(A/N): Hace poco leí el libro, seguramente llego tarde, pero no me he podido resistir a intentar escribir algo sobre estos dos. Es un Simon x Baz de varios capítulos. Espero que les guste.

Ninguno de estos personajes me pertenece.


BAZ

Estoy algo nervioso aunque quiero simular que todo está perfectamente.

Mañana hace un año desde el incidente de la capilla blanca que cambió para siempre nuestras vidas.

He vuelto a invitar a Simon a pasar las Navidades con mi familia en casa de mis padres, (la que ahora es su casa), lo sé, estoy mal de la cabeza.

Penelope también le ha hecho la misma oferta, ya que su madre ya no teme tanto que Simon se descontrole y pueda hacer un desastre en su casa, aunque todavía no controla muy bien esas alas y esa cola endemoniada suya. Además, le han visto incluso desnudo, (a ella se le escapó que tuvieron que darle una ducha cuando huyó de mi casa), así que supongo que ya hay confianza para cenar juntos.

Simon ha dicho que lo pensaría y nos daría una respuesta esta noche. Si, a menudo me auto invito a comer o a cenar en el piso que ambos comparten.

Soy consciente de que con la familia de Penelope se va a sentir más tranquilo que con la mía, joder, quemó todo nuestro bosque y la visita del Humdrum absorbió toda la magia de la antigua casa de mis padres. De modo que entiendo que le asuste la reacción de mi familia cuando lo vean, bastante sorprendido se mostró de que aceptaran invitarlo otra vez. Bueno, la primera vez no lo invitaron exactamente.

Es decir, lo más lógico sería que fuera con Penelope, pero por algún motivo quiero que venga conmigo. Sé que va a ser una noche muy dura para él y quiero que sean mis brazos los que lo consuelen, no los de ella.

Además, con lo que me ha costado enfrentarme a mi padre para esto, no me gustaría que hubiera sido en vano.

Aún recuerdo cómo se le descompuso la cara cuando por fin le dije que tenía novio, hace apenas tres días.

Y como le dio un ligero tic en la ceja cuando le dije quién era mi novio.

A pesar de ser alguien que nunca pierde la compostura, (el único aspecto en el que me parezco a mi padre), no pudo disimular del todo su profundo descontento conmigo, juraría que noté como le vibraba algo la voz al contestarme. Como siempre he dicho, le sienta mucho peor que sea gay a que sea un vampiro. Mi madrastra por el contrario, no sé si peca de un exceso de simpatía o es que le parece bien absolutamente todo.


—¿Es algún tipo de broma de mal gusto, Basilton? —pregunta sentado en el sillón del salón.

Yo no bromeo.

—No, padre —imito a la perfección su tono impasible y aburrido, toda una vida de práctica—. Somos novios desde hace un tiempo y me gustaría que pudiera cenar con nosotros —hago una pausa totalmente ensayada—, con mi familia.

Sus ojos me devuelven una fría mirada, pero de su rostro ha desaparecido ya esa ligera crispación que mostraba al principio. Es rápido controlando sus emociones.

A veces parece que el vampiro es él, asusta un poco.

—¿Me estás pidiendo que deje entrar en mi casa al que destruyó nuestro antiguo hogar? —vale, sé que se está cabreando, pero soy tremendamente cabezota cuando me lo propongo, ese rasgo es materno.

—No —respondo con rotundidad—. Te estoy pidiendo que dejes entrar en tu casa a la persona que me salvó la vida y que destruyó a la mayor amenaza que ha tenido el mundo mágico —sé que me estoy arriesgando cuando veo que las aletillas de la nariz se le hinchan ligeramente. Decido no mostrar tanta chulería—. Ha sido muy duro para él, padre, imagina que tuvieras que renunciar a tu magia, además, mató al Hechicero —eso fue sin querer, pero nos benefició a todas las familias antiguas.

Cuando regresé a mi casa después de todo lo que pasó con el Hechicero, convencí a mi familia de que Simon no había sido el culpable de todas nuestras desdichas. Jamás se me olvidará la expresión que puso mi padre cuando le conté que el ataque de los vampiros que me convirtió (y que provocó que mi madre se suicidara), había sido preparado por el Hechicero. Creo que si Simon no lo hubiera matado, mi padre lo habría hecho en ese preciso instante, de la forma más cruel imaginable.

