Una larga caminata por los alrededores de mi vieja granja, recordando lo vivido all . Maggie y yo de peque as jugando con los animales y nuestros hermanos. Musitando en misa lo aburridas que eran y pap al o rnos nos obligaba a escuchar la palabra del se or. C mo no recordar a mam cantando para nosotros en las fogatas que organizamos junto al lago. Mi familia ya no vive aqu y esto ya no es nuestro hogar, quiz por mi culpa. Es decir, sigue siendo propiedad de pap pero mi decisi n de alejarme de Georgia para siempre hab a hecho que todos nos mud semos lejos de este pueblo donde mi amado y yo hab amos sufrido las peores humillaciones de parte de gente que no tiene vida y solo busca destruir el amor verdadero y yo volv aqu buscando a mi amor, a buscarlo a l.

El pueblo ya no es igual lo veo gris, triste y mi inasistencia por a os al lugar hab a echo que no supiera de mis amigos, la mayor a ya no viv a all . Es que mi amor por Dixon destruy todo y aun as volv por l.

Vuelvo a subirme al taxi.

Por la siguiente avenida a la izquierda pido al conductor.

Pero si ah no hay nada m s que bosque me reclama.

Oiga le estoy pagando porque me lleve all dobla a la izquierda y veo la casucha que me tra a los mejores recuerdos de mi vida, me bajo y corro hasta la caba a la cual estaba llena de destrozos me meto enseguida y no hay nadie. Siento en viento soplar por las ventanas me causa escalofr os, me meto al cuarto de Daryl y hay una nota que lleva unos meses puesta all , es de notar.

La nota conten a una direcci n que me era familiar, la casa que yo hab a asignado para vivir junto a su hermano. Una casa sencilla, no tanto como esta, pero lo era.

Mi camiseta de dormir que olvid en el cuarto la ltima noche que estuvimos juntos est colgada junto a su camisa, no la usaba para dormir claro que no, pero si la utilizaba a diario y eso me encantaba y lo obligaba a colgar esa camisa junto a mi camiseta.

Pas la punta de mis dedos por las prendas, la suavidad se manten a en mi camiseta mientras que en la de Dixon sent a s lo fr o ya no lo sent a latente.

Las siguientes seis manzanas digo cerrando la puerta con la nota entre mis dedos y el taxista se pone en marcha.

Los vidrios est n empa ados, la ola de fr o que cruza Georgia es incomparable.

Paso mi ndice por el vidrio recordando lo maravillosa que hab a sido mi vida aqu y ahora yo era la desconocida.

Me bajo apresurada del taxi no sin antes haber pagado, suspiro frente al timbre y me pongo a tocar como una fren tica.

Joder cr a Qu mierda quier... deja caer una herramienta que ten a entre sus dedos al verme Beth? pregunta at nito.

La misma corre a abrir la puerta y a besarme con locura.