Después de casi dos años y siendo consciente de los diversos errores que presentaba, decidí corregir éste Fic al que le tengo mucho afecto, por ser el primero que subí a FanFiction.

Cabe añadir que sobre la marcha, he cambiado más cosas de las que tenía pensadas, pero en lo que se refiere a su esencia original, a lo que quería trasmitir al contar ésta historia, la he mantenido intacta. Por supuesto, no quiere decir que quede exenta de posibles errores, por eso toda sugerencia y/o crítica constructiva es bienvenida.


Nota: Pluviae es una palabra latina que traducida al español significa lluvia.

Disclaimer: Naruto ni sus personajes me pertenecen, si no a Masashi Kishimoto, de lo contrario Sasuke y Sakura ya estarían requetecontra casados, y con, por lo menos cuatro niños más uno en camino.


~ Pluviae ~


Se despertó a las ocho como lo hacía todas las mañanas, por lo que no necesitaba de un reloj. Abrió lentamente los párpados, la luz que se colaba por la ventana invadió sus ojos, cuyas pupilas se contrajeron por el abrupto contacto con el resplandor del Sol.

Se levantó sutilmente apoyando los pies descalzos sobre el piso de madera, se calzó y se dirigió hacia la cocina para poner a calentar el agua del café.

Cuando finalizó, se dirigió hacia su habitación para buscar las cosas que necesitaría para bañarse; luego marchó hacia el lavabo y se sumergió en la tina durante unos minutos, una vez que finalizó se cambió en su cuarto y en poco tiempo ya estaba listo.

Las horas pasaron y luego de almorzar se dispuso a ordenar y limpiar un poco, algo que no le llevó mucho tiempo siendo alguien que vivía solo y era naturalmente pulcro.

Cerca de la tarde, miró la hora, seguramente ya llegarían. Fue a vestirse de manera adecuada y no pasó mucho tiempo hasta que sintió que tocaban la puerta, por la forma en que lo hacían, supo que era ella; se dirigió hacia la entrada y al atender, se encontró con Sakura, Kakashi y Naruto, que fue el primero en saludarlo:

— ¡Feliz cumpleaños!— exclamó, con su tono de voz característico para después darle su regalo.

Kakashi por su parte lo saludo con un apretón de manos y también le entregó el presente.

Ella, mostrando una suave sonrisa curvando sus labios, tenía las manos escondidas detrás de sí, con el objetivo de "ocultar" algo.

—Hola Sasuke-kun— saludó cálidamente.

—Bienvenida, Sakura—

—¡Feliz cumpleaños!, te traje esto—dijo extendiéndole una caja — espero te gusten, los hice yo misma.

El Uchiha se la recibió y la abrió, dejando ver unos 6 Omosubis, los cuales eran su comida preferida.

—Seguro que sí, gracias— expresó, tratando de no sonar tan frío. Luego guardó la caja en la nevera.

~ ~ • ~ ~

Era 23 Julio, día de su cumpleaños número dieciocho, el primero que festejaba después de mucho tiempo. Hacía poco menos de un año que había vuelto, y su vida había dado un giro positivo.

A la mayoría de sus cumpleaños no los había festejado; ya que el hecho de haber perdido a su familia hizo que muchas cosas comenzaran a carecer de sentido, entre ellas el hecho de celebrar el aniversario de nacimiento; no había razón para festejarlo ni personas con quienes hacerlo.

Hasta que la vida quiso que se topara con Sakura, Naruto y Kakashi, con ellos conmemoró su cumpleaños número trece. Su vida había adquirido otro sentido, ya no estaba solo. Pero fue a misma esa edad en la que también comenzó su debacle, su cuerpo, mente y alma, volvieron a enfermarse de venganza, que reapareció con mucha más intensidad que antes; esto hizo que renunciara a todo aquel bello presente y futuro que se presentaban ante sus ojos.

Su obsesión por su objetivo lo llevó a dejar todo lo que no tuviese que ver con ello y que lo distrajera, por eso aquellas fechas que la mayoría de la gente consideraba especiales, a él le eran indiferentes y mundanas. Le bastaba con saber que gozaba de buena salud y estado físico, requisitos infaltables si quería lograr su meta, que era la única razón por la que despertaba cada mañana.

~ ~ • ~ ~

Los tres habían venido para cenar con el Uchiha, solo el antiguo equipo siete, su única familia, en donde estaban Naruto, que era casi un hermano, Kakashi, que era como una figura paterna y ella, quien llenaba su vacía existencia.

