Disclaimer: Katekyo Hitman Reborn! pertenece a Akira Amano.

Claim: Chrome/I-Pin, ligeros toques de femslash.
Advertencias: La cutedad, gente o.o. Ubicado en TYL.
Notas: Inspirado en el Prompt "Christmas Candy" de la tanda navideña en el Reto Diario.


La llegada Nochebuena se anunciaba pronto, y el espíritu de aquella fecha se respiraba en la inmensa residencia Vongola. Juegos de colores daban un toque único a la vivienda, además de las típicas botas colgadas en la chimenea, aunque nadie se daba cuenta que esas ya estaban rellenas de balas y pólvora (cortesía de Reborn).

Aquella tarde la cocina era el punto de trabajo, y adentro dos figuras femeninas se ocupaban de preparar las golosinas de la noche. Hubieran sido tres si no era porque le dicen a Bianchi que no era necesario que se molestase en ayudar.

Los bastones de caramelo estaban enfriándose, y en ese momento la mesada estaba cubierta de harina, en ella Chrome estiraba la masa que se convertiría en galletas. Y al parecer con esfuerzo. Uno de los muñequitos tenía un brazo amputado y otro estaba partido por la mitad, pero sin duda iban hechos con cariño.

—Chrome-chan, espera —le llamó I-Pin, terminando de bañar unos bizcochitos en chocolate. Se acercó hasta su amiga con una sonrisa gentil, e inconscientemente la guardiana se sonrojó tímidamente—. Te enseñaré cómo.

Con cuidado, la joven china posó sus manos sobre las de Chrome, ambas a cada lado del uslero. En un acto reflejo, la ilusionista intentó dar unos pasos hacia atrás y quitar sus manos de allí, aunque su amiga no le dejó.

—Estira las palmas, así —corrigió, ayudándole a estirar bien la mezcla. El tacto de I-Pin era suave y delicado, Chrome en medio de la enseñanza no pudo evitar pasarlo por alto. Fue llevada a la realidad por la amable voz dirigiéndose a ella—. Si la extiendes de manera uniforme no se te romperán, Chrome-chan.

—G-Gracias… —murmuró la guardiana, observando como sus manos quedaron con un cosquilleo agradable luego del tacto previo. Y con una leve sonrisa reanudó su trabajo según las instrucciones de I-Pin.

—Mi maestro me enseñó a hacerlas, y yo ahora te doy las instrucciones —se rió levemente la china, risa que le hizo sentir bien a la mayor, contagiándose por el buen ánimo de su amiga, sin lograr que el rubor se le fuera de sus mejillas—. Es todo un gusto, Chrome-chan —finalizó mirándose con una sonrisa cálida.

Aquello le tomaría otro momento a la ilusionista para concentrarse y apartar la mirada de los ojos marrones que le veían con cariño.

No se arrepentía por haberse contagiado del espíritu navideño.