Notas de la autora:
&. Este es un fanfic del género yaoi. Contiene lemon en episodios posteriores. Disfrútenlo =)
Yusei había regresado por él. Sabía que iba a intentarlo y que tarde o temprano lo alcanzaría, porque así era él con sus amigos, aunque lo rápido que lo logró era para sorprenderse. Sin embargo, Jack Atlus nunca se mostraría sorprendido por el reto que él mismo le había dejado: Encontrarle.
¿Cuánto tiempo había pasado desde entonces? No lo recordaba con exactitud, pero Yusei no había cambiado demasiado. Ni siquiera su estilo de duelo. Se había enfrentado con muchos duelistas que se atrevían a querer hacerse llamar sus "rivales" a lo largo de su reinado en Neo Domino City, pero sabía que su mayor desafío sería siempre contra esos ojos azules.
Después de aquel duelo de reencuentro, volvió a perderlo. Recordaba algo así como la aparición de un Dragón Carmesí cuando su alma, el Red Deamon Dragron batalló frente al Stardust Dragon. Y luego despertó adolorido en su habitación. Una vez más, estaban separados.
Lo buscó por la ciudad, en refugios, lugares a los que "una rata" de Satélite iría para protegerse de la seguridad, pero sin resultados. No obstante, debía cumplir con una antipática agenda organizada por el director Godwin y su asistente Geager. A menudo regresaba solo al estadio en el que tuvo lugar ese encuentro, esperaba que él también volviera ahí, sin embargo, su única compañía era la Fortune D-Wheel.
A pesar de todo, no daba crédito a sus ojos cuando se enfocaron en su amigo, esta vez entre los concursantes de la Fortune Cup. Las cámaras atendieron a un close up del rostro de Yusei cuando la multitud comenzó a insultarlo, y Jack comprendió el motivo: La marca en su rostro. Significaba que había sido capturado por la seguridad. Suspiró al reconocer que en esos momentos estaba libre y no en la prisión destinada para los marginados de Satélite. Un sujeto, Boomer, hizo frente a la multitud y ésta dejó de humillar al moreno, que permaneció quieto y en silencio todo el tiempo.
Esperó a que los concursantes se retiraran al salón de espera y los interceptó en el pasillo. Todos se hicieron a un lado ante el Rey, excepto Yusei, que continuó sereno su camino. Jack se detuvo y alcanzó a sujetarlo del brazo, pero su amigo apenas le dedicó una mirada de reojo.
- ¿Por qué no van al salón? –Le preguntó a los demás concursantes, que siguieron su marcha.
Solos, en el pasillo, sujetó el rostro marcado y contempló las líneas amarillas. Se acercó más, dispuesto a recorrerlas con la lengua, sin embargo el moreno se liberó y retrocedió, sin dedicarle alguna expresión. Recordaba que Yusei era fuerte, un poco menos que él, pero de todos modos podía dominarle sin demasiados problemas.
- ¿Huyes? ¿Me sigues teniendo miedo, Yusei?
No obtuvo respuesta. Sólo una indiferente mirada que le resultaba peor que un castigo. Sin embargo, el otro no le mostraría su temor, lo cual no era una gran sorpresa. Jack, prediciendo correctamente las reacciones de su amigo, lo acorraló contra una pared. Ojos encontrándose frente a frente, los cuerpos firmes, seguros, y las respiraciones chocando. El ojipúrpura fue rápido en colocar una esposa que apresó la muñeca izquierda del marcado, que no tardó en responder con un golpe esquivado diestramente.
- Tan predecible como siempre. Ahora acompáñame.
Yusei, sin opción, le siguió. Entraron a un baño y Jack puso el seguro a la puerta. El rubio confirmó con la mirada que estaban solos. Dirigió los labios al cuello moreno y hermoso, pero éste lo evadió.
- Si vas a decir algo, hazlo pronto. Debo volver con los demás y prepararme para el torneo.
Jack sonrió. Alzó la mano de la que estaba adueñada de las esposas para impedir cualquier huída del ojos azules.
- No son rivales para ti, Yusei. Además, tenemos oportunidad de recordar viejos tiempos, como cuando te movías hacia adelante y atrás, desnudo bajo de mí, y…
- No. No hay tiempo.
A Jack no le hizo gracia aquello. Apresó a su amigo entre su cuerpo y la pared, y esta vez sí alcanzó su cuello con los labios, dientes y lengua. Yusei se tensó inmediatamente y trató de alejarlo con su mano libre, en vano. Finalmente se vio obligado a pedirle al otro que se detuviera. El rubio se separó dispuesto a aclararle las cosas a su amigo, pero se encontró con un rostro consternado, con… miedo.
La única vez que vio aquella expresión en las gemas que Yusei cargaba como ojos, fue cuando la seguridad se llevó a Kiryu. ¿Por qué le dirigía esa mirada?
- ¿Qué pasó?
No obtuvo respuesta, pero repitió la pregunta y Yusei bajó la mirada. ¿Había Yusei descubierto algo sobre Kiryu mientras estuvo en las instalaciones de seguridad? Repitió de nuevo la pregunta, esta vez casi con desesperación, pero sólo habría silencio.
- Ya que no vas a responderme, te reto a decírmelo. Te espero en el duelo final. Si gano, cuéntame lo que quiero saber.
Yusei lo miró sin rastro de la horrible expresión de antes.
- Si gano, Jack, ayúdame a rescatar a Rally y los otros.
El rubio afiló la mirada.
- Godwin les ha hecho algo y me dijo que debo ganar este torneo para auxiliarlos. Pero no sé si deba confiar plenamente en el director de la seguridad pública.
Jack sonrió por dentro. Sabía que así era Yusei, siempre preocupado demasiado por sus amigos. Se adelantó a cada detalle de sus reacciones cuando le mostró a Rally en el pequeño bote donde lo había dejado a la deriva. Aceptó el trato. Ponerle los puntos sobre las íes a Godwin era prácticamente su trabajo como Rey.
Y Jack no sólo preveía las reacciones del moreno con sus amigos. Los duelos que jugó durante el torneo era como dar un viaje en el tiempo hasta los años en los que tenían todo bajo su control y jugaban contra quién sea en Satélite junto con Crow y Kiryu.
Sin embargo, no previó la aparición del Dragón Carmesí, ni tampoco la estrategia que seguiría para derrotarlo en el duelo final. Parecía que Yusei había estado planeando por mucho tiempo su reencuentro, y la manera de que su Stardust Dragon esta vez fuera el ganador sobre el Red Deamon Dragon. Perdió la victoria y el conocimiento en aquel duelo.
Arregló el asunto de los amigos de Yusei con Godwin, pero no volvió a ver a su adorado moreno.
