"Déjame tenerlos, Cordera" una y otra vez, cada vez que se encontraban con una presa, pero esa noche todas y cada una fueron para ella. "Nosotros no elegimos" le repitió, por décima vez en el último minuto "tienen que ser ellos".

Lobo lo comprendía, ella lo sabia, pero la parte de Lobo era violenta y brutal y necesitaba la caza.

Estaban lejos ya del mundo consciente, en esa parte del bosque que existía tan solo en la fantasía y pudo ver, sentada en una de las ramas del árbol mas viejo de ese rincón del bosque como la forma fantasmal de Lobo se convertía en algo tangible, como tomaba la forma de un hombre alto y fuerte con una melena negra y una barba frondosa, cubierto tan solo con una capa negra que contrastaba con su piel pálida y hacia resaltar sus músculos. Su mirada era dura, pero cuando sus ojos claros se posaron en ella casi pareció suplicar.

Por un momento ella misma dudo pero finalmente bajo, de un salto y casi pareció volar en aquel momento, sus pies no emitieron un solo sonido al tocar el suelo.

Las enormes manos del otro se dirigieron a su rostro, retirando la mascara y bajo esta, al contacto con las yemas de los dedos del otro surgieron las facciones delicadas y el dulce rostro de una mujer joven, casi una niña, las orejas de cordera y el pelo blanco se tornaron en una larga melena rubia, sus ojos eran azules también, pero mientras que los de él eran los ojos oscuros de un hombre que había visto la guerra los de cordera eran los de una niña que miraba a su primer amor, con dulzura y la inocencia de la juventud.

Lobo tomo entonces sus manos, aun peludas mas animales que humanas, besandoselas y disfrutando del cosquilleo del pelaje desapareciendo bajo sus labios. Cordera acaricio entonces su rostro, despacio mientras las manos del otro viajaban por sus brazos, hombros y espalda haciendo que poco a poco su figura se tornara en la de una joven, en cierta forma muy diferente al otro y a la vez muy parecida.

Finalmente se inclino suavemente hacia ella besándola en los labios con cierta reverencia y susurrando casi sobre estos "entonces... déjame tenerte" ella le miro durante un largo minuto, inmutable hasta que al final respondió "nosotros no elegimos por ellos... pero yo te elijo a ti, ahora y siempre".