¡Hola! Soy una escritora nueva en fanfiction (no lectora, porque leyendo ya llevo tiempo) y voy a intentar introducirme en este mundo despacito, sin prisas, pensando todo bien (a veces, demasiado), porque soy así y no tengo remedio.
Les voy a ser sincera, esta historia se me acaba de ocurrir en clase debido a mis ganas de escribir sobre alguno de mis personajes favoritos y al gran aburrimiento que sentía en Lengua y Matemáticas ( y Filosofía ya, ni os cuento), pero por ser mi primera historia, también será de las más difíciles… Me gustan muchas series pero no sé si llego a comprender del todo a algunos personajes, así que, por miedo a cambiar demasiado su personalidad (cosa que no me gusta nada cuando leo una historia en fanfiction), voy a empezar con algo, llamémoslo "suave". Pienso que será menos complejo porque los personajes en los que me voy a centrar van a ser unos de los que no hay mucha información, que están menos desarrollados en comparación con otros… Pero eso no quiere decir que me gusten menos . Ruego que me disculpen si no consigo el efecto deseado en los personajes.
¡Ah y tengo que dejarles aquí algunas advertencias!
-Cambios de escena: oOoOoOo-oOoOoOo
-Los pensamientos no están señalados de ninguna forma, están mezclados con las observaciones.
-….- Diálogos.
-Posible lenguaje fuerte o subido de tono y violencia explícita.
-Posible lime y más adelante lemon.
Y no puede faltar el típico:
Disclaimer: Los personajes ni la historia original de Fairy Tail son míos solo se los cojo prestados un tiempo a Hiro Mashima. Solo el argumento de esta historia es mío.
Bueno, sin más preámbulos: Sinceramente, espero que les guste.
… Cosas que haría por ti …
El gremio estaba como siempre, es decir, prácticamente destruido: Sillas con solo tres patas volaban de un lado para otro golpeando a diferentes miembro; las mesas partidas por la mitad reposaban bajo magos desmallados; Cana Alberona bebía a morro de un enorme barril de cerveza y, a veces paraba unos segundos solo para gritarle a Elfman que dejara de gritarles a todos que fueran más hombres cuando él se dejaba dominar completamente por la integrante femenina del Rainjinshuu; Lissana intentaba sin éxito reanimar a una Mirajane que yacía desmayada en el suelo con un gran chichón en la frente, pero aún con una sonrisa que le ocupaba todo el rostro; Wendy veía a Reedus pintar en medio de todo el jaleo; y Erza Scarlet avanzaba peligrosamente hacia los que más que probablemente eran los autores de esta nueva "fiesta" con su estúpida y habitual pelea de después de comer…De pronto, las paredes del gremio dejaron de arder y de ellas dejaron de surgir cristales de hielo de maneras imposibles. Natsu y Gray tenía el miedo pintado en sus caras. La había visto y no sabían que hacer. De un momento a otro, estaban pasando la mano por el hombro del otro y comenzando a cantar baladas como "buenos amigos" que eran.
Solo cuando Erza se hubo sentado con Lucy alrededor de la única mesa que quedaba en pie tras felicitarles por la fuerte amistad que demostraban tener, los enemigos-amigos declarados pudieron relajarse.
Así fue como vio Levy a Erza comerse una porción de su adorado pastel de fresas tranquilamente mientras hablaba con Lucy, cuando entró en el gremio.
Nada más ingresar en aquel monumental edificio, la peliazul se topó de golpe con dos masas humanas de carne y magia que le impedía el paso y prácticamente la ahogaban con sus preguntas cobre dónde había estado y por qué no los había avisado para que fueran con ella.
Jet y Droy eran sus mejores amigos y las personas más confiables y leales que había conocido en toda su vida, sí, pero la mayoría de las veces también eran demasiado exagerados cuando se trataba de Levy y del hipotético peligro quela acechaba tras cada esquina.
Sus compañeros de equipo la acucharon y lloraron teatralmente mientras la saludaban con efusión.
Después de contarse todas las novedades, Levy echó una segunda ojeada a los integrantes de su gremio y un detalle llamó su atención. ¿Era su imaginación o faltaba alguien? Su corazón dio un salto en su pecho al darse cuenta de quién era la persona ausente. Bueno, tampoco hay que ser dramáticos, voy a comprobarlo antes de nada, se dijo a sí misma. Y, decidida, se dirigió a la única persona que la podía ayudar en este tipo de ocasiones.
