Los personajes no me pertenecen, son propiedad de Rumiko Tahashi.
Dedicado a aquella persona que no puedo amar.
Cap. 1
...
Era una noche bastante fria sin duda. Una vez mas se sento junto a su ventana a fumar un cigarrillo, ¿acaso nunca aprenderia?
Se sentia triste, de eso no habia dudas. Era imposible para ella no pensar en él, incluso en sus sueños, él la atormentaba. Parecia que nunca la dejaria sola, a pesar de todo. Se prometio a si misma poder superarlo, pero su cerebro parecia estar en su contra y no con ella.
-Este cigarrillo esta amargo- dice sin ningun apice de animo en su voz. Lo succiona, aspirando el humo, lo retiene y despues lo suelta lentamente.- él odiaba que fumaras, ¿lo olvidas?
Por un momento, fruncio el ceño.
Lo odiaba, definitivamente lo odiaba, entonces, ¿por que al pensar en el, su corazon seguia estremeciendose?
Ella no tenia razones para seguir amandolo, el le habia demostrado que no valia nada para el.
-Eres una tonta- dice al aspirar el humo por ultima vez. Con brusquedad, tira la colilla por la ventana y la cierra duramente.
Camino hasta su tocador y se miro en el espejo, no quedaba un apice de la chica que era antes, aunque se viera tan joven como hace diez años, era obvio que su personalidad habia cambiado: aquellos ojos dulces y amables, ahora solo eran orbes azules sin ninguna pizca de solidaridad por alguien. La expresion de su rostro paso de ser inocente a ser completamente cruel. Ya no habia brillo en su mirada, si alguien la mirara en estos momentos, dudaria si en algun momento Ahome Saint Cyr fue feliz.
Ya no era una joven inocente en la plenitud de su vida. Ahora era una mujer en busca de sangre y venganza. Tenia todo el derecho del mundo a obtener su venganza, eso es lo que ellos le habian enseñado.
Habian pasado diez años desde que se fue a Paris. Diez años desde que la obligaron a volver a su tierra natal por culpa de su esposo.
Ex-esposo, piensa con amargura. ¿Cuantas veces se habia equivocado cuando debia referirse a el mientras trabajaba en Francia? Eso ya estaba en el pasado, ya no estaba alli. Habia vuelto a Japon a hacer lo que debia hacer.
Decir adios fue muy dificil, obligada a apartarse de su familia, de sus amigos, de sus hijos. Odiaba esa maldita familia, de eso no habia duda. Pero sobre todo, lo odiaba a el.
No lo odiaba por lo que hizo, sino por lo que no hizo. Simplemente se quedo estatico, esperando que le dieran el golpe final. Se quedo viendola, como si ella fuera una desconocida. Definitivamente, ella habia sufrido. Dicen que las palabras son mas fuertes que los golpes, pero el silencio es mortal.
Lentamente se levanta y se acuesta en su cama. Se supone que deberia estar comoda, pero no se siente comoda en absoluto. Una vez que se despertaba en la madrugada era muy dificil dormirse otra vez. Usualmente cuando fumaba un cigarrillo se le hacia mas facil dormir, pero parece que hoy no es el caso.
-Demonios- maldice en voz baja. otra noche en vela.
Somnoliento, mira a traves de su ventana. Recordando viejos tiempos de no hace muchos años. O quizas si habian pasado muchos años, el ya no recordaba con exactitud la ultima vez que la vio sonreir.
Eran raras las ocasiones en las que se levantaba de madrugada a observar el paisaje. Usualmente dormia 8 horas seguidas, pero parece ser que esta noche sera diferente, tiene sueño, pero no puede dormir. En vista de que no habia mucho que hacer, decidio observar su reflejo en la ventana. Era un hombre no tan joven, pero guapo sin duda alguna, una mandibula fuerte, lineas de expresion que rebelaban que estaba acostumbrado a ser obedecido, cabello tan negro como la noche y ojos dorados, tan dorados como el sol. No era un misterio saber quien era, al menos su apellido era un muy reconocido. Sesshomaru Taisho, ese era su nombre. Miembro de una familia japonesa-escandinava, no es de extrañar que sus rasgos llamen tanto la atencion.
