John Sheppard no acostumbraba tocar a los demás o ser tocado. Estar rodeado por cientos de cuerpos en alguna trinchera o barraca, le había quitado un poco de sentido al contacto humano. Podía estrechar la mano de alguien, una palmada en la espalda o un toque ligero en el hombro para con sus subordinados, un empujón para sus amigos, pero en un sentido estrictamente profesional. Pero un contacto con intención…eso era algo que evitaba. Tan pronto un toque duraba un segundo más y estaba a instantes de convertirse en caricia, él se apartaba sonriendo, tratando de no ser grosero bajo la máscara del desinterés.
Y por eso, la urgente necesidad que se le había metido bajo la piel en los últimos meses, estaba sacándolo de balance. Un cosquilleo en la punta de los dedos e inesperados estremecimientos que le ponían la piel de gallina. Ese pensamiento de lo más inoportuno, ¿ que pasaría si beso a Rodney en este momento ?
No fue por eso que una noche salió de su habitación y dejó que sus pasos lo llevaran al laboratorio donde – como siempre a esa hora, entre la media noche y la madrugada – Rodney trabajaba en esos proyectos especiales que requerían su total atención y la ausencia de todo su personal. Estaba aburrido y Rodney necesitaba dormir. Y era eso lo que estaba haciendo. Tenía la laptop cerrada y su cabeza reposaba sobre sus brazos, encima de esta. Una taza de café aun tibio a su lado y su reloj con la alarma puesta para despertarlo en media hora.
Sheppard se le acercó sin hacer ruido. Y su cuerpo, hambriento de contacto, le ganó la batalla a su cerebro que no dejaba de decirle no es correcto, e hizo que una de sus manos acariciara los suaves cabellos cerca de la oreja, que sus dedos recorrieran su nuca y su cuello, que sus labios se acercaran para besar su sien y que su nariz se llenara del olor a shampoo, sudor y metal.
Y entonces Rodney despertó. Sus parpados aun pesados, tratando de abrirlos lo suficiente para entender que estaba pasando, enderezándose despacio.
- ¿ Qué… ? – balbuceó y Sheppard le puso un par de dedos sobre los labios.
- Shh…- Sheppard tomo su rostro entre sus manos, pasando sus pulgares por los labios abiertos de Rodney, que seguía tratando de quitarse la somnolencia de encima. - Rodney.
La urgencia le estaba nublando la mente. No era el lugar ni el momento, pero lo que necesitaba era ese aquí y ahora. Acerco sus labios despacio, hasta que sintió los de él, húmedos bajo los suyos, para apartarse un poco, cerrando los ojos y respirando profundo, sintiendo su corazón latiéndole en los oídos. Se acercó de nuevo, atrapando el labio superior de Rodney entre los suyos, una mano sosteniéndole la nuca, la otra tomándolo por la cintura, poniéndolo de pie y acercándolo a su cuerpo. La lengua sobre su labio inferior, para después dejar besos cortos y suaves de una comisura a otra, oliendo el jabón en su piel, y sintiéndole temblar entre sus brazos.
Rodney abrió la boca y tomó aire para decir algo pero Sheppard no tenía tiempo. Atrapó de nuevo su boca y las palabras se quedaron en la garganta de Rodney mientras la lengua de Sheppard descubría el sabor del café y hacía un mapa del interior de su boca. Se detuvo un segundo para respirar y para mordisquearle los labios, para guiarlo con la mano en su cuello para hacer el beso más profundo. Empujar una pierna entre las suyas y reducir el espacio entre sus cuerpos, dejando que el calor que sentía bajo la piel, quemara la de Rodney.
- Sheppard… - la voz temblorosa y ronca de Rodney lo tomó por sorpresa. Se detuvo, sus labios a unos centímetros de los de él, conteniendo la respiración por un segundo, dándose cuenta de lo que acababa de suceder.
Su mirada se encontró con la de Rodney, los ojos azules muy abiertos, el gesto confundido, los labios enrojecidos e hinchados. Lentamente aparto sus manos de el y con una mirada que era un disculpa, le dio la espalda y salio del laboratorio.
