Su esposo la observaba extrañado.

La niña de quince años, de largo cabello azulado y mirar castaño, sonreía divertida por la desafinada entonación de su madre.

Otra niña de trece años de cabello oscuro y mirar castaño, de tez pálida y un aire solitario, parecía demasiado concentrada en distinguir en la comida las verduras verdes que no eran de su agrado, separándolas del resto dejándolas en un costado.

El niño de cuatro años de oscuro cabello y mirar grisáceo, de sonrojadas mejillas y dulces facciones, parecía contagiado por la alegría que su madre desprendía y movía la cabeza de un lado a otro al compás de sus letras y melodía, apenas distinguibles en el escaso talento vocal de su madre.

-¿Se puede saber por qué estás tan feliz, Akane?- preguntó Ranma, apenas la mujer se acercó para llenar su plato.

Akane no contestó de inmediato. Primero se sirvió su plato y luego se sentó en su sitio de siempre, conversando aún la pequeña sonrisa observó largamente a su marido cuestionándose si realmente debiera contestar con la sinceridad debida o eludir el tema, pues aún los recuerdos dirigidos a 'ese nombre' se conservan vivos en su memoria así como también las confesiones de su marido días después de su matrimonio... ¡Vaya, que es celoso ese hombre! , acalló una risilla misteriosa que fomentó la curiosidad de su marido todavía más, y seguidamente se decidió por hablar, después de todo es su marido y las mentiras sobran; no hay razón para esconder la verdad, después de todo tarde o temprano se enteraría.

Apoyó un codo sobre la mesa y apoyó su mejilla en la palma de su mano, sonriendo a su esposo de un modo que a él le pareció encantador.

-¿Recuerdas a Shinnosuke? - no esperó la respuesta de él, y agregó emocionada- ¡Pues viene de visita a Nerima! ¡¿No crees que es grandioso?! , me dijo que se hospedaría en un hotel, pero ya sabes lo olvidadizo que es él, así que que cuando salga de seguro se olvidará del hotel en que se hospeda, y si no es así olvidará su cuarto, las llaves, ¡Cualquier cosa! Me tiene muy preocupada - lanzó un suspiro, y luego como un flechazo de luz cruzó por su mente la siguiente idea que inconscientemente salió de sus labios - ¡OH! , ¡¿Qué tal si lo invitamos a quedarse aquí?! , Hay muchos cuartos disponibles, así estaré más tranquila... ¿EH? , ¿Qué pasa, Ranma? ¿Tenía algo mal la comida?.

Ranma tosía. Se había atorado con granos de arroz, pero es que... ¡¿Su esposa no podía decirle aquello en otro momento?! ¡¿Y así de esa manera, además! Tan...casual, con tanta alegría, ¿Acaso no le había dejado en claro lo difícil que fue para él aquella ocasión en que -empujado por las exigencias de su ahora suegro- fue a buscarla a Ryugensawa?! , ¿Había hecho algo mal tal vez para que su esposa se vengue de esa manera?!.

Akira, el hijo menor, observaba divertido cómo su madre le daba a su padre "golpecitos" en la espalda, y aprovechando la situación, limpió sus manos sucias con el mantel por el lado reverso que colgaba a los costados de la mesa. Hábito que había adquirido desde hace algunos meses cuando descubrió que la aspereza del mantel era mejor que la suavidad de la servilleta. Su madre le había regañado en varias ocasiones, pero a veces, cuando ella se despistaba, disfrutaba todavía de aquel contacto secreto.

Ranma se había puesto nervioso.

-Esto..., creo... ¡creo que debemos conversar mejor el asunto! - dijo al fin, antes de beber un poco de agua.

Kasumi -llamada así en honor a su adorable tía con la esperanza de que de ella heredara su gracia y dulzura- deslizaba la mirada de un lado a otro de su padres, y con el ceño entrecerrado preguntó:

-¿Quién es el tal Shinnosuke? ¡Mamá, sabes que detesto a las visitas!

No, nada heredó de su dulce tía, mas bien heredó el mal carácter de su madre.

-Es un amigo mío de la infancia. El vive en un sitio muy extraño de animales gigantes y cuando pequeña me extravié ahí, entonces él me salvó. Desde siempre le he estado muy agradecida- explicó con una pequeña sonrisa.

Ranma tosió un poco más, y volvió a beber agua esta vez, acabándose todo lo que quedaba en su vaso. Acto seguido se llevó a la boca una buena porción de comida.

-¿Animales gigantes? , ¡Vamos, mamá, no juegues! Esas cosas no existen - rió Kasumi, negando con la cabeza.

-¡Ja! - intervino su padre, con comida en la boca- Es que no existías cuando tu madre y yo eramos adolescentes, ¡Todo era posible!

-Traga y luego hablas, Ranma - lo reprendió Akane.

Noriko levantó la vista por primera vez de su plato.

-Mamá.

