Disclaimer: Este mágico mundo, así como los lugares y personajes que lo componen son obra del maravilloso ingenio de Rowling, lo mío es solo una visión diferente, como desahogo de mi inquieta imaginación.
N/A. Una muy querida amiga leyó este Fic y me hizo ver muchos errores (tanto horrográficos, como contextuales) que estaba cometiendo. No soy una persona perfeccionista, pero trato de mejorar con el paso de los días. Es por eso que decidí escribir este Fic de nuevo, corrigiendo mis faltas ortográficas y añadiendo detalles que espero, ayuden a comprender lo que pretendo transmitir con esta historia.
Subiré todos los capítulos nuevamente, esperando que sean de su agrado.
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La Historia entre tus dedos
Capítulo 1
" Encuentros "
Mi nombre es Hermione Jane Granger, tengo el corazón roto y los ojos hinchados de tanto llorar, un dolor indescriptible me consume lentamente, y tan solo deseo desahogarme, aligerar un poco este nudo en mi pecho, este ardor que amenaza con destruir todo por dentro. Solo deseo alejarme de mi misma, caminar hacia el borde de un abismo y despertar de esta horrible pesadilla.
Una mujer de rizos castaños escribía mientras gruesas lágrimas recorrían sus mejillas mojando las hojas de su diario.
Que irónica resulta en ocasiones la vida. Como imaginar que una chica inteligente, héroe de guerra, con un novio envidiable y amigos por doquier, estaba sufriendo, atrapada en su infierno personal. ¿Cómo había llegado a hasta aquél punto?, aún no lo sabía con certeza, y en realidad no le importaba.
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Siete años han pasado desde la derrota de Voldemort. Durante todo este tiempo la comunidad mágica se ha levantado nuevamente, a pesar del vacío y el dolor que la batalla dejo en sus corazones. Comenzaron una nueva vida, en una época de paz en la que cada uno tomo su propio camino. Harry Potter, estudió en la Academia de Aurores y se casó con Ginny, ambos eran padres de un travieso bebe al que le pusieron por nombre James. Ron trabajaba con su hermano George en la tienda de sortilegios Weasley & Weasley, que cada día crecía más y se expandía hacia otros países del mundo mágico.
Mientras tanto, Hermione trabajaba en el Ministerio de Magia, al principio estuvo en el departamento de criaturas mágicas, pero se dio cuenta que debía cubrir una labor mas grande e importante, así que aceptó el puesto que le ofrecieron en el departamento de Seguridad mágica.
No se podía quejar, vivía cómodamente en un suburbio del Londres muggle, pequeño pero acogedor, con su mejor amigo y compañero Ron Weasley. Eran novios, pero ante todo grandes amigos, se querían más, de lo que jamás alguien podría entender.
Era una calurosa noche en la que ambos estaban irritados por haber tenido una tonta discusión, Hermione estaba sentada en el sillón, mientras él miraba por la ventana.
-Herms- dijo parado frente a ella – sé, que últimamente no hemos sido nosotros mismos, lo siento- murmuró mientras la culpabilidad se dibujaba en su rostro
-Tienes razón-. Últimamente las peleas eran más constantes y la convivencia se volvía difícil.
-Sabes, creo que aceptare la oferta de George, viajare a Francia por un tiempo para inaugurar la nueva sucursal en París.
-Espero que todo salga bien- agregó la chica haciendo un intento por levantarse del sillón.
-Creo que es mejor para los dos, ¿no crees? -dijo Ron mientras se acercaba más a ella y tomaba asiento a su lado.
-Un poco de tiempo para reflexionar estaría bien.
-Sabes que te quiero… ¿verdad?- murmuró Ron con una leve sonrisa.
La castaña asintió-Yo también te quiero Ron, pero…
-Shhh- dijo en un murmullo mientras con su dedo sellaba sus labios - Por favor no digas nada, no ahora, prefiero recordar en mi mente estas ultimas palabras-
Hermione se hundió en los brazos de su amado, y así en una escena de lo más tierna se quedaron dormidos.
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Desde aquel día habían pasado ya tres semanas, y no sabia decir exactamente como se sentía, ¿triste o aliviada?
