Disclaimer: Ningún personaje es mío, son todos de Hoshino Katsura.
Pareja: Tyki x Lulubell.
Título: O Puma.
Resumen: Ella era mutismo. El silencio que siempre le molesto.
Reto: Mes de apreciación: Lulubell Marzo 2018.
Foro: Resurgiendo entre las cenizas.
Advertencia: Tocando temas un poco tabú.
Advertencia dos: El reto ya se terminó, sin embargo aún quería presentarlo.
Notas: El fic es un Au. Los Noah no están relacionados por lazos de sangre aquí. Otro punto, los drabbles son continuos.
Rated: M.
Uno
Para este punto, él ya no debería estar enojado.
Sus ojos cafés —muy oscuros— le veían cada que entraba al cuarto. No le saludaba, no le decía ni una palabra y esperar una charla era absurdo. Ella jamás le había dedicado una sonrisa o alguna mueca diferente a la de ahora; su rostro parecía tranquilo y no denotaba siquiera alguna emoción. Su postura erguida, sus manos juntas por encima de sus piernas.
Quién sea que la viera, pensaría que podría ser la dueña del lugar —tan pulcra, tan elegante— o alguna ejecutiva perdida, pero Tyki, que había pasado por este lugar muchas veces, supo que ella no era más que una trabajadora.
Los ojos de ella, la Puma, le seguían como si fuera su presa. Su mirada le seguía en cada movimiento, en cada respiro.
Mikk no estaba molesto por el silencio, aunque al principio intentó regalarle una media sonrisa traviesa. Sabía que la mujer con la que se encontraba era muy seria, que no dejaba su faceta de tranquilidad y seriedad por más que se intentara. Así que él siempre jugaba a lo mismo que ella, no cambiaba mucho su expresión, no decía ni una silaba y sus ojos también le seguían a cada paso.
Tanto Mikk como la Puma, jugaban a un juego llamado la indiferencia. Aparentando que fuera la primera vez que se veían, que nunca antes habían llegado al clímax al mismo tiempo. Que tan solo era una trabajadora sexual y su cliente.
La Puma se levantaba de su asiento y daba algunos pasos para acercarse a él, sus caderas se balanceaban mientras lo hacía y Tyki, como era de costumbre, tan solo la veía hasta que estuviera muy cerca. La agarraba de las caderas, le besaba y acariciaba su cuerpo, su trasero, sus pechos.
El traje que ella llevaba no era muy erótico, pero a Mikk le había llegado a fascinar despojarle de su saco, camisa y toda esa basura refinada. Le gustaba volver a verla desnuda, le encantaba saborear sus besos y sus toques.
Adoraba verla apretar los labios para no dejar escapar gemidos, arquear la espalda cuando la penetraba y como sus ojos brillaban al verlo, sus orbes cafés se llenaban de lujuria y le susurraban una y mil veces que no parara.
Mikk la quería, la quería tal y como la había tenido mil y un veces. Amaba tenerla gimiendo debajo de él, clavándole sus uñas en un momento de dolor y placer, y, sobretodo, amaba cuando al final de toda esa sección ella caía en la cama y por unos momentos no prestaba atención al dinero.
¿Qué tal?