Este hombre lo tenia todo, sin embargo, sentia que algo no estaba bien en su vida.
Ah, cierto. Habia una mujer que queria ver su cabeza rodar por las escaleras. Su querida ex-esposa.
En realidad el nunca quiso que todo ocurriera en aquellas circunstancias, pero la situacion se torno de esa manera. A veces se pregunta que hubiera pasado si no se hubiesen divorciado, si tal vez se amarian aun.
Una parte de el se arrepiente de haberla abandonado, otra parte sintio un alivio grande cuando se la quito de encima. Lo hizo por sus hijos, y por el mismo bienestar de ella, solo que esa pequeña parte ella aun no la sabia. No habia dudas, de que haber pasado tanto tiempo rodeada de aquellas personas la transformo casi que drasticamente. Su madre cruel y su padre indiferente, una peligrosa combinacion para una mujer como ella, sobre todo por el estatus que tenia en aquel entonces.
El, sin querer, se transformo tambien. Lamenta ese dia, cada dia de su vida.
Ahora, ella ha vuelto. Una sonrisa se dibujo en sus labios. La veria otra vez, despues de diez largos años. La sonrisa se desvanecio, ¿con que derecho se ponia feliz por su regreso? Cayo consciente de que el es la persona a la que menos quiere ver.
Vaya, por primera vez en mucho tiempo, se sintio algo amargado. El no fue el culpable de su destierro, bueno, solo en parte era culpable. Sin embargo, el no hizo nada para detenerlo. El merece el desprecio de Ahome Saint Cyr.
No cualquiera tenia la suerte de casarse con una hermosa mujer francesa, desgraciadamente, el la dejo ir. Si le dijera la verdad de porque la envio lejos, dudaba mucho que le creyera. Es dificil borrar diez años de resentimiento. Cientos de ilusiones que tenia con ella, se fueron al diablo por culpa de su familia.
Ella solo queria revelar la verdad, solo queria el bien de las personas...
El se ocupo de que su voluntad se cumpliera, diez años mas tarde.
Ella aun no lo sabia, por eso, una pequeña parte de el, esperaba que ella lo perdonara.
Con pereza, la chica de cabellos castaños abre los ojos al tiempo que suelta un largo bostezo. Se frota los ojos, siente molestia por la luz del sol que traspasa la enorme ventana de su habitacion. Se sienta al borde de su cama, estirando sus piernas y sus brazos, en otro intento de despertarse por completo.
Ya menos adormilada, se dirige a su cuarto de baño, donde hay una tina de agua caliente esperandola. Se quita la ropa sin mucha prisa y se sumerge en el agua. Lava su largo cabello y despues de lavar su cuerpo, se seca con una toalla y procede a lavarse sus dientes.
Como todas las mañanas, se mira durante un rato en el espejo, buscando las facciones de ella. Ciertamente se parecia a su madre, exceptuando sus ojos. Su padre siempre le repetia lo mucho que se parecia a ella. Ella lo sabe, tiene cientos de fotos de ella, sin embargo, la ultima vez que la vio, fue cuando tenia cinco años. Rin Taisho recuerda ese dia como si hubiese sido ayer.
...
Diez años atras: cuando fuimos felices.
Me desperte para ir a la guarderia como casi todos los dias, pronto pasaria para primer grado, asi que estaba mas feliz que de costumbre. Me cepille los dientes, me bañe y me puse el nuevo vestido que mi madre me habia comprado el dia anterior, era azul cielo con una hermoso lazo a la altura de la cintura junto con mis zapatos rosados que combinaban con mi vestido. Baje a desayunar junto a mis padres y mi hermano mayor, pero ninguno de ellos estaba, solo Kaede, que era nuestra cocinera.
-¿Donde estan todos?- pregunte inocentemente.
Kaede se miraba un poco nerviosa pero yo no sabia la razon.- Todos salieron temprano esta mañana- me dijo intentando calmar su voz.- le ordenaron a Franco que la lleve a la guarderia y ya servi su desayuno, señorita Rin.
