Todos los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, la trama es mía.
Que hay detrás
Retener las lágrimas nunca había sido una de mis habilidades y como no, en ese momento esas traicioneras gotas salinas amenazaban con descender por mis sonrojadas mejillas. Pero tenía que hacer el esfuerzo por retenerlas ya no era una niña y debía aprender a enfrentarme yo sola con la vida, y ésta era una buena ocasión para ello.
Me encontraba en el aparcamiento del supermercado buscando los papeles del seguro en medio de los encolerizados gritos de una mujer rubia y hermosa, era tal su hermosura que abrumaba.
Había sido un accidente de lo más tonto. Después de haber cargado mi compra me dispuse a abandonar el recinto con mi vieja camioneta, sin darme cuenta al dar marcha atrás rocé al coche de la derecha. Me bajé del coche y me dispuse a examinar los daños. En eso estaba cuando apareció la imponente rubia.
-¡Qué demonios ha ocurrido!-gritó medio poseída- ¿quién ha sido el imbécil que se atrevió a rozar mi coche? Esto es increíble…
No fue hasta que terminó su discursito cuando reparó en mí, era tan insignificante que me había ignorado, mejor dicho tal era su furia que me había pasado por alto.
Antes de que me diese tiempo a contestar ella habló.
-¿Fuiste tú? ¿A dónde estabas mirando, estúpida?- no gritaba, escupía las palabras- ¿Miraste bien mi auto? ¿ y viste el tuyo?.-si hubiese sido una persona con más carácter no me habría dejado insultar, pero se lo permití.
Aquello era demasiado hasta para mí, ella tenía demasiado carácter. Siempre había sido tímida y callada, no me gustaba meterme con la gente y me encantaba estar en calma, pero esta mujer se estaba pasando. Sí, había cometido un error, pero eso no la daba derecho a tratarme como escoria. Todavía no me había dejado hablar.
-En verdad siento lo que ha ocurrido, intentaba salir y me despisté y di a tu auto- me exculpé.
-¿Y te crees que me sirven tus disculpas? ¿Dónde te dieron el carné en una tómbola?- me dijo con una mueca horrenda en su rostro.
- Ya te dije que lo siento, basta de tratarme así, ¿quién te crees tú que eres?-la respondí armándome de valor.
No sé de donde había sacado la valentía para contestarla de esa forma, durante mi adolescencia me había acostumbrado a pasar inadvertida, y cuando alguien se metía conmigo simplemente lo dejaba pasar, total, ¿de qué me iba a servir? Pero en este caso no me pude callar, ya era hora de que los demás me respetasen.
Ignorando mi repuesta ella siguió con su monólogo.
-Se trata de un Mercedes SL 350, ¿quieres que te lo traduzca a euros? Bueno tu que vas a saber con esa chatarra que llevas, me pregunto…
Se vio interrumpida por el sonido de un teléfono móvil, el suyo.
"…I gotta feeling that tonight's gonna be a good night
that tonight's gonna be a good night
that tonight's gonna be a good good nigh…t"
Rápidamente lo sacó de su enorme bolso.
-¡Alice! No te puedes imaginar lo que me ha ocurrido- la rubia se calló un momento para escuchar a su interlocutora- No, déjame explicarte.
Volvió a permanecer en silencio uno segundos.
-Ya lo compré tranquila. Justo cuando me dirigía al coche para ir a casa me encontré con que una estúpida me había golpeado - escuché atónica como repetía el descalificativo. Sé que era de mala educación escuchar su conversación, pero estábamos en la calle para arreglar el incidente y ella hablaba a voz en grito- ¡Sí! Justo el regalo de Emmet por nuestro quinto aniversario, ¿te lo puedes creer?
¿Un coche como regalo de cumpleaños? Yo había tenido que trabajar mucho para conseguir el mío.
Me di cuenta de que la rubia era mucho más tierna de lo que me había parecido. Con la tal Alice se mostraba mucho más amable, pero sobre todo su voz se dulcificó al pronunciar el nombre de su ¿novio?¿esposo? llamado Emmet. Así que esa rubia tenía un poco de corazón y de sensibilidad, nada de lo cuál había mostrado en los diez minutos que llevábamos en la calle. Tiempo en el que no habíamos arreglado los papeles del accidente por culpa de su diatriba.
-No Alice, no hace falta que venga- contestó con voz cansina- si ya lo sé, pero en serio no es necesario, además ya sabemos como es Edward, ¿tú crees que aceptará venir? Además, no es para tanto, no es como si no me las pudiera arreglar y en todo caso llamaría a Emmet.
Ésta vez se mantuvo más tiempo callada que en las anteriores ocasiones. La tal Alice estaba echándola un buen discurso.
-Ya se que es todo un caballero, pero está tan centrado en su trabajo y en su vida que no querrá perder tiempo en este asunto y lo sabes- murmuró con algo de rabia la rubia.
-Bien de acuerdo, haz lo que quieras. Aquí le espero-y colgó la llamada dejando escapar un gran suspiro.
Después guardó su teléfono y me miró.
