Lullaby

A él no le gustan los días lluviosos, dice que la estática arruina su peinado y que los charcos que hay en la acera acabarán, inevitablemente por arruinar las prendas de diseñador que tanto cuida. No le gusta caminar bajo la lluvia, nunca he logrado que salga a caminar conmigo en esas condiciones. Kurt odia los días como hoy, y ese disgusto se extiende naturalmente y quizá con más intensidad a las noches de tormenta, como esta.

Por eso estoy aquí esta noche, con él. Duerme plácidamente en mis brazos, sus parpados cerrados suavemente escondiendo de mi vista sus pupilas azules y su pecho sube y baja lenta y dulcemente al compás de su respiración. Aquí estoy yo, en medio de la quietud de la noche sólo alterada por los destellos de luz en el horizonte producto de los rayos y el intempestivo trueno que viene después. El sonido hace que Kurt se acerque más a mí, su cuerpo se repliega más contra el mío. Yo simplemente sonrío y lo aferro a mis brazos con cuidado, tratando de transmitirle mi calor.

No sé si estoy siendo egoísta al agradecer los truenos y desear que esta noche que yo sé que es casi un robo de minutos felices a la eternidad no termine nunca. Lo acerco a mí y acaricio su cabello castaño, es suave, suave como todo él, cae en ondas sobre su nívea frente. Es muy bello cuando duerme, pero aún más cuando sonríe, cuando habla, cuando canta… todo él me parece hermoso, perfecto, tan real e inexplicablemente tan mío… A veces me pregunto por qué a mí, de entre todos los seres del planeta le ha tocado la dicha de tener a alguien como él en sus brazos. Quizá no debería preguntarme nada, quizá sólo debería entregarme sin reservas a este sentimiento que me inunda cuando puedo mirarlo, cuando siento que todo el universo confluye en su mirar celeste, en su sonrisa franca y cálida, o en sus palabras y la manera en la que su cejas se levantan cuando algo le molesta o hace un comentario irónico a alguien haciendo que yo no pueda dejar de reír. Todo en él es un sueño, un sueño distinto que se ha hecho real…

No puedo evitar que un suspiro escape de mis labios al mirarlo ahora, tan pacifico, tan lejano a toda realidad y a todo sufrimiento. Y es que las marcas del dolor que antes le causaran sigue ahí, si bien no he podido borrar todas sus heridas lo sigo intentando: ahí donde otros golpearon, yo sólo dejó caricias y besos, ahí donde se esconde el recuerdo de las palabras terribles, de las ofensas, es ahí donde a donde van a parar mis canciones, mis versos, todo por intentar sanarle… pero ahora, en este momento, en este preciso instante en el que mi calma es casi un insulto a la tempestad de afuera, eso no importa, yo soy su refugio y él el mío. Me siento capaz de todo al sentir en mi pecho su aliento, mi aliento. Ya no tengo miedo, siento que podría enfrentar mil veces mi propio dolor, ese dolor del que huí una vez sólo para volver a encontrarle, o tal vez, fue justamente por eso que lo encontré en mi camino, porque él me ha enseñado el verdadero significado de la palabra "coraje", y es que él es fuerte, a pesar de que ahora yace indefenso y sereno al lado mío tiene la fuerza suficiente para combatir a mil ejércitos y el candor de una mariposa para llenar mis labios con sus besos, para acunarme en sus brazos como ahora yo lo hago, para hacerme soñar en ello como si sólo para ello hubieran sido creados.

"Tengo suerte-me digo- Blaine Anderson, eres el hombre más afortunado y feliz del universo". Deposito un beso en su frente con mucha calma, no quiero despertarlo. Ha sido un día largo y difícil y por demás molesto a causa de la lluvia que no cesó a lo largo de él, siento que se mueve un poco, así que poso mi barbilla en su coronilla, él se calma y suspira en sueños. Me preguntó qué es lo que estará soñando, si acaso soy yo parte de esos sueños. Sonrío, le sonrío a la lluvia que cae con fuerza golpeando la ventana. A mí me encanta poder mirar la lluvia. Los días así siempre han tenido para mí un encanto mágico, un no sé que me anega el alma de alegría. Debe ser por la melancolía que se esconde en el cielo gris ocultando al sol, el mismo cielo que empieza su concierto de agua cayendo y truenos rompiendo en el horizonte. Es música del cielo para mí. Pero ahora, creo que tengo otro motivo para amar las noches de tormenta, y se trata naturalmente de este trozo de cielo que duerme sin sobresalto en mis brazos.