Un poco extrañada, tome mi desayuno y Franco me llevo a la guarderia. El dia transcurrio normal, estuve alli hasta las cinco de la tarde. Franco, el chofer, paso a recogerme, pero en vez de llevarme a mi casa, me llevo a la mansion de mis abuelos. Aun seguia sin entender que rayos estaba pasando.
Franco me tomo de la mano y me llevo hasta la puerta principal, al igual que Kaede, se notaba inquieto. Cuando abrio las puertas de la mansion, mi corazon se rompio. Mi abuela y mi abuelo ambos diciendole cosas horribles a mi madre mientras mi padre solo observaba desde las escaleras junto a mi hermana, sin ninguna expresion en su rostro.
-Que sea la ultima vez que te metes en asuntos internos.- dijo mi abuela Irasue de manera fria. Mi madre en cambio, tirada en el suelo, se frotaba la mejilla mientras lloraba sin parar, alguien la habia abofetado sin duda. Con su cuerpo tembloroso, se puso de pie, intendo erguirse pero no podia, estaba asustada. Miro a mi padre de suplicante, pero el seguia inerte con mi hermano a su lado. Ken tenia los ojos llenos de lagrimas, pero no se movia, como si le hubiesen ordenado no hacerlo. Franco a un sostenia mi mano, el tampoco hacia nada para defender a mi madre.
-Rin, Ken.- dijo con voz entrecortada.- Tengo que irme durante un tiempo.- no paraba de llorar, parecia que en cualquier momento se romperia. En un movimiento rapido, solte la mano del chofer de la familia.
-¡Mamá!- grito corriendo hacia ella, pero mi padre me agarro antes de pudiera alcanzarla y salio de alli conmigo, con mi hermano Ken detras de nosotros.
No importa cuantas veces lo patee, lo golpee y le grite, el no se dio la vuelta.
...
-Desde entonces no veo a mi madre- dice en voz baja, viendo su reflejo, tratando de ver a su madre en el.
Diez años haciendo el mismo ritual cada mañana.
Sin ganas, sale del baño, a vestirse para ir a estudiar. Su uniforme constaba de una camisa blanca de mangas largas, junto con un blazer negro que tenia la insignia de la institucion y una falda de tablones negra. Un uniforme para nada original, a veces lo consideraba innecesario. Siempre ha creido que los uniformes roban parte de la identidad de las personas. Aunque a veces eran necesarios, no le gustaban.
Baja a la cocina, donde esta hermano mayor, vistiendo casi el mismo uniforme que ella y engullendo su desayuno americano. Este levanta la mirada y la observa.
-Rin, tienes un moco.- dice con expresion sera.
-¡¿Que?! ¡¿Donde?!- exclama corriendo hacia el espejo que estaba en el pasillo, dandose cuenta, muy tarde, que todo fue una broma, de muy mal gusto, segun ella.- ¿Nunca aprendes cierto?
-Se supone que el amargado debo ser yo.- dice Ken, despues de beberse su cafe de un solo trago, olvidandose de que este estaba caliente- ¡Joder!- maldice, justo al tiempo que entra su padre en la cocina.
-¿Tan temprano y ya estas ensuciando tu boca?.- sin previo aviso, golpea a su hijo en la cabeza.- Para la proxima no sera mi puño lo que golpeara tu cabeza hueca.
Ken, refunfuñando, se frota su adolorida cabeza.- ¿Era necesario el golpe?
Sesshomaru, mientras se sirve cafe, responde friamente.- ¿Prefieres un sermon?
Tanto Rin como Ken se miraron en silencio. Un golpe de Sesshomaru Taisho puede ser doloroso, pero un sermon, era como morir desangrado.
-Padre, ¿Por que no estas vestido con tu aburrido traje?- pregunta Rin al tiempo que se sirve su cereal.
-Hoy no voy a trabajar.
