A/N: ¡Feliz día de San Valentín, mis corazones de melón! (ups, me equivoqué de lugar :P, pero no importa). En honor al día del amor y a la amistad, he decidido escribir una historia corta de amor y acción sobre mi OTP: Raikim (¡la mejor pareja de Duelo Xiaolin y del universo de las comiquitas, se ha dicho!). Sí, ya sé, tal vez debí haber escrito un fic sobre la linda amistad que une a los Monjes Xiaolin, pero no, señores, no. Para los que no saben o se les olvidó, les voy a dar una reseña pequeña del origen de este día: Valentín era un cura romano que vivió hace miles de años y concertaba matrimonios entre parejas en secreto (creo que eran entre soldados del ejército y sus parejas ¿pero por qué en secreto? Porque supuestamente se decía que los solteros rendían mejor que los casados puesto que ellos tenían que dedicarse a su esposa e hijos y descuidaban lo que hacían, y creo que prohibieron a los hombres que entraban en el ejército casarse, sin embargo, este cura arreglaba los matrimonios de los soldados a escondidas, concertando la feliz unión de la pareja). Pero como siempre hay un chismoso que la caga todo, se descubrió lo que hacía y lo mataron por eso este día precisamente. Desde ese entonces, se celebra el día de los enamorados en memoria de este hombre. Qué tierno. Y bueno, ya que estoy con esto de los especiales (primero el de halloween, luego el de navidad, uno en conmemoración al santo de Raimundo y ahora por el día del amor), quise hacerlo. Últimamente esta semana se me han ocurrido montones fics de Raikim (este año es de Raimundo y Kimiko, señores). No sé si se van a convertir en fics o historias cortas como esta, pero por el momento de las 7 que se me han ocurrido, solo dos tengo idea de cómo desarrollarla y esta es una. Si ustedes no conocen sobre quiénes son Bonnie y Clyde, perfecto, lo conocerán a través de mi fic. Para los que sí, esta es una adaptación libre (sigue un lineamento vagamente parecido, pero hay escenas incluidas por mí y obviamente busqué una manera de que todos los personajes interactuaran y a su vez, que Raimundo y Kimiko sonaran como ellos, porque a mí me gusta lo dramático) y aquí mis razones mientras leía sobre la biografía de dicha pareja porqué la semejanza:

Bonnie Parker: Descrita como una mujer inteligente y agradable, pero de carácter fuerte fue una joven atractiva, pequeña (media 1.50 m). Además, ella perdió a su padre y se crió sola con su mamá (a Kim le sucedió al revés, y tuvo a dos hermanos, Kimiko tuvo una sola conocida en la serie de Xiaolin Chronicles)

Clyde Barrow: Fue el sexto de siete u ocho hermanos de una familia extremadamente pobre. Clyde se negó a hacer trabajos convencionales que se cortó con un hacha dos dedos del pie derecho para no tener que trabajar (aunque claro, Rai no ha llegado a esos extremos de pereza). De físico no se parecen mucho, sin incluir el pelo castaño claro.

Yo cuando leí esas partes me quedé como: ¿Ya va, es en serio? O el tipo que lo escribió es fan del Raikim o es verdad, y a través del vídeo de Britney Spears como su cancioncita: Criminal (mi tema favorito de ella), nació este fic. Cuando terminen de leer, voy a hablarles con más seguridad de por qué esta pareja (es que no quiero arruinarles la sorpresa a quienes no conocen la historia de Bonnie y Clyde :DDDDD). Los demás personajes de Duelo Xiaolin contribuyeron a la historia generosamente, nos ubicamos en la época contemporánea, Raimundo y Kimiko tuvieron unas actuaciones excelentes (para un Oscar, o sea), ¿qué más? ¡Disfruten de la historia! ¡nos leemos al final!


Como Bonnie & Clyde

-Parte I: Nuestra historia de amor-

"Querido diario, el día que más temía ha llegado finalmente. Desde el principio sabía que este día llegaría, pero no tan de repente. Aún no me siento preparada para enfrentarlo, antes faltaban meses, ahora horas y en cuestiones de tiempo, solo restarán minutos para que se trace mi destino. No hay religión que pudiera salvarme. No importa cuántos segundos me lleve estar hincada de rodillas. Hoy es mí fiesta de compromiso con Jack, esta noche ante una masa de gente aristocrática pedirá mi mano en matrimonio, ya nuestros padres están fijando la fecha de nuestro casamiento, estipulo que no será menos de un año. Debería estar feliz. Pero no lo estoy ya que este compromiso tan solo significa la unión de nuestras empresas: Electrónicas Tohomiko y Empresas Spicer. Muchas veces he tratado de conversar con mi padre, pero me falta el valor para hacerlo. A veces me detengo a meditar y a pensar que quizá sea la mejor elección para mí, tal vez no únicamente para la empresa, Jack es un chico agradable en lo que me concierne (tan solo he intercambiado unas palabras en escasas oportunidades), sin embargo, no lo amo. Y ciertamente, ¿qué otra opción tengo? Cuando papá abdique de su puesto, yo tendré que sucederle, esa es la tradición. Hasta me avergüenzo de mí misma. Me he convertido en esclava de las costumbres, del que digan en la sociedad y si no es como yo esperaba, si no sucede o, más bien, dejo que suceda y me case sin amor. No habrá más luz del sol, no habrá cielos claros, al igual que las nubes mis ojos harán lo mismo y todos los días lloverá y lloverá, nada más me quedarás tú, mi pequeño diario. Estoy tan asustada...".

Mayo, 01-13

-¡Kimiko! ¡Kim! –cierro el libro rápidamente. Me bajo de la baranda de la ventana, simulo ocultar mi pequeño diario. La voz de mi padre pulsa como un eco en los pasillos. Se asoma por la esquina y se da la vuelta, corre hacia mí.

-Hola papá, ¿me buscabas?

-Kimita, cariño, ¿todavía no te has arreglado para tu fiesta de compromiso con Jack? Faltan cuatro horas y ni siquiera te has bañado. Nadie te había visto durante toda la mañana, ya me estaba preocupando.

