Disclaimer: Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, pero la trama es de mi autoría.

ETERNAMENTE UNIDOS

PRÓLOGO: CARRERA

Lo tenía cerca, una presa fácil. El oso dormía en una soledad infinita. Ningún otro animal se atrevía a arrimarse.

Me apenaba pensar que lo atacaría sin que pudiera siquiera defenderse. Pero la garganta me quemaba como si hubiera tragado una gran bola de fuego. Debía hacerlo, era el momento.

Tomé impulso, salté sobre el lomo del oso e hinqué mis colmillos en su cuello. El mamífero emitió un rugido que se hizo cada vez más leve con el paso de los segundos hasta no oírse más que el sonido del bosque y los gruñidos del oso pardo con el que peleaba Emmett.

Al ingerir aquella fresca sangre, mi ardor en la garganta desapareció.

- Discúlpame – susurré mirando los restos del animal, quien forzosamente me había cedido el alimento que fortalecía mis habilidades vampíricas.

- ¡Wow! En verdad eres buena cazando. ¿Tú sola te las ingeniaste para terminar con el oso? No oí chillidos de tu parte – dijo tío Emm, llegando a mi lado.

- No chillé – me defendí – y sí, soy casi tan fuerte como tú.

Sonreí.

- Casi – remarcó – pues te felicito, entonces – me estrechó entre sus brazos con una sonrisa en su rostro – tu padre estará orgulloso cuando se entere.

- Y mi madre se horrorizará.

- Ya lo creo que sí. ¿Deseas volver o te encuentras sedienta aún? – dijo en tono burlón.

- Muy gracioso – espeté con sorna – te reto una carrera hasta la mansión – le desafié.

- Hecho – asintió sonriendo alegremente.

Las hojas de los frondosos y verdes árboles se caían debido al viento producido por nuestra corrida.

Oí el leve ruido de un motor, y luego pude aspirar el característico olor a menta de Carlisle.

- Gané – exclamé triunfalmente.

- Hiciste trampa – se quejó Emmett.

- ¡Abuelo! – corrí hacia él, que me esperaba con los brazos abiertos y una sonrisa en sus labios.

- Hola, pequeña – musitó como respuesta con su melodiosa voz.

- Dile a Emmett quién ganó, tú lo has visto.

Carlisle rió al ver la mueca disgustada de su hijo.

- Es igual de veloz que Edward. Admítelo, hijo.

- Te venceré – murmuró tío Emm mirándome.

Solté una risotada y lo abracé cariñosamente. Nos separamos tras unos segundos y entramos en la mansión.

Espero que les haya gustado el comienzo de esta historia. Pronto subiré el primer capítulo!