Ron era el mejor hombre que jamás había conocido, y por quien suspiraba cada noche, divertido, tierno, dulce, protector; pero también era celoso, inmaduro, impulsivo, despistado, desconfiado, y terco.
Hermione sabía que no era perfecta, tal vez algunas de sus virtudes que tanto la caracterizaban, en realidad eran sus peores defectos: excesivamente ordenada, juiciosa y racional, metódica, amargada, honesta y quizá aburrida. Lo amaba no tenia ninguna duda, pero a veces la rutina y compañía entre dos personas tan diferentes, podía resultar en una explosiva situación.
oOo
Era una tarde nublada del mes de mayo, cuando salió de compras a un Mall muggle, caminaba por los pasillos mirando los aparadores, tomó el ascensor, perdida en sus propios pensamientos, antes que las puertas se cerrasen un hombre alto, de piel pálida pero bronceada, entró al reducido cajón de metal. Vestía una fina camisa verde y unos pantalones negros. Su cabello rubio lo llevaba corto y pulcramente peinado, y sus ojos grises, la miraron fijamente y Hermione no pudo evitar sonreírle.
Se quedo ahí inmóvil, sintiendo el calor subir a sus mejillas. Un tirón la saco de su letargo. El ascensor comenzó a subir, sumiendo en un silencio a ambos extraños. No podía evitar mirarlo, sus ojos eran dos pedazos de metal atraídos por aquella mirada tan magnética. Fueron segundos o tal vez horas los que el elevador tardo en subir dos plantas. Al llegar a su destino, él fue el primero en salir no sin antes dedicarle una encantadora sonrisa.
De regreso a su casa y con todas las compras en su lugar decidió tomar una ducha y dormir un rato. Soñó con aquellos misteriosos ojos acerados.
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Días después cargada de pergaminos por el pasillo de la Segunda Planta, trataba de alcanzar el ascensor que estaba detenido a uno metros de ella, apunto de marchar nuevamente. Corrió lo más rápido que pudo, aquel día tenía junta con los miembros del Wizengamot.
-Esperen por favor- gritó desesperada, y dando tropiezos entro al elevador y espero a que las puertas cerraran.
Y ahí estaba de nuevo aquel hombre alto, rubio y atractivo, esta vez llevaba una túnica Gris y unas cuantas carpetas en la mano izquierda, y de nuevo como aquel día en el Mall muggle se dedicaron una mirada cómplice. Nadie dijo nada, en el piso siguiente tres magos entraron en el ascensor llenándolo por completo. La caja siguió su recorrido hasta el atrio principal. El bullicio se hizo audible al abrirse las puertas metálicas, todos salieron inmediatamente, hasta aquel hombre rubio que no dejaba de observarla.
En dos ocasiones se había topado con el misterioso chico y nunca se habían dicho nada, era gracioso pensar en aquellas situaciones, pues a ella jamás le sucedía ese tipo de cosas.
Llego a su casa demasiado cansada pero pensando en esos ojos nuevamente, y en sus reflexiones se dio cuenta que él también era un mago, si estaba segura que no lo había visto nunca, ¿por qué le sorprendía tanto?, no lo conocía ¿ó si?
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Salió del trabajo, y si bien podría haber usado la red Flú, prefería caminar por el Londres muggle. El aire era frío y no llevaba más protección que una simple chaqueta. Camino hasta la pequeña cafetería que estaba a unas calles del Ministerio donde algunos magos se refugiaban de las tardes frías y ventosas, degustando un buen café.
Al entrar, una gélida brisa se coló por la puerta y varios rostros la voltearon a ver por un segundo, para luego seguir en sus asuntos. Se acercó a la barra y Loui, el camarero y dueño del local, un señor bajo y de mostacho espeso le sonrió.
-Hace frío afuera- dijo el hombre mirando al exterior- ¿lo de siempre señorita?- le preguntó en tono amable.
-Si Loui, gracias- dijo ella frotándose las manos- estaré en la banca junto al fuego.
Hermione se sentó en uno de los sillones junto a la chimenea. Tomo un ejemplar del Quisquilloso de la mesita contigua y comenzó a leer. Unos minutos después una voz le hablo, sacándola de su lectura.
