Antes de comenzar, me gustaría aclarar que esta historia, podía tener cierto parecido a otra. Quisiera decir que es solo coincidencia pues yo, ya había pensado en hacer algo como esto para la continuación de "Revelaciones" pero para no ser juzgada como plagio, le pedí permiso a la autora de dicha historia para tomar la esencia de la misma, cabe aclarar que ella aun no ha terminado su historia y dio su consentimiento para que yo pudiera escribir la mía. Estoy segura que ambas historias no se desarrollaran de la misma manera.
Sin más aquí les dejo la continuación de Revelaciones.
DESCUBRIMIENTOS
Capitulo I
Dudas
Cómo todas las mañanas y un poco antes de salir el sol, Zuko se preparaba para su entrenamiento matutino. Un par de estiramientos, calentamiento y sobre todo ejercicios de respiración antes de comenzar. Cuando se creyó listo, comenzó la pelea. En solo diez minutos había derrotado a cuatro maestros fuego. Después comenzaron los ataques simultáneos, le tomo otros diez vencer a los tres que lo atacaban en grupo. Al terminar con ellos y después de que se retiraran comenzó a practicar su fuego control y al finalizar hiso los ejercicios de respiración nuevamente.
- Sal de ahí – dijo después de un rato sin abrir los ojos mientras continuaba su rutina de respirar estando sentado en el suelo de piedra de su lugar de entrenamiento.
Después de un momento, el que se encontraba oculto salió a la luz. Había sido descubierto.
- ¿Cómo sabias que estaba aquí?
- Se que has estado viéndome desde que comencé a entrenar y que me seguiste desde que salí de mi habitación – le respondió el Señor del fuego con calma exponiendo los movimientos de su hijo – Y se que lo has estado haciendo desde hace tres días.
El pequeño se impresionó de que su padre lo hubiera descubierto desde el comienzo. El se creía lo suficientemente hábil como para haber pasado desapercibido, así pensaba pues no había sido descubierto por ningún guardia en esos días que espiaba a su padre mientras entrenaba.
- Si lo sabias ¿por que no dijiste nada? – le pregunto un poco disgustado por que su padre lo había estado engañando haciéndole creer que no se daba cuenta de su espionaje, se acercó a él.
- Mejor dime tu, porqué me espiabas – abrió los ojos y miro a su hijo con una cálida sonrisa.
El niño de siete años parado frente a él con ojos tan dorados como los suyos, la piel blanca y cabello negro recogido en una coleta alta, lo miraba un poco disgustado. Al parecer no le había gustado que lo descubrieran y mucho menos que desde el comienzo lo supiera. Desde hace tres días había tenido la sensación de que alguien o algo lo seguía, había sido muy débil y solo por un momento, pero la sensación estaba ahí. Al día siguiente sintió lo mismo pero dudaba que en verdad alguien se atreviera a espiarlo. Resultaba una idea absurda ¿Quién se atrevería a espiar al Señor del Fuego? nadie mas que él y su hijo se encontraban en esa parte del palacio, en las habitaciones reales. Y ahí tuvo su respuesta. Su propio hijo lo espiaba.
Debía reconocer que había sido muy bueno ocultándose, demasiado para su joven edad, pero no podía superar a años de entrenamiento e instintos pulidos durante la guerra y nadie mejor que él sabia de permanecer oculto en las sombras pues había sido el espíritu azul. Pero al parecer su hijo tenia intenciones para espiarlo y ahora solo quedaba saberlas.
Se sentó frente a él imitando su postura. Zuko sonrió. Incluso estaba vestido de negro. Solo le hacia falta una pequeña máscara y se convertiría en el espíritu azul pero en miniatura.
- Se que eres un maestro fuego – comenzó a hablar el pequeño – Pero nunca te había visto hacer fuego control.
Así que eso era. Pensó.
- Así que decidiste espiarme – lo dijo como si hubiera hecho algo malo, pero lejos de estar disgustado con él se sentía orgulloso que, por poco tiempo había logrado engañarlo con su espionaje.
- Si… - dijo bajando un poco la mirada – Sabia que si eras un maestro fuego, tendrías que entrenar así como lo hago yo. Pero sé, que como casi nunca tienes tiempo solo había dos momentos en los cuales podías hacerlo.
Zuko lo miraba expectante por escuchar las conclusiones de su hijo.
- Podías hacerlo durante la noche, cuando ya estabas libre, o muy temprano en la mañana. Pero sabia que lo harías en las mañanas.
- ¿Cómo llegaste a esa conclusión? – le preguntó.
- Por que los maestros fuegos crecemos con el Sol.
No se esperaba esa respuesta. Su cara fue de un ligero asombro. Hace muchos años había dicho esas mismas palabras. Se las había dicho a ella. Sintió una ligera punzada en su pecho que inmediatamente desecho con un respiro profundo. Había que reconocer que su hijo era muy listo, y era una copia exacta de él, no solo en apariencia si no también en pensamiento. De tal palo tal la astilla, es lo que dicen ¿no?
- Algo me dice que buscas algo más que solo verme hacer fuego control – le dijo a su hijo mientras veía como el, repentinamente cambiaba su semblante a uno serio, dándole la razón que había otras intenciones además de saber su horario de práctica.
