Capítulo 1º: Cuestión de perspectiva. Abby
Sábado por la mañana, la luz implacable que entraba por la ventana la hizo despertar lentamente para descubrirse sola en la cama, una cama que no era la suya en una habitación que definitivamente no era la suya. Salió de entre las sabanas, no sin algo de esfuerzo, y recogió su ropa que había sido esparcida por el suelo hacía unas horas mientras se preguntaba cómo pudo acabar de ese modo una noche extraña a la par que magnífica que comenzó con una copa inocente y una proposición que no lo era tanto disfrazada de simple comentario que tal vez en otro momento no habría sido tomado en serio.
De haberse emborrachado lo entendería, pero no lo hizo y... y también lo entendía, era algo que había deseado experimentar casi desde la primera vez que la vio, desde la primera vez que decidió odiarla inútilmente, desde la primera vez que se cruzó con esos ojos marrones y desde la primera vez que sintió una irrefrenable y bien disimulada atracción prohibida.
Siempre supo que Ziva sería salvaje y dominante en la cama, igual que lo fue en su fantasía, lo que nunca imaginó es que pudiera ser tan increíblemente dulce como lo había sido con ella.
Recorrió la casa sin pararse en sus detalles tratando de encontrar a la que había sido su amante, búsqueda infructuosa ya que comprobó tras mirar en cada rincón que no estaba allí. No podía no estar, no podía simplemente haberse ido sin decir nada.
La esperó sentada en el sofá del salón pensando que quizá habría salido a correr hasta que decidió entre furiosa y decepcionada abandonar la espera, no estaba dispuesta a estar ahí cuando decidiera volver y la enfurecía aun más pensar que tal vez aquello no había significado mas que sexo para Ziva.
El fin de semana pasó lento e insomne para ambas, a una por no saber que hacer o que decir y a la otra por la sensación de no haber sido mas que un juguete pasajero, pero el Lunes llegó como todos los Lunes 48 horas después de terminar el Viernes y sintió la punzante necesidad de respuestas, y también la de romper cosas, aunque todo en su laboratorio era demasiado apreciado como para hacerlo.
Trató de no pensar en nada mas que en el trabajo hasta que decidiera que era el momento de enfrentarse a Ziva, un caso complicado la mantuvo ocupada, habían encontrado el cadáver de un marine suicida en la habitación de un motel cutre que finalmente resultó ni ser suicida ni ser "un" si no "una" adecuadamente operada para cambiar el artículo.
Había visto a McGee cuando fue a llevarla unas pruebas para analizar, a Gibbs cuando fue por los resultados y se había encontrado un par de veces con Tony que revoloteaba por el edificio huyendo de su jefe escapando así de una colleja inminente por no tener ya un sospechoso, pero nada de la israelí, ni siquiera la vio en su mesa cuando sintió que era el momento de enfrentarse a ella, estaba claro que sabía como desaparecer.
El día terminó, recogía sus cosas para marcharse cuando sintió como unos labios comenzaron a besar su cuello con suavidad mientras rodeaba su cintura con los brazos, la científica se dejó llevar un instante por la sensación hipnótica de esa boca que recorrían su tela de araña con sensacional maestría y un gemido sordo escapó de su garganta cuando los dedos de Ziva se deslizaron por el interior de su camiseta haciendo débiles círculos en su piel sintiendo como empezaba a perder el control de su cuerpo. No, no podía perderlo, había demasiadas cosas que aclarar, demasiados reproches, cosas que decir e ira que dejar escapar. En un movimiento rápido se zafó de los brazos que la rodeaban y se enfrentó a unos ojos marrones que la miraban comprendiendo la reacción. Con un tono clara y acertadamente molesto amén de mas elevado que de costumbre dejó salir todo lo que necesitaba decir.
-¿Qué diablos te crees que estas haciendo? ¿Crees que puedes jugar conmigo cuando quieras? Pues no puedes, no puedes acostarte conmigo y después desaparecer como si no hubiera pasado nada evitándome durante tres días sin una sola palabra siquiera para darme una explicación. -Ziva en ese momento trató de defenderse, pero Abby se lo impidió siguiendo con su frenético discurso- No trates de hacerlo ahora porque cualquier excusa que puedas darme sería absurda, ¡Tres días! Y ahora bajas aquí y me besas como si fuera lo más normal, y me abrazas, no tienes ningún derecho ha hacerlo y... y yo no sé lo que quieres y necesito que me lo digas porque no puedo...
No pudo terminar, la lengua de Ziva explorando su boca se lo impedía con una sensación maravillosa que la hacía estremecer de nuevo.
-Esto es lo que quiero Abigail, pero también es lo único que puedo ofrecerte. No me marché por la mañana porque estuviera jugando contigo, lo hice porque.
Se detuvo ahí, su mirada triste y cansada hizo que la científica abandonara su enfado y se dio cuenta de que existía una razón para su comportamiento que no había barajado, pero necesitaba oírla.
-¿Por qué?
Obtuvo el silencio como respuesta y preguntó de nuevo.
-¿Por qué, Ziva?
-Porque tuve miedo -su voz era errática e indecisa, sabía lo que quería decir, pero no sabía como hacerlo- Tiendo a estropear todo lo bueno que pueda pasarme, sé que si hubiera al menos una posibilidad de tener algo contigo acabaría haciendo algo que... No quiero hacerte daño Abby. Necesitaba pensar.
En ese momento Abby trató de hacer memoria para recordar cuando fue la última vez que la dejaron sin palabras con algo que se le antojó tan dulce, no era precisamente una declaración de amor, pero sabía el esfuerzo que había supuesto para ella decir algo así, tal vez pudiera obtener esa declaración en un futuro, y para eso tenía que darla la oportunidad.
Martes por la mañana, el estúpido Sol volvía ha hacerla despertar en la misma cama y en la misma situación que hacía unos días. ¿La misma situación? Sí, estaba de nuevo sola, sin encontrar a Ziva a su lado, pero había algo diferente, al darse la vuelta descubrió en el lado sin ocupar de la almohada una nota con una inconfundible y retorcida letra haciendo evidente a quien pertenecía la mano que la había escrito. "Esta vez no iré a ninguna parte, ya no hay nada que pensar"
Al alzar la vista vio a Ziva sentada en el hueco de la ventana y no pudo mas que sonreír.
-Estás preciosa cuando duermes.
--X--
Me hubiera gustado incluir algún momento puramente sexual, pero creo que hoy mi mente depravada no me habría dejado hacerlo con elegancia y no es cuestión de ponerse animal... ¿O si?...
Disculpad las incoherencias que pudiera haber, que las habrá, si no ahora seguro que en algún momento.
