Advertencia: Universo Alternativo. Un poco de OC. Intento de hacer humor. Animales semihumanos o humanos semianimales (Orejas y colas, nada mas).

Sinopsis: Una tierna Ricitos de Medianoche, se encuentra con tres sexis osos negros.

Pairings (O intentos de ellas): ItaHina, SasuHina, Shisuina.

Rating: T

Este One-shot va dedicado para Sandra D. por ser única en comentar sobre su recompensa por tardar tanto con la actualización de mi fic (Y como disculpa por casi matarte XD). Sandra, me recomendaste hacer un shot con alguna de las parejas ya mencionadas arriba o todas a la vez. Pues, esta fue la loca idea que me diste XD. Fue tan loca, que la tuve cuando recién despertaba y no me la pude sacar de la cabeza en todo el día por nada del mundo XD. Espero que te guste n.n

–Dialogo. –

–"Pensamiento." –

~*~*~*~*~*~*~* Cambio de escena.

Disculpen por las fallas de ortografía que pueda tener o errores de dedo.

Palabras con asterisco (*), tienen algún significado o explicación, el que se encontrará al final del capitulo junto a las notas de autora.

Naruto y sus personajes, junto a la serie, son de su creador Masashi Kishimoto, yo solo uso su historia sin fines de lucro.

Disfruten del capitulo n.n


Ricitos de Medianoche y los tres osos.

Respiraba agitada, totalmente exhausta por la larga caminata que hizo durante toda esa mañana. La comida que había llevado se le acabó a medio día, por el simple hecho de que un lobo, de extraño cabello naranja, la engaño para que se la diera, quedándose muy apenas con un pedazo de pan, el cual, ya se había comido.

Se recargó contra un árbol soltando un suspiro. Su cabello de color azul oscuro, parecido al cielo nocturno, peinado con delicados rizos que enmarcaban su pálido rostro, sonrojado por el cansancio. Sacudió un poco de tierra que tenía en su vestido de color lila que les llegaba a las rodillas, de estilo victoriano, combinando con unos zapatos negros y calcetas blancas que llegaban a la mitad de la pantorrilla.

La pequeña niña de 12 años llamada Hinata (mejor conocida en su ciudad como "Ricitos de Medianoche" por el peculiar color de su cabello y el peinado que siempre tenía), que decidió meterse al bosque para poder despejar su mente de algunas cosas, sin pensar en todos los problemas que iba a tener. Bajó la mirada al pensar que ya no podría regresar y ver su familia, comenzando a llenársele los ojos de lágrimas, pero se encogió en su lugar al escuchar unas voces y los arbustos agitarse.

Se tapó la boca y contuvo la respiración, intentando hacer el mínimo ruido posible, sin dejar de ver en la dirección de donde provenían las voces. Poco a poco, estas se fueron alejando, dejándose caer al suelo cuando ya no se escuchaba nada.

Puso una mano sobre su estómago al sentirlo rugir. Sin más, tuvo que levantarse y buscar alguna cosa que pudiera comer.

Caminó un pequeño tramo hasta llegar al corazón del bosque, sorprendiéndose al encontrar una pequeña cabaña justo en el centro del claro. Se acercó cautelosa, esperando no encontrarse alguna sorpresa. Miró por la ventana, dándose cuenta que el lugar estaba habitado por alguien.

Tocó la puerta y esta se abrió sin más, asustándola. Al no ver algo o alguien salir, entró tímidamente.

–¿Ho-hola? ¿Hay a-alguien aquí? –Miró a todos lados, viendo que era bastante acogedora, pero eso se le olvido al sentir un maravilloso aroma para su hambriento estómago.

Caminó hacia donde estaba un comedor, encontrándose tres platos de sopa. Sonrió aliviada y, olvidándose de sus modales debido al hambre, se acercó a probar a la más cercana. Tomó la cuchara y la sumergió, para después sacarla y probarla.

Abrió grande los ojos, tragando duro. Sacó la lengua, haciéndose aire con la mano.

–¡Mu-muy caliente! –Al calmarse, se limpió las lágrimas que se le habían hecho, y como eso no le calmó el hambre, decidió comer de la que estaba a un lado. Repitió el mismo procedimiento con la cuchara al acercarse al plato, devolviendo el líquido de la boca hacia ese, tragando saliva–. Está muy fría… –Carraspeó, mirando el plato al otro lado de la mesa.

Con algo de miedo se acercó al cuenco, tomando la cuchara que estaba a un lado. Vio el vapor que salía del líquido; esperando a no quemarse al igual que con el primero, tomó un poco, sorbiendo. Sus mejillas se sonrojo y sonrió, comenzando a comerse la sopa al estar perfecta en sabor, temperatura y a su lengua le encantaba el sabor.