- Padre – dijo con seriedad – Quiero que me enseñes fuego control.
Desde que lo había visto pelear con los soldados, la manera en que los había vencido y sus movimientos solo podía pensar en lo verdaderamente fuerte que era su padre. No pudo evitar seguirlo dos ocasiones más para seguir admirando su gran poder como maestro fuego y en mas de una ocasión había reprimido un grito de alegría cuando su padre vencía a los soldados que peleaban contra él.
Se sorprendió de las palabras de su hijo. Le estaba pidiendo personalmente que lo entrenara. Por un momento pensó en Aang y en como lo entrenó hace años, pero en esa ocasión era su hijo quien se lo pedía.
- Ya tienes un maestro Ryu ¿No es lo suficientemente bueno?
- No es el mejor, tu lo eres – aseguro el chico. De eso no le cabía la menor duda – Tu le enseñaste al Avatar padre, quiero que me enseñes a mi.
En una de sus visitas a la Nación del Fuego el avatar Aang le había contado como su padre había sido su maestro fuego y ahora entendía por que. Por que su padre era muy fuerte.
Zuko suspiro. Podía ver la determinación en sus ojos. Su hijo podía ser idéntico a él y pensar como él. Pero la forma de ser la había sacado de su madre. De eso no le cabía duda. Era mas maduro que otros niños y más listo. A los cuatro años comenzó a desarrollar sus habilidades en el fuego control, pero aun se mantenía en un nivel bajo, por su edad.
- Si así lo quieres lo hare – dijo después de pensarlo un poco. Vio la alegría en el rostro de su hijo, aunque no lo demostró abiertamente, pudo ver sus ojos brillando de felicidad – Pero te advierto, será duro, no tendré compasión de ti solo por que eres mi hijo ¿Esta claro? – termino de decir esperando ver su reacción por la advertencia, pero lejos de verse atemorizado lo vio entusiasmado.
- ¿Cuándo empezamos? – con esa respuesta dejaba en claro que no le importaba que su propio padre, el poderoso Señor del Fuego, fuera su maestro o que tan duro podría llegar a ser, sonrió por su determinación.
- Mañana, Ahora regresa y vístete para el desayuno. Te veré ahí.
Sin decir nada más se despidió de su padre haciéndole una reverencia y se marcho. Zuko pudo escuchar un muy entusiasmado ¡SI! A lo lejos y solo pudo sonreír por ello.
Debía admitirlo, había pasado un mes desde que comenzó a entrenar y su hijo demostraba ser un alumno ejemplar. Siempre lo esperaba en el lugar de entrenamiento listo para comenzar. Durante una semana le enseño ejercicios de respiración y solo eso. Esperaba que se molestara o le reclamara porque tarde o temprano se molestaría por solo estar respirando. Pero que gran error, siempre hacia todo lo que le decía sin quejarse. Valla que era paciente, y no le cupo a dudas que eso, también lo había sacado de ella. Había probado su determinación y el hecho de que hiciera todo sin protestar demostraba que estaba listo para comenzar el verdadero entrenamiento.
Ryu sabia que su padre era un hombre muy estricto, no soportaba las fallas y siempre se presentaba autoritario y con un semblante serio frente a sus consejeros y demás hombres. Cuando lo acompañaba en alguna reunión podía ver las reacciones que causaba en las demás personas, algunas eran de absoluto respeto y otras, bueno los que apenas lo conocían tenían un ligero miedo por el porte de su padre.
A pesar de que podía comportarse fríamente delante de los demás. Con él era diferente. Siempre se dirigía de la manera correcta cuando estaban en compañía de otros y no había palabras de afecto, pero solo en dos ocasiones El señor del Fuego se comportaba como lo que era, un padre afectuoso. Desde que era más pequeño todas las noche iba a su habitación y le leía una historia antes de dormir. Nunca le contaba la historia completa, siempre lo dejaba con la expectativa de saber en que terminaba y esperaba ansioso la siguiente noche para saber el final. Solo él sabia que su padre podía llegar a ser amable y amoroso pero también sabia que era el Señor del Fuego y debía mantener su imagen seria y de autoridad.
Ahora que entrenaba con él pudo sentir la alegría de hacer sentir orgulloso a su padre, controlaba muy bien el fuego y cada vez que realizaba algún movimiento con éxito podía ver ese brillo y esa sonrisa en su cara que hacia que su pequeño corazoncito brincara de alegría.
- Pero que grandioso Príncipe Ryu, a este paso podrás convertirte en un gran maestro fuego como tu padre - Iroh, desde que supo que Zuko entrenaba a su propio hijo, no pudo mas que sentir curiosidad en ir a verlos, y desde que ese día no había dejado de presenciar las clases de padre e hijo.
Iroh reconoció que su sobrino ya no era aquel adolescente que una vez entrenó en un barco mientras buscaban al avatar. Ahora era indudablemente un hombre. Era mucho más alto, su espalda ancha y brazos marcados por sus entrenamientos. Sus facciones se habían vuelto mucho más maduras y su cabello lacio era largo hasta casi la mitad de su espalda, en esos momentos lo llevaba sujeto en una cola alta. Y su hijo era una copia idéntica de él cuando era niño. Era como ver una imagen del pasado y futuro de ambos.
