¡Hola a todos!
Regreso con otra historia con los Santos Dorados de protagonistas, y es que me resisto a soltarlos.
Este fic es la continuación de "Las Seis Pruebas", aunque no es necesario leerlo.
Humor y más humor, que es donde me siento como pez en el agua =)
**Disclaimer: todos los personajes de Saint Seiya utilizados aquí son propiedad de Masami Kurumada.**
¡Allá voy!
Introducción
Nuestros queridos caballeros dorados han conseguido (por la fuerza) el pergamino que les invita a una semana a estar alojados de manera gratuita en un conocido balneario.
Gracias a su esfuerzo, los jóvenes parten rápidamente a descansar a su destino. Si ya es difícil la convivencia entre ellos en el Santuario ¿cómo será en el SPA?
Día 1
-¡Venga Dohko, que es para hoy!- apremiaba Kanon desde la entrada al Santuario.
Todos los dorados estaban reunidos charlando alegremente por esas minivacaciones que les aguardaban.
Al fin, el caballero de Libra alcanzó a sus compañeros. Sin mediar palabra, golpeó a Kanon con su bastón.
-¡Estos jóvenes de hoy no tenéis educación ni respeto por los mayores!- espetó el anciano al gemelo. Éste se tocó la cabeza confuso.
-Mira, al menos no sólo recibimos nosotros- susurró Camus a Milo. Los dos estallaron en carcajadas, que cesaron rápidamente en cuanto Dohko se giró blandiendo su bastón. Mü, al ver ese gesto, se escondió detrás de Shaka.
Aldebarán bromeaba con Aioria, que se frotaba las posaderas para comprobar el daño recibido. Aioros charlaba con Shura y Afrodita. A la cabeza de la comitiva Deathmask caminaba junto a Saga. Kanon se les unió rápidamente.
Pronto llegaron a la estación de autobuses.
Saga, erigiéndose líder del grupo de dorados, se fue a comprar los 13 pasajes para las termas de Epidauro. Se acercó a la ventanilla.
-Buenas tardes, necesito trece billetes para Epidauro, en Peloponeso. Llamé hace dos horas para hacer la reserva. El código es el EP850012YMC- pidió a la vendedora de manera seria.
La mujer, una señora que rondaba los 60 años, con gafas de culo de botella y mal humor, miró sin demasiado entusiasmo al joven griego. Saga frunció el ceño.
-Oiga, ¿me ha oído? Que necesito trece bille-
-Ya te oí joven, no soy sorda- cortó la señora – ¿Váis a ir todos vosotros?- dijo señalando con la barbilla al rebaño de dorados.
-Pues claro, somos trece como ya le he pedido- respondió Saga a punto de perder la paciencia.
-Bien, pero quiero saber cuántas maletas lleváis, ya que sólo puedo admitir una maleta por individuo- continuó con su voz neutra la vendedora.
Saga se giró y miró a sus compañeros. Contó las maletas. En total, 15.
-¿Por qué tenemos quince maletas?¿Quién ha cogido de más?- preguntó.
El rebaño levantó la cabeza al oír a Saga y se separaron inmediatamente, dejando a la vista al caballero de Piscis, sentado en una silla limándose las uñas con actitud despreocupada. Al sentirse observado, levantó la cabeza.
-¿Qué?- dijo con desdén.
Saga se llevó una mano a la cara.
-Afrodita, ¿son tuyas las dos maletas extra que he contado?-
El sueco contestó afirmativamente.
-Pues tienes que dejarlas en consigna, porque no podemos incluirlas en el viaje- informó el griego.
Afrodita hizo un mohín y se acercó a la ventanilla. Al ver a la señora, puso cara de asco pero aguantó la incomodidad.
-Señora- carraspeó el sueco.
-Señorita- corrigió la vendedora con sequedad.
Afrodita rodó los ojos pensando "claro, como va a estar casada con esa cara que tiene"
-Bien…"señorita"…en esas dos maletas llevo, no sólo ropa, sino accesorios y cosméticos VITALES para mi. Como comprenderá, no puedo dejar la maleta en consigna, así que si me lo permite, dígame el coste de sobrecarga de dos maletas.- dijo sacando la billetera del bolso.