-Ahora ¿me puedes explicar lo que ocurrió?-demandó con un tono exigente sin disculparse por la llamada de teléfono por la que me había dejado colgada.
Le expliqué cómo habían sido las cosas y ella me escuchó dejando escapar pequeños gruñidos. Íbamos mejorando.
-¡Ah! Había olvidado presentarme, soy Isabella Swan-dije de forma educada y la tendí la mano. Educación ante todo.
-Rosalie Hale-contestó ella.
Una vez hecho eso ambas nos pusimos a examinar los daños de los vehículos. Me sorprendió que me mantuviese tan tranquila después de todo el ajetreo, pero para mi desgracia esa tranquilidad se esfumó cuando comprobó que no podía abrir la puerta de su vehículo.
-¡Pero por dios que hiciste! ¡Ahora no sólo esta rallado sino que una puerta ésta inservible!- del grito encolerizado que soltó se puso roja.
-Bueno tranquila, mi seguro reparará los daños- contesté en un intento de calmarla.
Volví a tomar los papeles entre los que estaban el seguro, el parte amistoso… un momento, ¿ella quería hacer el parte amistoso o lo querría llevar a juicio? Si mal no recordaba alguien que ella conocía venía para acá, ¿qué querría hacer? Todo esto me perturbó, ¿a quién podía llamar?
Cuando tuve todos los papeles listos me volví a acercar a ella.
-Ya tengo listos los mis datos, ¿tú?-la pregunté situándome al lado suyo, ella seguía inspeccionando su auto.
¿De verdad tanto le interesaba? Apenas tenía un raspón y lo de la puerta… no era para tanto, no era mecánica pero me suponía que no iba a ser necesario poner una nueva puerta.
-No, espera ahora les busco- contestó de manera fría.
Al cabo de unos segundos sacó de la guantera de su lujoso coche una carpetita con todos los papeles.
-Bien-comencé yo- aquí tengo el…
Pero otra vez fuimos interrumpidas por el sonido de su teléfono. Se alejó un poco de mí y contestó.
-¿Qué pasa Edward?-me quedé sorprendida con su saludo, era muy brusca- no tranquilo, non hace falta que vengas, si, ya se que estás muy ocupado con empleo y los casos que te han asignado- dijo irritada- bien… de acuerdo nos vemos. Adiós- y colgó.
Yo permanecí callada mientras ella murmuraba cosas que no llegaba a entender, sólo era capaz de entender cosas como estúpido, malcriado, egocéntrico… y entre todas esas palabras se mezclaba un nombre: Edward.
-¿En que estábamos?-me preguntó malhumorada.
-Te comentaba que tenía aquí el parte amistoso, por si querías que llegásemos a un acuerdo- le dije intentando sonar valiente, pero la verdad es que tenía miedo a que no aceptase y me quisiese denunciar- como ya te he dicho tengo seguro, así que tus daños están cubiertos, sólo tendríamos que rellenar los papeles y entregarlo en nuestras aseguradoras y luego ellas lo tramitarían todo-acabé y sólo me quedaba una pregunta-¿Te parece bien?
Por dentro me mataban los nervios.
Rosalie permaneció callada unos minutos.
-Bien, no es lo que tenía pensado, pero en vista de que Edward no vendrá…Sí, estoy de acuerdo- dijo sonando no muy convencida.
Nos apoyamos en la luna del coche y comenzamos a rellenar los papeles en silencio. En diez minutos ya habíamos acabado.
-Bien, ahora cada una de nosotras se queda con una copia y lo llevamos a nuestra compañía de seguros- dije en tono neutro, pero por dentro estaba feliz. Había salido airosa de éste problema y además Rosalie parecía mas calmada que al comienzo.
-Bueno pues si eso es todo me voy-me dijo con voz glacial-Hasta luego.
-Adiós-contesté, definitivamente esta mujer era insoportable, ¿Qué manera era esa de despedirse?
Pero bueno, ya daba igual porque no nos volveríamos a ver.
Cuando me subí de nuevo al coche no pude evitar pensar en las diferencias que hubiera habido en ésta situación si yo hubiera contado con alguien a quien llamar a casa.
-o-o-o-o-o-o-o-
Al día siguiente me levanté temprano y llevé los papeles a mi aseguradora. Allí Seth, el empleado que siempre me atendía me dijo que no habría ningún problema y que no me preocupase, que ellos tratarían todo el asunto y que me mantendrían informada.
Con lo que me dijo me quedé satisfecha y me dispuse a volver a casa. Debía darme prisa y empacar todas mis cosas en menos de dos días. Ya tenía dieciocho años e iba comenzar la universidad. Sí, yo Isabella Swan había conseguido una beca para estudiar Psicología en la prestigiosa Universidad de Dartmouth. Para mí fue un verdadero logro, tuve que invertir muchas horas de estudio, hacer muchos esfuerzos para conseguirlo, pero era mi sueño. No sabía si iba a encajar allí, pero lo iba a intentar, quizás no encajar, pero sí disfrutar de la oportunidad que me habían dado.
Gracias por leerme.
Me gustaría que me dejasen saber si les gusto o no, o que esperan de la historia.
Besos!
