Bueno, antes de nada quiero decir que los personajes, a excepción de _ no me pertenecen, son propiedad de Dan Brown, al igual que no me pertenece el comienzo del fanfic, ya que es una continuación, y tengo que poner un poco del libro, solo tres líneas, para que os situéis :) lo demás surge de mi propia imaginación. ¡Espero que os guste!

Nota: como yo leí el libro, me imagino a Silas más joven que en la película, pero bueno, lo dejo a vuestra libre elección.

Capítulo 1

"Soy un fantasma"

Silas rezó. Rezó pidiendo perdón, suplicando la piedad de Dios, y sobretodo rezó por su mentor, el obispo Aringarosa...

Sabía que no le quedaba mucho, la herida que le acababa de propagar aquel policía, si no se trataba a tiempo, era mortal, y ni un milagro podría salvarlo esta vez. Cerró los ojos y dijo una última oración. El dolor que sentía empezó a remitir, y comenzó a sentirse libre.

Mientras, un Audi a3 grisáceo se dirigía a toda velocidad hacia el hospital donde se encontraba el obispo Aringarosa, luchando por su vida.

-"¡Maldición! Tío Manu, ¡aguanta!"

Dentro de éste, una mujer, de unos veinticinco años maldecía en silencio, conduciendo lo más rápido que le permitía la carretera.

De pronto, le pareció ver la figura de un hombre tendido en el suelo, en un rincón de Kensington Gardens; parecía un fantasma, apenas se veía por la extensa niebla. Si hubiera estado en cualquier otra situación, hubiera ido a socorrerlo, pero la vida de su tío prendía de un hilo, y su objetivo era llegar al hospital cueste lo que cueste. La habían llamado tarde, pues les costó buscar alguna relación familiar del obispo. La operación debía de estar a punto de terminar... o no.

Por fin, consiguió llegar. Aparcó como pudo, y entró a trompicones en el edificio.

-¡¿ Dónde esta mi tío?- exclamó con la mirada llena de frustración y temor

Una enfermera la atendió casi al momento

-Tranquilícese señorita, ¿cómo se llama su tío?

-A... Aringarosa, Manuel Aringarosa- respondió con un deje de temor en su voz.

La enfermera se quedó pensando un momento

-Ah, el obispo Aringarosa, sígame por favor.

-Pe- pero... ¿Cómo está? ¿se encuentra bien?

-Lo siento, no dispongo de esa información, pero ahora mismo lo sabrá.

Y dicho esto, comenzaron a caminar, subiendo las escaleras mecánicas, hasta llegar a la tercera planta, donde tras cruzar unos pasillos, la enfermera se paró.

-Espere aquí por favor, hasta que tengamos noticias.

-¿Y pretende que me quede aquí parada, de brazos cruzados?- su voz, antes firme, se iba quebrando paulatinamente.

-Haremos todo lo que está en nuestras manos, Señorita. - y dicho esto, desapareció entre los pasillos.

Casi al momento, se abrió bruscamente la puerta de una sala. De ésta, apareció un hombre alto, de unos cincuenta años, y cabello grisáceo.

-¿Eres la sobrina del padre Aringarosa, chica?

-Si, soy yo. ¿cómo se encuentra? ¡Por favor necesito verle! - de estas últimas palabras surgieron dos grandes lagrimas, que recorrieron su rostro lentamente.

-Ha perdido mucha sangre, pero por suerte, se encuentra estable, ha sido casi un milagro, no contábamos que saliera de ésta.

La cara de la chica se iluminó de repente, aunque aún se podía entrever un aire de preocupación.

-¿Puedo ir a verle?

-Sigue inconsciente, de momento tendrá que esperar unas horas hasta que quede fuera de peligro, pero me ha dejado un mensaje para usted

-Un... ¿mensaje?

-Si, cuando lo estábamos trasladando, antes de dormirle, le pidió un favor.

-¡¿Qué favor?- la chica empezaba a impacientarse.

-Sus palabras fueron: "Dile a mi sobrina Clara que salve a Silas... ¡Cuanto antes!

Clara se quedó boquiabierta. Había oído hablar muchas veces a su tío de Silas. Era su discípulo, por decirlo de alguna manera, y aunque nunca lo había visto en persona, sabía que su tío Manu lo quería como a un hijo.