Sin pensarlo, vuelvo a dirigir mis ojos a él y me encuentro con los suyos abriéndose lentamente, volviendo al mundo real de forma pausada, como si no estuviera seguro de querer hacerlo… cuando sus pupilas están ya fijas en mí, él sonríe y un leve rubor cubre sus mejillas.

- Blaine…- oigo que susurra

- ¿Mmmmm? – le digo sin subir el tono de voz

- ¿Qué haces despierto aún?- dice sin soltarse de mi abrazo

- Miraba el cielo- le digo sonriendo

- ¿el cielo?- dice él sin comprender- pero sí es horrible, mira todos esos rayos y los…

Un trueno interrumpe sus palabras y él esconde su cara en mi pecho. Odia los truenos, pero yo estoy aquí para alejar ese temor. Siento que mi pecho fue creado para protegerlo y cuidarlo por siempre.

- Shhh- le digo abrazandolo con fuerza- es mejor que vuelvas a dormir, a esta tormenta le quedan aún muchos truenos.

- Ya no puedo volver a hacerlo- me dice- hay mucho ruido, el agua que golpea el techo, el viento…odio las tormentas, Blaine.

Sonrío sin poder evitarlo. Mi valiente odia las tormentas, los truenos alteran sus nervios. Ojalá pudiera yo detenerlos, hablar con las nubes y decirles que Kurt necesita dormir, que ya ha sido demasiada música por una noche. Pero sé que es imposible, yo puedo rogar todo lo que quiera sin obtener más que una indiferencia feliz por parte de la naturaleza. Ojalá al menos mi voz fuera lo suficientemente fuerte como para acallar el sonido del trueno, sofocarlo y…

- Inténtalo – le digo- cierra tus ojos y vuelve a soñar

- Pero el trueno- insiste él- son esos truenos tan molestos los que …

- Good night my angel, time to close your eyesand save these questions for another day…-comienzo a cantarle- I promised I would never leave you,and you should always knowwherever you may go,no matter where you areI never will be far away…

Él sonríe instantáneamente y parece que se ha olvidado de que los truenos existen. Se acerca más a mí y deposita un beso dulce y suave en mis labios. Yo olvido la melodía y escribo en su boca una sonata lenta, pausada, que desea ser eterna. El beso se prolonga por un largo rato que no admite las ideas de tiempo u oxigeno. Sólo somos el y yo, el cielo aún canta con furia pero tal parece que en nuestro propio mundo todo es silencio y magia, pareciera como si estuviéramos a miles de kilómetros por encima de las nubes de tormenta, allá donde el cielo es siempre azul. Cuando se separa de mí, de forma pausada, me abraza de nuevo y sonriendo se acomoda nuevamente entre mis brazos.

- Sigue cantándome- me dice- esa es mi canción de cuna favorita.

Antes de proseguir con su petición lo beso de nuevo rápidamente y le sonrío. El corresponde y cierra sus ojos cuando mi voz comienza a tejer su canción nuevamente:

- Goodnight my angel now it's time to dreamand dream how wonderful your life will be.Someday your child will cry and if you sing this lullabythen in your heart there will always be a part of me…Someday we'll all be gonebut lullabies go on and on,they never die that's how you and I will be…

Termino de cantar y él ha caído bajo el hechizo de Morfeo nuevamente. No pude detener a las nubes que por demás siguen haciendo su concierto sin importarles el mío, pero al menos hice que su poder no fuera igual que siempre. Yo haría todo por Kurt. Todo.

Vuelvo a mirarlo y me siento tentado a no dormir sólo para poder contemplarlo. Pero él a su manera me regala una canción de cuna para que pueda acompañarlo al país de los sueños: es mi corazón latiendo al compás del suyo, es su respiración pausada, el recuerdo de sus labios en los míos…Todo él, de pies a cabeza, es una canción de amor para mí…