Hola, genteeee! Probablemente ya no haya nadie merodeando por estos lugares, pero yo sigo subiendo cosas porque sí. Porque me aburro y porque encontré esto enterrado en mi LJ y quise compartirlo por aquí por si a alguien le interesa leerlo. Visitante, gracias por entrar. No me queda mucho más por decir, más que todo esto es de JKR y yo no lo utilizo con ningún ánimo de lucro. Gracias.
Besos!
R.S.B
Domingo
-Estúpido libro.
Es domingo, cuando Rose se da cuenta de que es tan patéticamente pequeña que no logra alcanzar el libro de pociones que se encuentra en ese estante viejo cerca de la sección prohibida.
Hay partido de Quidditch, según lo que ha escuchado en esa semana. Hugo no ha dejado de insistirle con todo eso de que tiene la obligación moral de ir porque "En serio, Rose, eres más inculta que nuestra madre y eso ya es hablar demasiado".
No le gusta el Quidditch, para qué mentir. No le encuentra ningún sentido al hecho de ver a catorce personas montadas en sus escobas y persiguiendo pelotas como idiotas. "Prefiero tirarme de la Torre de Astronomía, Hugo, si no te molesta".
Porque es la verdad, aunque tal vez exagere un poco con lo de la Torre de Astronomía.
-¿Necesitas ayuda?
No se sorprende al escucharlo, lo ha visto sentado en una de las mesas más apartadas de la biblioteca con pergaminos regados frente a él. Voltea y se encuentra de frente con dos ojos grises que la miran con interrogación. Es domingo, cuando Rose se da cuenta de lo extremadamente alto que es Scorpius Malfoy.
-Cla…claro.-balbucea escuetamente mientras señala el libro del estante.
El joven, rubio, alto y flacucho, no se esfuerza demasiado para alcanzarlo, le pasa el gran y grueso tomo sin sonreír y, antes de que Rose pueda decir gracias, el chico gira sobre sus talones y se aleja con las manos en los bolsillos de su pantalón.
-Pensé que te gustaba el Quidditch, Malfoy.
Rose no alcanza a sonrojarse cuando Scorpius, que tal parece que nunca ha aprendido a sonreír, gira el rostro y la observa con una ceja levantada.
-No me gustan las escobas.-responde con tono neutro mientras se apoya en la estantería observando al mismo tiempo un punto inerte sobre la cabeza pelirroja de Rose. Omitió, claro está, que cuando pequeño su padre le enseño a montar en una y lo único que recibió a cambio fue una costilla rota.
-Oh, bueno, me…me parece bien.-concuerda sosteniendo el libro firmemente sobre su pecho y con las mejillas sonrosadas.
-Te recomiendo el capítulo cuatro.-tiene una voz grave que le cosquillea en la base de la nunca donde nace el cabello, Rose frena de a poco y frunce el ceño.
-¿Perdona?
-Para la cura de furúnculos, capítulo cuatro.
Rose lo mira con la cabeza ladeada y un brillo de confusión en los ojos que, después de unos segundos, se posan en el libro que tiene en las manos. Sonríe por inercia y vuelve a mirar a Scorpius con una sonrisa igual de expresiva que la de su padre que le llega a las orejas y suspira un "gracias" lleno de ánimo.
Es domingo, cuando Rose se da cuenta de lo condenadamente atractivo que es Scorpius Malfoy.
No es mucho, lo sé, pero me gustó reencontrarme con él. Gracias por leer!
R.S.B