-Lo siento, no me di cuenta de la hora. Quería estar sola.

-Deberías dejar desligarte un poco de ese diario, Kimita, últimamente te he visto aislada del mundo. Ya ni siquiera hablas con Keiko o conmigo.

-No te preocupes, no es nada serio, solamente me gusta escribir. Voy a prepararme para la fiesta, te prometo que estaré ahí en menos de lo que lleguen los invitados –le aseguré.

Papá me había comprado un vestido especial para la ocasión tendido sobre mi cama y un nuevo perfume encima de la mesilla del tocador que había visto hace algún tiempo atrás, y él sabe más que nadie lo mucho que me gusta la fragancia exquisita de los perfumes. Duré un largo tiempo, metida en mi tina. Aspirando el dulce aroma de los lirios, trazando líneas imaginarias que dibujen la forma singular de sus pétalos, admirando su elegancia y belleza. Me obligué a mí misma salir de la tina cuando sentí que me estaba consumiendo una grande pereza. El vestido era espectacular: De un rosa tenue con una cola larga al final, vaporoso, estaba hecho para ajustarse a una silueta femenina de curvas suaves, resaltando su esbelta figura, guantes de seda blanco largos para cubrirme casi todos los brazos. Me recogí el pelo en un moño cebolla, apretado ligeramente. Y de accesorios, una cadena brillante de plata y unos zarcillos largos radiantes que hacían juego con el collar. Cuando bajé las escaleras. La fiesta había empezado. Mi padre me invitó de forma automática a saludar algunos socios y estuve charlando de grupo en grupo, conociendo nuevas personas, dándole la bienvenida a viejos amigos, bebiendo champagne, oyendo música, comiendo bocadillos livianos. Hubo partes en que llegué a perder el hilo de la conversación cuando mi padre charlaba animado con sus accionistas, asociados y empleados. Papá me tuvo que llamar la atención. Ya había notado que no estaba muy interesada, pero se hizo el desentendido.

-Kimiko, cariño, ¿te sientes bien?

-Lo siento, padre, creo que no dormí bien –justifiqué mis largos bostezos.

-Debe de ser por la conmoción de que al día siguiente sería la fiesta de tu compromiso –me dijo uno.

-Sí, seguramente es por eso –le asentí-. Si ustedes me disculpan, caballeros, voy a servirme más de ponche.

-Ve sin descuido, hija, si quieres puedes ir con Jack. Hace rato lo vi por allá buscándote.

Como niña buena, sonreí y me alejé. Eso fue incómodo más para mi padre que a mí. No es que me apasione, pero hablar de negocios no es lo mío ni es algo del que sea conocedora, ni me llama muchísimo la atención la idea de dirigir una empresa. Y ese no es el único tema en el que me aburro con facilidad, son la mayoría de los temas que toca la aristocracia. Tal vez pensarán que estoy loca, tengo una vida perfecta, mucho dinero, un padre y un novio ¿entonces por qué tengo que quejarme si lo tengo todo? Bueno, no todo, pensándolo bien. Me acerqué a la mesa de los entremeses, me serví de la fuente de ponche una copa cuando mi prometido aparece a mí lado.

-¡Kimiko al fin te encuentro! Si me permites que te lo diga, estás preciosa, ¡quiero decir que antes lo eres, pero ahora estás radiante en belleza!

-Muchas gracias, Jack. Tú también te ves bien.

-Lo sé. ¿Me acompañas? –me extendió su brazo, no tuve más remedio que aceptar.

Me llevó al centro del salón de fiesta. Bailamos un vals juntos. Fue divertido, Jack tiene dos pies izquierdos para bailar, tropezaba con las demás parejas, me pisaba, se quedaba dando vueltas. Cuando me preguntaba de qué me reía, qué me causaba tanta gracia. Simplemente le sonreía y seguíamos en nuestra rutina. Con un ademán, indicó al maestro de la orquesta que callara la música y pidió la atención de todos, dando palmas.

-Su atención, por favor, damas y caballeros. Me llevará menos de cinco minutos. Primero ante todo, quiero darles las gracias por haber asistido a nuestra fiesta de compromiso de mi Kim –me agarra del mentón - y yo, su compañía es el mejor regalo que pudieron darme este día y hoy, quiero que sean mis testigos cuando me pronuncie –Jack se apoyó en una rodilla y agarrándome de las manos, suspirando profundamente y mirándome a los ojos, me dijo-: Kimiko Tohomiko, mi mejor amiga y ahora mi hermosa novia, ¿aceptarías ser mi esposa?

-¡Awwwwwww! –suspiraron algunos. Jack me sonreía de oreja a oreja. Hay que reconocer aunque sea un pésimo compañero de baile, Jack Spicer sabe decir las palabras adecuadas en el momento adecuado (eso sonó reiterativo). Miré a mi amiga Keiko y a mi padre, al final a mi novio. Sus palabras parecían sinceras, de lo más profundo de su corazón, despertando en mí un sentimiento de ternura. Quizá la señal que había estado esperando.

-Sí –afirmé. Todos nos aplaudieron. Jack se repuso y se inclinó para besarme, pero aparté la cara y solo pudo besarme la mejilla. Aún no estoy lista. En lugar de eso, lo abracé. Jack se fue al poco tiempo a reunirse con unos socios. Se me olvidó agregar que Jack asumió su rol en la empresa y por lo visto, se ha desempeñado activamente durante este tiempo en orgullo de su padre. Él y mi papá mantiene una amistad que ha perdurado por varios años, la fusión de nuestras empresas daría lugar a algo verdaderamente grande. Me senté en un lugarcito a esperar que terminara de hablar, a escribir en mi pequeño libro, a sentarme por primera vez en esta fiesta y admirar mi entorno. Apetecía únicamente un momento de tranquilidad para mí. Unas compañeras mías se me acercaron y otras damas para felicitarme. Era una persona muy afortunada en tener a un novio tan galante como Jack Spicer y un porvenir brillante, encabezando una de las empresas más rentables del país. Mi padre me hizo un ademán a un extremo. Incitándome a buscar a mi novio, se supone que esta fiesta debíamos estar juntos. Me levanté y lo busqué en la última vez dónde lo vi, no estaba. Se marchó. Escruté con la mirada en todo mi entorno. Lo hallé de pie en la escalera junto a una rubia que no simulaba su interés en Jack y descaradamente se le insinuaba. Lo peor es que Jack le seguía el juego. Me invadió una sensación de coraje fuertísima. Apreté el paso y me les acerqué:

-Disculpa linda, ¿te importa que te robe a mí novio unos segundos? –gruñí. La rubia soltó un bufido.

