Bleach y sus personajes no me pertenecen.

Regalito para mi Izaya-kun :3


Calor de Familia


Hitsugaya Tōshirō desliza la puerta de su oficina y lo primero que nota, a su pesar, es que a la pila de papeles que está sobre el sofá le espera una inminente caída. Una de sus cejas amenaza con salirse de su cara gracias a su repetitivo tic, y un leve gruñido se escapa de sus labios. Caminando hasta su escritorio y dejando sobre éste la taza de té que anteriormente sostenía en sus manos frías, se acomoda la bufanda alrededor de su cuello y sale de la oficina.

Tiene el vago presentimiento de saber dónde está su Teniente.

Ni siquiera se preocupa por hacer uso del shunpo, ya que sabe que a estas alturas el té que preparó para alivianar el frío ya está tan helado como la nieve que cubre las calles del Seireitei. Andando con paso firme y digno de un Capitán y arreglándose la bufanda de forma que le cubra la cara hasta la altura de la nariz para mantener el rostro lo más cálido posible, Histugaya-taichō arriba en poco tiempo al cuartel de Matsumoto Rangiku.

Da dos golpeteos en el fusuma y espera. Al no recibir respuesta, decide que no sería la primera vez que entra sin permiso y abre la puerta, dando un paso e inmediatamente cayendo de cara al suelo.

Cuando finalmente logra recomponer su postura y lucir como si nada hubiese pasado, fija ojos verdes en el bulto de shihakusho y pelo largo y anaranjado que se encuentra, probablemente, ahogándose en el piso. Exhalando un suspiro apesadumbrado, Tōshirō piensa, mientras da vuelta a Rangiku para que pueda respirar, que él no hizo nada tan malo en su vida como para merecer esto. Por supuesto, de niño era un chico travieso —a su manera— al que todos miraban mal y más de una vez encontraban robando algo para comer, pero aparte de eso y el incesante vaivén de insultos con Hinamori, siempre ha sido una buena persona.

—Capitán... —murmura Matsumoto, arrastrando las sílabas de manera tal que se hace casi ininteligible, y si no fuera porque esto es un evento normal y muy frecuente desde que conoció a la voluptuosa mujer, Tōshirō no le entendería—. Ya terminé de hacer el... papeleo..., ¿qué necesita? Estamos... festejando, por si no ve.

El olor a alcohol que emana de la boca de Rangiku es insoportable, piensa Tōshirō, y al pasar su mirada por el resto de la habitación se percata de las otras dos personas allí. Hisagi Shūhei y Kira Izuru se encuentran prácticamente desnudos salvo por los fundoshi, tirados en el suelo y enrededados entre sí, y si no fuera porque sabe que el Teniente de la Tercera División todavía sufre por la traición de su Capitán, Tōshirō pensaría que entre esos dos estuvo pasando algo momentos antes de caer desmayados, Rangiku observándoles y alentándolos a seguir.

Situación que, en suma, seguramente ocurrió.

El Capitán de la Décima División suelta un suspiro —ya ha perdido la cuenta de cuántas veces ha suspirado en el día—, y con un movimiento ágil levanta el cuerpo de su Teniente y la lleva hasta su futón, arropándola con las cobijas para que no pesque un resfriado. Cuando está a punto de ponerse de pie y volver al edificio de su División, una delicada mano se pasa con tosquedad por los cabellos blancos de su coronilla en un gesto que pretende ser tierno.

—Capitán... Gracias, Hitsugaya...-kun.

Tōshirō vuelve a suspirar y a acomodarse la bufanda, y mientras arregla los largos mechones que ahora caen sobre sus ojos, decide que no dejará que Matsumoto pase más tiempo del necesario en compañía de Hinamori.

No sea cosa que se le haga costumbre llamarle como si fuera su hermano menor.