- ¿Lo crees abuelo? – pregunto el pequeño un poco entusiasmado y entrecortado por el ejercicio.
- Así lo creo – aseguro Iroh – Déjame decirte que eres incluso más disciplinado que tu padre. Cuando era joven solo quería hacerse más fuerte, era obstinado, malhumorado y no tenia nada de paciencia – recordaba sus entrenamientos mientras perseguían al avatar, cuando le había enseñado o tratado de enseñar las bases de todo fuego control pero parecían caer a oídos sordos. El solo buscaba hacerse más fuerte.
- Tío… – hablo Zuko. Lo que menos quería era que su propio hijo pensara eso de él recordando como era de joven. Ryu sonrió por el comentario de su abuelo – Ve a cambiarte, hemos terminado por hoy.
Hiso una reverencia a su padre como alumno lo hace a su maestro y una igual hacia su abuelo para después marcharse.
- Es muy talentoso – hablo Iroh mientras veía al pequeño príncipe partir – Has hecho un buen trabajo – dijo con una sonrisa.
- Lo se - Zuko suspiro de satisfacción. Su tío tenia razón, su hijo estaba en camino de ser un gran maestro fuego y podía sentir orgullo de ello a diferencia de él que cuando era niño apenas y podía lograr algunos ejercicios – Así que… malhumorado y obstinado – dijo a manera de reproche hacia su tío, el cual le devolvió una gran sonrisa al repetir sus propias palabras.
- Bueno así lo eras – aseguraba – Al menos tu hijo no saco tu humor.
El decir esas palabras hicieron que ambos se pusieran a pensar en la persona de la que había sacado aquella forma de ser.
- Zuko, No ha preguntado por ella ¿verdad?
El semblante de Zuko cambió – No, no lo ha hecho, pero se que tarde o temprano lo hará.
- ¿Y que le dirás? – esa pregunta lo había estado atormentando por años. Iroh sabia que su nieto era muy listo y maduro para su edad, nunca había preguntado respecto a su madre lo que a Iroh le parecía extraño, pero sabia que ese día llegaría y seria responsabilidad de Zuko explicarle eso.
- La verdad – respondió con seriedad. Después se levantó y se fue de ahí.
Nunca lo superara y jamás lo perdonara. Pensó el ex general. De eso estaba seguro y sabia que esa seria su respuesta.
- ¡Ryu! - el príncipe volteo a ver a quien le hablaba pero el sabia perfectamente quien era incluso antes de voltear a verlo.
Hola Yuu ¿Tu padre vino hoy al palacio?
- Si, esta con tu papa – confirmó - ¿Sabes que es lo que acabo de descubrir? – le dijo con una sonrisa que Ryu conocía a la perfección.
Yuu era el hijo del Almirante Qian, era de la misma edad que el príncipe, solo unos meses mas grande. Desde pequeños se habían convertido en amigos y era el único que no se dirigía con tanta ceremonia o respeto hacia él. Eso le encantaba pero, cada vez que se juntaban, solo podían hacer travesuras. Y la mayoría eran a causa de Yuu.
- He descubierto que el Espíritu Azul ¡En verdad existió! – dijo con entusiasmo.
- Si, como una leyenda, lo se – afirmo el príncipe – Yo también he leído la historia Yuu.
Una de las historias que su padre le conto fue la del misterioso Espíritu Azul, la cual después le conto a su mejor amigo y desde entonces se volvieron en admiradores de dicho personaje.
- No, te lo digo enserio, ¡El existió! Mi padre me lo dijo. El me conto que durante la guerra el Espíritu Azul ataco en varias ocasiones a soldados de la nación del fuego y que incluso fue buscado.
- ¿En serio? – pregunto con entusiasmo. Aunque se comportaba como un príncipe, de manera seria y calmada, como su posición pedía. Yuu lograba recordarle que era un niño y que lo llevaba a comportarse como tal.
- Si, ¿Y sabes cual es la mejor parte? – Ryu lo miraba expectante y entusiasmado – Que puedo comprobarlo – aseguró.
- ¿Cómo?
Y ahí estaba de nuevo, esa sonrisa que solo significaba problemas, Ryu sabia que no debía hacerle caso a Yuu cuando tenia una de sus locas ideas pero ahora la situación era diferente. Se trataba del Espíritu Azul, su héroe, aunque su padre podría considerarse su héroe también porque sabia la historia de lo que hiso para poner fin a la guerra, pero el espíritu azul ERA EL ESPIRITU AZUL y no por hacer de menos a su padre, pero el enigmático guerrero ocupaba un lugar más importante. Además era un niño, no podían culparlo por admirar mas a un personaje de leyenda que a su propio padre.
- ¿Qué hacemos aquí? – le pregunto Ryu en voz baja mientras se ocultaban en una esquina y miraban hacia una puerta custodiada por dos guardias. Se encontraban en la zona de guardia y seguridad donde los maestros fuego imperiales tenían su oficina.
