Capitulo I

-Eres responsabilidad mía desde ahora. El único señor del tiempo que queda –dijo el Doctor, contestando al Amo la pregunta de que iba a ser de él.

-Pero no puedes confiar en él –Jack se alejó del Amo y miró al Doctor, preocupado.

-No. El único lugar seguro para él es la TARDIS –suspiró el Doctor.

-Lo que dices es que vas a encerrarme –se horrorizó el Amo.

-Si es lo que tengo que hacer... –se encogió de hombros el Doctor- Tal vez he estado vagando demasiado tiempo. Ahora tengo alguien a quien cuidar.

El sonido de un disparo interrumpió a Jack, a punto de replicar. Lucy, la mujer de Harold Saxon. Ella no había olvidado todos los horrores cometidos por su marido durante el año que nunca existió. La pistola aun humeaba en su mano. Su cara no mostraba arrepentimiento, pero si cierto dolor. Lo había amado tanto… La bala impactó en el abdomen del Amo, lo que lo hizo doblarse sobre sí mismo mientras la sorpresa se dibujaba en su rostro. El Doctor corrió a su lado y lo sujetó, ayudándolo a tumbarse.

-Ya está, te tengo, te tengo –susurró.

-Siempre las mujeres –bromeó el Amo, con un deje de amargura en su voz.

-No la he visto –aseguró el Doctor.

-Me muero en tus brazos. ¿Estás contento? –su respiración se empezaba a entrecortar.

-No te mueras, no seas idiota, es solo una bala. Regenérate.

-No.

-Es una bala pequeña, vamos.

-Creo que no me conoces tan bien. Me niego – un destello de locura en los ojos del Amo.

-Regenérate, regenérate. ¡Por favor, por favor, regenérate! Regenérate, ¡vamos! –suplicó el Doctor.

-¿Y pasar el resto de la vida encarcelado por ti?

-Tienes que hacerlo, vamos. No puede terminar así. Tú y yo, lo que hemos hecho. Los Achons, recuerda a los Achons y los Daleks! Solo quedamos nosotros, y nadie más. ¡Regenérate! –las lágrimas asomaban por los ojos del Doctor.

-He ganado –esbozó una sonrisa el Amo-. ¡Se detendrán! Los tambores…

-¡¿Vas a permitir que te ganen?! –gritó el Doctor, usando un último truco para intentar salvarlo.

La sonrisa del Amo se congeló. Tragó saliva y miró al hombre que lo acunaba desesperadamente.

-¿Qué quieres decir? –acertó a preguntar.

-Si mueres ahora será por culpa de los tambores. ¿No preferirías seguir viviendo y lograr hacerlos desaparecer? Pensaba que eras el mejor guerrero del universo y resulta que te dejaras ganar por un ruidito en tu cabeza – el dolor remarcaba cada palabra del Doctor.

-Veo por donde vas y es el truco más viejo del ¡muuuuu…! –el dolor se hacía cada vez más insoportable para el Amo- … mundo. No funcionará.

-Lo sé. Pero no has ganado, al final el único que muere eres tú –un brillo de esperanza asomaba en los ojos del Doctor.

-Aléjate de mí –susurró el Amo.

-No, no te dejaré.

-¡Que te alejes de mí, idiota! –gritó el Amo, con las manos empezando a desprender energía.

El Doctor le dedicó una sonrisa de agradecimiento y se alejó rápidamente. Una luz amarilla empezó a salir de las extremidades del Amo, que se puso en pie aullando de dolor.

-¿Doctor, que está pasando? –preguntó Martha lo que estaban pensando todos en la sala.

-¡Se está regenerando! –gritó el Doctor, feliz.

-Una pena, me gustaba mi cuerpo –gritó también el Amo, sonriendo-. Nunca había sido tan guapo.

Justo después de acabar la frase, empezó la regeneración. La energía brotaba de su cuerpo con mucha fuerza, rompiendo los cristales de la habitación. Los familiares de Martha se abrazaron, asustados. Un boquiabierto Jack estrechaba a Lucy entre sus brazos. El Doctor permanecía en pie, rebosante de alegría, con Martha asomando curiosa y prudente tras él.

Al fin la regeneración terminó. El Amo abrió los ojos, que había mantenido cerrados durante el proceso. No era necesario, pero lo hico para concentrarse.

-Estás igual… -murmuró el Doctor- ¿Cómo lo has hecho?

-¿No eres tan listo como pensabas, eh? –sonrió altivamente el Amo.

- Eres idiota –contestó el Doctor, con una sonrisa de oreja a oreja.

El Amo le lanzó una mirada asesina, pero al ver la sonrisa se relajó. No iba en serio. El Doctor se lanzó a los brazos del Amo, feliz. Ya no estaba solo. El Amo puso mala cara, mientras los demás estallaban a risas. Había tenido al Doctor como mascota durante un año entero. Ahora él sería el prisionero del otro. Tres segundos después consideró que el abrazo estaba durando demasiado y apartó al Doctor.