Ken, quien estaba a punto de irse, se devuelve rapidamente y toca la frente de su padre.- ¿Te sientes bien?- pregunta incredulo. Rin, se acerca hacia el y le toma el pulso en la muñeca, mientras mira preocupado a su hermano.
-Creo que lo perdimos.- dice con su voz dramatica digna de una interprete de Shakespeare.
-Basta de juegos.- Dice Sesshomaru, poniendose de pie.- Les tengo una noticia, tal vez deberian tomar asiento.
Los hermanos lo miraron con el ceño fruncido, ¿que clase de noticia podria ser?
-Se que este tema casi nunca lo tocamos por su delicadeza, pero es algo que ya deberian saber. Su madre volvio de Francia hace dos dias.
-...
-...
Ni Ken, ni Rin, sabian que decir. A Rin se le aguaron a los ojos, estaba haciendo un intento por no llorar. Ken seguia con una expresion seria, la ultima vez que vio a su madre tenia 7 años, no sabia como reaccionar.
Rin fue la primera en hablar, con lagrimas en los ojos.- ¿Cuando vendra a casa? ¿Por que no lo dijiste antes? ¿Donde se encuentra ahora?.
Demasiadas preguntas en poco tiempo.
-Recien ayer me informaron de su llegada, se esta hospedando en el hotel Station.
-¿cuando vendra a casa?- pregunto la chica otra vez.
-Rin...- Se le acerco su hermano- ella no va a venir.
-¿Que?- cierto, lo habia olvidado.
Sus padres estaban divorciados y la maldita clausula del abuelo les impedian muchas cosas.
Sin aguantar un segundo mas, la joven estallo en brazos de su hermano, quien la abrazaba calidamente. Ken tambien estaba llorando. Sesshomaru observaba la escena con pena y dolor, sus hijos estaban sufriendo.
-Ella no puede venir, pero ustedes pueden ir a ella.- dijo mirando el suelo, no tenia el valor para mirarlos a la cara, les extendio un pedazo de papel, Ken, lo tomo.- alli esta la direccion, pueden ir a la hora de salida.
-Pero..¿y el abuelo?- Pregunto Rin, temerosa que alguien mas los escuchara.
-Yo me encargare de el.
Ambos hermanos se secaron sus rostros con las mangas de sus chaquetas. Rin termino de desayunar y partio junto a su hermano al Instituto Integral, que era donde ambos estudiaban.
Sesshomaru se quedo en la cocina, sentado, observando la nada. Sin percatarse, una lagrima cayo por su mejilla.
Ahoma estaba mareada de tanta basura sin sentido que hablaba su asistente. Ayame era una mujer eficiente, pero a veces solo hablaba sin parar. Paso de estar diciendole las estadisticas de la compañia en el ultimo mes a estar platicando sobre el chico que le observo descaradamente la otra noche.
Ahoma, por educacion, solo asentia mientras fingia que le prestaba atencion. Estaban en el restaurante del hotel donde se estaban hospedando. Habian ordenado un desayuno ligero y ahora estaban bebiendo cafe. La verdad es que cuando llego esperaba un caos, sin embargo, todo estaba en perfecto orden. Su amado ex-esposo parecia ser mucho mas eficiente que su padre en esto.
Recientemente le informaron que su ex-suegra estaba en prision. Las trampas que hizo con los productos salieron a la luz y su poder no fue suficiente para salvarse esta vez. Diez malditos años, ella queria ser quien la metiera en la carcel, pero alguien mas se encargo de eso.
La verdad queria gritarle muchas cosas a la cara a esa maldita bruja. Era una desgraciada corrupta que hizo que la transfirieran forzosamente.
Se calmo durante un segundo, era malo enfadarse despues de haber comido.
Ayame aun seguia parloteando cosas que no tenian nada que ver con su pequeña reunion, pero Ahome no se lo reclamaba. Era consciente de que debido a ella Ayame no podia conservar muchas amistades debido a que viaja con ella a muchos sitios y solo hablaban de trabajo. Era un poco triste, pero asi era el mundo de los negocios. Habian muchas cosas que sacrificar.
