2 meses, 12 días y, aproximadamente, 17 horas era el tiempo que transcurrió desde la última vez que la vio. Mucho en realidad.

Dirigió su mirada al cielo y no pudo evitar el suspiro que escapó de su boca. No le gustaba la microscópica sensación de melancolía que estaba empezando a sentir, se encaminaba al que sería su Ultimo Primer Día de Clase. Estaba a tan solo un año de concluir la secundaria y, si bien era un alivio dejar de asistir al instituto, era consciente de que grandes responsabilidades le esperaban al terminar ese ciclo, además de la pequeña sospecha relacionada a su regreso a Suna por órdenes de su padre. La verdad, no recordaba en qué momento la idea de regresar a su verdadero hogar le causaba tristeza, pero creía que la respuesta se encontraba en una bella flor de cerezo.

No pudo contener la sonrisa que se formó en su rostro ante ese pensamiento. Él, Sabaku no Gaara, uno de los chicos más atractivos y populares del instituto Konohagakure (y como es obvio, en un chico de su edad, y con su atractivo, Con una larga lista de chicas en su haber) había perdido hasta el sueño por una niña que ni siquiera se daba cuenta de ello.

En qué momento – se dijo a si mismo mientras reanudaba su camino al instituto.

Le gustaba caminar, era tener la oportunidad de estar solo sin sentirse agobiado, pues disfrutaba del paisaje a su alrededor el cual, según él, era un poco cruel con su persona, pues en Konoha los cerezos en flor se encontraban en todas partes, y lo único que podía hacer al observarlos era pensar en ella. Si bien no le desagradaba la idea, sabía que el pensar en ella no haría que, mágicamente, estuviera a su lado.

Se quedó un momento, de pie, en la entrada del instituto, observando el ir y venir de todos los estudiantes. Reconoció a Neji conversando con Sasuke, entre serpientes se entienden mejor… pensó viendo a ese par juntos. Cerca de ellos, observó a Kiba peleando con Naruto y claro, a Akamaru tratando de interferir en la pelea, algo típico entre ellos. Aun se preguntaba cómo es que permitían la presencia del enorme can en el instituto…, y del lado opuesto a ellos, se encontraban Ino, Tenten e Hinata, quienes habían creado un pequeño círculo entre sí. Solo pudo reír al pensar en la pobre alma que estaba siendo sometida a un minucioso análisis por parte de esas tres, sobre todo de Ino, cabe destacar.

Con un suspiro, como reuniendo valor, ingreso al instituto y se colocó en un lugar que le daba una perfecta visión de la entrada del mismo, recostado en la pared de uno de los salones que el año pasado había sido ocupado por estudiantes de segundo.

No le pasaron desapercibidas las miradas mal disimuladas que le lanzaban la mayoría de las estudiantes de primero, casi podía ver los corazones flotando alrededor de ellas…, ni que Tayuya y Karin trataron de llamar su atención, pero les resto importancia, no era a ellas a las que quería ver, precisamente.

Verifico la hora en su reloj, 6:51 am. Por enésima vez en apenas 40 minutos, suspiró. En realidad, se preguntaba si a esa mujer le gustaba mantenerlo en suspenso o si, en una opción más real, no le agradaba la idea de esperar tanto tiempo hasta que se pronunciara el discurso de bienvenida, lo cual tenía más sentido, pues había notado, en los últimos tres años, que siempre aparecía 5 minutos antes de que la Directora Tsunade pronunciara las ya conocidas palabras que los condenaban a otro año más de clases.

Retiró su mirada de la entrada del instituto y la dirigió al oportuno árbol de cerezo que se encontraba muy cerca del aula donde él estaba. Naruto le había contado que, cuando su grupo (al cual le dieron el nombre de los 12 de Konoha) cursaba primer grado, se les asignó la tarea de llevar una planta al colegio y sembrarla con sus propias manos, obviamente, contando con la ayuda de su profesor asignado que, en ese momento, era Kurenai-Sensei. El cerezo en flor fue plantado por Sakura, la cual alegó, como toda niña inocente (Gaara aún la consideraba como tal), que todo aquel que buscara paz para sí mismo la encontraría observando dicho árbol, pues el cerezo era un ejemplo del renacer en medio de las tempestades.

Regresó su mirada al reloj. 6:55 am. Seguramente no tardaría en llegar…

Enfocó su mirada hacia la entrada y…

Tal como él lo creía, Sakura Senju se encontraba de pie en la entrada, con un semblante que él calificó como Melancólico. Tenía la cabeza alzada, con la mirada perdida en la parte alta del cerezo que se encontraba a unos pasos de él. La vio agachando la cabeza, y por la pequeña y momentánea elevación de sus hombros, supuso que había suspirado. Le preocupó su comportamiento.