Rieron mucho y se la pasaron recordando los buenos momentos. El siempre tranquilo apartamento del Uchiha rebasaba de las voces de sus compañeros que invadían cada rincón, formando un sonoro murmullo.

Cuando los observaba a los tres reunidos en la mesa, Sasuke no podía dejar de pensar en lo mucho que los apreciaba. Le costaba imaginar que hubo una época en la que pensó seriamente en destruir aquellos lazos, que eran lo único que lo hacía sentirse bastante menos miserable, de hecho, sentía que por otro lado era realmente afortunado.

Al llegar la noche, cerca de las diez, el primero en irse fue Kakashi, y al poco tiempo le siguió Naruto, quien se hubiese quedado un rato más si no tuviese la exigente pero grata tarea de ser Hokage.

No obstante, Sasuke no se quedó solo: ella aún seguía allí.

En el cielo que te estaba tornando obscuro, las nubes de lluvia se movían lentamente.

Una vez que terminó de despedirse de su amigo, la miró y preguntó:

—¿Quieres un té?

—De acuerdo— contestó con soltura.

El Uchiha tomó la tetera y la llenó de agua para ponerla a hervir, sacó las tazas, cucharas, la caja con sobres de té y el azúcar, que se encontraba solitaria en una esquina de la despensa, debido al poco o nulo consumo que le daba.

Al mismo tiempo, Sakura agarró un trapo, lo humedeció y limpió la mesa que había quedado un poco sucia para luego sentarse y esperar a que el té estuviese listo.

La tetera silbó rompiendo con el silencio.

Sasuke comenzó a preparar la infusión para ambos como otras veces, por eso sabía qué hierbas le gustaban y la cantidad de cucharadas de azúcar que le ponía. Ella por su parte observaba cada uno de sus movimientos, y por unos segundos desviaba sus ojos hacia la nada, para que su mirada no fuese tan insistente.

Una vez que el peliazul terminó de preparar las infusiones, se sentó a la mesa con ambas tazas y le acercó una a ella.

—Gracias…— murmuró cálidamente, para después rodear el recipiente con sus manos, haciendo que el calor pasara a través de la cerámica hasta sus dedos, mientras veía cómo el humo creaba formas en el aire.

—¿Quieres decirme algo?— preguntó el Uchiha repentinamente, haciendo que ella lo mirara.

Como Sakura imaginaba, tarde o temprano Sasuke le preguntaría porqué se había quedado, siendo que llevaba unas cuántas horas con él.

—Bueno, no es algo que quiera decirte exactamente...— hizo una pausa ya que su corazón se empezaba a precipitar contra su pecho y prosiguió —últimamente, ha sido difícil pasar tiempo a solas, y pensé que ésta sería una buena oportunidad.

Finalmente, comenzó a llover.

—Imaginé que así era—expresó con tono impasible, dándole un primer sorbo al té.

Ella sintió alivio por habérselo dicho, suspiro suavemente y se dispuso a disfrutar de su infusión. No esperaba otra respuesta por parte de él y eso la reconfortaba, ya que a su manera, le había dicho que aquello no le molestaba en lo absoluto, lo que daba una pequeña luz de esperanza a sus sentimientos, ¿o eso era lo que deseaba pensar?. Probablemente sólo se estaba engañando a sí misma.

"¿Quieres decirme algo?"

¡Claro que había cosas que quería decirle!, seguramente se percató y se lo hizo saber con esa pregunta. Pero no deseaba arriesgarse nuevamente a ser rechazada, por eso es que sólo trataba de conformarse con la compañía que él le brindaba, aunque en el fondo sabía que esa relación jamás sería una verdadera amistad, de hecho, ni siquiera sabía qué eran realmente.

Le causaba mucha incertidumbre pensar que estaba atada a sus sentimientos por él, y que muy probablemente, jamás podría despegarse de ellos y saber lo que se siente ser correspondida.

~ ~ • ~ ~

Conversaron, las tazas de té se vaciaron y entre charla y charla se hicieron las once de la noche.

Los truenos y relámpagos retumban con furia en el cielo, iluminándolo en su oscuridad.

Ella se volteó hacia la ventana, el miró de soslayo.

—Hace tiempo que no llovía…— comento Sakura, casi en un murmullo.

El peliazul se levantó para abrir la ventana, dejando que la brisa trajera el olor a lluvia, el cual invadió todo el apartamento.

Sakura comenzó a sentir sueño de repente y bostezó cubriéndose con la mano.