- Si lo que dijo mi padre es cierto, y el espíritu azul fue buscado por la nación del fuego, debieron de haber hecho un cartel de "Se Busca" ¿No es así? – Ryu lo pensó y asintió dándole la razón – Bueno, si es así, entonces ese cartel debe de estar ahí y si lo encontramos, será la prueba de que ¡En verdad existe!
Su amigo era un genio.
- ¿Y como piensas entrar? – le preguntó
Yuu se quedo en blanco – No lo se… - Bien no era el genio que el pensaba.
- ¿Enserio crees que esto es buena idea? – le reclamo Ryu.
- No podemos ir y pedir que nos dejen entrar así nada mas.
- ¡Soy el príncipe! A mi si me pueden hacer caso – Le reclamo ¿Qué caso tenia ser el príncipe si no podía hacer uso de su autoridad?
- Eso no tiene nada de divertido, vamos apúrate.
Se encontraban en la cornisa por afuera de las oficinas de los soldados imperiales, a unos veinte metros de altura. Su objetivo, una ventana. Yuu supuso que debía haber una ventana en esas oficinas y sin saberlo a ciencia cierta se aventuraron a salir por una de las ventanas de otra sala continua a las oficinas. En esos momentos se encontraban buscando la dichosa ventana. La prominente altura y el temor no solo de ser descubiertos si no de morir por la caída no hacían ver como la mejor de las ideas de su amigo y él se seguía preguntando cómo era que le hacia caso en sus locas ideas suicidas. Yuu encontró la ventana y para su buena suerte estaba abierta. Los dos entraron con sigilo, su suerte no podía ser mas grande, entraron justo en la sala de archivos. Estantes con gran cantidad de pergaminos cada uno y enormes filas de ellos le quitaron los ánimos a los dos chicos.
- Wow – exclamó Yuu al ver la gran cantidad de archivos que guardaban en la enorme sala.
- Nos tomara años encontrarlo – declaro Ryu.
Y tenia razón, había cientos de pergaminos y demás documentos ahí.
- Mira – Yuu señalo hacia un pequeño letrero en la parte superior de los estantes que decía "Ordenes de encarcelamiento" cada uno de los estantes estaban clasificados. Comenzaron a buscar uno que les ayudara a encontrar al Espíritu Azul. Ryu encontró un estante que decía "Enemigos de la nación del fuego" y supuso que el Espíritu Azul podía considerarse como enemigo. Comenzaron a buscar ahí.
- ¿Quién es So… Sokka? – hablo Yuu al abrir uno de los tantos pergaminos.
- No lo se – le respondió mientras que el desenvolvía otro.
Efectivamente estaban en el lugar correcto, todos los carteles de "Se Busca" que alguna vez la nación del fuego mando hacer se encontraban ahí, solo era cuestión de tiempo y paciencia encontrar el del espíritu azul, pero ya llevaban mas de media hora y no encontraban nada. Ryu desenrollo uno de los muchos pergaminos que ya había abierto y se sorprendió de las dos imágenes ahí puestas. Su padre y su abuelo estaban perfectamente dibujados. Era una imagen mucho mas joven pero la cicatriz era la misma, inconfundible. Por otro lado su abuelo Iroh se veía igual que siempre.
Recordó la historia que una vez le conto su padre, de cómo había sido exiliado por su propio padre, de su búsqueda por el avatar y de cómo se dio cuenta de cual era el camino correcto y al final vencieron al Señor del Fuego terminando con la guerra. Aquella historia le mostro el lado mas humano de su propio padre, convirtiéndose en su figura, su ejemplo a seguir. Tener aquel cartel donde lo llamaban traidor a él y a su abuelo solo hiso pensar lo difícil que debió haber sido para su padre estar en aquella situación. Ser perseguido por los tuyos, por tu propio padre y con la amenaza de morir en cualquier momento. Comenzó a sentirse orgulloso de ser quien es y de lo que hiso su padre en el pasado. Guardo el cartel en sus ropas.
- Ryu Ayúdame – volteo a ver a su amigo.
- ¿Qué quieres?
- Mira – señalo hacia arriba – Te puedo asegurar que ese es – un pergamino que sobresalía ligeramente de los demás. Ryu lo dudo pero no perdían nada con intentarlo.
Yuu se subió a los hombros de Ryu. Y de manera tambaleante trataba de alcanzar el pergamino.
- Ya casi – decía, mientras que con las puntas de sus dedos trata de tocar el dichoso pergamino - ¡Lo tengo! - pero al tenerlo en sus manos el librero donde se apoyaba para no perder el equilibrio comenzó a tambalearse y se callo hacia atrás, Yuu cayó sobre Ryu y el librero hacia atrás haciendo que los demás muebles detrás de él cayeran en cadena.
El ruido hiso que los guardias entraran, pero cuando llegaron no había nadie ahí.
- ¿Lo tienes? – le pregunto Ryu una vez lejos. Si en algo eran realmente buenos era en escapar, una vez que comenzaban a correr nada los detenían
- Si – respondió Yuu y saco el pergamino.
Se detuvieron. Yuu extendió sus brazos y poco a poco fue desenrollando el pergamino, los dos cerraron los ojos y cuando el pergamino estaba abierto por completo los abrieron.
- ¿Quién es este? – exclamo Yuu al ver que no era el Espíritu Azul el que estaba ahí dibujado.
