No puedo creer que esté escribiendo esto, pero bueno. Veamos si aún me resulta.
Disclaimer: Jotaká, soy yo. Volví a robarte tus personajes un poquito, pero sabes que va con cariño.
Su camino parece alejarse cada vez más del mío: lo noto deambular, huir, esconder su mirada en rincones oscuros. Yo lo miro de lejos porque si me acerco su aroma confunde mis ideas y me llena el cuerpo de sensaciones que tengo que rechazar.
Sé que algo trama porque lo noto en el fondo de sus ojos verdes; por eso no me mira, porque sabe que sé leerlo como nadie. Puedo examinar cada una de sus conductas y entender la totalidad de sus acciones.
Él teme. No siempre, no a todo; pero teme. ¿La batalla? Eso apenas lo intranquiliza, sus verdaderos miedos son más profundos.
Yo sé que teme por mí. Por mi vida, por mi salud, por la sombra que camine de mi mano si él ya no está. Sé que teme no poder volver a rozar mis labios con la punta de su nariz, ni contar mis pecas a través de sus lentes.
Yo también temo la mayor parte del tiempo: las veces que nos cruzamos en la cocina y no se atreve a mirarme, las veces que nos quedamos solos en el comedor y noto su cuerpo sufriendo por apegarse al mío.
Pronto se irá, sé que eso es lo que trama y temo perderlo para siempre. Perderlo como si alguna vez me hubiese pertenecido, como si haber entrelazado nuestros dedos equivaliese a firmarnos contratos.
Cuando lo asalto a besos por las noches él no me dice nada, sólo susurra mi nombre con un dejo de culpabilidad mientras dibuja con sus dedos líneas invisibles en mi piel. Yo trato de no pensar en el momento en que no pueda seguir haciéndolo y por eso lo busco cuando las sombras pueden resguardarnos.
A la luz de la luna su mirada sí me mira, y cuando cierro los ojos pareciera que todo fuese tan fácil como decirle no te vayas. Me gusta pensar que si lo dijera, él escucharía mis súplicas y se quedaría; pero sé que recibiría silencios por su parte y por eso nunca se lo digo.
Sin embargo cada noche en la cena antes de irse a dormir, parece suplicarme con la mirada; parece gritarme con cada partícula de su cuerpo ven.
Y entonces, como si no fuese a hacernos más daño, yo siempre voy.
