MAYOI NEKO

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Disclaimer: Beyblade pertenece a sus respectivos autores, no estoy ganando absolutamente nada con esto mas que satisfacer a mi amigo del alma (Rei Kon de Hiwatari) que me pidió este fic.

Parejas: Kai x Rei. A veces se hará referencia a la pareja Tyson (Takao) x Max y a la pareja Tala x Bryan.

Categoria: Muxo shonen ai y AU.

Raiting: Apto para quien quiera leerlo sin importar edad, solo pido que seas de mente abierta ante el tema de la homosexualidad. Aviso que posiblemente habrá lemon ¬

Dedicatoria: Como ya lo dije arriba, este fic esta dedicado a mi adorado e inigualable amigo Rei Kon de Hiwatari, eterno enamorado de la pareja Kai x Rei.

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PRÓLOGO

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RUSIA, MOSCÚ...

La elegante orquesta traída especialmente desde Varsovia acababa de comenzar a tocar música lenta. La novia, en una nube de satén y encaje, daba vueltas en brazos del hombre con mas glamour de todo el salón. El fotógrafo, al que apenas se podía distinguir del resto de los invitados con su elegante chaqueta, enfocó la cámara hacia la pareja, soportando estoicamente el calor en el salón de baile y la intensa fragancia a lilas que amenazaba con producirle un crónico dolor de cabeza.

-La novia con el conde Kai Hiwatari -murmuró el reportero grafico hacia su ayudante.

-Fotografía número noventa y ocho: Hiwatari -escribió ella obedientemente asomando la cabeza por encima del bloc de notas.

El joven conde Kai Hiwatari era alto, tenía el cabello en dos diferentes tonos de azul y hombros rectos y masculinos que proclamaban su nada ambigua confianza en sí mismo. A eso había que añadir un perfil altivo como el de un imponente príncipe griego y unos ojos color sangre de mirada intensa y alerta a la vez que sofisticada y llena de fría seriedad. No era de extrañar que la novia lo mirara embelesada, ni que la ayudante del fotógrafo suspirara.

-¡Wow! ¿Cómo es que no lo había visto antes?

-No te hubiera servido de nada -contestó el fotógrafo -Es el soltero más codiciado de Europa, pero se pasa la vida en la jungla. ¡Un desperdicio! Y no es tu estilo.

-Bueno, podría conformarme. Es muy atractivo.

-Pero también es un rompe corazones, además del último de la línea familiar. El futuro heredero de la fortuna Hiwatari.

-Hablas como si pensaras que fuera atraparlo para casarme con él -protestó la chica riendo.

-Mejor que ni lo dejes pasar por tu cabeza. Me han dicho que el conde Kai Hiwatari no se casará con nadie que no tenga al menos un título y tres escudos de armas en el emblema de su familia -comentó el fotógrafo levantando la cámara -Ah, ahí está la madre de la novia con nuestra anfitriona. Foto número noventa y nueve: madame Nikolei y la condesa Hiwatari.

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-La abuela parece cansada -murmuró Kai al oído de su abuelo -¿Quieres que me la lleve?

-Puedes intentarlo -contestó el abuelo con una leve sonrisa.

Leonie Nikolei tenía suerte de poder celebrar su boda en aquel exquisito castillo ruso. La fiesta, como todo el mundo sabía, se prolongaría durante toda la noche, y por esa razón se había acordado que los viejos condes pasarían la noche en la pequeña villa de Kai.

-Bueno, trataré de mostrarme enérgico. Las personas siempre responden a eso.

-Crees que sabes mucho sobre las personas, ¿verdad? -preguntó el abuelo.

-Soy etólogo, mi especialidad es el comportamiento animal. Y me he entrenado también en el tema de las personas.

El abuelo sonrió ligeramente perturbado.

-Nunca tienes dudas, ¿verdad, Kai?

-Todo el tiempo -contestó Kai asombrado -En cada nueva expedición, en cada artículo que escribo, en cada clase que doy. Si no tuviera dudas no me quedaría nada interesante que investigar.

-No me refería a tu trabajo, sino a las personas -contestó el abuelo.

Kai miró preocupado a su abuelo. La falta de temperamento no era uno de los rasgos de su carácter. Lo rodeó por los hombros y preguntó:

-¿Que ocurre, Voltaire? ¿Te arrepientes de haber cedido el castillo para celebrar esta boda?

-No -contestó Voltaire sacudiendo la cabeza -Es que tu abuela decía hace un momento que ésta debía haber sido tu boda.

-Hn -exclamó Kai medio irritado.

-¿Por qué estas tan en contra del matrimonio, Kai? -preguntó Voltaire, que lo conocía perfectamente.

Kai miró a su alrededor. La música sonaba con más fuerza y los invitados de más edad comenzaban a marcharse. Los hombres se quitaban la chaqueta y las mujeres dejaban los hombros al descubierto mientras se les deshacían los elaborados peinados.

-Quizá sea simplemente porque no me gustan las fiestas.