-¡Lu-chan!- Gritó Levy entre el barullo mientras avistaba a su mejor amiga y confidente.
-¡Levy! ¡Qué sorpresa! Creía que no volvías de esa convención hasta el jueves. ¿Cómo es que has vuelto tan pronto?- Pregunto la maga estelar.
-Ah, eso. Nada. Lo de siempre. No había nada nuevo. Ese tipo de eventos familiares son todos iguales. No me enseñan nada. Sigo asistiendo a ellos solo con la esperanza de que hayan descubierto algo pero nunca hay suerte… ¿Y tú? ¿Qué tal en tú misión en pareja con Natsu? ¿Todo bien? ¿Alguna novedad en…?-Levy le dirigió a Lucy una larga mirada inquisidora.
La rubia no fue capaz de reprimir el sonrojo que cubrió sus mejillas y que, segundos después subió hasta la punta de sus orejas.
-¿¡Q-q-qué quieres decir!?- Tartamudeó la escritora.- ¿Entre Natsu y yo? Eso es imposible. Además…-La chica dirigió un gesto de tristeza y pena mezcladas al mencionado en la conversación.-Natsu jamás me vería de esa… Forma. Jamás me vería de ninguna otra forma que no sea su compañera y buena amiga Lucy Heartfilia.-Casi susurró Lucy.
Levi, consciente que no debía volver a tocar el tema, al menos, por ahora, sacó por fin a la luz el tema que en verdad la había llevado hasta allí.
-Oye Lu-chan, ¿sabes algo de…?-Levy no se atrevió a terminar la frase. La dejó inacabada.
-Solo lo de hace tres días. Mirajane dice que llamó para informar que había terminado la misión y que volvería cuando pudiera, que antes tenía que hacer un recado. Bueno, eso traducido por Mira, él exactamente dijo: "Ya acabé. Volveré cuando quiera regresar. Tengo algo que hacer."-
Cuando Lucy pronunció esas palabras intentando imitar el tono socarrón, borde y mandón de él, no pudo aguantar más y su pena y preocupación, pasó, por unos instantes a convertirse en una risa descontrolada formada por carcajadas y sonidos estridentes. La risa de Levy era tan contagiosa, que faltó tiempo para que su amiga se uniera a ella en carcajadas sonoras y dulces.
-Lu-chan, deberías dejar de intentar ser escritora en el futuro. No tienes por qué preocuparte por cosas como esas, con tu talento de imitadora tienes la vida solucionada.-Dijo entre risas la peliazul.
Y así ambas siguieron hablando durante unos minutos más, que puede que llegaran a convertirse en un par de horas más, la McGarden no llegó a saberlo con exactitud, cuando estaba con Lucy el tiempo pasaba tan rápido. Solo se enteró cuando Natsu interrumpió su todavía animada conversación para llevarse casi a rastras a la rubia alegando que ya había perdido mucho tiempo descansando, que debían irse a otra misión antes de que el idiota de Gray con sus hielitos y su nudismo los adelantara.
Cuando Lucy se hubo marchado, Levy volvió a sentir ese vacío en su interior que causaba su preocupación por ese idiota de metal.
oOoOoOo-oOoOoOo
Los minutos siguieron pasando y ya nadie excepto ella quedaba en el gremio cuando Mirajane, poseedora ahora de una reluciente gasa que cubría el golpe de su frente, cerró con llave las grandes puertas del gremio.
-Levy-chan, puedes quedarte hasta cuando quieras, ya lo sabes.- Le dijo sonriente la peliblanca.-Solo no te acuestes demasiado tarde, ¿vale?-Mira ya estaba dándose la vuelta en dirección a la puerta trasera cuando se paró un momento y volvió a dirigir su mirada a la pequeña chica.
-¡Ah, Levy! Acabo de acordarme de algo, el maestro dejó esta llave para ti, dijo que había encontrado un libro en el país de Gravion que tal vez pudiera serte de ayuda con tu magia. Está abajo en la biblioteca.- La Strauss colocó la pequeña llave plateada sobre la mesa, en frente de donde Levi se encontraba todavía absorta en las muescas de la madera. Al ver el pequeño objeto, Levy reaccionó y consiguió despedir y agradecer a Mirajane antes de que esta saliera por la puerta.
Segundos después de que la mujer se hubiera marchado se podía ver a una pequeña peliazul correr como si la vida le fuera en ello hacia la planta baja del edificio.