-Debe de ser aquel chico albino que lo trajo al hospital. Parecía malherido, pero no entró a que lo trataran, sino que salió corriendo. Creo que por lo que me han contado, hacia Kensington Gardens.

¿Debería llamar a la policía?- el médico parecía bastante extrañado, y con razón.

La chica se quedó pensando... Kensington Gardens... aquel hombre... ¡claro! ¡tenía que ser él!

-¡No! No llame a ningún lugar, yo me ocupo de la situación, descuide.

-¿Está segura...?- el hombre no parecía muy convencido.

-¡Totalmente! Volveré cuanto antes, ya tiene mi teléfono, avíseme de cualquier cosa que pase -

Y dicho esto, cogió su bolso, y se marchó corriendo del hospital

No tardaría ni un minuto en llegar hasta allí.

"Mierda, tengo que llegar antes de que sea demasiado tarde... no puedo llevarlo al hospital... si mi tío dijo eso es porque quiere que lo trate yo, sino, hubiese mandado a cualquier otro médico"

Aparcó en medio del césped, a esas horas nadie transitaba el lugar, y pudo ver de lejos la figura de hace unos minutos, en la misma posición.

Agradeció haberse puesto las lentillas ese día, entre la extensa niebla y su mala visión, no lo habría encontrado ni a tiros.

Corrió hacia él, observando lo grande que era. Estaba tendido bocabajo en el suelo, inconsciente pero … si, aún tenía pulso; aunque aún no podía aliviarse, la herida, era grave. Tenía que tratarla de inmediato, sino, se temía lo peor. Maldijo en bajo ser pequeña, pues apenas medía uno sesenta y tres, que no está mal, pero comparado con Silas, no era lo que se dice una gran altura.

Intento cargar con él, con mucho cuidado, mientras sentía el peso de sus anchos hombros encima, y dejaba las piernas arrastrando.

Se sonrojó, y con razón, pues el albino estaba en ropa interior; pero al momento enfrió su mente y se dirigió lo más rápido que le permitía el cuerpo de Silas hacia el coche.

Mientras conducía en dirección a su casa, con el albino tumbado en el asiento de atrás, comenzó a pensar que era una situación descabellada, pero conocía a su tío muy bien a pesar de tener opiniones religiosas totalmente opuestas, y pasarse el poco tiempo que se veían por semana discutiendo amistosamente sobre la existencia o no de Dios, ya que ella era agnóstica, y él miembro del Opus Dei.

Cuando llegaron, agradeció que nadie deambulara por las calles ese día, y prosiguió a meterlo en el ascensor.

Era un edificio pequeño, con cuatro pisos .Clara lo había alquilado mientras estudiaba medicina, ya que en realidad vivía en una pequeña ciudad, prácticamente un pueblo, a las afueras de París, aunque era de nacionalidad española, se crió en Francia desde pequeña, así que apenas sabía algo de su idioma natal.

Tendió a Silas en su cama y procedió a frenar la hemorragia. Tenía aquí todo lo que necesitaba. Estaba deseando acabar con esto e ir a atender a su tío. A fin de cuentas su vida peligraba y no conocía a ese tal Silas, al que ahora estaba tratando, de nada.

Aún así, a parte de que eran órdenes de "Manu" , no podía dejarlo en aquel estado.

Le llevó bastante tiempo extraer la bala de entre las costillas, pero lo hacía con casi la misma destreza que cualquier cirujano, ya que tenía un don para la medicina ya desde niña. Sus padres eran afamados doctores. Lo llevaba en la sangre, y sólo le quedaba un año de carrera para poder ejercer la profesión

Comenzó a coser la herida, por debajo de las costillas muy cuidadosamente, con una aguja médica previamente desinfectada-. No sabía si esto era legal o no, pero sabía que si le había pedido a ella en concreto tratar a Silas sería por una razón de peso.

"Menos mal que he llegado a tiempo"- pensó - "Ya no corre ningún peligro, solo tiene que guardar reposo, aunque no me puedo ir... ¿Y si se despierta? " - Clara pensaba en alguna forma de ir a ver a su tío sin tener que dejar solo a Silas al tiempo que le pasaba la venda por su fuerte cuerpo, y se daba cuenta de las marcas de latigazos de su espalda.

"La mortificación corporal... dios mío, y también tiene el muslo en carne viva por culpa del cilicio..." Nunca supo cómo el Opus podía permitir semejante castigo físico... pobre hombre, le han lavado el cerebro...En fin, le curaré esas heridas también, aunque sea en vano..."