-Después seguimos hablando Ashley –terminó de correrla Jack, sólo así se fue-. Más te vale que sea urgente porque sosteníamos una conversación interesante.

-Sí, lo noté, vámonos a un lugar más privado y tranquilo –Jack puso una mueca y me siguió al jardín de atrás. Estábamos a un metro de la casa, frente la fuente de Cupido. El resto de la gente aguardaba dentro de la mansión. Los guardias de papá de lado a lado de cada puerta. Lo suficiente lejos para que nadie nos oyera hablar.

-¿Qué quieres, Kimiko?

-¿Tú me podrías explicar que hacías allá dentro con esa igualada? Jack, de verdad es que no te entiendo, hace diez minutos me confesaste amor eterno y te comprometiste conmigo ante una multitud de testigos, me doy la espalda cinco minutos y de vuelta te encuentro con una cualquiera coqueteándote frente mis ojos descaradamente –Jack tragó de un sorbo mitad de su champagne y me miró con desdén.

-¿En serio me estaba coqueteando?

-Jack, por Dios, no soy tonta. Tú estabas consciente de que te coqueteaba, la dejaste hacerlo aún cuando estaba delante de ti, ¿eran tan solo palabras bellas lo que me dijiste, dónde está tu compromiso, cómo te atreves a faltarme el respeto delante de esa imbécil?

-¿Celosita? –se rió divertido, volvió a beber un sorbo de su copa.

-No me evadas la pregunta, Jack Spicer, contéstala –dije firmemente.

-¿Dónde está mi compromiso? Tal vez deba ser yo quien te haga la misma pregunta, Kimi –se rió secamente, su boca apestaba a alcohol-. Soy hombre y tengo mis necesidades.

-¿Necesidades? –rompí a carcajadas sin ganas, sin aguantar la ironía en el timbre de voz de mi prometido-. No, en serio no sabía que tú fueras tan cínico –recogí un mechón de mi pelo tras las oreja. Me despeiné por tanta agitación que unos mechones salieron de mi moño.

-Créeme que aquí la única que está faltando el respeto eres tú. Hemos sido novios alrededor de cuatro meses y todas las citas que hemos tenido no haces más nada que hablar tonterías llegando a ser plenamente fría, ¿cuándo fue la última vez que me besaste como novio que soy? No sé, creo que nunca porque siempre huyes de mí, ¿sabes de qué color son mis ojos, qué mascota me gustaría tener, lo qué me gusta y etc.? Tampoco. ¡¿Entonces qué, Kimiko?! Sabes bien que estás conmigo solo porque tu papito te lo pidió, de lo contrario me hubieras mandado a la mierda en la primera cita.

-Al menos no ando flirteando a otros hombres. Y si no te he besado es porque no me siento preparada, esta es mi primera relación estable con alguien y sí sé de qué color son tus ojos, qué te guste, qué no y sé que no te gustan las mascotas...

-¡Mientes! No estás pendiente de nada de eso, ¡porque de lo único que estás pendiente es de este maldito diario! –Jack me arrebata mi diario consentido de las manos de un tirón, lo tira a la fuente, no pude intervenir a tiempo para evitarlo. Lo recogí y lo abrí desesperada. ¡Oh no! Está arruinado, las hojas se arrugan como pasas, la tinta del bolígrafo se torna difusa, la cubierta empapada, todo mi trabajo literario se ha perdido.

-¡¿Cómo pudiste hacerme esto?! ¡este diario significaba todo para mí, he estado más de tres años con él, este era el único recuerdo que tenía de mí mamá! ¡¿ahora cómo mantendré viva su memoria?! –sollocé.

-Ah, Kimiko, por favor, no montes un drama. La literatura es una pérdida de tiempo barata, una carrera vacía, tienes más cosas importantes en qué pensar; por ejemplo en que entables a actuar como mí novia... –me jala de las muñecas, zarandeándome con fuerza y me arrastra hacia él. Mi diario resbala de mis manos.

-¡Suéltame! ¡suéltame! ¡déjame! ¡no quiero que me toques!... –comencemos a forcejar. No conseguí que me soltara, en su lugar, apretaba cada vez más. Forzándome a besarlo cuando no quería. Me agarró de la cara...

-¡Oye! –Jack se dio la vuelta, también había oído la voz y fue cuando aproveché zafarme, al frente de nosotros estaba un joven camarero, quien contemplaba sorprendido el abuso de mi novio-. Si no escuché mal, la señorita dijo que no quería que la tocaras así que suéltala.

-¿Y se puede saber quién eres tú para decirme qué hacer o no con mi novia, analfabeta? –lo insultó Jack directamente enfadado. El camarero sonrió de un lado.

-Dada mi condición de sirviente, estoy aquí para servir a la familia Tohomiko y aún si no lo fuera, a este analfabeta le enseñaron que a una mujer no se le tocaba ni con el pétalo de una rosa. No te permitiré que sigas agrediendo a la señorita, cobarde. Si quieres pelear, enfrenta a alguien de tu tamaño y no una mujer.

-¡¿Qué?! ¡eres un descarado, arrogante...! –el aire del jardín comienza a ser más rápido y el joven camarero responde a los insultos de mi novio abusivo con un puñetazo en el rostro, lo deja en el piso con la nariz rota. Jack comienza a gemir mientras se cubre su nariz sangrante y se levanta torpemente. Nos incordia a mí y a mi salvador.