Se convocó un nuevo aquelarre donde las familias antiguas tuvieron un voto muy importante, y nuestra inocencia fue aprobada por unanimidad.

Sin embargo, era de esperar que a mi padre no le hiciera mucha gracia la presencia de Simon, sobre todo teniendo en cuenta que le acabo de dejar muy claro que no voy a casarme con ninguna maga de alta alcurnia.

—Creía que Simon era el novio de esa muchacha —ya veo de donde sale mi capacidad de dar golpes bajos—. ¿Agatha, se llama?.

Era —contesto con simpleza—. Ahora es mi novio.

Decido que ya va siendo hora de terminar con esa conversación

—Por favor, padre —creo que habré dicho por favor dos veces en mi vida—. Pienso pasar las Navidades con él igualmente, ya sea aquí o en mi piso. No le voy a dejar solo en estas fechas —no lo voy a dejar solo nunca.

Mi padre suspira sin apartar de mi su mirada.

—¿Por ese motivo no has querido estudiar en Oxford? —no está empleando un tono acusatorio, pero la pregunta lleva ese matiz implícito.

—Entre otras cosas —ahora entiendo por qué mi madrastra no soporta nuestras discusiones, suenan aburridas pero parece que cualquiera de los dos vamos a saltar en cualquier momento. Ella gira la cabeza mirando a uno y a otro sin atreverse a intervenir, parece que está viendo la final de Wimbledon.

Mi padre me obliga a soportar un silencio de diez minutos mientras piensa una respuesta, no estaba tan tenso desde la primera vez que me pilló fumando.

—Está bien, Basil —descruza las piernas y se incorpora—. Sé que no te voy a hacer cambiar de decisión.

Soy consciente de que se refiere a mi elección de pareja, no a la cena en sí misma.

—Es a quien amo, padre.

Vale, no tenía pensado soltar ningún tipo de cursilería delante de él, pero quiero que comprenda que esto no es un capricho temporal. Estoy enamorado de Simon, lo he estado desde el primer día.

Mi padre simplemente asiente con la cabeza y se retira hacia su estudio, dando por zanjada la conversación. Mi madrastra me lanza una mirada dulce y sonríe, sé que a ella le ha ablandado mi confesión de amor.

—Me encargaré de que cocinen más cantidad para la cena —ella siempre tan correcta—. Recuerdo que tu amigo…tu novio tiene buen apetito —me sonríe de nuevo y se marcha tras mi padre.

Cuando me quedo a solas soy consciente de que he estado aguantando la respiración.


De modo que aquí me encuentro, justo delante de Penelope, recostado en el sofá mientras pienso qué cosas podría regalarle a Simon mañana. El está con el padre de ella, midiendo otro de esos agujeros no mágicos para ver si se ha reducido su tamaño.

La verdad, esperaba que ya estuviera de vuelta, necesito saber cual va a ser su decisión.

Penelope cuelga la llamada, creo que habla con ese novio suyo que tiene en estados unidos, y se sienta en su sillón favorito, a mi izquierda.

—No creo que Simon tarde mucho en llegar —la verdad es que Penelope y yo hemos descubierto que tenemos muchas cosas en común, (ambos somos brillantes), y aunque ninguno de los dos lo admitirá jamás en voz alta, creo que es lo más parecido a una amistad que he tenido en mi vida.

—Mmm —hago como que estoy distraído con el móvil.

—Oye Baz —levanto la mirada, porque sé que va a decirme algo importante—. Aunque Simon decida venir conmigo mañana, eso no significa que no quiera pasar la Noche Buena contigo. No se lo tengas en cuenta —su tono delata su preocupación, sabe que ahora mismo soy una pieza importante en la vida de su amigo y no quiere que me enfade con él y lo haga sentir peor de lo que está.

—Bunce, no tengo once años. Sé encajar estas cosas.

Con mi padre funciona mi tono indiferente. Con ella no.

—Baz, te mueres de ganas de estar con él mañana. Sé que estás preocupado. Yo también lo estoy —odio que me conozca tan bien, (ya dije que era brillante)—. Y realmente creo que formalizar vuestra relación es un gran paso, aunque todo Watford lo sepa ya. Mi madre me contó que no fuisteis especialmente discretos en el baile de tu graduación.