La vendedora observó al muchacho por encima de sus gruesas gafas. Se las quitó y la cadena sujetó con fuerza los pesados anteojos.
-Mire, esto no es cuestión de dinero. Esto es cuestión de sobrecarga de equipaje, y no hay lugar para dos maletas más- sentenció – Tiene que dejarlas en consigna, donde unos maravillosos hombres se harán cargo de ellas con todo el amor del mundo. Diríjase a la ventanilla de mi compañera para pagar el coste-
-Y a mi deme ya los billetes, que no tardará en salir el autobús- pidió Saga, visiblemente nervioso.
-¡Pues haber venido antes!- espetó la señora. Saga la maldijo en todas las lenguas que conocía, salvo en griego.
Mientras Saga perdía la paciencia con la vendedora, Afrodita se dirigió con tristeza a la ventanilla de consigna. Allí, una joven entusiasta le atendió.
-¡Buenas tardes!¿Qué desea?- dijo la muchacha casi en estado de éxtasis. El sueco se quedó observando a la joven, que le miraba con los ojos desorbitados y con una sonrisa repleta de dientes. Suspiró agobiado.
-Vengo a dejar en consigna dos de mis maletas- respondió.
-¡Muy bien!¡Si desea sacar algo, hágalo ahora!- pidió la joven.
Afrodita se agachó y abrió las maletas. Sacó unas cuantas cosas que se metió en el bolso.
-Querido champú reparador de puntas abiertas, debo dejarte. Me es más útil llevarme el de brillo intenso. Pero en cuanto regrese del SPA, te usaré como todos los domingos- dijo filosofando con sus tarros.
La muchacha de la ventanilla no se había inmutado, permanecía estática con los ojos desorbitados y la sonrisa crispada. Cuando Afrodita terminó de hablar con sus objetos, se despidió de sus maletas. Un hombre gordo que apestaba a sudor salió de una puerta de al lado y las agarró malamente por el asa, haciendo que una de ellas cayera pesadamente al suelo.
-¡Pero trátelas con cuidado! Será percebe…¡por el amor de Atenea!- exclamó con asco Afrodita, al ver como el señor se agachaba a recoger la maleta y mostró al sueco sus "encantos", es decir, la raja del culo llena de pelos.
Terminó de pagar las tasas, recibió una llave y se encaminó de nuevo con sus compañeros.
-¿Por qué tardaste tanto?- le preguntó Deathmask al ver la cara compungida del sueco.
-Porque tuve que despedirme de mis cosas…y entre la vendedora que debía estar drogada y el señor del culo peludo, ahora tengo trauma- murmuró tristemente mientras recogía el billete que le tendía su compañero.
-Compañeros, escuchadme un momento…los billetes corresponden a las tres últimas filas. En la del fondo caben cinco personas, así que coloquémonos de manera que no estorbemos al resto de pasajeros- dijo Saga observando a los dorados.
Se organizaron rápidamente, de tal manera que quedaron:
En la antepenúltima fila, lado izquierdo, Afrodita en la ventanilla y Deathmask el pasillo, por el lado derecho Saga en el pasillo y Kanon en la ventanilla. En la penúltima fila, lado izquierdo Shura en la ventanilla y Dohko pasillo, por el lado derecho, Shaka pasillo y Mü ventanilla. Y la última fila de izquierda a derecha, Aioros en la ventanilla, Aioria, Aldebarán en el medio, Camus y Milo en la ventanilla.
Ya sentados en sus respectivos asientos, y con el sol ocultándose en el horizonte, el autobús arrancó hacia su destino.
-Shaka, ¿vas a meditar todo el trayecto?- preguntó Mü a su amigo.
-Si me dejáis, sí, aunque me temo que va a ser un viaje movidito- respondió el indio. Mü se revolvió en su asiento. Al notar un golpe, se giró. Abrazándose al respaldo, asomó la cabeza por encima del reposacabezas.
-¿Qué haces Milo?- preguntó al caballero de Escorpio, que estaba agachado de mala manera.
