Lily Evans lo sabía James Potter era un creído, con esa sonrisa de auto suficiencia como si con ello el mundo cayera a sus pies y, prácticamente así era; con aquel cabello azabache que lo hacía verse terriblemente sexy, le dolía admitirlo pero Lily lo sabía, sabía que le estaba sucediendo, se estaba dejando encantar por James Potter, aquel chico que tanto había detestado, ahora estaba comportandose con ella de manera dulce, educada y madura.

Y ella, estaba cayendo.

-Admitelo Evans, te gusto- le había dicho Potter con una arrogante sonrisa pintando su rostro.

-Primero muerta, Potter-mintió.

-¡Te robaré un beso, y lo admitiras!-grito el chico, mientras Lily se alejaba con el corazón latiendole como si en vez de un corazón tuviera una snitch dentro de ella.

Ahora Lily estaba atenta a cualquier movimiento, temía que Potter cumpliera su palabra y si le robaba ese beso comprobaría lo que más temía.

Se estaba enamorando de James Potter.


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