- Es el avatar Aang - le respondió Ryu. El lo conocía y esa flecha en su frente le era inolvidable. Además de que en el cartel decía claramente "Avatar".
- ¿Este niño es el avatar? – dijo dudoso.
- Si, pero ahora ya esta grande, este cartel es de cuando la guerra, hace ocho años.
- ¿Qué es de hace ocho años? – la voz de una mujer a sus espaldas hiso que ambos chicos se pusieran nerviosos, Yuu inmediatamente guardo el pergamino y los dos chicos se dieron la vuelta.
- Hola Lady Ayu – dijeron al unísono tratando de ocultar su sorpresa – Nosotros estábamos hablando del Avatar – dijo Ryu.
- Ooh ¿Eso asían? - dijo con tono que no dejaba a dudas que no les creía.
- Si – respondió seguro Yuu – hemos estado platicando del avatar tooodo el día.
- Aja – exclamo - Supongo que ustedes no tuvieron nada que ver con el incidente en las oficinas de los maestros fuego imperiales de hace un momento ¿Verdad?
Lady Ayu era uno de los miembros mas importante de la sociedad y del palacio. Era la encargada de los actos benéficos así como de los eventos donde el señor del fuego se presentaba. Lo malo era que los conocía muy bien, ella además era la tutora personal de Ryu. Por lo tanto conocía a la perfección lo que eran capaces de hacer el y Yuu cuando estaban juntos.
- ¿Qué incidente? – pregunto el príncipe fingiendo no saber nada.
Ayu los miró fijamente por unos segundos que se les hicieron eterno a los dos jóvenes, si los descubrían serian castigados y los castigos de Lady Ayu eran algo que realmente deseaban evitar.
- Yuu – dijo después – Tu padre te busca – el pequeño inmediatamente se marcho, abandonando a su amigo.
- Me retiro – dijo cortésmente Ryu después de que Yuu literalmente lo abandonara – Lady Ayu con permiso – hiso una inclinación y comenzó a caminar. Había tenido éxito, no los habían descubierto.
- Espero que hayan encontrado lo que buscaban – le dijo Ayu sonriendo antes de darse la vuelta – Le diré a tu padre que estuvieron aquí todo el tiempo - Ryu se giro para verla y también le sonrió.
Por la tarde se encontraba tomando el té con su abuelo Iroh. Como siempre lo hacía. En ocasiones su padre los acompañaba pero ahora no estaba con ellos, estaba en una junta con lady Ayu. El podía suponer el por qué de esa reunión.
- Pronto cumplirás los ocho años Príncipe Ryu – dijo Iroh gustoso - ¿Qué deseas como regalo?
El pequeño sonrió entusiasmado. Si, pronto cumpliría ocho, cada vez se sentía más hombre según él.
- Aun no lo he pensado abuelo. Cualquier cosa que me des esta bien – le respondió el pequeño. Iroh sonrió por la modestia de su nieto.
- Estoy seguro de que en estos momentos están organizando tu fiesta – le dijo como si fuera un secreto. Pero Ryu ya lo sospechaba.
Cuando termino de tomar el té con su abuelo se despidió para arreglarse para la cena. Esa noche sabia que los acompañaría lady Ayu y el se sentía muy cómodo con su compañía. Ryu la quería y la veía casi como una madre, pero siempre la llama de cariño tía. No era como otras mujeres que se acercaban a su padre solo con la intención de querer llamar la atención, o se acercaban a él para, de igual manera ganarse el afecto de su padre. Ayu era diferente a todas ellas. El lo sabia. Era amiga íntima de la familia real.
Mientras caminaba por los pasillos se encontró a su padre platicando con una joven noble. Ryu la conocía a la perfección. Lady Emi. Se quedo escondido para escuchar lo que le decía a su padre.
- El príncipe cumplirá ocho años, crece tan rápido – Hablaba con una emoción tan falsa que era reconocible por cualquiera – Estoy segura que el regalo que le daré le encantara.
No, no me gustara, solo me usas de pretexto para acercarte a mi padre.
No era ciego, sabia que su padre, a pesar de su cicatriz era apuesto y en mas de una ocasión había visto como las mujeres volteaban a verlo no con ojos muy amables. El solo las miraba con desprecio, no consideraba a ninguna de ellas dignas de estar cerca de su padre, a excepción de su tía Ayu claro, pero sabia que entre su padre y Lady Ayu solo existía amistad. Y esa mujer, sabía a la perfección cuales eran sus intenciones.
- Gracias – le dijo Zuko – Si me disculpa debo retirarme - y se fue de ahí dejando a la joven mujer con una expresión de insatisfecha. Ryu se rio internamente. Esas mujeres no tenían oportunidad con su padre, a todas las ignoraba y a ninguna les hacia caso.
- No se que es mas divertido – con sorpresa Ryu vio como su tía Ayu salía, y se acercaba a Lady Emi, no se había dado cuenta que ella también se encontraba por ahí escuchando – Si ver la patética manera en que quieres llamar su atención o como simplemente él te ignora – termino de decir.
- No se a que te refieres, yo solo trataba de ser amable. – La mujer puso una cara de disgusto al verla.
