La única vez.

Syaoran observó con atención a la joven que dormía en el suelo, envuelta en mantas de suave algodón. Tenía las manos apoyadas sobre el vientre, los labios entreabiertos y la piel muy pálida.

-Sakura –murmuró con una sonrisa triste–. Voy a recuperar todas tus plumas, ya lo verás.

Con ternura cogió una de las manos de la chica y la acercó a sus labios para depositar en ella un corto beso. Luego la apretó con fuerza contra su mejilla. Estaba fría, fría como el hielo. En ese momento lo hubiera dado todo por poder transmitirle su calor a la joven, de manera que su cuerpo helado se tornase tibio.

Observó fijamente el rostro de Sakura y suspiró. Deseaba con todo su corazón volver a ver sus ojos color esmeralda, tan cálidos y llenos de alegría como siempre los había visto. Quería oírla reír de nuevo, escuchar su dulce voz llamándolo y...

Lentamente se acercó al rostro de la chica y tragó saliva. Sus labios eran finos y aparentaban ser tan dulces... No pudo evitarlo. Sólo fue un roce, pero suficiente para que su corazón se acelerase y las mejillas tomaran un tono rojizo. Se apresuró a alejarse y volvió a apretarle la mano, esta vez con melancolía.

-Aunque nunca recuerdes todo lo que vivimos, yo siempre lo haré –susurró con una triste sonrisa–. Quizás esta sea la única vez que haya podido besarte.

Syaoran se apoyó contra la pared y cerró los ojos. Debía dormir un poco, pues le esperaba un largo día.


Espero que les guste.

Atte: Sandritah