I n q u i e t u D
Jun miró por la ventana de la limosina, visualmente tranquila, nerviosa por dentro.
Cinco minutos.
Detestaba la impuntualidad y no podía desquitarse con nadie: chofer y guardaespaldas eran cadáveres- afortunadamente, desde niña, estaba acostumbrada al silencio.
¡Sabía que había actuado inconscientemente, sin pensar…!
A lo lejos, divisó una silhueta acercándose. Lo reconoció.
Inconfundible.
- Llegas tarde.
- Yo...
- Quizá, cometí un error.
- Perdóname…
- Es mi culp… - un ramo de rosas cortó sus palabras. Suspiró.- Pasa.
Lyserg entró, aliviado: con Jun Tao, tardarse era inaceptable; mas no había podido no comprar flores.
- Se parecen a ti.
¡Arriba los drabbles, el crack y el tiempo libre!