- Oh por favor Emi, no pretendas engañarme. Se cuales son tus intenciones y me sorprende que en todos estos años sigas aun con eso.
Ryu podía sospechar a que se refería. Lady Emi era muy bonita, quería usar su belleza para conquistar a su padre, pero su tía Ayu, en su opinión la superaba.
- Mira quien lo dice – repentinamente cambio su actitud de buena dama a mujer arrogante - Apuesto a que tu también tienes las misma intenciones. No te has casado todavía y que casualidad que ahora te la paces tanto tiempo en el palacio y cerca de el Señor del Fuego, incluso te ganaste la confianza del mocoso de su hijo.
- ¡Jamás vuelvas a referirte de esa manera a Ryu! – defendió – Y puedes pensar lo que quieras. Al final tu yo sabemos que él Señor del Fuego nunca te hará caso.
- Eso ya lo veremos, el necesita de una esposa, de una mujer.
- El ya tiene una esposa – le cortó Ayu.
- Esa chiquilla que se hacia llamar princesa ¡por favor! – Eso llamó la atención de Ryu - Ni siquiera era digna de ser llamada Señora del Fuego – termino de decir.
- ¿Y tu lo eres? – el disgusto de Ayu iba en aumento, no podía tolerar que hablaran así de su amiga – Pongámonos a pensar por un momento, ella es una princesa de sangre noble, una de las heroínas de la gran guerra y fue compañera del avatar, salvo la vida de muchos en esta nación y gracias a ella obtuvimos la paz – termino de enlistar - ¿Y tu te atreves a compárate con ella? ¿A llamarla indigna? – le hecho en cara – Solo existe una Señora del Fuego Emi y ni tu ni otra podrá tomar su lugar.
Ryu no podía creerlo. Durante mucho tiempo el nunca había preguntado sobre su madre, no era tonto, sabia que hacia falta. Todo el tiempo habían sido su padre, su abuelo y él. Aunque tuviera curiosidad por ella no había hecho preguntas, pensaba que seria muy doloroso para su padre hablar de ello, supuso que había fallecido, pero nunca visitaron alguna tumba o que algo le había pasado, pero ahora, por primera vez, escuchaba algo sobe ella, una princesa, Lady Ayu lo había dicho, una heroína y acompañante del avatar. El había escuchado la historia de la boca de su padre, pero no había escuchado de esa princesa. Todo esto resultaba revelador para el joven. Ahora las dudas lo invadieron. ¿Quién era su madre? ¿Dónde estaba? Y lo mas importante ¿Por qué no estaba con ellos?
Durante la cena estuvo muy pensativo. Zuko lo noto.
- Y bien ¿que te parece? ¿Ryu? – le preguntó por segunda vez Iroh al no recibir respuesta de su nieto.
- ¿Eh? – pregunto el pequeño que se encontraba distraído en su mundo.
- Ayu sonrió – Alguien esta muy distraído hoy. Tal vez por su fiesta de cumpleaños. Te prometo que en esta ocasión no pondré el juego de quien te atrape puede recibir un beso de tu parte.
Las palabras de Ayu lo trajeron a la realidad.
- No vuelvas a hacer eso tía fue muy molesto – se quejo el pequeño príncipe, provocando las risas de los demás. Solo en aquellos momentos íntimos donde solo eran ellos cuatro Ryu llamaba con libertad "tía" a Lady Ayu, y escuchaba como ella se refería a su padre con su nombre propio y no como Señor del Fuego.
- Mi nieto va a ser muy popular con las niñas – predijo Iroh – Tanto como lo fui yo – dijo sonriendo.
- ¿Usted era muy popular entre las mujeres señor Iroh? – Pregunto Ayu.
- Por supuesto que si – dijo con alegría – Así como esas niñas seguían a Ryu también lo hacían conmigo – y se soltaron a reír.
Ryu solo se molesto más. El año pasado en su cumpleaños a su queridísima tía se le ocurrió la gran idea de anunciar que la persona que lo atrapara, ganaría un beso de él. Una estampida de niñas lo persiguieron por todo el palacio, fue lo mas aterrador que pudo pasarle incluso Yuu se vio victima de aquellas niñas que lo persiguieron.
A Zuko le gustaba mucho la familiaridad con que se trataban. Después de la partida de Katara, Ayu tomo las responsabilidades que le hubieran correspondido a la Señora del Fuego, ella acepto gustosa, era de las pocas que sabían la verdad respecto a lo que paso y se convirtió en una figura materna para Ryu, el sabia que ella admiraba y quería a Katara tanto como él y que estuviera a cargo de Ryu en sus primeros años de vida, era algo que seguro Katara aprobaría.
Sabia que al creerlo soltero los nobles no tardarían en ofrecerle sus hijas, lo que considero algo imprudente de su parte, pues aun seguía casado, aunque Katara se había ido, su matrimonio nunca se disolvió, pero claro ninguno de aquellos nobles se atrevió a mencionarlo directamente a él, si no hasta dos o tres años después. Ayu en más de una ocasión se había negado a realizar aquellos bailes en donde era mas que obvio que solo buscaban "pescarlo".