El griego levantó la cabeza.
-Perdona Mü, es que tengo la botella de agua en la bolsa de mano, que se me ha caído para debajo de tu asiento y no alcanzo las asas. Estos asientos son tan estrechos…- dijo apoyando la mejilla en el respaldo del asiento delantero y tratando de estirar la mano buscando la bolsa.
El caballero de aries se colocó bien en su asiento y se inclinó hacia delante, agachando la cabeza para mirar por debajo de su asiento. Vio la bolsa de Milo cerca y la mano del griego tanteando el suelo. Pero él tampoco llegaba.
-No la llego a agarrar…espera, que si la empujo hacia ti con el pie, a lo mejor la alcanzas- informó el lemuriano agarrándose al asiento delantero y retorciéndose para meter su pie.
Ahora fue Kanon quien se dio la vuelta para observar a sus dos compañeros.
-Pero por qué os retorcéis tanto- dijo divertido ante la escena el gemelo. Mü tenía la lengua fuera, al estar haciendo equilibrios para doblar la rodilla y poder meter el pie debajo de su asiento y Milo seguía desaparecido rebuscando en el suelo.
De repente el autobús dio un frenazo. Dos gritos de dolor sonaron en el autobús. Kanon casi perdió el equilibrio al estar de espaldas a la dirección del autobús, pero su hermano le sujetó a tiempo.
-Me he moddido da dengua ¡ay!- dijo Mü enseñando el hilillo de sangre que brotaba de su lengua. Shaka miró a su compañero y sacudió la cabeza.
-Y yo me he golpeado la cabeza- dijo Milo frotándose – Menudo conductor kamikaze, no debería frenar de golpe- masculló el de Escorpio incorporándose y frotándose la cabeza, pero al fin con la bolsa en la mano. Sacó la botella para beber agua.
-La culpa es vuestra, por andar retorciéndoos con el autobús en marcha. Si os sentarais bien…- respondió Camus, sin apartar la vista del libro. Shaka y Aldebarán rieron, a pesar de que éste último casi se la mete en el frenazo imprevisto.
Aioria también se revolvía inquieto.
-¿Qué os pasa a todos, que tenéis chinches en el cuerpo o qué?- preguntó Aioros.
-Es que me escuece el culo- murmuró dolorido su hermano.
-¿Te diste la crema que te recetó el médico?- preguntó Aioros, en voz alta. Aioria se puso colorado.
- Aioria, ¿quieres que te unte yo cremita en el culete?- soltó Deathmask socarronamente.
El caballero de Leo echó una mirada asesina a su hermano, que sonrió divertido y giró la cabeza para contemplar el paisaje crepuscular por la ventanilla.
-Cállate crustáceo, o te dejo el tuyo peor a base de golpes- amenazó el rubio.
-A lo mejor me gusta- lanzó el caballero de Cáncer.
-Como no me dejéis dormir, os arreo a los dos en el culo- amenazó Dohko, que estaba sentado delante de Aioria y detrás de Deathmask.
Se escuchó un golpe y un quejido.
-No te preocupes Viejo Maestro, ya me encargo de Angelo- espetó Afrodita mirándose las uñas.
Deathmask se frotaba la nuca, dolorido.
-Eso ha escocido- masculló a su compañero.
-Eso para que aprendas a no incordiar a los demás- resolvió el sueco, acomodando la manta de viaje que tenía esparcida en sus piernas.
-Oye…¿no oléis un poco raro?- preguntó Shura, que hasta entonces se hallaba adormilado con la cabeza apoyada en la ventanilla.
-No es raro, es "Allure" de Chanel- respondió Afrodita molesto.
Camus levantó la vista de su libro.
-Es cierto, de repente huele mal…- dijo esnifando el ambiente y arrugando la nariz.
Todos los caballeros de alrededor miraron a Dohko, que dormía plácidamente. Shura le olfateó.
-No, no es él…huele más atrás- se incorporó en su asiento y acercó su nariz. Frunció el ceño hacia Aioria.
Aioros se giró hacia su hermano.