-¡Ya verán, desgraciados! ¡tú padre se enterará de esto, no te saldrás con la tuya Kimiko, y tú, apenas sepa tu nombre, me voy a encargar que no trabajes en ningún lado mientras viva! –Jack se fue chillando como niña, directo a la fiesta. En busca de alguien que atienda a sus heridas. No sería yo luego de lo que me hizo. El muchacho suelta una risotada irónica, creo que no tiene miedo a la amenaza de Jack. Me inclino, incómoda con este vestido, a levantar mi diario cuando el joven se disculpa y también recoge mi diario. Pero solo nos tocamos las manos. No te ruborices, no te ruborices. Él me sonríe y se levanta, sacude el diario con una vana esperanza de secarlo instantáneamente al ver que no sucederá, me lo devuelve.

-Lo siento, parecía que fuera importante. A lo mejor si hubiera llegado antes, pude haberlo evitado.

-No te preocupes, está bien, solo llevo anotadas mis poesías, nada importante, pero pienso que puedo volver a reescribirlas apenas compre otro cuaderno.

-¿Escribes poesía? Eso es lindo.

-¿Te gusta la poesía?

-He leído nada más la que me imponían en la secundaria para analizarlas, pero todas eran lindas, para escribir poesías pienso que debes ser muy bueno para expresar tus deseos tanto escritos como oralmente –me sonrió. Le devolví la sonrisa.

-Muchas gracias por ayudarme. ¿Cómo llegaste hasta acá?

-Llevaba unos entremeses a una mesa de una de las familias invitadas cuando me asomé, de casualidad, por una ventana cuando ese cerdo arrojaba tu libro a la fuente. Habiendo tantos hombres buenos en el mundo, ¿por qué tienes que estar con ese cerdo? ¿por qué no puedes decirle que no y ya?

-Es... un poco complicado de explicar y una larga historia –bajé la cabeza, tristemente.

-Ah, es que así las cosas no funcionan en la alta sociedad, pues no sé mucho sobre el amor, pero se notaba a leguas allá adentro que no lo amabas y para casarse, uno debería estar muy enamorado del otro y viceversa.

-No te había visto anteriormente en las fiestas ofrecidas en mi padre, ¿eres nuevo? –cambié de tema, no quería hablar de mi novio en este momento. El camarero me dedicó una amable sonrisa.

-Sí, comencé a trabajar el día de hoy, pero creo que tendré que dejarlo porque no se ajusta a mi horario ajetreado. Me llamo Raimundo –se presentó, nos quedamos viéndonos a los ojos fijamente sin intercambiar palabras; no me percaté si no hasta ahora que sus ojos eran de un bonito verde oscuro y de pronto sentí que me perdí en ellos- debo volver, allá me necesitan. Si ese bastardo vuelve a amenazarte otra vez, me llamas, siempre será un placer golpearlo en la nariz. Tipos así son insoportables –nos reímos- ¿volverás adentro?

-No, quiero estar sola unos momentos.

-De acuerdo, si no necesita más, me voy.

-¡Espera! –Raimundo se detuvo y se dio la vuelta, sé que no debía, pero quería hablar con él otra vez-. Me gustaría volver a verte de nuevo, mañana, ¿quieres?

-A mí también me gustaría volver a verte, ¿qué te parece si nos encontramos en el parque que queda cruzando a la vuelta de la manzana y damos una vuelta como a las dos y media de la tarde?

-Siento que falta mucho para que llegue esa hora.

-¿Dos y quince, entonces, señorita Tohomiko?... –asentí con la cabeza. Aún me parecía que faltara mucho para que llegara esa hora, pero no debía abusar. Raimundo entró de nuevo a la fiesta y permanecí en el jardín, cerca de la fuente. Llevé mi mano al pecho, donde palpita a mil latidos por minutos un corazón intranquilo. No parecía normal en mí. Sin embargo, en toda la fiesta, aquellos minutos con ese chico eran lo más real que he tenido en toda mi vida y me sentía maravillosa. Fue como si de pronto me sintiera inundada por una sensación de bienestar. Con solo recordar su sonrisa tierna, su gesto tan amable, sus ojos cálidos, sentí el calor subir a mis mejillas. Entre nosotros había surgido una conexión especial, estoy segura que Raimundo también debió haberla sentido o si no jamás hubiera aceptado mi invitación. Quería que las horas pasen volando, que los minutos corran, que los segundos se consuman rápidamente. Quería que llegara el día de mañana. Debía averiguar de qué se trataba.

Al día siguiente después de la fiesta, desperté muy temprano. Mi padre notó mi buen ánimo y que esa mañana en particular, "estaba radiante" como él decía. Lo malo es que creía que se debía a Jack mi cambio drástico de humor, algo ocurrió entre nosotros (bueno sí, ocurrió, pero no lo que pensaba mi padre). Lo saludé con cariño y desayunamos juntos. Para salir de paso y evitar preocupaciones, le dije que él me invitó a salir. Luego pasé bastante tiempo en la ducha, seleccionando la ropa que me pondría para salir, la marca de perfume, el peinado (quise que me viera con el pelo suelto). Mi padre me elogió. Escogí una ropa casual y bella al mismo tiempo. Tan natural como yo. La última vez que me vio con el cabello suelto fue hace tiempo cuando mi hermana todavía vivía en casa. A pesar que me insistió de que me fuera en auto, le dije que quería caminar esta vez. No podía permitir que nadie supiera con quién en realidad estaba viéndome. No fui la única que se excedió un minuto en su cita para cuando llegué, Raimundo estaba esperando. No traía su uniforme de camarero si no ropa de un motociclista. Parecía que cuando vine, estaba haciéndole mantenimiento a su moto roja mientras me esperaba.

-Hola, espero no haber llegado tarde.

-No lo hiciste, fue justo a tiempo. Hola, señorita Tohomiko –Raimundo chequeó su reloj de muñeca.

