un arco pronunciado, las puntas de sus dedos apenas tocaban el jadeante vientre de Nicholas. Aún agitada Rei se inclinó hacia adelante, lentamente se levantó dejando salir el largo miembro que cayó aún firme sobre el vientre de Nicholas. A Rei le excitó la fuerte línea que lo cruzaba y lo mantenía erecto. De rodillas Rei se acomodó y con un suave vaivén se frotó contra él, poco a poco se meció arrastrando los labios sobre el alargado miembro. El cabello le cayó en la cara y gimiendo lo acomodó tras de su oreja. Nicholas acarició sus piernas y con las enguantadas manos sostuvo sus senos, sus turgentes pezones sobresalieron entre sus dedos. El rostro de Rei enrojeció conforme se aceleraba. Debajo de ella Nicholas se removía, lo sentía, estaba cerca, entonces se apartó lo suficiente y tomando el miembro entre sus manos lo estimuló hasta hacerlo acabar sobre su torso, el semen fluyó desde su abdomen hasta los pectorales. Rei acarició el recorrido sin tocarlo. Con una mano aún en su miembro Rei lo exprimió hasta vaciarlo y sujetándolo lo sacudió contra su vientre. Inclinándose hacia él, Rei lamió la punta y se lo llevó a los labios, lo succionó un par de veces y levantándose de nuevo lo introdujo en su cuerpo, con la lengua Rei recogió un poco de semen y lo llevó a los labios de Nicholas con un beso. Rei refregó el pecho contra el de él, el semen se esparció entre sus senos y volvió a levantarse montándolo.

—Rei…

Nicholas dijo su nombre en un suspiro.

—Rei…

—¡Rei!

—¡Despierta! ¡Rei!

—¿Eh? ¿Qué? Nicholas…

Rei apenas abrió los ojos rodeó el cuello de Nicholas y lo besó profundamente, su mano se deslizó hasta su hebilla.

—Rei, estás ardiendo… Rei…

Rei perdió la consciencia otra vez.

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