—Es bastante tarde y con esta lluvia no podrás volver— afirmó observando serenamente el panorama que le ofrecía la ventana abierta, después cambió la dirección de su mirada hacia la Haruno:

—Supongo que no hay opción, deberás dormir aquí.

Una expresión de sorpresa se manifestó en el rostro de la chica, que luego bajo la mirada en una mueca de vergüenza.

—No quiero causarte molestias…—expresó observándolo con semblante apenado.

Sintió que se había excedido. Realmente el tiempo había pasado muy rápido, siempre era así cuando estaba con Sasuke. Había oído los sonidos de los truenos y relámpagos que anunciaban la lluvia, pero supuso que iba a ser una normal y no le dio importancia, porque claro, estaba hablando con él.

El ojinegro no prestó atención a la actitud avergonzada de Sakura, pues ya no había opción, lógicamente no iba a dejar que se fuera a su casa con la fuerte lluvia que azotaba la aldea.

—Yo dormiré en el sofá y tú en la cama de la habitación.

Ella no pensó en insistirle, pues tenía todas las de perder. Había una lluvia torrencial afuera, lo razonable era que ella se quedara en el apartamento de él hasta que la tormenta cesara, pero si en ese momento iba a dormirse, regresaría hasta la mañana siguiente.

«Madre, padre, esta noche no iré a casa, espero no se preocupen», pensó angustiada.

El chico se dispuso a levantar las tazas, las colocó en la mesada de la cocina y antes de que comenzara a lavarlas, la chica lo interrumpió —permíteme que yo lo haga, Sasuke-kun.

—Entonces iré a preparar las cosas.

Así, el Uchiha se dirigió hacia su cuarto, busco alguna manta y una almohada para poder dormir más cómodo en el sillón, abrió el cajón en dónde se encontraban las remeras*, sacó la que parecía más suelta, y la echó sobre la cama.

Se dirigió hacia la sala de estar, ella ya había terminado de lavar las tazas y se encontraba afirmada sobre la mesada.

—Ya está todo listo, puedes ir— le avisó señalando el pasillo en donde se encontraba su cuarto, mientras que con el otro brazo llevaba una almohada y una frazada.

Sakura dirigió su mirada hacia donde se encontraba la habitación, que tenía la puerta entreabierta y la luz encendida.

El chico puso la almohada en uno de los apoyabrazos del sofá al igual que la manta y se encaminó hacia el baño.

La joven se dispuso a dirigirse a la habitación a paso lento, se sentía toda una invasora. Ingresó al pasillo y llegó a la entrada, que quedaba casi enfrente del baño. Tomando el picaporte empujó lentamente la puerta, lo que permitió darle un primer vistazo al cuarto, que, como era de esperarse, estaba impecable, y además era bastante amplio, incluso tenía un balcón.

Una vez adentro, cerró la puerta y se dirigió hacia la amplia cama, descubriendo que sobre ella había una remera perfectamente doblada, automáticamente supuso que era para que la usara como pijama y un leve rubor le dio color a sus mejillas, pero razonó que mientras él no la viera así, no tendría por qué avergonzarse. Se sentó en la cama y comenzó a desvestirse, colocando su ropa en un pequeño sillón que había en una esquina; pero eso sí, no se atrevió a quitarse el sostén, pues no podía evitar sentir aquella permanente sensación de pudor. Finalmente, se puso la remera que le quedaba bastante suelta y cubría la mitad de su muslo. Desde que la tela rozó su piel, un leve escalofrío recorrió su espalda al pensar que era usada por él. Luego deshizo lo justo y necesario el lado derecho de la cama por inercia y se metió en ella.

Al instante, comenzó a percibir el aroma característico de él, impregnado en la almohada y en las sábanas. Lo sentía muy cerca, no solo literalmente, sino porque todo lo que había a su alrededor, el lugar, la cama, incluso la misma tela que cubría su cuerpo, le pertenecían a Sasuke. Cerró los ojos para tratar de disfrutar de aquello, adormilada y embriagada con esas sensaciones que hacían nacer una confortable sonrisa en sus labios. Todo era tan loco y mágico a la vez.

~ ~ • ~ ~

El muchacho estaba acostado, sin poder dormir, con los dedos de las manos entrelazados bajo su cabeza, observando cómo las gotas de lluvia se deslizaban por el vidrio de la ventana, mientras que la luz de la luna hacia que los dibujos que el agua formaba sobre el cristal, se reflejaran en las paredes y objetos, incluso en el propio rostro del Uchiha.