Pendiente de sus movimientos, la vio dirigiendo su mirada al frente, y no pudo evitar que una leve sonrisa se formara en su rostro al observar que ella sonreía. Aún se le veía triste, pero su sonrisa era una de esas que te recordaban que, a pesar de lo malo que puede ser todo, existen razones para sonreír.

Finalmente, ingresó al instituto, sin prisa, como quien llega una hora antes de lo acordado. Se veía hermosa. Por lo que podía notar, había crecido, aunque él calculaba que era, por lo menos, 10 centímetros más alto que ella.

También notó que su presencia causó revuelo en la población masculina, y era entendible. Sakura Senju era, por mucho, el mejor partido en el instituto, además de ser la chica más popular del mismo.

Era la mejor estudiante a nivel Nacional (Muestra de que la belleza no siempre está peleada con la inteligencia). Amable, considerada, predispuesta a ayudar a los demás, hermosa en todo el sentido de la palabra. Pero si había algo que destacar de ella, eran su personalidad… y su carácter. Qué mujer.

De todo el tiempo que llevaba observándola, lo único que sabía de ella es que con ella nunca se sabe. Así de simple. Podía ser desde amigable y cariñosa, hasta antipática y agresiva, de un momento a otro. Podía ser el cielo o el infierno. Era totalmente impredecible. Y eso a él le parecía fascinante.

La vio sonrojarse al sentir muchas miradas sobre ella, y no pudo evitar que su gesto le causara ternura y cierto grado de diversión, pues sabía que no le gustaba llamar la atención, lo cual era bastante trágico para ella pues, para su desgracia, tener el titulo de La Princesa de Konoha no ayudaba a que pasara desapercibida. La vio colocarse los extremos de la mochila en ambos hombros cuando escuchó un grito que le resultó bastante familiar…

-Sakura-chan – era Naruto.

Observó cómo la muchacha giraba hacia el lugar donde había escuchado su nombre y notó que apenas fue consciente del momento en el que Naruto la había tomado de la cintura y la elevaba en el aire, mientras le decía que la había extrañado mucho, con tal alegría que no cabía duda de que estaba feliz por verla de nuevo, como si tuviera años de no hacerlo.

No pudo más que negar con la cabeza. Naruto era tan exagerado…

Mientras Sakura sonreía y le pedía, amablemente, a Naruto que la bajara sino quería morir a los 17, se dio cuenta que alguien compartía su punto de vista. Sasuke se dirigía hacia Naruto y Sakura, negando con la cabeza ante la actitud infantil y escandalosa del primero.

Observó cómo, al fin, Naruto bajaba a Sakura, para posteriormente recibir un golpe en el hombro y una sonrisa de ésta y, por el movimiento de sus labios, pudo deducir que le decía que ella también le había extrañado. Naruto sonreía como si le hubiesen dado la mejor noticia de su vida. Enfocó su mirada en la ojos jade nuevamente, hasta que se sintió observado y buscó a la persona causante de ello. No tuvo que girar mucho su cabeza. Sasuke lo atravesaba con la mirada, y era de esperarse. El Uchiha se encontraba enfrente de Sakura y, aunque aún no la había saludado, al igual que él, no perdía detalle de los movimientos que la muchacha realizaba y al parecer, notó que él tampoco dejaba de mirarla.

Le sostuvo la mirada. Él y Sasuke NUNCA se habían llevado bien. En lo personal, pensaba que era un imbécil arrogante. Aunque, para su mala gana, tenía que reconocer que con Sakura parecía ser diferente, cosa que no le agradaba. Además, su repudio mutuo había aumentado desde que Sasuke descubrió su inmenso interés por la pelirrosa, a la cual siempre alejaba cuando lo miraba a él cerca.

Observó cómo Sasuke alzaba una ceja, y dirigía su mirada a Sakura, la cual se encontraba conversando con Naruto, y regresaba su mirada a él, a la vez que hacia un movimiento con su cabeza que señalaba a la ojos jade mientras sonreía de medio lado.

Capto el mensaje, y no hizo más que sonreír mientras asentía.

Ese iba a ser un año realmente interesante.


Espero que les haya gustado. Me harían muy feliz si se toman un tiempo para dejarme sus opiniones. Lo que les ha gustado y lo que no. Gracias!