- ¡Por favor Zuko! – le reclamaba – Estas mujeres solo quieren hacer esos bailes para que te fijes en sus hijas.
- Sabes que nunca me voy a fijar en ninguna – le respondía calmadamente, a veces resultaba divertido ver como se molestaba por lo que las mujeres de la nobleza, le pedían o exigían a Ayu – Yo ya soy un hombre casado – decía con algo de diversión para calmar las inseguridades de su amiga recordándole que el ya le pertenecía a una mujer.
- Pero hombre a final de cuentas – le recriminó ella – ¡Tu no sabes de lo que esas mujeres son capaces de hacer! Me he enterado que algunas de ellas han estado buscando el perfume de la flor de dragón, ¡Y tu más que nadie sabe de lo que esa cosa es capaz de hacer!
Zuko recordó la primera vez que fue victima de aquel perfume. Oh, si que sabia de lo que era capaz. En ese punto actuó a favor de Ayu y por un tiempo ella no permitió ningún baile que aquellas mujeres le proponían, era la líder y organizadora del comité de los bailes y actos donde Zuko se presentaba y cuando aquellas mujeres sugerían un baile donde estaba segura de cuales eran las verdaderas intenciones, ella las rechazaba con total aprobación de Zuko, aun sin antes discutirlo con él, de esa manera lo mantenía protegido. Ayu sentía que debía proteger a Zuko, a final de cuentas era el esposo de su mejor amiga y sabia que los dos se amaban.
Al finalizar la cena Zuko tuvo que retirarse a su oficina a terminar de acomodar algunos papeles, cuando termino se dirigió a la habitación de su hijo, iba a decirle las buenas noches y la noticia de su viaje pero le sorprendió encontrarlo igual de distraído que en la cena. No noto cuando el entro a la habitación.
- Ryu – le hablo al estar cerca de él, el pequeño dio un brinquito de la sorpresa. Zuko vio como trataba de ocultar algo - ¿Qué tienes ahí? – le preguntó.
Había sido descubierto y no pudo mas que mostrar la evidencia que traía en manos. Zuko miro el pergamino y lo desenrollo. Se impresionó de ver lo que había en él. Un dibujo suyo y de su tío siendo buscados por la nación del fuego. Había pasado mucho tiempo. Pensó, pero también se dio cuenta de otra cosa.
- Fueron tu y Yuu ¿cierto? - el pequeño solo asintió con la cabeza - ¿Era esto lo que buscaban?
- No. Buscábamos… - dudo en decírselo a su padre.
- ¿Qué buscaban? – le pregunto con suavidad. No estaba molesto pero quería saber el por que estuvieron ahí.
- Buscábamos el cartel de Se Busca del Espíritu Azul – Zuko sonrió – Yuu dijo que escuchó a su padre hablar de él, que en verdad había existido y fue buscado. Queríamos ver si era verdad.
Algún día le contaré la historia, haber que cara pone. Pensó Zuko.
- Es hora de dormir – le dijo – Mañana iremos a la ciudad Fuente de Fuego para ver el festival.
La cara de sorpresa y alegría no se dejo esperar. Solo en las noches su hijo se convertía en su niño. Solo en esos momentos eran padre e hijo.
- Papá – hablo el pequeño después de que su padre lo arropara – tu… - dudo un poco, deseaba comprobar lo que había escuchado sobre su madre, pero sentía que tal vez su padre no le hablaría sobre ella, no lo había hecho en todo ese tiempo, pero todo el día estuvo pensando en eso – Cuando… viajabas con el avatar… - hablaba dudoso – ¿También había un princesa?
El corazón de Zuko se detuvo. ¿Acaso le estaba preguntando sobre Katara? Cuando le contó la historia de cómo terminaron la guerra, solo la había mencionado como "la maestra agua del avatar" sin decir su nombre o que era una princesa.
- ¿Por qué lo dices? – le preguntó un poco conmocionado.
- Es que también encontramos el cartel del avatar – mintió – Solo me preguntaba quien mas pudieron haberlos acompañado es todo.
Zuko sabia que había algo más pero no dijo nada. Le dio las buenas noches y salió de la habitación. Su hijo sabia algo, pero no se podía explicar como pudo haberse enterado. El nombre de Katara y lo que paso se mantenía en gran secreto. Se había prohibido hablar al respecto delante de ellos o en cualquier lugar. Así lo había ordenado y hasta ahora no había tenido problemas o inconveniencias. Incluso Ryu nunca había preguntado respecto a su madre. Y eso le había parecido extraño, pero sabia que tarde o temprano lo haría y cuando ese momento llegara él le contaría la verdad. Pero nunca pensó que se referiría a ella como "princesa".
Llego a su habitación. Saco un estuche de madera hermosamente gravado, y de ahí saco el collar azul tan preciado para él. Lo tomo en sus manos y lo apretó delicadamente. Estaba dispuesto a contarle la verdad a su hijo, si el le preguntaba.
A la mañana siguiente, partieron a la ciudad Fuente de Fuego, solo padre e hijo. Iroh y Ayu los despidieron en el puerto.