-¿Aioria? ¿Has sido tú?- dijo tapándose la nariz.
El caballero de Leo estaba rojo.
-¿Qué? ¡No! Si me duele el culo, no puedo hacer esfuerzos de ningún tipo- respondió con los dedos tapándose la nariz igualmente.
-Me estoy mareando…- dijo Shaka llevándose las manos al estómago.
Milo y Mü estaban completamente pegados a la ventanilla, para evitar la nube de gas tóxico que se esparcía en esa zona del autobús.
Saga, al que le empezaba a picar la nariz del olor, se giró enfadado.
-¿Quién ha sido el guarro?- preguntó a sus compañeros.
Pero nadie levantó la mano, todos sus compañeros tenían la nariz tapada o contenían la respiración. Todos…excepto uno…
-¡Aldebarán! ¿Qué has comido?- dijo Saga llevándose las manos a la cara.
El caballero de Tauro se tornó colorado de vergüenza.
-Es que…bueno…hoy tocaba dieta…y comí judías estofadas con berzas…lo siento…-
Los caballeros, sin destaparse la nariz, emitieron quejidos de lamento. Aguantaron así diez minutos, hasta que Shura levantó el toque de queda de nariz.
-La nube tóxica ya ha pasado- dijo tomando aire el español, y recolocándose en su sitio.
Shaka se giró hacia Aldebarán
-La próxima vez que comas esas verduras y legumbres, añade un poco de comino, para que no generen gases-
El de Tauro tomó nota y se volvió a disculpar.
Ya recolocados en sus respectivos asientos, Milo y Mü se aburrían.
-¿Un tres en raya?- propuso el de Escorpio.
Mü echó su aliento en la ventanilla y trazó dos líneas horizontales y dos verticales.
Milo trazó una X en el medio y comenzó la partida. Tras un rato largo, Milo volvía a revolverse en su asiento.
-¿Y ahora qué te pasa?- suspiró Camus dejando el libro en sus piernas.
-Tengo pis- murmuró Milo cruzando las piernas.
-Pues aún queda una hora y pico de trayecto, así que te toca aguantarte- respondió el francés, regresando a su lectura.
-Pero me meo- gimió el griego apretando la entrepierna.
Mü sonreía divertido. Con Milo distraído con ganas de orinar, al fin le ganaría al tres en raya.
-Imagina un váter…agua corriendo…cataratas…un grifo abierto…- susurró malévolamente el de Aries.
-Cállate, que me dan ganas de mear…y te toca a ti- dijo cerrando fuertemente los ojos.
Mü trazó un círculo en la ventanilla mientras seguía evocando lugares repletos de agua, haciendo sufrir al escorpión.
De repente, el autobús dio un giro y tomó rumbo a una estación de servicio.
-¡Mis deseos han sido concedidos!- sonrió Milo emocionado. Mü no había conseguido derrotar a su amigo aún.
-A ver chicos, tenemos que bajar todos, el conductor dice que tiene que parar obligatoriamente cada hora y media de trayecto para evitar el cansancio. Es una parada de 15 minutos, así que aprovechad para ir al baño o comer algo.-
Los jóvenes bostezaban y se estiraban el entumecimiento. Se pusieron en fila para bajar. Milo daba saltitos. En cuanto sus pies tocaron tierra firme, corrió a los baños, dejando atrás a sus compañeros.
Algunos caballeros entraron a desahogarse al baño también, en especial Aldebarán. Otros esperaron fuera para despejarse y tomar aire. Saga, Camus, Aioros y Shura decidieron tomar un café. Aioria compró dos palmeras de chocolate y una napolitana de jamón y queso que entregó a Mü. Afrodita estaba en el baño acicalándose, mientras Aldebarán seguía descargándose. Milo salió y Aioria le tendió la palmera de chocolate y junto a Mü, salieron fuera de la cafetería a comer.
Dohko y Shaka estaban sentados en la acera, debajo de un árbol y Deathmask aprovechaba para fumar mientras Kanon jugaba a molestar a un grillo que correteaba asustado.
-No deberías fumar Angelo, es perjudicial para tu salud y además bajará tu rendimiento- informó Dohko.
