Capítulo 1.
La vida se les había complicado mucho desde que el portal se abrió, Victor apenas tuvo tiempo de sacarlas de los túneles antes de que intentasen matarlas. Habían pasado tres días, tres largos y eternos días en los que no habían sabido nada de Killian, no habían logrado convencer a Dash de que no volviese a Fair Heaven y Joanna aún seguía demasiado débil a causa del Argentum. Victor había insistido en quedarse con ellas, nadie se había opuesto, y se había encargado de ir ayudando a Joanna a eliminar el veneno de su cuerpo; Ingrid se culpaba por abrir el portal y por haberse dejado manipular por Mike; Freya estaba deprimida por la ausencia de Killian; y Wendy había pasado todo ese tiempo intentando reconstruir a su familia para poder sobrevivir.
Era el amanecer del cuarto día. Wendy acababa de subirles a las chicas el desayuno, con la esperanza de que comieran algo, pasó por delante de la habitación de su hermana, a la que no había entrado desde que la dejó allí con Victor y decidió entrar. Tocó la puerta y oyó la voz de la otra bruja diciéndole que entrase.
-Buenos días Jo, ¿qué tal estás? –preguntó mientras entraba, cerró la puerta a su espalda e hizo una mueca al verla- estás fatal.
-Intentaron matarme hace unos días, así que lo siento si mi pelo no está perfecto –dijo imitándola en el momento en el que la vio en el porche hacía unos meses, sonrió levemente y le hizo sitio en su cama- buenos días Wendy.
Sonrió por la broma y se acercó a la cama, se acostó a su lado abrazándola con fuerza y dio un beso en su pelo.
-¿Estás mejor? ¿Quieres que te ayude?
-No te preocupes, Victor ha ido a hacer una poción para que vaya más rápido, no pienso dejaros vivir tranquilos tan pronto –abrazó a su hermana igual de fuerte y sonrió por el beso- ¿cómo están las chicas?
-Están vivas –hizo una mueca- encerradas en sus habitaciones, no quieren comer y están totalmente deprimidas –suspiró y la miró- no te preocupes lo arreglaré.
-Creo que puedo hacer algo –Joanna se levantó poco a poco con dificultad- voy a hablar con Freya, tú encárgate de Ingrid.
-¡¿Qué?! Joanna Beauchamp, vuelve a tu cama ahora mismo o me veré obligada a usar medios menos amistosos –dijo levantándose de la cama y cogiéndola por el brazo para impedir que se acercase más a la puerta.
-Wendy, no quieres que diga tu nombre entero así que déjame intentar razonar con Freya –la miró de forma amenazante, la cual funcionó, y ella la soltó con un suspiro.
-Es imposible razonar contigo Jo, sólo quiero ayudarte -mientras la ayudaba a caminar hasta la habitación de Freya acariciaba su espalda distraída- sólo te dejabas convencer por ellas.
-Y están muertas, desde entonces cada vez me cuesta más dejar que la gente me ayude, incluida tú, prefiero hacer las cosas a mi manera –suspiró triste y se paró cuando llegó a la puerta de la habitación- ve a hablar con Ingrid –le dio un beso en la mejilla y tocó antes de entrar sin esperar respuesta.
Freya estaba acostada en su cama, el desayuno sobre su escritorio, sin tocar, y todo oscuro, Joanna se sentó junto a ella a la vez que usaba sus poderes para abrir las cortinas y la ventana. La joven se revolvió en la cama y abrió lentamente los ojos, al ver a su madre se sobresaltó y dio un bote casi cayéndose de la cama.
-¿Cómo…?
-¿… he llegado hasta aquí? –sonrió su madre y le dio un beso en la frente- tu padre no lo sabe y tu tía ha tenido que elegir entre ayudarme o sufrir las consecuencias.
Freya la abrazó con fuerza dedicándole una leve sonrisa; unos pocos segundos después no pudo seguir conteniéndose más y empezó a llorar en los brazos de su madre, contándole lo ocurrido entre sollozos. Cuando acabó ya no le quedaban lágrimas que seguir derramando, estaba tumbada sobre el regazo de Joanna, mientras esta acariciaba su pelo para tranquilizarla.
-Victor está intentando hacer una poción para poder eliminar todo el Argentum, cuando me recupere más o menos, te prometo que haré lo que sea necesario para encontrarle, pero tú tienes que prometerme que vas a comer y que vas a salir de aquí, ¿trato?
-Trato –asintió mirando el techo y se le ocurrió una idea- si papá está haciendo una poción… ¿puedo ayudarle?
-Claro que sí, creo que confío más en tu don para las pociones que en su experiencia –sonrió ampliamente, bromeando, porque había conseguido captar su atención en algo- está en la cocina…
No le dio tiempo a decir nada más antes de que saliese corriendo hacia el lugar que le había indicado, Joanna se levantó cansada y volvió a su habitación contenta de haber podido ayudar en algo. Una vez allí recordó su conversación con Wendy en el pasillo hacía un rato; le costaba recordar la noche en la que murieron, era triste y doloroso, pero le costaba todavía más olvidarlo. Se acostó de nuevo en la cama y se durmió vencida por el cansancio provocado por el veneno.