Sonrío ligeramente al recordar ese día, aunque por aquel entonces Simon estaba tremendamente deprimido. Sin embargo, me besó después de varios meses de miradas esquivas y silencios que parecían eternos.

Si algo me caracteriza es la paciencia. Me encantaría haber avanzado mucho más en nuestra relación, joder, estoy desesperado por tener sexo con él, pero Simon necesita recuperarse emocionalmente de todo lo que ha sucedido. Fue muy duro tener que conformarme con el contacto de su mano durante los primeros meses, pero poco a poco hemos vuelto a ser tan cariñosos como los días anteriores a la tragedia.

No obstante, quiero más, yo si estoy seguro de que soy completamente gay. Lo deseo.

—Quiero estar seguro de que no se va a derrumbar —no me cuesta mostrar mis sentimientos con ella, prácticamente tiene que soportarnos todo el día—. Si decide irse contigo te pido que me informes en todo momento de como se encuentra. Y si se deprime demasiado iré a tu casa sin pensarlo, recuerda que puedo entrar.


PENELOPE

Me sigue resultando aún un poco chocante que Baz y Simon estén juntos, pero no negaré que me hace realmente feliz.

Creo que Agatha y Simon interpretaban los papeles de una obra de teatro cuando eran novios. Aquello no era amor, solo cariño y conveniencia, (para los padres de ella, porque a Simon no le convenía nada aquella relación), era lo que se esperaba de ambos. Sin embargo, con Baz es completamente diferente.

Todavía se pelean, no podía ser de otra forma, pero están locos el uno por el otro. Solo tengo que mirar a los ojos de cualquiera de los dos para ver como el amor se desborda a través de ellos.

Es justo lo que a Simon le conviene, ahora y siempre.

Sonrío sin poder evitarlo al escuchar las palabras de Baz en este momento. Está tan preocupado como yo por Simon y eso me complace.

Constantemente suelto alguna burla cuando coquetean delante de mi, pero en el fondo me gusta cuando están cariñosos. Me gusta cuando Baz le dice mi amor o cariño cuando piensa que no estoy escuchando. Me gusta porque sé que cuando me vaya con Micah, Simon se quedará en buenas manos.

—En qué momento permití que entraras en mi casa… —pongo los ojos en blanco, pero sabe que estoy fingiendo.

El sonido de la cerradura hace que ambos guardemos silencio y disimulemos que estamos demasiado pendientes de nuestros teléfonos.


SIMON

Cuando entro en el apartamento no me sorprende encontrar a Penelope y a Baz esperándome en el salón. Habíamos acordado cenar los tres juntos para celebrar nuestra Navidad como estudiantes, antes de irnos a pasar las vacaciones con nuestras familias.

Bueno, con sus familias.

Llevo varios días dándole vueltas a la cabeza a las propuestas de ambos. Por una parte me muero de ganas de estar con Baz, realmente estoy siendo su peor novio, porque aún no he recuperado del todo la confianza en mí mismo. Sé que no le resulto tan atractivo como antes, por mucho que se empeñe en decirme lo contrario.

Odio que sientan pena por mi, pero comprendo que ambos están preocupados.

Mi terapeuta me ha ayudado mucho más de lo que esperaba. Resulta agradable compartir mis traumas con alguien que no está sentimentalmente comprometido conmigo, ya que sé que no va a decirme nada para regalarme los oídos.

A pesar de todo, cada día, tanto Penelope como Baz demuestran que me quieren de verdad. Casi estoy convencido de que no era solo mi magia lo que tanto les atraía. Casi.

El caso es que me gustaría estar con Baz y hacer pública nuestra relación, (aunque ya lo es), de cara a su familia. Poder pasar las navidades en pareja como hacía con Agatha, aunque estoy seguro de que con Baz será muy diferente. Poder besarnos y abrazarnos antes de dormir y también por la mañana, tal y como hicimos en su casa hace un año.

Hace tiempo que tengo asumido que soy gay, al menos con él, porque ningún otro chico me ha resultado atractivo. Tampoco pienso demasiado en esas cosas, solo tengo ojos para él. Se ha convertido en mi mundo y quiero complacerle.

Quiero ser el Simon que le dio su primer beso. Quiero ser el Simon experto que dominaba la situación. Quiero ser el Simon que no le daba tregua a sus labios porque, a pesar de su forma de ser, creo que a Baz le gustaba que yo lo dominara.