-Bien… - el Doctor se giró hacia los demás- Venid conmigo, os llevaré a casa. Y tú –miró al Amo- no intentes escapar. Jack te atraparía en seguida y no te conviene que te de un escarmiento de los suyos.

El Amo miró a Jack, que le guiñó un ojo mientras golpeaba un puño con el otro, amenazador.


-¡Es más grande por dentro! –gritó Lucy, sorprendida.

-¡No puede ser! –secundó el padre de Martha, de mano de su mujer.

Tish miraba a su alrededor, con los ojos muy abiertos. Jack suspiró mientras recordaba los buenos tiempos en la TARDIS y el Doctor sonrió. Le gustaba tener compañía. Empezó a dar vueltas al panel de control, manejando todos los botones y palancas. El Amo se sentó en un rincón, completamente callado.

-Bueeeeno… -empezó el Doctor- ¿Dónde te dejo, Lucy?

-Eh… no lo sé… en casa de mis padres, supongo.

-¡A casa de tus padres! ¡Allons-y! –Exclamó el Doctor- ….esto… ¿Dónde viven?

El Amo puso los ojos en blanco, mientras Jack estalló en una carcajada. Martha sonrió dulcemente y miró al Doctor con tristeza.

-Al norte de Whitehall.

-Oh, buen sitio –le sonrió Tish, tratando de ser amable. La pobre Lucy debía estar en shock.

-Ya hemos llegado –informó el Doctor-. Despídete, Lucy. No creo que vuelvas a ver a ninguno de nosotros.

Lucy asintió. Después de un año había llegado a crear un vínculo afectivo muy fuerte con la familia Jones, a los que abrazó con todas sus fuerzas. Le sonrió agradecida a Martha por haberlos salvado. Le dio la mano a Jack y saludó al Doctor. Se detuvo delante del Amo. Al notar que lo observaban levantó la cabeza y vio a su mujer delante de él. Por su mirada entendió lo que pasaba. Se puso en pie. Ambos se miraron, incómodos. Nadie en la TARDIS se atrevió a moverse o decir algo. La tensión se podía cortar con un cuchillo.

-Bueno… Esto es un adiós –empezó Lucy.

-Sí…

-Diré que has muerto.

-Vaya.

-Será más fácil para todos.

-Sí, claro.

-… Harry, yo… yo te quería.

-¿Entonces por qué me disparaste?

-Porque yo estaba enamorada de Harold Saxon. No del Amo.

-Ya… Buena suerte.

-Gracias. Adiós, Harry.

Se miraron, indecisos. Beso, abrazo, apretón de manos… ¿Cuál era la opción correcta? El Amo decidió por ella, dándole la espalda. Lucy suspiró y salió de la TARDIS sin mirar atrás.

Nadie dijo nada. El Doctor puso en marcha la nave.

-Siguiente parada. Jack, te toca a ti.

-Oh, claro.

Jack abrazó a la familia Jones y a Martha en particular. Se detuvo delante del Doctor y lo saludó.

-Ha sido un honor.

-Como siempre –sonrió el Señor del Tiempo.

Jack asintió. Entonces se giró hacia el Amo.

-De ti no me despido porque, no te mentiré, te tengo bastante odio. Tan solo te digo que no mereces lo que el Doctor está haciendo por ti.

Le dirigió una última sonrisa al Doctor y salió de la cabina telefónica dando un portazo, decidido a dar por terminada su vida de viajero del tiempo. Oyó desaparecer la TARDIS y sonrió.

-Familia Jones… vuestro turno –dijo el Doctor-. Martha, despídete.

Martha se acercó al Doctor y lo miró, con tristeza.

-Tienes razón, es el momento de despedirme. De ti.

-¿Qué? –preguntó el Doctor, sorprendido.

-No puedo seguir así. Ahora tengo que quedarme a cuidar a mi familia. Después de todo lo que han pasado durante este año… Tienes al Amo. No estarás solo.

-Claro.

-Además, yo siento algo por ti. Y sé que nunca seré correspondida. Debo alejarme de ti y seguir con mi vida. Porque todo este tiempo he sentido que soy un segundo plato, pero, ¿sabes qué? Soy muy buena.

-Muy buena no, la mejor –el Doctor sonrió y la abrazó-. Te echaré de menos Martha Jones.

-Yo también te echaré de menos.

El Doctor abrazó a la familia de Martha. Fueron saliendo de uno en uno de la TARDIS. Antes de salir, Martha le dirigió una fría mirada al Amo.

-Jack tiene razón, no te lo mereces. Tendrás que ganártelo –se giró hacia el Doctor y le sonrió por última vez-. Cuídate.

El Doctor asintió y Martha cerró la puerta de la TARDIS por última vez.

Bueno, es mi segundo fic (el primero sobre Doctor Who) y espero que os guste.