-¿si? - alzó ambas cejas, dirigiéndose a su hija de al medio.

-¿Me pasas la salsa de soja?

Akane buscó con la mirada la salsa, y se la entregó seguidamente.

-Pero..., ¿Y si viene donde dormirá? - preguntó Kasumi, todavía molesta por el posible inquilino.

-Hay varios cuartos y...

-Kasumi - la interrumpió su marido- Aún no se ha decidido que venga a quedarse aquí. Todavía hay que conversarlo con tu mamá.

-Si mamá quiere que se quede entonces se quedará- intervino el pequeño Akira con la cuchara llena a medio camino- Papá obedece en todo a mamá, así que de seguro se quedará- y luego se metió a la boca la cuchara.

-¡Oye! - exclamó Ranma apuntándolo con los palillos- ¿Por qué dices eso?!.

-Tiene razón, papá - indicó Kasumi divertida.

Akane sonreía satisfecha de que así fuera.


Dos días más tarde...

-Sabía que vendría - musitó el pequeño Akira, sentado en el sofá con sus pies que no alcanzaban el suelo. Estaba bien vestido, recién bañado y olía a una fragancia nueva que su madre había comprado para él- ..., pero no entiendo porque mamá me vistió como para navidad.

A su lado, su segunda hermana lucía completamente indiferente al presente. No vestía de un modo inusual, porque ella siempre prestaba suma atención a su apariencia. Se bañaba todos los días, se encargaba de oler bien a cada momento y era muy quisquillosa para comprar ropa. No era especialmente femenina, pero sabía escoger los conjuntos y colores apropiados para lucir bien.

Era muy madura para su edad, y aunque hablaba poco, y parecía ausente casi la mitad tiempo, comprendía cada situación que se presentara, y por supuesto, que aunque nadie le había dicho nada, comprendía el motivo por el que su padre había estado todo el día de malhumor y por qué su madre ya no le dirigía la palabra.

-Ese amigo debe ser muy querido por mamá- soltó de pronto, Noriko- Así que debes comportarte bien, ¿De acuerdo?.

El pequeño la miró y sin comprender del todo la tensión en la casa y la seriedad de su hermana, asintió.

-¡Pero mamá! - se oyó de pronto en el segundo piso.

Noriko soltó un suspiro y se apoyó en el antebrazo del sofá.

-¡Ya te dije que no irás!

También comprendía aquello.

Su hermana mayor había sido siempre caprichosa y manipuladora, gustaba de salir a fiestas y conocer muchachos, por otro lado sus calificaciones en la escuela no eran precisamente buenas.

Sabía que aquella noche habría una fiesta en cada de alguien muy popular de la escuela. No recordaba el nombre de esa chica, pero sabía que su hermana había sido invitada, y no porque se lo haya comentado. La había escuchado hablar hasta tarde por teléfono sobre la fiesta de esta de noche, y de un tal Bosh,...¡Qué venga a saber a quién corresponde tan ridículo apodo!.

Seguramente el berrinche de arriba, ha de ser porque solicitó el permiso de salir y su madre no se lo concedió.

En el salón entró su padre, ahuyentado por los gritos del segundo piso.

Sonrió con incomodidad a sus dos hijos y se sentó frente a ellos en el sofá individual. Lucía agotado, en su mirar grisáceo se podía percibir toda la intranquilidad acumulada en el alma.

-Oye papá, ¡mira como me vistió mamá! , y yo que quería entrenar hoy contigo -habló el pequeño, bajándose del sofá para correr a los brazos de su padre, quién lo tomó en brazos y lo sentó en un sus piernas.

-Claro que practicaremos. Lo haremos esta noche, ¿Te parece?- le sonrió.

Akira asintió con la cabeza y rió levemente acariciando el rostro de su padre.

Noriko, comentó: Tú y Akira se parecen mucho papá. El sacó tus ojos.

Ranma le sonrió a su hija.

-Es verdad- admitió- Tu abuelo siempre lo dice cuando lo ve.

-¡Yo quería heredar el color de tus ojos también!- dijo Noriko, con una sonrisa de resignación.

-¿Qué dices?, pero si tus ojos son muy bellos también. Tienes los ojos de tu mamá.

-Son muy comunes- frunció le ceño levemente.

-Pues, para mí son únicos.

Noriko le sonrió agradecida.

Su padre era un gran hombre, un gran artista marcial y un gran padre. Se daba cuenta de cómo las mujeres volteaban para cuchichear cada vez que lo veían, ¡de cómo algunas incluso le coqueteaban estando sus hijos presentes! , y él siempre las rechazaba, de tal modo que no pareciera un rechazo, seguramente tenía experiencia.

-¡Ranma! - exclamó su madre nada más aparecer en el salón.

Su esposo la miró de un modo sarcástico y agregó: ¡Vaya, hasta que me hablas!.

-¡Ve a hablar con tu hija! - exclamó ella, apuntando a la puerta- Insiste en querer ir a esa dichosa fiesta.