-Dime Kimiko, ya me tuteas, no me molesta que me llames por mi nombre. ¡No puede ser! ¡tienes una de las últimas Ducati que salieron este mes! –me lancé sobre la motocicleta y la acaricié encantada el asiento, el clutch, la palanca del acelerador, del freno, admiré el brillo de las ruedas. Raimundo amaba su moto, estaba nuevecita. Amaba el color, era mi favorito.

-Pues sí, qué sorpresa. No sabía que te gustaban las motos.

-Bueno, no sé mucho sobre motocicletas, pero me gustan. Quise que papá me comprara una de estas, él no quiso porque no le gustan estas máquinas, piensa que me haría daño si trato de montarla. Él es algo sobreprotector.

-Y tiene razón, ¿pero qué es la vida si no tomas un poco de riesgo? A mí me encantan estas motos, soy un amante de la velocidad y el riesgo. Creo que tenemos algo en común, además de la poesía. ¿Te gustaría que te diera un paseo en ella?

-¡Me encantaría! –acepté feliz.

Raimundo me ofreció su segundo casco, me ayudó a montarme, agarrándome de la cintura y se subió luego. Me tomó de las manos, obligándome a abrazarme a su cuerpo. Ya que era mi primera vez, me recomendó que no lo soltara (aún si no me lo dijera, no quería soltarlo en este momento en que siento su cuerpo tan pegado junto al mío). Apretó el cluth y debajo de nosotros, la moto ronroneó. Raimundo marchó a toda velocidad. Me asusté, pensando en no estrellarnos con un automóvil, otra moto, un peatón o un árbol, pero Raimundo sabía lo que hacía y le gustaba ir más a prisa, pegaba risotadas cuando me escuchaba chillar o me abrazaba con más fuerza, pidiéndole que disminuyera un poco. El viento se me metía por los ojos y veía como todo a nuestro alrededor corría a máxima urgencia. Pronto, en este espacio no hubo más nadie que la moto y nosotros dos, ignoré a la velocidad a la íbamos y me dediqué a pensar que estaba con Rai (me permitió llamarlo así) e ir en motocicleta fue lo más loco y excitante en toda mi vida y me gustaba, me pregunto cuándo lo repetiríamos. Los dos reíamos, divertidos. Nunca la había pasado tan bien. Me condujo a la torre más alta de CosmosXiaolin. Se estacionó y nos detuvimos. Él se bajó primero, luego me ayudó y me llevó de la mano al último piso, mostrándome una vista increíble de la ciudad y de lejos un hermoso mar. Una vez visité esta torre cuando era pequeña. Volver aquí, me trae recuerdos. En ese instante, Raimundo aprovecha para agarrarme de la mano. Me ruborizo, dejo que la siga sosteniendo.

-El mar es bonito. Me gustaría conocerlo alguna vez.

-¡¿Qué?! ¡¿no lo conoces?! –preguntó sorprendido-. Si es una de las mejores cosas que nos ha dado la madre naturaleza.

-Por cuestiones de negocios y desde que mi madre murió, mi padre y yo no compartíamos tanto como antes, extraño eso –apoyé mi cabeza en su hombro, entonces me estrechó en sus fuertes brazos-. Háblame de ti.

-Bueno, crecí en el seno de una familia extremadamente pobre y numerosa, pero honrada se podría decir. Soy el sexto de siete u ocho hermanos, lo que pasa es que no todos vivimos juntos, cuando nací, ya habían partido hacer sus vidas mis tres hermanos mayores. Siempre tuve que trabajar duro para obtener lo que quería.

-No te podría decir cómo se siente, Rai, a mí me daban todo desde que tengo memoria. Mi mamá murió cuando era pequeña, tenía cuatro, a mi hermana, mi padre y a mí nos afectó muchísimo su pérdida, papá se volvió demasiado sobreprotector; siempre ha querido el bien para nosotras e incluso, asegurándonos de que tengamos una buena vida. Tuve una buena educación asistiendo en escuelas de prestigio, me destaqué en la creación de cuentos cortos, poemas, discursos hasta gané un premio en un concurso de ligas literarias, pero tenía otro destino y ese era dirigir la empresa y ahora, mi casamiento con Jack que sellaría la unión de nuestras empresas. Sin embargo, nunca nadie me preguntó que quería realmente y créeme que esa opción no encabezaría mi lista. Yo añoraba de niña... o añoro una vida en que sea libre de elegir lo que quiera hacer sin que nadie me señale con el dedo o rompiéndole el corazón a alguien, tal vez seguir escribiendo historias igual que hacía mi mamá al lado de un hombre que mi corazón elija –no sé en qué momento nuestra conversación giró de quién era yo a confesarle a aquel hombre que apenas conocí un día, de lo sola que me sentía, de lo sombría y aburrida que me parecía mi vida y cuánto la odiaba, de cómo renuncié a miles de mis deseos y sueños y de cómo reprimí esa inquietud que me caracterizaba convirtiéndome en una mujer sumisa, una muñequita de porcelana que hacía todo para agradar a su padre y a la sociedad y, sin embargo, no era suficiente. Irreparablemente comencé a sollozar. Acabé por entregarme a la desesperación. No quería desposarme con Jack (sería mi fin, si de novio intentó obligarme a besarlo y no pude porque nada más verlo me producía asco, no quiero imaginarme como sería mi vida de casados), no quería ser una dama de sociedad, no quería nada de lo que tenía si ninguna de esas cosas me daba la felicidad. Raimundo me escuchaba atentamente y secó mis lágrimas.