- Señor Iroh – Ayu le habló camino al palacio - ¿Por cuánto tiempo van a seguir así? – Iroh no tenia que preguntar para saber a lo que se refería - El Alto Sabio ya esta muy viejo y según he escuchado, no le queda mucho tiempo de vida. ¿Cree… que Zuko quiera traerla de regreso cuando el haya fallecido?
- Puedo sospechar que esas son sus intenciones – hablo con seguridad - El nunca quiso separarse de ella. Pero mientras el Alto Sabio siga con vida, nunca deshonrara el acuerdo.
Iroh recordaba aquella noche, cuando todo cambio. Las decisiones que se tomaron y lo difícil que fue para ambos. Desde ese día había deicidio quedarse con su sobrino y su nieto. Su tienda de té en Ba Sing Se podía esperar, la había dejado en muy buenas manos, Toph había tomado la responsabilidad de su tienda o mejor dicho había buscado quien se hiciera cargo de ella, pero siempre estaba al pendiente de ella y le enviaba de vez en cuando noticias de su tienda de té.
Para el era más importante quedarse con ellos. Temía que Zuko se volviera ermitaño, triste y confundido o se volviera alguien insensible y furioso con el mundo por lo que le había sucedido, pero en lugar de eso lo vio convertirse en un gran padre, amoroso y cuidadoso con su hijo, detalle que solo él y Ayu conocían, aquella muchacha fue de mucha ayuda para ellos tomando en parte el cuidado de Ryu. Zuko, como le había prometido a Katara cuidaba de él y le daba el amor por parte de ambos, pero sabia que el amor de una madre era algo que siempre le haría falta a ese pequeño.
En el barco Ryu miraba el mar, pronto llegarían a la isla volcánica. Toda la noche no pudo dormir preguntándose quién era su madre y por qué no estaba con ellos. Nunca escucho a su padre mencionarla o a ninguna otra persona. Pareciera que la mantuvieran oculta. ¿Acaso había hecho algo malo? Esa pregunta podía ser la clave. Si no la mencionaban es por que debió haber hecho algo. ¿Que tal si su madre era una criminal? ¡No! deja de pensar eso Ryu, no hay forma de que mamá sea una persona mala. Si lo fuera su padre ya se hubiera casado con otra mujer, y si no lo había hecho es por que aun la seguía amando, ¿Verdad?, trataba de convencerse así mismo además su tía Ayu había dicho que aun estaban casados y que aun era la Señora del Fuego. La defendió ante Lady Emi, entonces… ¿Qué había pasado? Su pequeña mente no podía más. Quería saber la verdad. Pero ¿Cómo le preguntaría a su padre? Sabia en el fondo que no le diría nada. Pero el quería saber de ella. Una idea se le vino a la mente.
Llegaron a la isla y fueron llevados en una procesión real hasta la casa que el Señor del Fuego tenia ahí. La ciudad Fuente de Fuego era una isla creada por un gran volcán inactivo, de ahí provenían los famosos duraznos luna, era una de las islas que brindaba la mayor parte de las frutas y verduras de la nación, su principal apoyo económico era la agricultura. La casa del Señor del Fuego donde se quedarían por unos días estaba ubicada muy apartada de la ciudad principal. Atravesaron los muros que la custodiaban y la gran puerta de madera roja con dragones en los costados, el entrar los esperaba el largo camino para llegar a la casa delimitado por enormes arboles a los costados, la casa estaba rodeada por árboles de cerezo y duraznos luna. Era un pequeño palacio, era más grande que la casa de playa en la Isla Ember y mas majestuosa. Poseía los mas hermosos jardines y era por mucho la mejor de las casas que poseía el Señor del Fuego en la nación. En esos momentos los cerezos y las flores de los duraznos luna estaban en flor haciendo un hermoso espectáculo para la vista. Cada año iban a presenciar tal espectáculo y a disfrutar del festival. Desde que llegó, Zuko se reunió con el gobernador y no regreso hasta en la noche. A esa hora Ryu se acerco a su padre.
Estaba en la terraza de su habitación, descansando mientras bebía té. Traía puesta su larga bata de seda roja con bordes dorados, estaba abierta dejando la descubierto su pecho, su cabello largo y sin peinar caía sobre sus hombros. Ryu sabia que en esos momentos no era el Señor del Fuego, si no su padre.
- Papá – le hablo mientras se acercaba a él.
- ¿Qué pasa hijo? – lo invito a sentarse.
Se sentó frente a él y tomo una pose seria.
- Tú sabes – comenzó – que nunca te he preguntado sobre mamá y se que tu tienes tus propias razones en no decirme nada, pero quiero decirte que si respondes a mi pregunta te prometo que no te molestaré nunca más con nada relacionado a mamá.
Zuko se quedo sorprendido. Su hijo no le había preguntado no por que no tuviera curiosidad si no por consideración hacia él, pero ahora lo encaraba para saber sobre su madre. El estaba dispuesto a contarle sobre ella, en la seguridad de aquella casa sabia que podía hablar libremente con su hijo respecto a eso, aunque había prometido no hacerlo, en esos momentos ya no importaba. Dejo su té y espero la pregunta de su hijo.
- Solo quisiera saber… – hiso una pausa – el nombre de mi mama.
Por fin les traigo la continuación, espero y les guste ... (^-^)...