Cuando terminó las curas, se limitó a esperar la llamada de los médicos mientras leía el periódico. Era una mujer muy tranquila para este tipo de situaciones, y estaba dotada de una gran paciencia.

De pronto, sus ojos se dirigieron a una noticia que le impactó .

"Se busca a un hombre alto, de complexión fuerte, albino, vestido con un hábito, sospechoso de cuatro asesinatos.." Siguió leyendo, y se acordó del anterior sospechoso Robert Langdon, pero no tenía ni idea de que el hombre al que ha estado ayudando era... un asesino.

Se horrorizó, no sabía que hacer. ¿Llamaba a la policía? ¿Sabría esto su tío? El simple echo de pensar que estaba compartiendo habitación con un asesino le hizo ponerse a temblar, presa del pánico.

De pronto, sonó su teléfono móvil, lo que provocó que diera un tremendo respingo y ahogara un grito.

Se serenó, como pudo, y cogió el aparato.

-¿S-si? - su voz era temblorosa.

-Buenas noticias señorita Aringarosa, su tío ha despertado, y sólo ha tardado un par de horas.

Clara se sintió aliviada, y muy contenta, aunque seguía atemorizada por la presencia de Silas, al fin y al cabo, le habían explicado que su tío fué víctima de un tiroteo policial. Si estaban persiguiendo a Silas, todo encajaba mejor.

-¡Eso es fantástico! ¡Voy para allá!

-Emm.. bueno... es que... su tío insiste en que se quede donde está... espere, se lo paso, y hablan ustedes mismos con total tranquilidad- y dicho esto se oyó un leve ruido de fondo, como murmullos. A los pocos segundos pudo escuchar la voz de su tío.

-¿Clara?

-¡Si, soy yo tío Manu! ¿Cómo estás? ¡Siento no estar allí! Voy a ir a verte ahora mismo!

-No,Clara yo estoy bien, no te preocupes, los médicos dicen que me pondré bien en nada, ya estoy prácticamente fuera de peligro.

-Pero tío... - balbuceó. Ardía en ganas de ir a verle.

-Escucha, Clara¿has recibido mi mensaje? ¿Encontraste a Silas?

-Si, Manu, está en mi cama, ya lo he vendado; todavía sigue inconsciente. Se pondrá bien.

El obispo suspiró aliviado,

-Menos mal... yo ya tengo a los médicos, pero tu tienes que cuidar de Silas... ¿Lo harás?

-Pero tío, este hombre, Silas, he leído en el periódico... - su voz se iba empequeñeciendo cada vez más. Estaba muerta de miedo. -Este hombre ha matado a cuatro personas! Lo busca la policía!

-No te preocupes Clara , no es peligroso, confía en mi por favor. Silas es un buen chico, pero comprendo que no estés segura, y aunque confíes en mi, dile que eres mi sobrina, y, por favor, no le temas.

La chica aceptó a regañadientes. confiaba plenamente en Aringarosa, así que lo creyó al instante, aunque todavía mostraba cierta desconfianza hacia el albino.

-Está bien tío, ¡pero esto merece una explicación de las gordas!

Aringarosa sonrió.

-Esta bien, ya te lo explicaré todo cuando me den el alta. De momento tu quedate ahí durante esta semana, cuida de Silas, sal sólo si es estrictamente necesario; y claramente, no dejes salir a Silas bajo ningún concepto. Confía en mi, es una buena persona.

-Me esfuerzo por creerte tío, me esfuerzo por creerte...

-Venga, mañana por la mañana te llamaré desde mi móvil, estaré bien, no vengas a verme, quédate con Silas ¿eh? Y sobretodo, muchísimas gracias Clara, siempre serás mi sobrina preferida.

-Esta bien tío, pero me debes una de las gordas.

-mañana hablamos tesoro

Cuando colgó, no pudo evitar echarse a llorar. Era lógico, había vivido muchas emociones fuertes en a penas unas horas, necesitaba desahogarse.

Mientras tanto, el albino comenzaba a abrir los ojos, escuchando de fondo el llanto de una mujer.

Bueno, aquí os dejo el primer capítulo:) me gustan las críticas constructivas, pero siempre respetando Soy nueva en esto, así que supongo que tendré muchos fallos, y este es mi segundo fanfic (el primero que hago serio) espero que lo hayáis disfrutado! Dejas reviews :)