-No estás sola, Kimiko, ya no. Estoy aquí contigo –había tomado mi rostro entre sus manos ásperas y hubo un instante en que nuestros rostros comenzaron a acercarse paulatinamente, cerré mis párpados al ritmo en que nuestras frentes chocaron, mi corazón quería salirse de mi pecho, sentí su aliento cálido más cerca que nunca y mis labios buscaron los suyos hasta encontrarlos. Lo besé. Me devolvió el beso sin ninguna duda. Mis labios con los suyos se movían a un ritmo extraño y apasionado. ¿Qué estoy haciendo? Mi mente se desconectó de mi cuerpo un segundo. Sabía que si lo hacía, estaba en contra con lo que me comprometí, de mi cabeza. Pero si no lo hacía, estaba en contra de lo que decía mi corazón. Raimundo rompió nuestro beso.

-¿Qué pasa? ¿no te gustó? –mi voz se quebró en la última palabra.

-No es eso, si me gustó y demasiado, pero no puedo. Kimiko, esto no puede suceder.

-¿Lo dices por qué soy hija de un millonario y estoy comprometida mientras que tú eres de una condición humilde? Rai, eso no me importa si me quieres. Estamos en el siglo XXI, por amor a Cristo.

-No, no es eso, no creo que entiendas. Debo irme –me soltó.

-¿Cuándo volveremos a vernos?

-Nunca.

-¿Qué? ¿por qué? Rai me prometiste que no ibas a dejarme sola, ¿así vas a cumplirme? Al menos me gustaría llamarte o algo por el estilo, por favor, no me dejes así –supliqué. Él me sonrió con compasión.

-Me gustas mucho, Kimiko, más que una amiga, es por eso que no podemos estar juntos... –acarició mi cabello tiernamente, si bien fuera unos minutos, me encantó sentirlo cerca. Le ofrecí mi teléfono. Raimundo suspiró y escribió su número en mi celular.

Me lo devolvió. Me llevó en su moto a la esquina de la cuadra donde vivo y fue ahí cuando nos separamos. No pude irme y dejarlo así. Me regresé corriendo, para besarlo fugazmente en los labios. Raimundo sonrió. Nos despedimos con un ademán. Ninguno de los dos tenía la fuerza suficiente para decirnos "adiós". La partida es la pérdida más dulce. ¿Sabía lo que era el amor hasta que él se cruzó en mi vida? Nada comparado con esto. Indiscutiblemente, lo amaba. Fue amor a primera vista. Las flechas de Cupido nos condenan a amarnos en el silencio el día en que nuestras miradas se cruzaron, el dolor de una pérdida insuperada, es sustituido por el de un amor apasionado. Oh, maldición cómo extraño a mí querido diario. ¿Qué voy a hacer con mi vida? Estoy atrapada en un dilema, ¿a quién debo creer? La última palabra al final la tendré yo. Saqué mi celular y revisé mis contactos. Allí estaba su número. ¿Cómo iba a sobrevivir sin sus caricias, sus besos, su sonrisa, sus palabras dulces? ¿él tenía idea de lo que estaba haciéndome pasar? Papá estaba hablando en su estudio con un hombre de cabellos negros, vestido con el uniforme de un oficial de policía. ¿Qué estaría haciendo aquí? Podría darme la vuelta, pero quise quedarme a escuchar y me pegué a la puerta, espié la conversación.

-...como usted comprenderá, Sr. Tohomiko, hemos recibido informes de locales hace unas semanas, entre ellos a un farmacéutico y de una gasolinera que aseguran haber visto señales de la banda de los Pedrosa.

-¿La banda de los Pedrosa? ¿se refiere, oficial Young, a esa red de criminales que se dedica a cometer crimines de poca monta?

-Yo no diría que son de poca monta, Sr. Tohomiko –dijo el policía-, un crimen es un crimen y por pequeño que sea debemos sancionarlo antes que se expanda. La banda de los Pedrosa ha robado no menos de 15 bancos del estado, entre dos años y ahora, se están escondiendo en CosmosXiaolin y de acuerdo a mi experiencia, no faltará mucho para que esa banda de malhechores vuelva atacar. Hice un estudio determinado de sus movimientos, me di cuenta que realizaban un recorrido entre varios estados y que actuaban cerca de las fronteras para escapar de un lado a otro, el líder de la banda, Raimundo Pedrosa, es un maestro escapista y no ha sido la primera vez que burla de mi frío ingenio.

-¿Raimundo Pedrosa? –abrí la puerta. ¿Había escuchado bien? ¿dijo Raimundo Pedrosa?

-Kimiko, hijita mía, ¿ya volviste de tu paseo con Jack?

-Sí, no sabía que teníamos visita, padre –dije, pensé que esta sería mi oportunidad para estar al corriente de lo que pasó mientras no estaba e interrogar si se trataba del Raimundo que conocí en la fiesta. Había demasiado preguntas en mi cabeza y tenía un mal presentimiento.

-Él es el sargento de policía Chase Young, está a cargo de una importante misión –Chase se inclinó cortésmente-, tampoco me lo esperaba, vino a hacerme unas preguntas. Creo que no podré atenderte ahora, linda.

-No se preocupe, déjela. Tal vez ella sí vio algo –dijo con voz amable.

-Pero no entiendo, ¿qué tiene que ver eso conmigo?

-Buena pregunta –sonrió aquel hombre- tenemos evidencia en mano que esos ladronzuelos estuvieron anoche en su casa y sin que nadie se diera cuenta, robó a sus invitados objetos de preciado valor.

-¡¿Anoche?!

-Sí, infiltrados como unos simples camareros, ¿no le dije que son unos expertos en burlarse frente las narices de la autoridad? –refirió tranquilo-. Revisamos sus cámaras de seguridad con su permiso y si usted quiere revisarlas también, comprobará que tengo razón. Le ruego no alarmarse, haremos todo lo posible para vengar esta injusticia cometida y recuperaremos las prendas robadas de sus amigos aristocráticos. Le mantendremos informados, lo prometo mi buen ciudadano. En cuanto a usted, señorita, ¿está segura de no haber visto nada?

-No, y si los hubiera visto, no los reconocería. Pues es la primera vez que oigo de ellos.