Nada más alcanzar la vieja polvorienta y desgastada puerta que daba paso hacia la casa de las pequeñas puertas a otros mundos, también llamadas libros, paró un momento a descansar mientras intentaba nerviosamente introducir la llave en la cerradura. Cuando por fin lo consiguió, entró como un tornado en la sala y se dirigió hacia la mesa central de aquella sala redonda lleno de libros de todos los tamaños y formas incrustados en las estanterías unos entre otros. Miró el libro unos instantes y lo abrió. La peliazul comenzó a devorar la información de su interior con gran entusiasmo y, ya llevaba veinte minutos leyendo cuando recordó que poseía unas gafas que harían de ese un trabajo mucho menos pesado y más rápido. Y así, en minutos, terminó de añadir los datos presentes en el amarillento papel del libro a la base de ellos que era su cerebro.
Levy sonrió, satisfecha. Al menos, gracias al maestro, había conseguido avanzar algo. No como el resto de su familia estancada en la ignorancia. Gracias al maestro, sabía cosas que podrían cambiarlo todo.
Subió a la primera planta de nuevo, y una vez allí, descubrió también lo cansada que estaba. Ya eran las cuatro de la madrugada.
-Bueno, venga. Probaré uno y luego me iré a casa que ya es hora.- Dijo en voz alta Levy.
La chica se concentró profundamente, levantó ambos brazos por encima de su cabeza, los dejó rectos por un par de segundos y, rápidamente, los bajó, los cruzó delante de su rostro y los abrió violentamente hacia los lados, dejándolos así abiertos unos instantes.
Menos de un segundo después, la palabra "hierro" apareció escrita un paso por delante de su cabeza y, cuando Levy mentalmente se lo ordenó, dándole forma, esta se descompuso en millones de dagas de metal muy afiladas que hicieron silbar al aire cuando salieron disparadas hacia el gran portón del gremio. Muchas quedaron clavadas en él, pero algunas se dispersaron y, desviándose de su trayectoria, fueron en todas direcciones, destrozando muchas cosas a su paso.
-Uy- Susurró apenada la peliazul.
-Menuda bienvenida me das, enana.- Dijo una voz procedente de la puerta trasera del gremio.
Gajeel arrancó uno de los proyectiles que segundos antes se habían clavado en aquella estantería con elevada fuerza como si simplemente lo estuviera recogiendo del suelo. Aquella facilidad con la que el hombre había demostrado que podía quitarlo del mueble, despertaba algo en el interior de Levy, algo que ella todavía no sabía cómo calificar.
Tras esta acción, el pelinegro comenzó a devorar sin ningunos modales el arma metálica. Al masticar, Gajeel seguía haciendo ese sonido que a la peliazul le fascinaba tanto: El sonido desgarrar metal con los dientes. Algo que solo él podía hacer.
Masticó lentamente y con parsimonia mientras Levi lo observaba embobada.
-¿Mmm? ¿Qué miras enana?- Preguntó altivo el Dragon Slayer.
Gajeel se colocó junto a Levy en una zancada.
- ¿Acaso te gusta esto?- Susurró él al oído de la peliazul y la miró lascivamente cuando, lentamente, deslizó su lengua por el filo de uno de los proyectiles.
Levy sintió que se derretiría. Un notable sonrojo cubrió sus mejillas y comenzó a hiperventilar. Sentía que de un momento a otro se caería al suelo a causa de sus ahora "piernas de gelatina".
-¿No dices nada?- La interrogó, socarrón.- Puede que… ¿Estés nerviosa? ¿O… quizá otra cosa? Mmm… ¿Excit…?-. No pudo terminarla frase.
-¡Te equivocas!- Gritó la pequeña chica muy alterada. El color rojo se arremolinaba en sus mejillas y comenzaba a extenderse por todo su rostro.
-¿Realmente?- Articuló el pelinegro volviéndose a pegar al oído de ella.- ¿De verdad me equivoco?- Acercó tanto su boca al cuello de la maga de escritura sólida que su aliento le rebotaba en el rostro.
El corazón de Levy latía tan rápido que la chica esperaba intranquila el momento en el que se le saliera del pecho. No podía pensar, lo único en lo que su cerebro era capaz de concentrarse era en el cálido aliento que salía de los claramente suaves labios del Dragon Slayer de acero. Solo deseaba con todas sus fuerzas que no se detuviera, y por ello, se regañaba mentalmente cada segundo. Pero las ganas de sucumbir ante él se hacían por momentos, mayores que cualquier otro pensamiento.