-El matrimonio es mucho más que una fiesta.

-Exacto.

-¿Tienes miedo al matrimonio, Kai? -pregunto Voltaire serio.

Kai miró a otro lado. Sus labios se apretaron en un gesto de cabezonería.

Conocía aquella expresión, pensó Voltaire. En otro momento no habría insistido, pero aquella noche, por alguna razón, sí lo hizo.

-Nunca te hemos preguntado nada, te gusta mantener tu intimidad y nosotros no nos hemos inmiscuido, pero... ¿has vivido alguna vez con alguien, Kai?

Kai parpadeó. Sonrió ampliamente y contestó:

-Nunca.

-Pero ha habido mucha gente en tu vida, ¿no?

-Por supuesto que ha habido muchísima gente en mi vida -contestó Kai con calma -sólo que no dejo a nadie mudarse a vivir conmigo.

-¿Por qué?

-Porque no sirve más que para alentarlos. En cuanto vives con alguien y esa persona cuelga su ropa en tu armario se cree con derechos sobre ti.

La expresión del rostro de Voltaire se ensombreció.

-Eres un joven duro de corazón.

-Así soy yo -contestó Kai -Sangre caliente y corazón helado, por eso llevo una vida tranquila.

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JAPÓN, TOKYO...

-Bien, pues dispara.

Rei Kon levantó la barbilla desafiante. Se inclinó con insolencia sobre la pared, miró a su jefe directamente a los ojos y esperó.

Yamato, desde atrás de su mesa, hizo una mueca irritado.

-¿Es que no puedo sugerirle nada a mi jefe de agentes de bolsa?

-¡Sugerir!

-Escucha, Rei, no te pongas así. ¿Por qué no te sientas y hablamos?

-No si se trata de hablar sobre mi vida privada -se atrevió a contestar Rei.

-Cuando uno trabaja para A.B OKANE, el banco mercantil de los nuevos empresarios, no tiene vida privada.

-Puede que tú no, pero yo sí -afirmó Rei.

-Creía que querías progresar -contestó Yamato sacudiendo la cabeza.

-Claro, por eso es por lo que trabajo duro y doblo las ganancias. Pero no voy a transformarme por completo a mí mismo para tratar de ser un clon del director.

-¡Ya basta! -contestó Yamato con dureza -Ahora estás en el equipo de dirección. Si quieres seguir ahí pórtate como tal.

-En el trabajo, por supuesto. Pero no voy a cambiar mi estilo de vida, ni a volverle la espalda a mis amigos.

-Escucha, pequeño...

-Tengo veinte años -lo interrumpió Rei perdiendo el control -No trates de manejarme.

-Entonces deja de cavar tu propia fosa. Eres un chico inteligente, mereces una oportunidad. No la eches a perder.

-¿A qué te refieres?

-Me refiero a que el Comité de Personal no está muy seguro de ti -contestó Yamato con brutalidad.

-¿Y por qué? Con mi nivel de...

-Claro, les gustan tus resultados -concedió Yamato -Estás en la lista de agentes de bolsa aptos para recibir el premio de Agente del año. Tus resultados son buenos, pero de lo que no están seguros es de que un muchachito de tu edad pueda dirigir a un montón de hombres adultos y rudos -Rei se encogió de hombros malhumorado, sin contestar -Y, francamente, tampoco les gusta tu imagen -añadió Yamato aguijoneándolo.

-¿Y qué tiene de malo mi imagen?

-Eres un buen chico -contestó Yamato con un gesto de la mano -Perdón, niño. Si te cortaras el cabello y te compraras un par de trajes de diseñador podrías ser todo un glamoroso joven empresario, Dios lo sabe.

-No tiene nada de malo mi cabello y mi ropa china -aseguró Rei con calma.

-Algún día, pronto, tendrás que hacer de anfitrión de alguno de los espectáculos a los que invita la empresa. ¿Crees que puedes ir con ese cabello y esa ropa?

-No estás hablando en serio -objetó Rei.

-Los jefazos saben que vives en un piso compartido. Los chóferes hablan, ¿sabes?

Rei se sintió herido. Sus ojos dorados, por lo general tranquilos, adquirieron una expresión helada.

-Eres un snob.

-No, yo sólo sé lo que se dice -contestó Yamato medio compadecido, medio exasperado -Afróntalo, Rei. Estamos en una empresa paternalista en la que los jefes saben muy bien cómo quieren que vivan sus empleados. Y tú no das la talla.

-¿Y tengo que fingir que soy lo que no soy sólo para dar la talla? -preguntó Rei cruzándose de brazos.

-Eso es cosa tuya -contestó Yamato perdiendo la paciencia -Y ahora vete de aquí y gana dinero para nosotros.