-Bien, le advierto que no se fíe de ellos, la banda de los Pedrosa no debe ser subestimada en ningún momento; sobre todo su líder, aunque no lo parezcan, son altamente peligrosos, han atracado a bancos, coches y establecimientos de comercio pequeños, raptado a funcionarios de la ley para reclamar cuantiosas recompensas y se han contabilizado diez muertos en cada uno de sus crimines, todos a cargo de su líder, Raimundo. Él ha matado a muchos policías y a civiles, la mayoría de disparos certeros al cráneo o al corazón y a cuatro reos los mató brutalmente a golpes. En nuestros registros se le ha atribuido como un criminal violento, sin escrúpulos y extraordinariamente astuto, lleva un record imbatible de fugas de la cárcel, más le vale estar diciéndome la verdad... –arqueó una ceja.

-Lo estoy.

-Confío en su palabra, señorita. No molesto más, que tengan buen día, familia Tohomiko.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Estremeciéndome completamente. Creo que se me bajó la tensión. Tal vez sumado a esa mirada fría impenetrable de ese oficial de policía Chase y esa noticia que me dejó sin aliento. ¿Será posible? ¿cómo podría pensar que Raimundo es un cruel criminal cuando hace unos minutos me dijo las palabras más dulces, me protegió ante mi novio abusivo, me besó tan tiernamente? No tiene lógica en ninguna parte. ¿Un asesino, un ladrón, un secuestrador? No puede ser. Pero era demasiada coincidencia que se llamara Raimundo y fuera un camarero como dijo el tal Chase. Además que no me dijo mucho de su pasado y eso justificaría por qué no podríamos estar juntos. Pero más de lo que piensa él o Raimundo, ¿qué era lo que yo pensaba? Teóricamente estoy sin palabras, en shock. Solo Raimundo podría sacarme de dudas. Y aún si lo supiera, dado el caso en que no fuera así, ¿entonces cuál es el motivo por el que no se queda conmigo? ¿tiene a otra tal vez? O si todo fuera cierto y el oficial de policía está en lo correcto, ¿qué haría? ¿lo entregaría cuando él me escuchó cuando nadie más lo hizo, cuando me comprendió mejor que mi padre, Keiko o mi propia hermana, cuando me hizo sentir amada y ser realmente yo aunque fuera escasos segundos? Eso sería muy ruin de mí parte. Pero aún si fuera criminal, Rai no me lastimó ni nada parecido. Al contrario, me respetó y seguramente no quiso seguir conmigo por temor a que supiera la verdad. ¿Qué iba hacer ahora, Jesucristo? ¿es posible que un criminal pueda tener sentimientos? ¿es posible que tu verdadero amor esconda el alma de un asesino? Toda la vida he leído noticias sobre criminales homicidas, violadores, secuestradores, ladrones y debajo de una aparente rabia contra esa escoria de la sociedad, despierta en mí un interés subliminal que no puedo entender ni siquiera ahora: Libres sin restricciones, odiados por algunos, admirados por otros, se convierten en íconos de moda, ¿eso era mi Raimundo?

Pronto te vi, tarde te conocí. Alma de sierpe oculta bajo capa de flores, hermoso tirano, demonio angelical, cuervo con plumas de paloma, cordero rapaz como lobo, materia vil en forma celeste, santo maldito, honrado criminal. ¿Cómo he de hablar mal de aquel que robó lo más preciado que tengo? Escribí numerosos mensajes de texto a Raimundo. Le dije que tenía que hablar con él en la última vez dónde nos vimos unos minutos aunque fuera, le supliqué, le rogué, no me contestó y en su teléfono siempre me salía la contestadora hasta lo amenacé que si no lo hacía, no iba a dejar de insistir. Aún bajo la lluvia esperaría siempre bajo la misma hora en el mismo lugar en su espera. No me cansaría hasta que diera señales de existencia. El primer día, nada sobre él. Segundo día, tampoco apareció. Tercer día, no lo vi. Cuarto día, ni rastro. Quinto día, sin noticias de él. Sexto día, menos todavía. Séptimo día... Raimundo finalmente me contestó y dijo que esta vez sí vendría, pero que por favor, dejara de llenarle su teléfono con mensajes míos. No soportaba verme sufrir. Iba a replicar cuando súbitamente cortó. Ya en el lugar preestablecido, le vuelvo a llamar. ¡¿Un teléfono desechable?! ¡Desgraciado! Escucho el ronroneo de la moto y alzo la mirada. Raimundo va en su moto a una velocidad lenta y me mira con tristeza infinita. Ya no sé qué decir. En los primeros días, tenía las palabras en la boca y solamente quería soltarlas. Ahora no sé. Quizá creí que me estaba tomando el pelo como el resto de los días anteriores.

-¡Me mentiste!

-¿Sobre qué?

-Tú... sobre ti... ¡¿te llamas realmente Raimundo Pedrosa, no?! ¡¿eres el líder de la banda de los Pedrosa o me vas a negar que no es así?! Todas esas muertes, esos robos, en la fiesta lo que en realidad viniste hacer fue… –Raimundo no se quita el casco, cabizbajo, me dice en un hilo de voz casi inaudible:

-No, no te lo voy a negar. Todo lo que te han dicho sobre mí es... completamente cierto, soy un hombre peligroso -¿no me lo negó? Su honestidad me sorprende y siento algo de lástima en cierto punto- ¿y bien? ¿qué sigue? ¿me vas a entregar? ¿dónde está la policía?

-No, no te voy a entregar, conmigo no ha venido ningún policía.

-¿Entonces me llamaste para eso, para enfrentarme? –inquirió tan incrédulo como yo. Quizá más que confrontarlo, quería una excusa para verlo.

-Eso creo –titubeé. Raimundo me miró a los ojos por primera vez en toda la conversación-. ¿Por qué me defendiste contra Jack? Me imagino que eso no era parte del plan ¿o sí?

-Tengo mis propias razones… –contestó rudo-. Bien, ya nos echamos en cara la verdad, no hay más nada que hacer aquí, hasta nunca.

-¡Espera! –le grité cuando arrancaba el motor de nuevo, él me miró de reojo.

-¿Sí?

