Amor vs Meteorito

Cap.1

Goenji se encontraba en su actual habitación. Hijikata le había acogido en su casa después de que dejara el Raimon. Era una persona muy agradable y buena, además tenía cinco hermanos de los cuales cuidaba, aquello parecía un zoo, y eso le hacía feliz. Aquella pequeña familia siempre le sacaba una sonrisa. Pero ahora mismo se encontraba tumbado en la cama pensando en algo que llevaba rondando por su cabeza desde que el detective se lo dijo.

- ¿Por qué? – se decía a si mismo – Si yo hubiera estado allí a lo mejor hubiera podido convencerle ... a lo mejor hubiese podido evitar que se fuera ...

Se incorporó en la cama, aquello le estaba matando, sería mejor que saliera un poco para relajarse. Ni se molestó en coger el jersey que solía llevar puesto, le daba igual que le vieran, ya estaba arto de tener que esconderse, además, en caso de que el Raimon fuera a la isla le avisarían ... o al menos esa era la idea. Se dirigió al jardín, y cuando consiguió encontrar a Hijikata entre tanta patata y tanta lechuga le dijo que se iba a dar una vuelta.

- Em ... oye Goenji, últimamente estás muy raro, desde que el detective nos dijo que aquel amigo tuyo se había ido de la caravana te he notado algo triste. ¿Erais muy amigos?

- ... – Goenji ni dijo nada, simplemente bajó la mirada – Vuelvo en un rato.- Dicho esto se fue dejando al pobre Hijikata confuso.

Caminaba por la calle a un paso rápido, respiraba hondo, intentaba olvidarse de todo pero no podía. Después de un buen rato pasó cerca de la playa. Se sentó cerca de allí y se quedó mirándola y escuchando el dulce movimiento de las olas, el canturrear de las gaviotas y a algunos niños que por allí jugaban. Rato después se encontraba solo, y para su suerte algo más relajado. Se levantó decidido a continuar con su paseo y así lo hizo. Esta vez pasó por en frente de un pequeño bosquecillo que se encontraba cerca de la playa.

"Al fin" pensó Goenji "solo necesitaba un poco de tranquilidad" Todo estaba perfecto hasta que miró hacia el frente y notó como se le cortaba la respiración. Unos metros más adelante se encontraba Kazemaru, vestido totalmente de negro y con el pelo suelto. Pero lo peor de todo era que le estaba mirando, le miraba de una forma amenazante. "¡No puede ser!" Pensó Goenji y sin dudarlo se acercó rápidamente a Kazemaru.

- ¿Qué estás haciendo aquí? – le preguntó seriamente.

- ¿Es esa una forma adecuada para saludar? – respondió Kazemaru frunciendo el ceño.

- Tienes razón ... pero al menos, respóndeme. – Goenji estaba molesto y se notaba.

- Pues digamos que estaba buscándote – dicho esto se acercó al peli-crema hasta quedar en frente suya.

Goenji le miró a los ojos, estaban realmente bonitos, la puesta de sol se veía reflejada en ellos y lo mismo pasaba con los suyos. Si ya de por si el peli-crema era guapo aquello podía con Kazemaru.

- ¿Me buscabas?

- Sí ... quiero proponerte algo – el peli-celeste sonrió pícaramente y agregó – Únete a mi equipo, los Emperadores Oscuros.

- ¿A tu equipo? Kazemaru, que ... – Goenji no pudo terminar la frase cuando vio como salía una luz morada de la camisa del peli-largo. Notó como de su interior surgió de repente un cabreo incontrolable – Kazemaru ... ¿Qué has hecho?

El peli-largo rió, consiguiendo únicamente que el pelos-parados se enfadara más.

- Ooh vamos no te pongas así – se acercó a él, le cogió la mano y la puso en su pecho, colocando él la suya en el del goleador.- ¿Estás frustrado verdad? Lo veo en tus ojos – acercó su rostro al de Goenji – Yo también lo estaba, pero cuando toqué el meteorito sentí como mis fuerzas aumentaban ... – sus labios solo eran separados por un par de centímetros que Kazemaru estaba dispuesto a hacer desaparecer.

