Disclaimer: El Potterverso es de Rowling.
Esta historia participa en el reto especial "Primero de septiembre" del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black". Esta historia ha sido corregida por mi hermanita Adhy Rosier Moon Barigliessi. Espero que os guste.
Daphne miraba por la ventana del tren, ajena a todo lo que no fueran sus pensamientos en ese momento. Una de sus compañeras, Millicent no-sé-qué, hablaba como una ametralladora sobre algo que a ella no le interesaba.
Desde fuera podía parecer aburrida, incluso presumida, mirándose en el cristal. Pero realmente, sus pensamientos estaban muy alejados de su perfecto aspecto. Estaban centrados en una sola cosa. Hogwarts.
No tenía miedo. Sabía perfectamente cómo iba todo y no tenía miedo de nada. De hecho, Daphne nunca había sentido miedo. Pero si que sentía un cosquilleo en el estómago, porque era la primera vez que pasaría tanto tiempo alejada de su casa.
Distraída, echó un vistazo por el compartimento. Sonrió a Pansy Parkinson, que le devolvió la sonrisa. No era alguien a quien quisiera tener de enemiga y menos el primer día. Draco hablaba de quidditch con Blaise Zabini, mientras Crabbe y Goyle escuchaban. Zabini era interesante, había escuchado hablar de él y de su madre. No podía catalogarlo aún, como sí había hecho con Draco y sus guardaespaldas.
A Daphne le gustaban los retos y presentía que Hogwarts en general, y Zabini en particular, serían un reto.
Atravesar el lago no supuso para ella ningún problema. Se dedicó a estudiar los rostros de los que, durante los próximos siete años, serían sus compañeros. A pesar de tener solo once años, sabía catalogar a la gente y muy pocas veces se equivocaba. Siempre seguía su instinto, sin preguntarse a sí misma si había otras opciones.
Los alumnos iban pasando por delante de ella, siendo seleccionados para las casas. Llegó su turno y se sentó en el taburete. Slytherin. Era algo que ya sabía y, aunque estaba contenta, no pudo dejar de preguntarse qué habría pasado si hubiera acabado en otra casa.
Se sentó en su mesa y observó con interés a los alumnos que aún quedaban para ser seleccionados. Internamente, fue haciéndose su composición de lugar, sabiendo perfectamente cuál sería su grupo de amigos. Cuando Zabini también fue a Slytherin sonrió. Su grupo estaba ya completo.
El reto para ellos acababa de comenzar.