-Hay un hombre llamado Chase Young que quiere capturarte, estuvo en mi casa haciendo preguntas. Él fue quién me dijo sobre quién eras realmente, pero dije que no nos habíamos conocido.

-Eh... ¿gracias?

-También –grité en voz alta por encima del motor de la motocicleta- me dijo que tú banda robó varios objetos en la fiesta pertenecientes a los invitados y es cierto, papá los llamó y ha recibido varias quejas, ¡hasta también me robaste!

-Eso no es verdad, casi ni te toqué ese día –gruñó.

-Claro que sí, me robaste lo más preciado que tenía: El corazón –le sonreí. Raimundo pisó el freno y se quitó el casco, atolondrado.

-¡¿Cómo?!

-Lo que oíste, me robaste el corazón. Todavía cuando me enteré quién eres realmente, no me interesa, no me importa lo que digan, no me incumbe saber cuántos crimines cometiste, se me resbala las veces que te metieron en prisión por haber asesinado a no sé quién o robar no sé qué cosa; solo me importa saber que estoy enamorada de ti y que tú también me amas –reí, esto no es lo más inteligente que he hecho en mi vida, pero no estoy arrepentida- yo sé que sí, quiero estar contigo, solo eso –me lancé a sus brazos y lo abracé. Raimundo no supo cómo responder, si abrazarme o rechazarme. Mi respuesta le fue inesperada, hasta para mí también. Ya que se me olvidó mi discurso, me dejé llevar por lo que me decía el corazón en ese momento. Por más abajito, le susurré que lo amaba y que estaba dispuesta hacerlo todo por nuestro amor. Quizá este amor era irracional y físico nada más, que únicamente hallé en Rai una persona leal y estable de compañía con quien pudiera ser yo misma. Pero no. Amo a este chico, lo que sentía por él era una conexión fuerte y él también me ama a mí, Rai me abrazó fuertemente. Me besó en los labios con hambre. Le devolví el beso de igual manera. Se extendió por la línea de mi mandíbula y me contestó:

-Tengo una idea, es un poco loca, pero me gusta.

-¿De qué se trata? –pregunté interesada. Me mordió el lóbulo de la oreja despacito.

-Ven conmigo: Olvídalos a todos, a tu padre, a tu sociedad vacía, a tu novio, olvídalos a todos mi Kimiko. Escápate y vente a vivir conmigo, no te puedo ofrecer más nada que vivir una vida muy agitada y entregarte todo mi amor… -deslizó su mano sensualmente hasta mi médula espinal, no pude evitar arquearme contra su cuerpo y un escalofrío de placer subió por mi espalda- te prometo que los resultados serán buenos, viviremos como dioses.

-Pero...

-Aj –Raimundo se separó, frustrado- entiendo, yo ya sé lo que dirás. Que te es muy difícil abandonar tu vida de princesa, te duele separarte de tu padre y hermana, yo fui un amante cualquiera, tienes compromisos qué hacer...

-No, tontito, no iba a decir eso. ¡Se nota que me conoces poco!

-¿Ah no?

-No, iba a decir que me regalaras cinco minutos para regresar por algunas cosas a mi casa, ¡y luego volvía para escaparnos juntos! ¿te parece?

-Excelente –él sonrió de oreja a oreja, complacido-. Te espero a medianoche aquí mismo ni un minuto más o menos, como dijiste, la policía ya sabe que estoy aquí. Nos iremos juntos a mi escondrijo, conocerás a mis hermanos y al resto de los miembros de la banda, de allí vas a vivir la gran aventura de tu vida: Tú y yo, mi amor.

-¡Me encanta! ¡me encanta!

Guindé mis brazos en torno a su cuello y reanudé nuestro beso apasionado. Así, cansada de los malos tratos, obstinada de ocultar quién soy y enamorada decisivamente de un criminal, dejaría la alta sociedad, a mi padre y todo lo demás atrás para comenzar una nueva vida con mi amado Rai y renacer como una mujer totalmente diferente.

...CONTINUARÁ…


A/N: A mí me gustan este tipo de historias románticas al estilo Bonnie & Clyde, supe de ellos por primera vez por el vídeo de Britney Spears: Criminal, me encantó la trama y por estos días, leí que iban a transmitir un mini-documental en History Channel sobre la pareja y me vinieron las ganas de hacer un Raikim con ellos. Además que busqué por el fadom entero de historias si habían historias de esta pareja, de inglés hay varias mientras que en español solo una de Dragon Ball Z que jamás terminó. Bueno, señores esta fue la versión a lo Duelo Xiaolin. No hemos terminado. Creo que será una historia de tres capítulos que espero publicar esta semana. Nada largo. Originalmente no se sabe como Bonnie y Clyde se conocieron ni por qué decidieron aliarse, no se puede afirmar que eran porque estaban enamorados (se limitan a decir que les gustaba la delincuencia y que por eso se unieron, ellos fueron una pareja forajida súper famosísima), pero esta es la teoría de más resonancia y que muchos amantes del género policiaco y romance les encanta. ¿Vieron a Chasie? Él será el villano del fic, el encargado de poner a esta pareja de tórtolos enamorados tras las rejas, no es propiamente malo, se encarga de cumplir con su deber, pero como su deber es en contra de la pareja protagonista. Entonces es el antagonista. ¿Lo logrará? Debo decirles que no les servirá de nada ver la biografía de Bonnie y Clyde porque puede terminar igual que ellos, peor que ellos o mejor que ellos. Todo depende de mí humor, señores. Por el momento quédense con eso. En el capi que viene conoceremos a los miembros de la banda y la relación entre Raimundo y Kimiko. Y perdónenme si la puse demasiado débil contra Jack, pero quería que Raimundo interviniera. Además que Kimiko como dijo, hasta el momento estaba siendo una mujer sumisa. Con Raimundo, puede ser como ella quiera. Eso es todo por el capítulo de hoy. Espero y aspiro que salga pronto el próximo en esta semana en honor a los enamorados. ¡Nos leemos!