-¿Y por qué no la dejas ir?- preguntó Ranma sin saber exactamente el punto que tanto molestaba a su esposa.

-¿Sabes siquiera donde es?! - exclamó la mujer, sentándose a su lado. Notablemente preocupada- Es al otro lado de Nerima, ¡Quién sabe qué habrá en la fiesta! , y es casa de la hija de los Kasuya. Vi a esa niñita la otra vez y me parece que...

-Akane ...- comenzó a hablar Ranma poniendo una mano sobre su hombro y mirándola fijamente, le sonrió- Tranquila. Kasumi no es tonta, sabe cuidarse. Creo que de verdad llegó a la edad en que desea más independencia, y debemos dársela, Akane. Yo la puedo ir a dejar e ir a buscar.

-Esa amiga suya...

-Ella sabe decir que no- la interrumpió- Siempre le hemos enseñado esas cosas, es momento que veamos qué tan bien lo hicimos, ¿No crees?.

Akira se bajó de las piernas de su padre y fue tomado de la mano por su hermana para salir de ahí, pues había percibido el aire de complicidad que se armó en la pareja.

-Sí, supongo que tienes razón ...- respondió Akane, tras un rato- aunque nosotros vivimos nuestra adolescencia perfectamente bien sin ir a fiestas, ni nada.

Ranma soltó una carcajada ante aquellas palabras, y besó a su esposa dulcemente en la mejilla, y luego la abrazó. Akane acomodó su rostro en el pecho de su marido y se sintió agradecida de compartir ese momento con él, de aspirar su aroma y sentir su calidez tan reconfortante.

-Es que nuestras vidas fueron distintas, Akane. Lo sabes- besó los cabellos de su esposa, y agregó - perdón por haberme enfadado contigo. Todavía conservo viejas inseguridades.- dijo refiriéndose al asunto concerniente al futuro inquilino.

-No deberías. A ti es el hombre que escogí y te amo Ranma, porque me aceptaste tal cual soy... -susurró - A pesar de que no soy muy femenina y al comienzo no tenía cualidad alguna en la cocina, o cualquier cosa que una ama de casa debe dominar.

-Pero aprendiste a cocinar al final- sonrió.

-Sí, pero te costó varios dolores de estómago al principio, ¿Recuerdas? - contestó riendo entre dientes.

-¡Cómo olvidarlo!- exclamó, admitiendo internamente que el sólo recordar aquellos días el dolor volvía.

La apretó más contra sí, y dijo:

-Oye Akane...

-¿Sí? - con una sonrisa.

Separó sus labios y los volvió a unir, antes de decidirse por hablar:

-No me dejarás por Shinnosuke, ¿Verdad? , es decir, y...y yo sé que él te salvó cuando pequeña, ¡pero yo te he salvado muchas veces!

Akane se separó del regazo de su esposo, y acarició su rostro mirándolo dulcemente. Y ya no lo vio en aquel instante como el hombre maduro de treinta y cuatro años que es, sino como el adolescente celoso y orgulloso que fue una vez, hace mucho tiempo.

-Sigues siendo el mismo adolescente de en ese entonces, ¿no? ...- suspiró con la nostalgia de quién añora y trae al presente viejas memorias del pasado.

Ranma se sonrojó y sonrió todavía avergonzado.

-¿Qué dices, marimacho?- con el ceño fruncido, fingiendo molestia.

Akane rodea el cuello de su esposo y lo besa en en los labios, se retira para mirar fijamente a ese mirar grisáceo que desde siempre la cautivó y lanzó un sincero: Te amo, Ranma Saotome; que le surgió del corazón.

Y ahora fue Ranma quién la beso, sin embargo con mayor vehemencia y pasión que ella.

Akane puso sus manos sobre el pecho de él, alegando entre dientes: Ranma... detente por...porfavor... estamos en el salón y...

No obstante su desobediente esposo parecía no escuchar sus palabras, estaba demasiado ocupado dando a sus leves mordicos a su labio inferior.

¡Ranma, ya! ; y lo separó de golpe.- ¡No es el lugar!.

El hombre suspiró , sonrojado por la excitación del momento y le sonrió con resignación.

-Tienes razón, lo siento, pero tú comenzaste.

Akane se acercó a su oído y le susurró:

-Lo seguiremos esta noche, ¿Qué dices? - seguidamente lo besó en la frente y se levantó del sofá para abandondar apresurada el salón, sin lugar a dudas, bastante acalorada.

Ranma se quedó mirando la puerta por donde salió su esposa algunos segundos atrás. Sonriendo de oreja a oreja ...

-¡Por cierto! - exclamó su esposa asomándose nuevamente al salón- El vuelo de Shinnosuke llega en una hora más, así que en media hora tenemos que estar todos en el auto- y volvió a desaparecer.

La sonrisa de le desvaneció, y recordó por qué estaba de tan mal humor antes.

Continuará...