Disclaimer: nada del Potterverso me pertenece

Este fic ha sido creado para el "Amigo Invisible 2013-14" del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black".

El fic es para Nalya Granger. En su segunda petición había pedido lo siguiente: "Un fic de Bellatrix Black en la adolescencia en el que NO esté loca de remate, o sea, que apunte maneras, pero no que den ganas de meterla en el psiquiátrico."

Bien, probablemente estéis acostumbrados a leer fics sobre la niñez y la adolescencia de Bellatrix donde apunta maneras a su locura mediante juegos macabros con sus muñecas y tal, pero aquí NO hay nada de eso. Respetando la petición de Nalya, vais a ver a una Bellatrix no loca, pero sí, como ella ha solicitado, apuntando maneras. Es decir, que en algún momento después de su adolescencia, o cuando ya era una mortífaga y le tocó ver y hacer lo que tuvo que ver y hacer, se convirtió en quien es ahora. Pero en este fic no, no la veréis torturando porque sí. Lo digo por si esperáis leer un registro habitual de Bellatrix, el de mortífaga chalada. Aquí no hay nada de eso.

1

Un nuevo año

—¡Black, Narcissa!

Una niña rubia de once años caminó con la cabeza alta hacia el taburete que se encontraba dispuesto ante la totalidad de los alumnos del colegio. Cientos de ojos observaban como la niña se sentaba sobre él y, tras eso, cómo la subdirectora le ponía el Sombrero Seleccionador encima. Inmediatamente después, tocaba esperar a decisión.

—Bella, tu hermana va a ser seleccionada, ¿no estás nerviosa? —preguntó una joven de cabello negro, recogido en un moño que le estiraba la cara, en la mesa de Slytherin.

Bellatrix Black sonrió con suficiencia. Ni siquiera estaba prestando atención a la Selección, le aburrían, aun a pesar de que su hermana pequeña entraba ese año en Hogwarts. Las selecciones de alumnos nunca le habían interesado, ni siquiera la suya, porque sabía perfectamente en qué Casa iba a pasar sus siete años de educación. Lo sabía desde que tenía uso de razón.

—Es una Black, Alecto. Acabará aquí, con nosotros. Más le vale…

—¡Slytherin! —gritó el Sombrero Seleccionador a todo el Gran Comedor. No había tardado ni medio minuto.

—¿Qué te dije? —Bella aplaudió discretamente mientras su hermana pequeña se sentaba con el resto de seleccionados para su Casa y era felicitado por los mayores. Andrómeda se había acercado personalmente a darle la enhorabuena, algo que a Bellatrix no le gustó. Como Slytherin que era, además de señorita, debía comportarse y permanecer en su sitio.

Minutos después, como recién nombrada prefecta de la escuela y de su Casa ese año, Bellatrix acompañaba a los alumnos de primero hasta la Sala Común. En la entrada, en plenas mazmorras, se detuvieron ante un retrato.

—¿La contraseña? —preguntó él.

—Sangre pura —dijo al retrato. Varios alumnos rieron por lo bajo.

—Correcto —admitió el retrato, abriendo un hueco y dejándoles pasar.

Una vez dentro, los detuvo en mitad de la sala.

—Bienvenidos a la Sala Común de Slytherin —señaló hacia unas escaleras —. Dormitorios de los chicos, primer piso a la izquierda. Chicas, primer piso a la derecha. Todas vuestras cosas están ya sobre vuestras camas. Os aconsejo que os vayáis a dormir ya, mañana será vuestro primer día y… será mejor que lo deis todo por vuestra nueva Casa. Buenas noches.

Algunos tragaron saliva, otros sonrieron como queriendo demostrar que eran capaces de darlo todo y más, pero uno a uno fueron subiendo a su habitación.

Bellatrix, por su parte, caminó hasta uno de los butacones de la Sala Común mientras se desenredaba el moño que su madre le había ayudado a hacer esa mañana. Se sentó y estiró las piernas. Quería relajarse, sólo eso.

—Me encanta cuando ejerces de prefecta, ¿lo sabías? —alguien apareció detrás del butacón.

—¡Rodolphus! Qué susto me has dado…

—Era mi intención… y lo sabes —comenzó a besarla en el cuello, pero se detuvo.

—¿Por qué te paras? —Rodolphus no era de los que se preocupase porque estuviese haciendo ese tipo de cosas en medio de una estancia concurrida. Aunque en ese momento, incluso, no había demasiada gente en la Sala Común.

—Creo que tenemos compañía… —dijo él.

Miró hacia delante y vio que una alumna de primero aún no se había ido a dormir.

—Cissy, ¿no crees que deberías irte a dormir ya? —sugirió Bellatrix a su hermana pequeña.

—Es que… —la niña arañaba el suelo con la punta de uno de sus zapatos mientras bajaba la cabeza, avergonzada — quería escribir a papá y a mamá para decirles que estoy en Slytherin.