Todo era demasiado extraño, pues había pasado casi todo el día con ella y ahora se encontraba a unos metros, bajo el mismo techo y durmiendo en su cama. Pero, ¿era sólo eso lo que le incomodaba tanto?.

Desvió su mirada hacia dos tazas que se encontraban escurriéndose en la mesada de la cocina, las mismas que ambos habían usado anteriormente. Recordó lo que Sakura le había dicho: "últimamente ha sido difícil pasar tiempo a solas", sabiendo perfectamente lo que esas palabras encerraban. Por supuesto, era totalmente consciente de los sentimientos que ella aún conservaba. Se preguntó si de la misma manera, él era así de consciente sobre sus propios sentimientos, realmente, ¿lo era?.

Vinieron a su mente los momento en los que hablaban de nimiedades mientras sus tazas se vaciaban y el murmullo de la lluvia parecía no tener fin. Recordó el movimiento de sus labios y en cómo esto despedían un leve resplandor a causa del brillo que ella había comenzado a usar. También recordó el gesto de acomodarse el pelo, y en cómo éste se entrelazaba entre sus finos dedos. Visualizó a sus cautivantes perlas jades observándolo con atención, así como la forma en que decía su nombre agregándole el infaltable honorífico, en lo reconfortante que le resultaba su presencia... en lo que le gustaba ella.

Poco a poco, en el contacto del día a día, en la amabilidad e infinita paciencia de la chica, en cómo lo cuidaba y se preocupaba a pesar de que él sabía muy bien que no lo merecía; porque incluso si se había arrepentido por los errores cometidos, sabía que no era suficiente. Sentía la martirizante necesidad de pedir perdón, lo cual era lo menos que podía hacer, pero ella le demostró que aquello no era necesario, que solo con estar ahí de vuelta, junto a ella, lo demás ya no interesaba. Imaginaba que al volver, las cosas no serían fáciles, más que por los demás, por él mismo, debido a los demonios interiores que lo atormentaban. Pero ella supo curarlo, no solo externamente, si no interiormente: con un incontenible abrazo desbordado de amor y alegría, con sus sonrisas, con sus palabras cargadas de afecto, con sus miradas, con su sola compañía. Estas cosas hicieron que dentro de él volvieran a surgir aquellos sentimientos que tuvo en algún momento y que reprimió, dejándolos apartados en lo más profundo de su maltrecho corazón. Porque en su vida, desde que partió decidido a no volver jamás, ya no habría lugar para esos sentimientos, ni para nadie más que él mismo y su venganza.

Sabía que la pelirosa seguía enamorada de él, no podía ocultarlo. Lo quiso desde que lo vio por primera vez como el genio y guapo chico de la clase, y lo amó sabiendo que había caído en los más bajo del abismo, en donde reinaba la miseria.

Así que, ella disfrutaba de la compañía de él, y él de la de ella.

Entonces, ¿por qué no hacerle saber que él sentía lo mismo?, ¿por qué negarse a vivir aquel sentimiento, a ella?, ¿qué razón había ahora para evitar sentir y disfrutar de aquellas cosas?. Si no era en ese momento, el mismo en el que casualmente aún era su cumpleaños, tal vez no iba a serlo nunca, porque el destino, o quién sabe si ellos dos inconscientemente, deseándolo en lo más profundo de su ser, ignorando la hora y la lluvia, habían creado una situación así.

Estaba decidido, esa noche le haría saber sobre sus sentimientos.

Se levantó repentinamente y se dirigió hacia la habitación, sin saber realmente qué haría estando allí, dejando guiar sus pasos por el impulso y no por la razón. Caminó unos cuantos pasos y en unos segundos ya se encontraba en la puerta, la cual no estaba completamente cerrada, si no a unos centímetros del marco. La abrió lentamente desde el picaporte, haciendo que al moverse lanzara unos pocos rechinidos.

Ya estaba adentro, lo primero que hizo fue divisarla a ella, cerró la puerta detrás de sí, sin dejar de contemplar a la chica que dormía apaciblemente en su cama, y la cual juraría, tenía una leve sonrisa.

Se acercó a ella a paso lento, tratando de no hacer ruido, y cuando estuvo a una distancia prudente, se arrodilló frente a la joven que dormía boca abajo, con el rostro mirando justo hacia él, quien podía oír su pausada respiración. Pero entonces, al percibir su cercana presencia, la joven abrió repentinamente los ojos, los cuales volvió a entrecerrar al ver que era él, y preguntó en un susurro:

—¿Sucede algo, Sasuke- kun?