Aun recuerda cuando ayame llego, hace cinco años, tenia la misma edad que ella cuando se fue a Paris. Era una joven japonesa inexperta que hablaba ingles y apenas entendia el frances. Bastaron dos años para que se convirtiera en la mejor asistente que habia tenido jamas. Ahora era su mano derecha y amiga.
-...Y entonces, solo me miro a los ojos y me dijo: "¿Acaso crees que una mujer como tu deba usar esa clase de vestimenta?".- explicaba haciendo gestos con las manos.- ¿Ahome?.- se extraño al ver a su jefa mas distante de lo normal.- Ahome.- la llamo en voz alta.
-¿Que? ¿Que paso?.- se resalto un poco.- Ah, ¿que me estabas contando?
-...
-¿Ahora que hice?
-Desde que llegamo estas mas ida de lo normal- dice suspirando.- ¿Cuando me contaras eso que tanto te agobia?
-Aun no puedo hacerlo.- dice Ahome bajando la mirada.
-Llevamos cinco años trabajando juntas.- responde Ayame a la defensiva.- creo que merezco saberlo.
Ahome, solo la miraba, mas no respondia.
-Esta bien, no te dire mas nada.- Dice Ayame, derrotada, siete veces le habia pedido que hablara, y siete veces le habia respondido exactamente lo mismo. Hablar con Ahome era como hablar con una pared a veces.
-Sabes que te lo dire algun dia.- dice bajando la mirada, observando su humeante cafe sin terminar.- pero ese dia no sera hoy.
Ayame la miraba con expresion preocupada, a veces su jefa la asustaba bastante. En muchas ocasiones, sus ojos pasaban de estar apacibles a estar vacios. Como si su brillo se desvaneciera y a los segundos volviera aparecer. Sabia que el pasado de su jefa era turbio.
Cuando empezo a trabajar para ella, solia escuchar a las otras asistentes contar historias sobre Ahome. Decian que habia descubierto un secreto familiar y que por eso la familia de su esposo, que eran los dueños de la compañia para la que trabajaban, la exilio en Francia. Una vez pregunto que porque no renunciaba y ya, la respuesta que recibio le rompio el corazon. Si renunciaba, no podria ver a sus hijos mas nunca e incluso podrian demandarla por difamacion. Sin embargo, hace diez años que se fue de Japon y Ayame nunca ha visto a sus hijos. Ahome jamas ha recibido una llamada de un familiar ni de amigos ni nada. En ese aspecto Ayame era muy cercana a ella, por eso no podia evitar preguntarse que era lo que Ahome ocultaba tan fervientemente.
-Ya hice lo que me pediste.
-¿Ya? ¿Tan rapido?- pregunto Ahome un poco mas animada de lo que estaba antes.
-jajaja, si, vi tu expresion cuando me lo pediste, llame a su asistente y le di la direccion.
-Ah, que bien.- De repente, su entusiasmo se desvanecio. Una vez mas, los ojos de Ahome se llenaron de sombras.
-¿Que sucede?
-Hace tantos años que no los veo.- parecia que Ahome hablaba mas consigo misma que con su asistente.- Me pregunto si aun recuerdan mi rostro.
-¿Estas hablando de tus hijos?- el interes de Ayame se incremento.
-si.- Dice Ahome mirandola finalmente a los ojos.- ellos vendran a verme a las cuatro de la tarde.
-¿Como estas tan segura de ello?
-Son los hijos de su padre, esta en ellos ser asi de puntuales.
-¿Acaso su padre es una especie de robot o algo asi?- La joven asistente no entendia del todo lo que Ahome le estaba diciendo.
-No.- responde Ahome con una sonrisa amarga.- Simplemente es un hombre muy recto y frio.
Estaban teniendo una conversacion algo rara, de repente Ahome empezo a hablar sobre sus hijos y el padre de estos. Era una mujer extraña, sin embargo, Ayame no podia evitar sentir admiracion por ella. En diez años ascendio tanto que supero a muchos ejecutivos que llevaban mas tiempo que ella trabajando para la Corporacion T.
Esa mujer era un enigma.
Un enigma fantastico.