Aquél era el final de una mala semana. Con las bolsas de Australia en franco retroceso Rei había tenido que madrugar más que nunca y quedarse en la oficina hasta después de que cerraran la bolsa de New York para discutir sobre estrategias trasatlánticas. No había llegado a casa hasta las diez, y como resultado de ello no había limpiado la cocina cuando le llegó el turno. Pero lo que de verdad había ofendido a sus compañeros de piso era que no hubiera asistido al cumpleaños de Salima.

-Rei es demasiado importante como para venir a una fiesta de cumpleaños -había comentado Lee.

De todas las personas que compartían el piso con Rei, Lee era, precisamente, quien mejor conocía su trabajo.

Lee había trabajado para A.B OKANE durante una corta temporada. Al principio, cuando Rei se mudó a vivir al piso compartido, todo había ido bien, pero desde que Rei había ascendido Lee había comenzado a atacarlo de un modo constante.

Aquella noche, al llegar a casa y encontrar solo a Lee, el corazón de Rei se hundió. Estaba de pie delante de la cocina, haciendo unos provocativos espaguetis.

-Los otros se han ido de club en club -dijo Lee -Quizás están en el nuevo club que abrieron, puedes tratar de encontrarlos allí.

Rei dejó su pequeño maletín sobre la silla de la cocina.

-Francamente, preferiría pasar una noche tranquila. He tenido una semana agotadora.

-El peso de la responsabilidad -comentó Lee de mal humor. Rei se puso tenso. Lee removió la pasta con la espátula y añadió: -¿Quieres espaguetis?

-Eso sería fantástico. Me cambiaré en un minuto -contestó Rei agradecido.

Se dio una ducha rápida, se vistió con su eterna ropa china, y volvió a la cocina. Lee había puesto la mesa y abierto una botella de vino. Rei se dejó caer sobre la silla, tomó el vaso que Lee le ofrecía y lo levantó en un brindis silencioso.

-Es maravilloso. Gracias, Lee.

-Es un placer.

-Y eso de ir al nuevo club, ¿forma parte de la celebración del cumpleaños?

Entonces Lee explotó.

-¡No tienes derecho a preguntar!

-Pero si sólo estaba...

-El hecho de que tengas un salario de siete cifras al año no significa que seas mejor que el resto de nosotros.

Rei suspiró. Para sus compañeros de piso él seguía siendo un humilde chico procedente de China, que había progresado, un chico infrenable y trabajador. Ninguno de ellos sabía la cantidad de horas de trabajo que aquello le había costado, ni cuánta soledad. Ni tampoco sospechaban la carga familiar que arrastraba.

-Estoy demasiado cansado para discutir, Lee.

-¡Demasiado cansado! -rió amargamente Lee -Los trabajos importantes son agotadores, ¿verdad? Supongo que tengo suerte de que esta noche cenes conmigo.

-¡Al diablo! -contestó Rei indignado, haciendo un gesto con la mano.

Lee se puso de pie y rodeó la mesa para mirarlo de cerca.

-¿Cuándo fue la última vez que me dedicaste algo de tu tiempo?

-Lee...

-Ni siquiera te das cuenta, ¿verdad? -insistió Lee sin escucharlo, escrutando su rostro con una mueca extraña -Mírame a los ojos, Rei -de pronto Lee parecía un extraño, pataleando desesperado -Por favor, por favor. Te quiero. Nadie te quiere como te quiero yo.

Rei se quedó perplejo. Aquello no venía a cuento, pensó. Los compañeros de piso se habían impuesto una regla: no debía haber relaciones personales entre ellos. Rei siempre había pensado en Lee como en un amigo, y nunca se le había ocurrido pensar que pudiera estar enamorado. No tenía ni idea de qué hacer.

-No digas eso -rogó.

Sin embargo Lee no lo escuchaba. Se agarraba a Rei como un salvavidas, y aquello le producía a Rei todo tipo de sentimientos negativos. Había estado enamorado y se había sentido vulnerable en una ocasión, y ver a Lee en aquel estado le rompía el corazón.

-Déjame -dijo tratando de soltarse.

Lee, no obstante, no se daba cuenta.

-Crees que eres muy fuerte -musitó Lee refugiando la cara en el cabello negro de Rei -pero necesitas amor. Todo el mundo necesita amor, y yo puedo dártelo.

Rei se apartó de él enfadado y exclamó con desprecio:

-¡Amor!

-Pero yo te quiero -repitió Lee con insistencia, indignado.

Lee había conseguido hacerlo rememorar ciertos recuerdos, y esos recuerdos habían acabado con la paciencia de Rei. Estaba demasiado enfadado como para mostrarse amable.

-¡Amor! No insultes mi inteligencia -contestó Rei escudándose detrás de la mesa -Quieres meterte en la cama conmigo y piensas que con esas palabras mágicas lo vas a conseguir. Bueno, pues tengo una noticia para ti. Esa táctica no funciona conmigo. YA NO FUNCIONA CONMIGO. Ya no creo en el amor.

-Rei... -lo llamó Lee desesperado, avanzando hacia Rei con un propósito claro.

-¡No me toques! -grito Rei.

Después salió corriendo.

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CONTINUARA...