–Perfecta. –¿Qué más podía pedir? Además de un rollo de canela, pero con la sopa se conformaba.

Al acabar, lavó el plato y lo dejó donde estaba antes y siguió explorando la planta baja de la casa, encontrando fotografías de tres chicos pelinegros con orejas y colas algo pequeñas, parecidas a una bola de algodón, del mismo color. El mayor de los todos, tenía el cabello corto y rizados de las puntas, piel levemente más oscura que la suya, se mostraba siempre con una gran sonrisa contenta y traviesa, unas pequeñas líneas surcaban debajo de sus ojos, pareciendo ojeras, que, en vez de hacerlo ver mal, lo hacía mucho más atractivo para la pequeña Hinata, admitió con un sonrojo, incluso también una nariz chata, a comparación de los otros chicos. Parecía tener alrededor de 23 años.

El del medio, con aparentemente 18 años, piel algo más tostada que el mayor, miraba con ojos serios al frente, también poseía unas líneas, teniendo un ápice de lo que parecía ser una sonrisa. Su cabello azabache estaba largo, manteniéndolo amarrado en una coleta baja.

Y llegó al menor, al parecer tenía su edad o un poco mayor. Su mirada era seria, pareciendo huraña, solamente cambiando cuando estaba junto al chico de 18, que era mucho más cálida y amorosa, ambos tenían mucho parecido entre ellos que, al más grande, supuso que eran hermanos. Su piel era más pálida que la de los otros dos, muy parecida a la suya. Casi siempre tenía los brazos cruzados, sintiendo que siempre estaba a la defensiva.

Hinata tuvo que admitirlo, los tres eran bastantes guapos, cada uno atractivo a su forma, y esas orejas le agregaban bastante a su atractivo en vez de quitarlo. La pequeña negó con la cabeza algo fuerte para quitarse los pensamientos de su cabeza pura, terminando por marearse. Se tambaleó y busco con la vista algo borrosa donde sentarse, encontrando un sillón cerca. Caminó a este, subiéndose, para pararse de nuevo y sobarse la espalda.

–Muy duro. –Se dirigió al que estaba a un lado, hundiéndose al momento en el que se sentó–. A-Ayuda. –Se sujetó del apoyabrazos para poder salir con mucho esfuerzo. Al estar en el suelo, miró con miedo hacia el sillón–. ¿Muy… suave? –Susurró dudándolo al no encontrar alguna otra definición.

Se rindió, viendo un sofá más pequeño, justo para su tamaño. Tomó asiento por curiosidad, sorprendiéndose por lo cómodo que estaba. Ni muy duro, ni muy blando, solo… lo justo.

–Este… es perfecto. –Soltó un suspiro, cerrando los ojos. Se recargó con regocijo en el respaldo, sonriendo con tranquilidad. En solo unos minutos, comenzó a quedarse dormida–. ¿Eh? –Despabiló un poco al escuchar un pequeño crujido, hasta caer de espaldas al suelo, aun con el suave cojín del respaldo en su espalda, lo cual no evito que se diera un pequeño golpe en la espalda que sintió bastante bien.

Se levantó, mirando asustada la "evidencia". Buscó que podía hacer para arreglarlo, pero, al no encontrar nada, subió al segundo piso, buscando por todos lados.

Llegó a una puerta, abriéndola y encontrándose con la habitación de los tres osos, y entró, pensando que ahí podría hallar algo que le sirviera. Se asomó bajo de cada cama, suspirando derrotada. El cansancio de hace rato y la bajada de la pequeña adrenalina que acababa de sufrir, hizo que le diera mucho sueño.

Al no haber descansado desde que se levantó esa mañana y al estar caminando casi todo el día, la derribó, haciendo que se acostase en la cama más cercana.

Grave error, esta estaba tan dura, que la tenía dando vueltas incomoda.

–No me gusta, está muy dura. –Se pasó a la otra, hundiéndose–. Esta es igual que el sillón. –Susurró igual de incomoda como con la primera.

Esperando a que el dicho "a la tercera es la vencida" se hiciera realidad, tal como lo había estado haciendo desde que llegó a la cabaña. Se acercó a la última cama, al final del cuarto y muy lejos de la puerta, acostándose. Soltó un suspiro de satisfacción, y olvidándose del porque había entrado ahí, se quedó dormida casi al instante, susurrando un suave "perfecto".

La puerta principal de la cabaña se abrió, entrando los dueños por el portal. Los mayores platicaban entre ellos, mientras el menor se acercaba a la mesa.

–Chicos.

–¿Qué pasa, Chibisuke? –El mayor sonrió travieso al ver como "Chibisuke" se molestaba por el mote que tanto odiaba desde que se lo puso.