El calor comenzaba a alojarse en la zona de su bajo vientre. Y una hasta ahora extraña pero reconfortante sensación viajó por todo su cuerpo hasta pararse a la altura del pecho.
Por fin, Gajeel posó de manera extrañamente suave sus labios sobre el níveo cuello de la chica y…
Levy tuvo que reprimir lo que seguramente habría sido un gemido muy sonoro. ¿¡Gajeel acababa de… Morderla!? ¡Dios, ese hombre sí que sabía excitar a una chica!
-Gehee- Pronunció Gajeel entre dientes. Su típica expresión tampoco ayudaba a que las hormonas de Levy se quedaran quietas. El bullicio dentro de la chica en este instante no podía describirse con simples palabras.
Él la agarró de la cintura y la pegó contra sí mismo. Y su sonrisa socarrona, pasó instantáneamente a convertirse en una expresión que la peliazul no fue capaz de identificar con exactitud… ¿Anhelo? ¿Deseo? O, podría ser… ¡No!
Levy detuvo con rapidez los pensamientos que empezaron a desviarse de la realidad e intentó concentrarse en lo que ahora estaba ocurriendo.
De repente, un ruido los sobresaltó.
Se giraron simultáneamente hacia el lugar de donde provenía el sonido extraño. Pero no consiguieron ver nada y lo atribuyeron todo a algún animal que pasaba por allí.
Volvieron a colocarse uno frente al otro y Gajeel recuperó su sonrisa cínica. Admiró su obra unos segundos y dijo en lo que a la chica le pareció un suspiro:
-Hasta luego, enana. Volveré a por más. Recuerda que aún no hemos acabado.-
Justo después de decir esto, se marchó tranquilamente, todavía masticando sonoramente uno de los grandes dardos metálicos creados por la maga de escritura sólida.
Levy no reaccionó hasta varios minutos después. Todavía un poco atontada y sorprendida, emprendió en camino a su casa, abrigada, solamente, por la oscura noche.
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Gajeel llegó a su casa, la casa que compartía con Salamander y ese gato azul. Cerró de un portazo la puerta de la entrada y se dirigió a grandes y fuertes zancadas a su cuarto, al fondo de la casa. El edificio había sido reformado hace dos años. Para que Gajeel pudiera mudarse allí, Natsu había agrandado bastante la casa, con lo que ahora no tenía ni el más remoto parecido con la casucha vieja y sucia que era antes. Lo de vieja porque había sido renovada, y lo de sucia porque al mudarse el pelinegro, los compañeros inseparables descubrieron una faceta de lo más rara y cómica del Dragon Slayer de metal: Tenía una gran fijación con la limpieza. Nada más llegar, incluso antes de instalarse, se ató un trapo blanco a la cabeza a modo de cintillo para sujetarse el abundante pelo para así poder dejarlo todo reluciente sin molestias. Eso sí, "dejar todo reluciente" no se reducía solo a él. En cuanto los vio, Gajeel los obligó a vestirse "para la ocasión" y a ayudarle con todo el trabajo, porque sí, parece increíble, pero el pelinegro no solo les ordenó que hicieran todo el trabajo y se sentó a mirar como lo hacían, sino que también aportó su ayuda. Y no fue de extrañar porque los dos compañeros más que trabajar solo se quejaban e intentaban vaguear cada dos segundos.
Finalmente, y aún reflexionando, llegó a su cuarto y se tiró en su cama de un salto. Los muelles de esta chirriaron y crujieron, quejándose por el nuevo peso alojado encima de ellos.
Esa enana era buena, sabía cómo implantar el deseo en él. Aún podía sentirla retorcerse entre sus brazos… Aún podía oler su aroma, podía notarlo entrando en sus fosas nasales y el olor era muy fuerte, muy intenso, más de lo normal teniendo en cuenta lo desarrollado que era su olfato.
Cruzó los brazos bajo su cabeza y miró al techo de vigas de madera. Entonces las líneas de la madera comenzaron a desdibujarse a una gran velocidad, hasta pasar a dar lugar a las imágenes nítidas y en movimiento que eran sus recuerdos de los últimos días.
- Flash Back -
Gajeel caminaba de vuelta al gremio tras haberse deshecho de esa panda de inútiles que la gente del pueblo consideraba una amenaza. ¿Amenaza? Las carcajadas mentales del pelinegro resonaban tan alto en el interior de su cabeza, que él pensaba que dentro de poco todos los que caminaban por su misma acera, las oirían y saldrían corriendo asustados.