Sin embargo, perdí mi magia y mi confianza. Y por ese motivo creo que ya no le resulto tan fascinante como antes.

Según él, estoy equivocado.

Afortunadamente, hemos ido recuperando esos momentos cariñosos que cada vez son más frecuentes.

Quiero comérmelo a besos en Navidad y que se vuelva loco por mí.

Pero, si me voy con él reviviría demasiado los acontecimientos del año pasado. Estaría de nuevo con su familia, aunque en otra casa y otra ciudad, cenando con las personas a las que les quemé parte de su casa. Probablemente me volveré paranoico después de la cena, pensando que en cuanto cierre los ojos volverá a pasar exactamente lo mismo que la última vez.

En cambio, si ceno con la familia de Penelope es menos probable que suceda eso, ya que sería un ambiente completamente nuevo.

Su familia, que me vio desnudo hace un año.

La verdad es que va a ser difícil no tener malos recuerdos, vaya a donde vaya.

Saludo a Penelope chocando los cinco y a Baz con un casto beso en la mejilla.

—Nos has hecho esperar Snow, más vale que sea por un buen motivo.

Me gustaría que estos días me llamara Simon. Quiero sus mimos, no sus comentarios mordaces, pero no se lo voy a pedir, no quiero parecer un cachorro abandonado, no quiero seguir dando pena.

—¿Alguna novedad con los agujeros? —agradezco en silencio la intervención de Penelope.

—Todo sigue igual, aunque algunos magos dicen sentirse menos incómodos en algunos de ellos. Puede que se estén acostumbrando, o puede que el vacío sea menos denso —la verdad es que soy incapaz de reproducir las palabras de su padre, la mitad de las veces no entiendo lo que quiere decir.

—Es absurdo —dice Baz, mientras mira con aburrimiento la pantalla de su móvil—. ¿Sabes cuánto tarda un bosque en regenerarse después de un incendio, Snow?

Lo miro incrédulo, creo que no ha sido consciente de lo que acaba de decir, ¿o si?

—No he visitado tu antigua casa para averiguarlo, Baz —mi voz suena más cortante de lo que me gustaría.

El comienza a reírse a carcajadas. A veces creo que no está muy bien de la cabeza. Todavía no consigo averiguar si su comentario ha sido una pulla o pura casualidad.

—La atmósfera mágica, si llega algún día a recuperarse, dudo mucho que lo vaya a hacer en unos meses —añade convencido.

—Yo opino lo mismo, pero nunca se sabe, creo que hacen bien en seguir investigando —Penelope vuelve a interceder por mí.

—Por supuesto Bunce, pero no obsesionarse por ello —Baz coloca su móvil encima de la mesita y se gira para mirarme fijamente a los ojos—. ¿Qué nos vas a cocinar hoy, Snow? Estoy hambriento.

No estoy muy seguro de si lo ha dicho con doble sentido. Por la sangre, claro. Aunque si lo analizo bien, podría tener hasta triple sentido, si tengo en cuenta el tono sugerente de su voz.

Ese es otro asunto del que llevo preocupado unos meses.

—Se supone que íbamos a cocinar los tres —entiendo que debo acostumbrarme a un mundo sin magia, pero a veces creo que fuerzan demasiado la situación.

—¿Desde cuándo cocinan los invitados? Eres un pésimo anfitrión, Snow —coloca las piernas sobre la mesita, pero Penelope las empuja con las suyas para que las retire—. Además, yo he traído el vino y la sidra para brindar.

Coloca los brazos por detrás de la cabeza, satisfecho de su gran aportación.

Gruño por lo bajo, aunque sé que con sus sentidos de vampiro lo ha escuchado perfectamente. Sin embargo, Baz ha vuelto a recuperar su móvil y tiene de nuevo esa expresión de aburrimiento en su rostro.

—Me voy a duchar —declaro finalmente, sigo siendo un desastre y me ensucio con facilidad—. Podríamos encargar unas pizzas —Penelope enarca una de sus cejas y Baz suelta una especie de bufido por lo bajo—. ¡Venga ya! ¡Es lo que hacen los estudiantes!

Me dirijo al baño escuchando de fondo las risas burlonas de los dos.


(A/N): Fin del primer capítulo, las reviews me animan a continuar así que no sean tímidos ;)