"Capítulo 1"

-Levy-

Me desperté al sentir los fuertes rayos de sol lamiéndome el rostro. Estaba somnolienta por haber estado leyendo hasta tarde. Recogí mis lente de encima de la mesilla y me levanté de la cama. Bajé las escaleras que llevaban a la primera planta, donde una mesa demasiado grande para su utilidad me esperaba con mi desayuno. Bostezando me senté y automáticamente una de las sirvientas se situó detrás de mi y con voz automática dijo:

-Señorita Levy, hoy sus padres no podrán estar presentes por...

-...por asuntos personales de trabajo.-La corté yo sin mirarla.

-Exacto.-Sentenció la chica con esa misma voz de robot. El resto del desayuno fue en silencio.

En mi casa de paredes blancas, lujosas y frías todo era lo mismo. Padres ausentes que se dedicaban a trabajar en el extranjero y que apenas una vez o dos al mes volvían a casa para saludar a su hija y volvían a salir como el viento. Pocas veces se quedaban más de tres días antes de volver a partir por asuntos "personales". Suspiré con desgana subiendo las escaleras. Mi infancia fue desastrosa, con la falta de mis prójimos aprendí a leer y a escribir con un tutor personal que me daba clases durante 6 horas al día. En cuanto supe hacer estas dos cosas comencé a estudiar por mi cuenta. Me encerraba en los libros y pocas salía. A pesar de mi falta de socialización, hice una amiga. Lucy, era una chica sonriente de cabello rubio que siempre llevaba atado. Vivía en el mismo vecindario lujoso y rico que yo pero aún así no tenía el corazón helado y frío de los que lo habitaban. Le gustaba socializar y tenía amigos por todas partes. Me venía visitar a menudo y me contaba los chismes del vecindario. Su madre había muerto cuando ella nació. Por eso a su padre le irritaba y la mantenía lejos de sus aposentos. Para compensar el vacío de una niña casi huérfana le compraba vestidos y juguetes y una sirvienta que siempre la había tratado como su hija desde pequeña. A pesar de tener todo lo que una niña de su edad querría, seguía echando de menos el calor de un padre y de vez en cuando le venía visitar, aunque según me contó todas las conversaciones terminaban en llanto para ella. Ahora que habíamos cumplido 16 años ambas familias habían decidido que acudiesemos a un instituto no muy lejos del barrio. Lucy se había acoplado a las ordenes de su padre pero yo había estado durante varios días firme en mi decisión de no acudir a un centro de enseñanza si todo lo que necesitaba para aprender lo tenía ya. Al fin desistí ante la presión de Lucy y mis padres y no me quedo otra opción que ir a cambio de poder ir andando sin necesidad de una limusina que me hiciese hacer notar delante de los otros alumnos. Y hoy era mi primer día.

El uniforme que me tenía que poner estaba encima de mi cama. Observé un momento mi habitación antes de proceder a la acción de quitarme el pijama; una habitación llena de libros y estanterías, dos grandes ventanales, una mesa de estudio tapizada por las hojas en las que había estado trabajando la noche anterior. Esto no tenía nada de ver con todo el lujo y riquezas que rodeaba el resto de la casa. Me terminé de vestir, puse algunos libros en mi mochila y baje. Delante de la gigantesca puerta de la entrada todos los mayordomos, sirvientas y cocineros se habían dispuesto para despedirme. Les dediqué una triste sonrisa y salí.

Lucy me esperaba en el cruce de la calle, su larga melena atada en una coleta y con una hermosa sonrisa en su rostro. Con su mochila bajo el brazo y me saludo:

-¡Hey! ¿Qué tal todo, Le? ¿Nerviosa por tu primera vez en un lugar con un montón de desconocidos?-me observó, divertida, intentando ver el efecto de sus palabras.

-Te recuerdo que es también tu primera vez-Intente desviar el tema, ella sabía que me ponían nerviosa los lugares donde había mucha gente.

-Ya lo sé Le, pero yo estoy acostumbrada a la sociedad, no como a una que yo me sé-Se rió con su risa cristalina, esa risa había hecho a tantos hombres caer, y tenía tantas historias tristes detrás.

-¿Le? Lucy llamando a Tierra, ¿te has vuelto a enfrascar en tus pensamientos? ¿No has dormido esta noche o qué?-Sonrió pero al ver mis ojeras se dio cuenta que había dado justo en el blanco.-Hay, Le, Le, Le. ¿Cuándo aprenderás a que las noches son para dormir y no para leer todos esos aburridos e indescifrables libros que cubren las paredes de tu habitación?

-Lucy, sabes que adoro todos esos libros aburridos e indescifrables.-Suspire y ella me sonrió.

-Ya lo se, era broma Le-Y me acarició el pelo como si fuera mi hermana mayor. Sonreí.