Miraba al cielo mientras andaba cuando un gran estruendo llamó su atención. Giró el rostro hacia la procedencia del ruido y se concentró en él.
Sin pensar echó a correr y, unas siete u ocho manzanas más al sur, se detuvo abruptamente.
Escuchó con atención escondido entre las sombras de aquel callejón.
Un grupo de tres hombres, magos, por su aspecto y olor, rodeaban a dos chicos adolescentes humanos y comenzaban a acosarlos y empujarlos, intentando amedrentarlos.
Los adolescentes humanos estaban muy asustados. Gajeel podía oler su miedo a kilómetros.
Uno de los tres magos, el que parecía el líder por su modo de hablar y de andar, avanzó hacia delante varios pasos encerrando entre la pared y su cuerpo a los jóvenes. Los otros dos se colocaron cada uno a uno de sus lados, como franqueándolo.
Los humanos intentaron huir, pero fueron cruelmente golpeados por los secuaces.
-Uy, el niño se ha hecho pupa.-Se burló el cabecilla de los magos esperando las risas de aprobación de sus acompañantes.
Uno de los humanos golpeados se limpió la sangre que salía de la herida causada por la caída con la manga de su jersey y miró desafiante al grupo de magos. Un momento después, abalanzó contra sus contrincantes. Aunque su ataque fue en vano. Volvieron a tirarlo al suelo del callejón y empezaron a golpearlo duramente. Le pegaron patadas en el estómago, abdomen, pecho,… Él solo se retorcía del dolor y los autores de este, disfrutaban al verlo. A veces incluso paraban de golpearlo un momento para verlo escupir sangre a borbotones.
El otro adolescente tampoco salía muy bien parado. Sufría lo mismo que su amigo. Solo que él estaba colocado en posición fetal, intentando proteger sus órganos vitales inútilmente. Los magos al ver esta acción, comenzaron a golpearlo por la espalda, dañando así su columna vertebral.
-¡Levantaos mierdas!- Ordenó el cabecilla con tono autoritario.-No tenéis derecho a vivir. No podéis respirar el aire, no tenéis derecho a nada. –Hizo una breve pausa.-Por eso,… Voy a mataros.-El mago sonrió sardónicamente y instantáneamente esa acción fue copiada por sus acompañantes.
-Ya le habéis oído.-Continuó otro de los magos.-Poneos de pie de una puta vez. ¿O es que preferís que os matemos en el suelo como cucarachas repugnantes que sois?-Río ante su propio comentario, para él de lo más locuaz.
Lo chicos comenzaron a ponerse de pie ya resignados a su suerte cuando una voz diferente a las conocidas hasta ahora los sobresaltó.
-Cuanto tiempo, cabrones.- Habló con voz de ultratumba el Dragon Slayer.
Un escalofrío recorrió a los magos de arriba a abajo al reconocer al poseedor de esa voz. Una voz áspera y cínica, con un toque de humor negro implícito.
-¿Qué? ¿Pasando un buen rato? ¿Jugando con unos amigos?- Dijo con ironía el pelinegro.- ¿Queréis que me una a la fiesta?-Gajeel comenzó a sonreír de medio lado.
-Ga-Ga-Gajeel…-Tartamudeó el líder con el miedo y el nerviosismo pintados en su cara.
-Gehee.- Sonrío sardónicamente el mago del metal.
-Cre-cre-creíam-o-os que esta-b-bas mu-muerto-o.-Consiguió pronunciar con dificultad.
-¿Muerto?- Dijo con sarcasmo.- ¿De verdad alguna vez creísteis que yo era tan débil?- Endureció su gesto.
-N-n-no. Jamás pensaríamos nada de eso.- El mago intento darle credibilidad a su voz pero los gallos que surgieron entre palabra y palabra se lo impidieron.
-Seguro.- La mirada seria que les dirigió les dejo sin habla.
-Bueno, ahora que todo está claro. ¿Por qué no los soltáis? Ya os habéis divertido suficiente por hoy.-
-Pero…-
-¿Me vas a llevar la contraria? ¿Acaso no recuerdas quién soy?- Grito colérico Gajeel.
El pelinegro ya se dirigía amenazante hacia los tres magos ahora deseantes de ser tragados por la tierra, cuando algo lo obligó a detenerse. Caído del cielo, alguien que casi lo aplasta se interpuso entre los tres magos y el Dragon Slayer.