Bellatrix suspiró.

—Deben de imaginárselo, Cissy. Pero si quieres quedarte más tranquila, yo mismo les escribiré ahora —no hizo caso a la mirada que le acababa de echar Rodolphus Lestrange. Al parecer, él no tenía ganas de ir a la lechucería en ese instante, ni tampoco entraba en sus planes inmediatos.

—¡Gracias! —dijo la pequeña Narcissa. Tras eso, se fue por fin a su cama.

En cuanto a la niña se perdió de vista por las escaleras, Rodolphus miró a Bellatrix.

—No vas a ir, ¿verdad?

—Mi hermana tiene una capacidad innata para saber cuándo miento y cuándo digo la verdad. Tengo que ir. Pero oye, puedes venir, si quieres…

—Esto… Me encuentro cansado, mejor seguimos mañana, ¿te parece?

Bellatrix miró extrañada a Rodolphus, era extraño que la rechazase de aquella manera, sólo porque sí, pero no dijo nada. Se dio la vuelta y abandonó la Sala Común.

Al rato, tras mandar por fin la carta, salía de la lechucería. Y habría vuelto a la Sala Común de Slytherin de no ser porque acababa de ver pasar a Rodolphus, quien, sin embargo, no había reparado en ella. Bellatrix se preguntó que hacía él a tan altas horas de la noche caminando solo por el castillo, cuando se suponía que ahora estaría en su cama, descansando. Estuvo a punto de llamarlo, hasta que recordó cómo le había mentido. Así pues, se limitó a seguirlo de manera sigilosa.

Sus pasos le llevaron hasta el séptimo piso. Cuando se había cansado de seguirle y estuvo a punto de llamarle, o de darse la vuelta, volver a su habitación y preguntarle al día siguiente qué diantres hacía levantado tan tarde, Rodolphus se detuvo ante una pared, frente al tapiz de Barnabás el Chiflado. Bella miró un momento al otro lado del pasillo, para comprobar que no hubiese nadie. Cuando volvió la vista hacia Rodolphus, este había desaparecido. Corrió hasta donde se suponía que estaba hacía cinco segundos. Miró a todos lados, pero el pasillo era muy largo, lo habría visto alejarse. Y sin embargo, no estaba.

Y en la pared… Había algo raro, como polvo acumulado. Como si, de alguna manera, Rodolphus hubiese atravesado la pared, igual que un fantasma. Pero era imposible. Ni Rodolphus era un fantasma ni tenía forma alguna de atravesar la pared.

Entonces, oyó ruidos. Corrió a esconderse tras una estatua mientras veía como aparecía un alumno de séptimo año, también de Slytherin.

Lucius Malfoy.

Como Rodolphus, también se había parado delante de la pared frente al tapiz de Barnabás. Solo que esta vez, Bella estuvo atenta a todo. Por eso, pudo ver como una puerta aparecía en la pared. Una puerta por la que Lucius entró.

Bella se quedó mirando mientras Lucius desaparecía por la puerta, pero estuvo lo suficientemente rápida como para entrar también ella sin ser vista.

Lo siguiente que vio fue una gran sala oscura. Tuvo que aguzar la vista, pues no veía nada. Justo a tiempo, se escondió detrás de un armario, al tiempo que varias antorchas se encendían a lo largo y ancho de la sala, que tenía forma circular.

Y en medio, formando un círculo, había varias personas, todas encapuchadas. Una de ellas, la más alta, dio un paso al frente.

—Hermanos… ¡Caballeros! Un nuevo año comienza. Y un año más, este será el último para algunos de nosotros. En cuanto dejemos estos muros, ahí fuera nos esperarán nuestros mayores… ¡Los mortífagos!

—¡Sí! —gritaron todos a una.

¿Mortífagos? ¿Qué tenían que ver los mortífagos con esto, con un asunto que, a simple vista, era de la escuela? Aunque algo le decía a Bella que la escuela no debía estar al tanto de las actividades de aquellos tíos encapuchados.

—Al final de este año, además, tocará elegir a un nuevo líder. Un líder que siga perpetuando nuestra noble tradición, un líder… ¡que nos prepare para unirnos a nuestro señor! ¿Quién de vosotros será ese líder? ¡¿Quién?!

—¡Yo! ¡Yo!

—Este año será una prueba para todos vosotros. Este año… —de repente, el supuesto líder miró hacia donde estaba Bellatrix —. ¡Intrusa!

Todos a una, los encapuchados sacaron sus varitas. Bellatrix no tuvo tiempo de reaccionar, pues el líder alzó su varita y una ráfaga luminosa voló hasta ella, expulsándola de la sala. Aterrizó a duras penas sobre el suelo de piedra, justo a tiempo para ver cómo la puerta de entrada se borraba de la pared.

¿Qué acababa de suceder?