El siciliano miró de reojo al de Libra, mientras daba una calada. Cerró los ojos.
-Tampoco fumo tanto- se excusó, expulsando el humo. Shaka tosió al llegarle la humareda.
-Es perjudicial para los que te rodean también- replicó el indio, molesto con el humo del tabaco.
Angelo decidió apagar el cigarrillo.
-Y los pedos de Aldebarán también son perjudiciales- contestó socarronamente, mientras escupía al suelo.
-¡Oye, no escupas al grillo, que lo espantas!- dijo Kanon , que perdió de vista al insecto al pegar un bote asustado. –Ah, ahí estás- murmuró al divisar la manchita negra correteando de nuevo.
-No hacen falta mis escupitajos para espantar al grillo, con tu cara le basta- respondió Deathmask carcajeándose.
Al fin salieron los que estaban en la cafetería. El último en llegar fue Aldebarán. Todos juntos subieron al autobús.
-¿Cuánto queda para llegar?- Preguntó Dohko.
El conductor miró su reloj, eran las diez de la noche ya.
-Nada…menos de una hora…no se preocupe. Y haga el favor de decirle a sus compañeros que no armen más escándalos, que los pasajeros se quejan de ellos-
Dohko le pidió disculpas al conductor y se dirigió a su asiento.
-Chicos, me ha dicho el conductor que estáis molestando al resto de pasajeros, haced el favor de comportaros. Queda menos de una hora para llegar, así que calma- dijo acomodándose en su asiento, dispuesto a echar otra cabezada.
Los caballeros asintieron, pero con la noche encima se sentían algo más cansados y con menos ganas de juerga. Dohko y Afrodita se quedaron fritos al empezar el trayecto, Deathmask tardó un poco más pero igualmente se quedó dormido. Saga se entretuvo leyendo un periódico mientras su hermano estaba vuelto de espaldas hacia la ventanilla, aparentemente dormido.
Shaka seguía meditando y Camus continuaba enfrascado en la lectura, mientras sus respectivos compañeros seguían su batalla de tres en raya. Aldebarán y Aioria charlaban en voz baja mientras Aioros se quedaba adormilado escuchando música y Shura bostezaba listo para quedarse dormido también.
En ese ambiente de tranquilidad estuvieron inmersos, donde solo se oía el pasar de páginas del libro de Camus o del periódico de Saga, el ruido de los dedos y el vaho en la ventanilla de Mü y Milo o el susurro de las voces de Aldebarán y Aioria, que compartían una pequeña caja de galletas que compró el de Tauro.
De repente, un ruido despertó a los que tenían sueño ligero. Deathmask despertó al oír como Saga doblaba el periódico.
-Kanon…¿qué tienes ahí?- murmuró mientras movía a su hermano. Éste se giró y abrió la mano. El grillo.
-¿A que mola?- dijo feliz – Está cantando…-
Saga frunció el ceño.
-Ya sé que está cantando y por eso ha despertado a algunos de tus compañeros. ¿Por qué lo cogiste?- preguntó enfadado pero susurrando.
Un murmullo, no sólo proveniente de sus compañeros adormilados sino del resto de pasajeros fue in crescendo a medida que el grillo seguía estridulando.
-¡Que maten al grillo ese!- pedía un pasajero energúmeno.
-¡O que hagan algo, lo que sea con tal de no escuchar más ese ruido!- exigía una señora.
-¡Sinvergüenzas, llevan todo el trayecto dando la lata sin parar!- se escuchó a alguien gritar.
Kanon observó a su hermano que le miraba con el ceño fruncido, entre los coros de repulsa de los otros pasajeros. El grillo, por algún motivo, dejó de estridular. Kanon miró al bichito con pena.
-Pero no quiero matarlo…pobrecito- dijo pidiendo clemencia a su hermano.
-O lo matas tú o lo mato yo- amenazó Deathmask.
-¡Es un ser vivo, a quien se le ocurra matarlo, invoco un Tesoro del Cielo!- respondió enfadado Shaka. Kanon sonrió.
