Shame

Peter se encontraba en su sótano comiendo un twinkie que había robado hace no más de una hora, decir que se encontraba aburrido era muy poco, le exasperaba estar sin nada que hacer ya que era atípico de él. Sin más para entretenerse prendió el televisor con la esperanza de encontrar algo que lo entretuviera un buen rato. Pasaba rápidamente de canal, hasta que se detuvo repentinamente en uno al oír a la presentadora decir el título de su noticia "Shame: Magneto el amo de los metales, no puede controlar el suyo".

Peter no pudo evitar comenzar a reírse fuertemente, sin esperarlo cayó al suelo sintiendo como las lágrimas de risa se desbordaban, faltó poco para que se atorara con el twinkie que aún seguía comiendo. Poco a poco recupero el aliento de la risa y secó las lágrimas que se habían provocado, ya más tranquilo siguió escuchando lo que la presentadora decía.

-¿Quién no ha escuchado de Magneto? ¿habrá alguien que no recuerde el incidente del estadio? si bien es uno de los mutantes más buscados, para ninguna persona ha pasado desapercibido la inmensa belleza que posee. - en el televisor varias fotos de Erik aparecían- una investigación reciente por parte de genetistas ha revelado que el amo de los metales no solo es capaz de poseer eso, si no que el suyo no está para nada pequeño.

Erik que carajos, penso Peter volviendo a reírse un poco menos intenso.

-Según los estudios que se han hecho tomando en cuenta su mutación y otros factores. Nuestro estimado Magneto, cuenta con una medida de 32 centímetros. Siendo así categorizado como el número uno en mutantes. Nada mal para el rey de los metales ¿no es así, público?- Concluyó la presentadora guiñando un ojo, el joven veloz apagó el televisor dejándose caer en su sofá pensando en lo que había escuchado.

-Así que Shame, ¿eh?-. se cuestionó, no dudó mucho y salió corriendo en dirección a la mansión del novio de su padre, pero antes de eso tenía que hacer una parada en un lugar. Llegó 15 minutos más tarde a la mansión de Charles, un buen tiempo tomando en cuenta a la distancia que se encontraba, un poco cansado se dejó caer en uno de los sillones del segundo piso, mientras leía aquella revista.

-Interesante, ¿se heredará?-. Decía Peter mientras hojeaba la revista y bajaba la vista a su jean, solo soltó un "bah" en respuesta.

Escuchó pisadas acercarse así que bajó un poco la revista de su rostro, para poder ver quienes eran. Su padre y su novio Charles caminaban en su dirección, el joven los recibió con una sonrisa pícara y de doble intención.

-Peter hijo, ¿qué haces aquí?- le dijo Erik sonriente mientras revolvía el cabello de su pequeño.

-Vengo a comprobar hechos, así que ¿Shame?- preguntó riéndose mientras mostraba la revista con la noticia de su padre. El mayor se pasó la mano por la cara harto de que todos siguieran con ese mismo tema, ya empezaba a avergonzarle.

-Peter- le llamó Charles y este le vio- dime, ¿por qué crees que quedé en silla de ruedas al mes de conocer a tu padre?

Peter se sonrojó instantáneamente al escucharlo decir eso, y sin pensarlo dos veces corrió alejándose de ambos. Los dos adultos solo rieron por lo que habían presenciado.

-Gracias por eso Charlie.-Agradeció y besó tiernamente sus labios.

-No me llames así Erik- le sonrío a este, y repentinamente apretó en aquella zona baja de Erik, ganándose un saltito de sorpresa por parte de él -pero quiero que sepan que esos 32 centímetros son míos.

Guiñándole un ojo se fue tras Peter, dejando muy sonrojado a Erik por lo que había hecho de una forma tan encantadora, según los ojos del alemán. Al parecer el sonrojo es algo que ambos muestran, al final si son padre e hijo después de todo.