-¡Ya llegamos! Vamos Le-Yo me quedé un momento parada delante de la entrada con muchas dudas en la cabeza, pero Lucy tiró de mi hasta hacerme entrar.

El lugar era gigantesco, me había estado informando y aquí venían jóvenes de todo tipo; jóvenes desde mi barrio hasta de los mas pobres. El director quería que todos los tipos se mezclaran y por eso lo había hecho publico. Y la verdad es que yo prefería eso a un colegio lleno de niños ricos y repelentes. Me acerqué al casillero que me habían asignado por correspondencia e introduje el número. Puse dentro algunos libros y me dispuse a ir donde estaba Lucy cuando un casillero se cerro de golpe y me choqué contra algo. Me caí y del golpe mi mochila se abrió y se cayeron algunos libros.

-Y yo que no quería llamar la atención...-murmuré para mi mientras comenzaba a recoger mis libros cuando la persona con la que me había chocado comenzó a ayudarme. Puse los libros en mi mochila y levanté la vista para poder ver a la persona con la que me había chocado.

Era un chico alto y robusto como el hierro con el pelo negro, largo y totalmente revuelto que me miraba desde su altura con el ceño fruncido, pero enseguida su cara cambio a una sonrisa que mandaba a sus grandes dientes como colmillos a tomar el sol. Asustada me aparte, murmure un "lo siento" rápido y salí corriendo al encuentro de mi amiga.

-¿Qué fue eso Le?-Me observo con cara medio preocupada y medio divertida. El timbre sonó y Lucy se puso seria.-Será mejor que vayamos a clase-Entramos en clases y fue así como comenzó mi primer día en el instituto.


-¡Vamos Le! ¡Cuéntame quien era ese tío!-de repente a Lucy se le ensombreció el ceño-¿Te dijo o hizo algo malo?

La cara de Lucy me dio un poco de miedo. Desde que éramos pequeñas y al tener padres bastante "alejados" y gustos extraños para nuestras clases sociales solíamos tener de vez en cuando niños insultándonos por la calle y cuando intentábamos hablar con niños de otros barrios ellos se alejaban con miedo o los padres se los llevaban diciendo que "esas niñas son de otra clase social, no hables con ellas". Pero Lucy siempre había intentado protegerme presentándome a niños de nuestro mismo barrio intentando que socializase, pero nunca lo consiguió. Por eso siempre se ponía tan a la defensiva si se enteraba que alguien me había hecho bullying.

-Tranquila, tranquila-le puse una mano en el hombro- Ya te dije que no me hizo nada, ni siquiera le conozco- Intente reirme un poco e intente cambiar de tema.-La primera clase fue bastante aburrida pero la segunda fue más divertida, ¿no te pareció?

-Normal, fueron las presentaciones de las asignaturas- su rostro volvió a sonreir-Pero seguro que será súper fácil para ti, has estado estudiando tu sola durante un montón de años...

Me encogí y rápidamente terminé mi comida, el receso pronto iba a acabar y todavía me faltaba averiguar donde transcurriría mi próxima clase. Lucy era la única persona que conocía de toda la escuela y me sentía mal rodeada de tanta gente que no conocía. Pero lamentablemente habría clases en las que deberíamos estar separadas. Recogí mis cosas, me despedí de mi amiga y me dirigí a los pasillos que me habían asignado. El instituto era más grande de lo que parecía y como no lo conocía bien, me acabe perdiendo. Estaba agobiada por encontrar mi clase, pero decidí descansar un montón de tanto pasillo.

-¿Estas perdida, princesa?-Escuché una voz masculina hablándome.

-¡No me llames princesa! Yo no soy...-Me encontré frente a frente a la misma persona con la que me había chocado unas horas. Un escalofrío pasó por mi espalda al volver a ver sus dientes tan afilados como los de un tiburón. Di un paso para atrás-

-Veo que no conoces bien las instalaciones, normal, este lugar es gigantesco...-se inclinó hacia mi y de entre mis libros cogió mi papel dónde venían mis asignaturas. Frunció un poco el ceño mientras examinaba la hoja-Mmm, biología...-volvío a sonreir. Me volvió a dar un escalofrío- ¡Tengo lo mismo ahora! Ven, que te acompaño.

Me cogió del brazo y me llevo por varios pasillos hasta llegar a una puerta en el que un cartel rezaba "Biología". Sonrió satisfecho y me arrastró con él a la sala. Me había estado arrastrando por los pasillos y me había ayudado como si nada, sin nisiquiera conocerme. Le di un "gracias"rápido y me senté en una de las filas delanteras. Vi por el rabillo del ojo como se sentaba al lado de sus compañeros en una de las filas finales y como se reía a carcajadas con esos dientes que me daban miedo. La campana sonó dando por terminado el recreo. Iba a comenzar la clase.