Pronto se despertaron los que estaban profundamente dormidos, unos defendiendo la vida del insecto y otros que pedían su ejecución.
Entre toda la algarabía que se extendió por todo el autobús, el grillo saltó de la mano de Kanon y aterrizó en el cuerpo de Aldebarán. Él no se había pronunciado, sólo había sido espectador del follón que se había organizado. Kanon observó con terror como su compañero agarraba al grillito entre sus enormes dedos y lo miraba con curiosidad. Deathmask miraba emocionado cómo Aldebarán iba a estrujar al insecto entre sus dedos.
Sin mediar palabra, el caballero de Tauro cogió la cajita de galletas y metió al grillo dentro. Realizó un par de punciones con un bolígrafo y entregó la caja a Kanon.
Éste abrió la caja, esperando ver el cadáver del grillo atravesado.
Pero el grillo estaba vivo, en una esquina. Empezó a estridular de nuevo.
-Los agujeros son para que respire, y si cierras la caja no se oye tanto el sonido, de esa manera tienes tu grillo y no molesta a los demás- dijo sonriendo Aldebarán. Kanon sonrió agradecido.
Los tonos de descontento se acallaron rápidamente. El autobús seguía su recorrido.
Finalmente, llegaron a Epidauro.
Todos los dorados bajaron entumecidos y cansados. Pero al fin estaban en su destino final. Eran casi las once de la noche.
Caminaron un poco hasta dar con el hotel balneario. Saga se adelantó y presentó el pergamino de oro a la recepcionista.
-¡Ah, excelente!- respondió entusiasmada la joven.- Por favor, síganme que les mostraré sus habitaciones. -
Arrastrando las maletas por el cansancio, los dorados fueron conducidos a un pasillo, donde había cinco puertas, cuatro en los laterales y una al fondo.
-Son habitaciones triples, es decir, tienen tres camas. Pueden colocarse como ustedes deseen. Las habitaciones tienen terraza y cuarto de baño. Servicio de televisión por satélite, minibar y tienen unas instrucciones en la mesilla de noche para servicios supletorios con los precios.-
Todos agradecieron las indicaciones de la joven, que les invitó a tomar algo al bar del hotel, pero el agotamiento por el viaje hizo que los dorados quisieran irse a dormir cuanto antes.
La joven puso cara triste, pero se marchó y dejó a los jóvenes.
Saga, adelantándose a nadie dijo que se quedaba la habitación del fondo para él solo. Aunque hubo quejas, acataron su orden.
Shaka dijo que necesitaba relax y descanso, así que pidió que sus compañeros de habitación fueran silenciosos como él, por lo que Camus y Dohko se agenciaron una habitación con el indio.
Aioria agarró sus maletas y empujó a Mü y Milo hacia otra habitación, al lado de la de Shaka, Camus y Dohko.
-Si creen que se van a librar de nosotros, van listos…porque las habitaciones que están juntas, comparten terraza- murmuró malévolamente Milo.
Aioros, Shura y Aldebarán se agenciaron la habitación que estaba enfrente de la de Los Silenciosos, y se metieron sin pensarlo dos veces.
-Buenas noches compañeros- dijo despidiéndose Aioros.
Por último, Afrodita suspiró al ver que tendría que compartir habitación con Deathmask y Kanon, justo en frente de la habitación del Trío Juerguista.
-¡Mi cama es la que da a la ventana! ¿Me oíste Angelo? ¡Que no saltes en ella!- y cerró la puerta.
Una vez dentro todos, se acomodaron y sin más preámbulos, al fin se durmieron.
Aviso que tardaré en avanzar la historia, porque son capítulos largos, ya que cada uno es un día que pasan en el balneario y hay que manejar muchos personajes.
Epidauro es una ciudad del Peloponeso, región de Argólida, al noreste de la península. Allí se encuentra el santuario de Aclepio, dios de la medicina y un teatro griego antiguo.
Conocida también por la cantidad de aguas termales que había en la zona, decidí situar allí un hotel balneario ficticio. No sé si habrá en la realidad, pero bueno.
En fin, os espero en el próximo capítulo.
¡Un saludo a todos!