-¿Ga-Gajeel? ¿Eres tú?- Preguntó el recién llegado desconcertado.
-¿Stterius?-.
-Sí, tío, soy yo. ¿Dónde has estado?-
-Por ahí.-
-Tan hablador y amable como siempre, ¿eh capullo?- Alegó sonriente. Los colmillos se le quedaban encajados por fuera de los labios.
Stterius era un mago poderoso dela misma edad que Gajeel. Crecieron juntos y aprendieron todo sobre la vida y la magia juntos. Se podría decir que eran "amigos de la infancia".
Él era alto con pelo negro corto y liso con reflejos y mechones rojos, y peinado al estilo Gray. Tenía los ojos plateados como el color del mercurio líquido y estos siempre poseían un brillo peligroso, como avisando de su fuerza. Así las presas distinguían al cazador.
Iba vestido como Gajeel pero con un look más gótico con más abalorios y trozos de tela negra.
-Tú tampoco has cambiado nada. Eras así desde que llevabas pañales.- Provocó el pelinegro muy pagado de sí mismo.
La expresión del rostro de Stterius cambió a una mueca de desconcierto y sospecha.
-¿Por qué abandonaste Phantom Lord?- Preguntó, al fin.
-Ya sabes que yo nunca doy explicaciones a nadie de lo que hago o dejo de hacer. No es asunto tuyo. Me fui, simplemente, porque me dio la gana. Informó el Dragon Slayer de acero mortalmente serio.
Se miraron por unos instantes que parecieron eternos y, sin venir a cuento, Stterius estalló en caracajadas.
-El mismo de siempre.- Susurró pasándole el brazo por los hombros a Gajeel.- Vamos a tomar una copa ya ponernos al día, anda bestia.-
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-Entonces, ¿qué haces ahora?- Preguntó interesado Stterius.
El ambiente del bar en el que se encontraban apestaba a una mezcla de alcoholes como vodka, wiskey y ginebra, y nubes de humo se desplazaban lentamente por encima de sus cabezas. El ruido en el establecimiento era notorio. Y los dos antiguos amigo se encontraban sentados en la barra con un vaso de tequila cada uno.
-Nada. Diferentes cosas.- Fue la escueta respuesta del pelinegro.
Stterius estuvo callado unos segundos reflexionando.
-El jefe cayó. Todo acabó. Fue horrible. Hubo un caos tremendo. Pero luego llegó él: "El nuevo".- Resumió.-Todo va bien ahora. Como siempre.-
Gajeel puso los ojos en blanco mentalmente. ¿Bien? Ahora recordaba lo que era estar en Phantom Lord, donde estar bien significaba matar por placer, torturar, robar y… Cosas peores.
Por un instante, el Dragon Slayer recordó los momentos pasados juntos. Sus formas de "divertirse". Sí, siempre fueron compañeros, aunque compañeros a distancia, pues solo hacían algo juntos cuando les venía bien a los dos, cuando tenían algo que ganar, sino, era una pérdida de tiempo.
-Bueno, tengo que marcharme. Esos idiotas no sabrán ni regresar al gremio.- Comenzó a levantarse de viejo taburete que crujió al ser liberado del peso del mago.-Hemos vuelto a Fiore. Volveremos a vernos, bestia.-
Y esa fue su despedida. Luego, se marchó.
Gajeel se quedó mirando unos minutos más su copa y más tarde, se bebió todo su contenido de un trago y dejó el vaso de nuevo en la barra golpeándola fuertemente con él.
Se levantó y salió del bar.
Tenía que aclarar un par de cosas antes de volver a verlos.
Ya era hora de volver a casa.
Fin Flash Back -
¿Y? ¿Os ha gustado?
He intentado que el primer capítulo introdujera ya un poco en la historia, no sé si lo habré conseguido… Pero me alegraría mucho saber lo que vosotros pensáis del comienzo de mi historia.
¿Os ha agradado? ¿No?
Acepto críticas de todo tipo (aunque, como todos las prefiero buenas), también negativas mientras que estén bien argumentadas y no solo sean insultos sin sentido.
Por favor, me encantaría que me contasen qué les ha parecido. ¿Me escribirían un review que demostrase que han leído la historia?
Intentaré actualizar pronto, pero soy un poco lenta haciendo capítulos. Perdón si tardo mucho con el siguiente.
Muchas gracias por leer.
FairyBlanca.