Di un largo suspiro cuando el timbre que daba por terminada la jornada de clases sonó. Recogí mis cosas y me puse a un lado en la gran puerta de entrada para esperar a mi amiga. Había sido un día agotador. Las tres últimas horas de clase los profesores habían dado mucha caña a los alumnos avisándoles que este año sería uno de los más difíciles y yo seguía con el miedo en el cuerpo. Estaba decidida a adelantarme un poco en las materias que daríamos mañana y así poder prepararme poco a poco.

-Hey princesa, no escuché que me dieras las gracias por ayudarte-la misma voz que me daba miedo. La misma sonrisa. El mismo escalofrío.

-S-Si que lo hice, y n-no me llames princesa-Conseguí decirle. Estaba apoyado hacia mi y me miraba a los ojos con esos ojos tan negros como el azabache.

-Debería tener una linda recompensa por haberte ayudado, ¿No crees?- me cogió por la barbilla y con una sonrisa de ganador comenzó a inclinarse hacia mi.

-No.-Le di una bofetada y le miré desafiante-Lo primero de todo; yo no te pedí ayuda, segundo; yo no soy ninguna princesa.-Furibunda y temblando me aleje rápidamente de allí ante las cabezas curiosas que se habían asomado a ver el espectáculo.

Mientras me alejaba de allí vi por el rabillo del ojo que el se quedaba petrificado tocándose la mejilla. Sonreí satisfecha e intente distinguir entre la multitud la cabellera amarilla de mi amiga.

-!Lucy¡-Grité levantando el brazo. Ella estaba hablando con unos amigos y cuando me vió se me acercó con cara preocupada.

-¿Qué ha pasado? me pareció haberte escuchado gritar, ¿está todo bien?-me sujeto por los hombros y yo le sonreí quitándole importancia.

-Ha sido una tontería, el chico ese me ha empezado a molestar, pero creo que se ha dado cuenta de que no se debe meter con un mcgarden-me sujeté el brazo simulando el signo de fuerza

Lucy sonrió aliviada y volvimos a separarnos en la esquina en la que esta mañana nos habíamos encontrado. Nos despedimos saludando de la mano y fuimos a nuestras respectivas casas.


-¿Cómo le fue el día, señorita Levy?¿Tuvo algún problema?-Sentí un brillo de malicia en la mirada de Wendy al decir estas palabras mientras me quitaba mi abrigo, ya en mi habitación.

Wendy era mi dama personal, aunque tenía apenas un año más que yo. Era una de mis únicas amigas. Crecimos juntas, nos criamos juntas y vivimos bajo el mismo techo, pero claro, con cargos diferentes. Le gustaba que le hablase del mundo exterior, de los chismes que contaba Lucy (aunque a veces yo sabía que se quedaba tras la puerta para escuchar ella misma) y de otras cosas. Aquella mañana Wendy había estado ausente para poder ayudar a su madre a comprar al mercado, sabía que estaba bastante triste pues le hubiese gustado verme marchar.

Mis padres al tener miedo de que si ellos no me vigilaban yo no socializaría encargaron a un asesino en serie y a un espía para que se hiciesen pasar por criados y así poder vigilarme. Esto normalmente iba a quedar en secreto, pero, Wendy, finalmente me confeso que ella misma había sido entrenada para poder asesinar a sangre fría. Era increíble como esa chica tan dulce podía convertirse en cuestión de segundos en una chica sin sangre en las venas. Por eso siempre le emocionaba saber si alguien me había molestado, para saber si aquella noche tendría que darle un buen escarmiento a alguien.

-Tranquila, nada extraño-le puse la mano en el hombro y le dediqué una sonrisa sincera para que mi afirmación fuese más convincente-Y sabes que tu no tienes necesidad de llamarme señorita.

-Jaja, lo sé, es que se me hace automático-me dedicó sus grandes ojos marrones-Y...¡Dime, como te fue el insti! ¡Debes de haber conocido un montón de gente nueva!-le brillaban los ojos al hablar.

-No tanto como piensas-Me reí ligeramente;-Ah podía creer que esa chica inocente que estaba sentada a mi lado pudiese ser capaz de matar a cualquiera si se lo pidiesen.-Fue un día bastante normalito.-Luego recordé la promesa que me había hecho a mi misma para el día siguiente.-Ya te contaré mañana, ahora debo estudiar y lu8ego iré directamente a la cama. Dile a Isa que esta noche no cenaré casi nada.

-Ah-Se desilusionó-Bueno, que descanses, Levy y tranquila se lo diré a Isa.

Wendy hizo su reverencia obligatoria y salió con paso ligero por la puerta.

Estuve viendo y leyendo los libros hasta tarde (para variar) y al terminar me fue a la cama después de comer un poco de la exquisita comida de Isa. Aquella noche tuve un sueño extraño, soñé que miles de bocas de tiburones sonrientes intentaban devorarme.