- Estás loco – le dijo el goleador consiguiendo quitarle la sonrisa de la cara al peli-celeste – Kazemaru, esto está mal, y lo sabes, usar el meteorito no tiene sentido. Estás a tiempo, déjalo, puedes quedarte en casa de Hijikata no le importará cuidarte a ti tam ...

No pudo acabar la frase, el peli-celeste le había empujado alejándose de él.

- ¡No es ninguna tontería!¡Tú no sabes lo que se siente! – Kazemaru estaba enfadado - Tú siempre has sido fuerte, pero yo no, por mucho que lo intentara ... – Goenji le miró sorprendido, no se esperaba aquella reacción – Yo quiero ser fuerte, como Endou, como tú ... yo ... solamente ...

Kazemaru abrió los ojos como platos, otra vez lo estaba haciendo. Desde que había empezado a usar el meteorito le costaba controlarse a si mismo. Recuperó la compostura y miró fijamente al otro chico.

- Piénsalo bien, volveré a por una respuesta. – dicho esto se dio la vuelta y se empezó a alejar de allí. Goenji fue a seguirle pero fue un simple pestañeo y el peli-largo desapareció.

Volvió a casa de Hijikata a paso lento. Aun no se creía lo que acaba de pasar. Al llegar vio que estaba vacía. Se había olvidado completamente, era día de acampada familiar, a él no le gustaba ir por lo que estaría solo en casa toda la noche. Se dirigió a su cuarto y se tiró en la cama, aunque no tardó mucho en levantarse e irse al baño. Se duchó rápidamente, ni tres minutos, y ya había acabado. El agua estaba fría, pero era mejor, así al menos podría despejarse un poco. Salió del baño desnudo, ni se había molestado en coger ropa antes de entrar. Se puso unos bóxers limpios, una camiseta blanca y unos pantalones azules que le llegaban un poco más arriba de las rodillas. Bajó a la cocina y cogió lo primero que se encontró: una naranja. Se sentó en el sofá y puso la tele. Empezó a comer desganado, la naranja estaba ácida y encima le estaba poniendo los dedos pringosos. Cuando consiguió acabársela después de pelear con ella un rato se fue al baño para lavarse las manos. Otra pelea, esta vez con el jabón que se le había caído al suelo. Definitivamente ese no era su día. Una vez acabó, respiró hondo y volvió al salón. Fue a tumbarse de nuevo en el sofá y empezó a oír algo. "Oh no ... no, no, no, no, no ..." Salió corriendo hacia el jardín y, efectivamente, lo que él había imaginado. Las diez gallinas de Hijikata se encontraban corriendo como locas por el huerto. Una venita se hizo visible en la frente de Goenji. Contuvo como puedo su ira y salió corriendo para intentar cazarlas y poder volver a meterlas en el gallinero. Después de unos veinte minutos corriendo como un loco consiguió retenerlas a todas y poder cerrar el gallinero. Puede que a Hijikata se le hubiera olvidado cerrarlo, pero le extrañaba mucho. Tampoco había señales de que alguien lo hubiera forzado, pero bueno, lo importante es que estaban todas las gallinas, que faltara algún huevo era otra cosa.

Entró de nuevo en la casa y dejó las llaves en su lugar. Fue entonces que se dio cuenta de que faltaban las otras llaves de repuesto del gallinero, e Hijikata nunca se las llevaba por miedo a perderlas, y aun menos estando Goenji para cuidar la casa. Estaba reventado, así que pasó del tema y volvió al salón. Pero justo cuando iba a sentarse notó como su respiración se cortaba de nuevo. En la cocina se encontraba, apoyado en la nevera, un tranquilo Kazemaru comiendo una manzana. Al ver al goleador le sonrió dulcemente y le saludó con la mano, dejando a la vista un par de llaves.