-Loui te manda esto- dijo un hombre entregándole una taza humeante.
-Gracias- agregó Hermione, levantando la vista hacia su interlocutor.
Sus ojos fueron atrapados inmediatamente, por esos misteriosos ojos grises y esa seductora sonrisa otra vez.
-Puedo sentarme- preguntó con un tono finamente educado apuntando la silla cercana.
-Adelante- contestó mirando al hombre que le parecía conocido y a la vez extraño.
-¿Saliendo del trabajo?- se aventuró a preguntar el desconocido.
-Así es- asintió, y bebió un sorbo de su taza- ¿Qué tal el tuyo?
- Agitado podría decirse- agregó el hombre.
-Si, y este caprichoso clima no ayuda- dijo divertida.
-Es mayo y el viento es gélido, olvide lo raro que es el clima por aquí.
El tiempo voló a una velocidad increíble, charlaron más de una hora de cosas simples, como su encuentro en el ascensor del Mall muggle, y en el ministerio, sobre los cafés y el clima.
Pronto Hermione recordó que aun tenía varios pendientes, el más importante, una cena en casa de los Potter, y por la hora que era, se le estaba haciendo tarde.
Presurosa deposito la taza en la mesilla y busco con la mirada a Loui, este entendió el gesto y asintió a modo de respuesta.
El hombre se dio cuenta de la reacción de Hermione y se puso de pie inmediatamente.
-¿Pasa algo?- preguntó.
-Olvide un compromiso muy importante- agregó, mientras buscaba en su bolso algunas monedas.
-Oh ya veo.
-Es tarde, y, si no llego Ginny no me lo perdona- habló sonriendo, mientras dejaba el dinero en la mesa.
-Yo invito- le dijo gentilmente el chico mientras tomaba el dinero de la mesa y se lo entregaba.
-Gracias-contesto sonrojada- pero no es necesario.
-Insisto- replico sacando de su chaqueta unas monedas de plata.
-Gracias de nuevo- dijo Hermione sonriéndole-un placer charlar contigo.
De pronto ambos se estrecharon las manos y una descarga los invadió. Hermione se marcho enseguida, salió a la calle y se perdió de vista.
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El joven rubio la miraba alejarse. Sonrió ante la absurda situación en la que se hallaba, haber hablado con una persona completamente desconocida sin siquiera preguntar su nombre.
Las últimas palabras de la chica le vinieron de nuevo a la mente
-Es tarde, y, si no llego Ginny no me lo perdona-
Había dicho ¿Ginny? ¿Por qué ese nombre se le hacia tan particular? ¿Por que sentía tanta atracción por ella? ¿Por que se le hacia tan familiar esa mirada?
En dos ocasiones se habían encontrado, primero en una tienda que los muggles llamaban mall, fue en ese lugar donde vio por primera vez, esos ojos que lo dejaron helado. Era una chica alta, de dulces ojos miel, con el cabello castaño trenzado, enmarcando su delicado rostro.
La segunda vez fue en el ascensor del ministerio. Iba cargada de gruesos pergaminos, con una túnica dorada, y el cabello recogido. Ese día descubrió que la chica era al igual que él una bruja.
-Desea algo mas señor- le preguntó el camarero al acercarse a recoger las tazas de la mesilla.
-La mujer con quien platiqué- señaló el asiento vacío frente al fuego-¿la conoce?
-Viene con cierta regularidad señor, siempre después del trabajo-logró decir Loui.
-¿Sabe como se llama?- cuestionó el rubio.
-Hermione Granger – dijo muy seriamente.
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Este capítulo narra un poco sobre la vida de Hermione, que paso después de Hogwarts, y como un encuentro podría cambiarle la vida. ¿Casualidad? ¿Destino?
Perdonen las molestias que pueda causarles el subir de nuevo los capítulos. Mi única intención es hacer más amena la lectura.
Trataré de actualizar mas seguido y de hacer mas largos los capítulos. Son libres de dejarme su opinión, si así lo desean, serán bien recibidas.
Un saludo a tods los que siguen esta historia.
Besos
Leo^^