Pero no respondió, sino que se limitó a posar una de sus manos en la mejilla de la chica, lo que hizo que ella se ruborizara al instante, sorprendida por aquella inesperada acción y el contacto de su cálida piel. Sin embargo, no hizo ni dijo nada, porque no quería interrumpir aquel agradable momento, solo era capaz de preguntarse qué vendría después.

La tormenta seguía su curso, como deteniendo en tiempo en un espectáculo de truenos y relámpagos interminable.

El Uchiha dejó de mirarla fijamente y posó sus perlas negras hacia los labios de la chica que tenía en frente, los cuales lucían aquel delicado labial rosado y que finalmente estaban recibiendo esa tan aclamada atención.

Ella se sonrojó aún más, las intenciones del muchacho eran evidentes, aquellos ojos se estaban adueñando de su boca sin siquiera haberla probado, algo que Sakura deseaba con impaciencia.

Dejó de permitir dejarse hipnotizar por sus labios y volvió a mirarla a los ojos. Comenzó a acercar lentamente su rostro al de ella, arqueando su cuello para que su cabeza tomara una posición horizontal igual a la de la chica. Sus respiraciones se encontraron, el corazón de ella se aceleró. Más cerca, mucho más cerca, ella cerró los ojos, él los seguía teniendo abiertos; tres, dos, un centímetro, y finalmente, la besó.

Fue entonces cuando Sasuke cerró los ojos disfrutando de aquel momento.

Luego de unos segundos, cuando ambos se acostumbraron al contacto del otro, el ojinegro se separó de los labios de ella y sus miradas se toparon nuevamente. Ninguno de los dos dijo nada, no encontraban palabra alguna, y la realidad era que tampoco hacía falta decir nada, porque sus gestos y sus miradas lo decían todo.

Entonces, siendo ella esta vez la que quería tomar la iniciativa, posó su mano una de las mejillas del muchacho, quien se subió a la cama, sin dejar de mirarla, quedando enfrentado a ella con las piernas flexionadas. Fue así como terminó sosteniendo la cara de él entre sus manos y arqueando su rostro, cerró los ojos para volver, lentamente, a unirse en un beso. Sus bocas se encontraron y sus labios se movían en un exquisito ritmo lento.

¿Podía esto llegar a ser tan perfecto?

En ellos había anhelo, una necesidad desbordante de demostrarse lo que sentían, de tener algo del otro, de estar seguro de que buscaban y sentían lo mismo, de regalarse aquel merecido instante en el que solo existían ellos dos en todo el maldito Mundo. Realmente, lo era, aquel momento era perfecto con sus imperfecciones, igual que ella lo veía a él, igual que él la veía a ella.

Sus labios se separaron a una distancia casi imperceptible para volver a fusionarse al mismo tiempo, como si les hiciera daño desconectarse uno del otro.

Ella hundió los dedos en su revuelto pelo azul, él se adueñó de su pequeño rostro.

Ambos rogaban que aquellos instantes que parecían largos minutos, jamás terminaran.

Mientras tanto, afuera la lluvia parecía no querer no cesar.

Sus bocas por fin se separaron, Sasuke volvió a darle un beso fugaz y se acostó al lado de ella, se cubrió con las sábanas y la miró como tantas otras veces, en los ojos de Sakura se reflejaba la felicidad y en los ojos obscuros de él, brillaba la ternura. Entonces, el joven Uchiha prosiguió a darle un beso en la frente, tal y como ella lo había imaginado una vez, en una de sus hilarantes fantasías. La ojijade prosiguió a devolverle ese gesto de cariño besando uno de sus pómulos, para luego sonreírle, él también lo hizo y volvieron a encontrar sus labios, a encontrarse a ellos mismos, con besos suaves, envueltos en una cálida atmósfera de mutuo afecto.

Perdiéndose entre sutiles caricias, sus ojos fueron cediendo, y sin querer separase uno del otro, se durmieron abrazados.

~ • ~

La lluvia había cesado, y las nubes ido, dejado ver a la ostentosa luna menguante que daba luz a aquella noche, y era la única testigo del surgimiento de ese amor.

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*la forma de llamarla varía mucho dentro del habla hispana, la misma puede ser sinónimo de playera, camiseta o polo.


Por fin, por fin, ¡por fin me anime a subir mi primera historia!, así que es una mezcla de emoción y curiosidad por saber qué les pareció. ;)

Es lo mejor que he hecho a pocos días de empezar el nuevo año, así que, ¡Feliz 2014 queridos lectores!, gracias por haber elegido mi historia.