–Shisui, deja a mi hermano.

–Lo siento. Es que es divertido molestarlo. –Se encogió de hombros.

–Alguien entró. –Lo voltearon a ver.

–¿Por qué lo dices, Sasuke?

–Porque alguien ha tocado la comida. –Señaló la mesa. Se acercaron, viendo que era cierto.

–Alguien comió de mi sopa. –Dijo Shisui al ver que el líquido de la sopa estaba un poco debajo de la marca donde originalmente estuvo.

–Creo que también alguien comió de la mía. –Susurró el de coleta con gesto analítico, viendo como había gotas del líquido en la mesa, que, antes de irse, estaba limpia, él lo había comprobado, no por nada era el que limpiaba la casa.

–Pues alguien comió de la mía… y se la acabaron. –Sasuke miró enojado al plato, cruzándose de brazos. Si, al parecer era un gesto común en él.

Se observaron entre sí, para después caminar a la sala, encontrando la misma situación.

–Alguien se sentó en mi incomodo sillón. Sigo, debo cambiarlo, hasta a mí me duele la espalda. –Volvió a hablar el de cabello rizado, sobándose la zona "afectada" con un gracioso puchero. Para después ver a su primo, llamado Itachi.

–De igual manera, alguien se sentó en mi suave sofá. –Habló el mencionado, tocando la parte hundida.

–Y alguien destrozó el mío. –Gruño el menor con molestia.

–Te van a salir arrugas, pequeño. Si de por sí, tienes cara de amargado, imagínate si tienes cara de viejo amargado. –Rio ante su propio chiste.

–Cállate. –Miró a otro lado, intentando no fruncir tanto el ceño.

–Vamos arriba. –Itachi llamó la atención de ambos, siendo seguido por ellos al subir las escaleras.

Se encontraron con todas las puertas abiertas, revisando cada habitación buscando al intruso.

–Oigan, aquí huele a florecita encerrada. –Los hermanos miraron a su primo confundidos, no entendiéndole. Se acercaron a él, que estaba frente a la habitación que compartían desde pequeños. Comprendieron a lo que se refería cuando un olor de lilas combinado con vainilla golpeo sus narices.

–Aquí debe estar el intruso. –Dedujo el oso-comadreja*, entrando después de Shisui al cuarto.

–Alguien se acostó en mi cama. –Shisui habló al ver las sabanas revueltas.

–Y en la mía también. –Itachi toco la zona hundida en la suya. Su primo lo miró con una ceja arqueada y una sonrisa burlona.

–¿Qué tienes tú con tocar las cosas?

–Es para saber, con el calor, cuanto tiempo hace que estuvieron aquí.

–Aja.

–Se acostaron en mi cama… y el muy maldito sigue ahí. –Su hermano mayor lo regañó por su vocabulario cuando llegó a su lado, mirando la cama, encontrando un bulto debajo de las sabanas.

Shisui se acercó, levantando levemente la tela. Se separó casi al instante, tomando a los otros dos de los brazos y sacándolos del cuarto, cerrando la puerta con lentitud para no hacer ruido.

–¿Por qué hiciste eso? –Y como siempre, su primo menor hablando como si tuviera algo atorado en la garganta y lo hiciese más fuerte para que lo escuchen.

–Shh. Habla más quedito, Chibisuke. –Susurró, dándole un pequeño golpe en la cabeza, logrando que lo mirara ceñudo.

–¿Qué viste, Shisui? ¿Por qué nos sacaste así?

–Es una chica.

–¿Eh?

–El intruso, es una chica… o una niña, dependiendo de la forma que la veas. –Sonrió coqueto.

–¿Estás hablando en serio?

–Si.

–Pues hay que sacarla de aquí. Hizo un desastre en nuestra casa y luego solo se echa una siesta. –Miraron al menor con gesto cansado–. ¿Qué?

–Chibisuke. –Comenzó a hablar con voz seria, haciendo molestar más al chico por el apodo–. Eso no es de caballeros.

–No soy un caballero.

–En esto apoyo a Shisui, Sasuke. Tal vez está perdida y solo entro a nuestra casa para buscar ayuda. –Su hermano sólo chasqueó la lengua, cruzándose de brazos–. Hay que despertarla, pero, ¿cómo?

–Yo digo que toquemos la puerta y digamos que es una pizza. –Habló el mayor de los tres con naturalidad.

–¿Qué es… pizza? –Lo miraron confundidos.

–No sé. –Se encogió de hombros–. La otra vez escuche decir a unos humanos diciendo eso, me pareció apropiado usarlo en esta situación.

–No lo creo. –Negaron.

–Bueno, ¿qué sugieren ustedes? –Se cruzó de brazos, recargándose en la pared.

–Simplemente despertarla.

–Sacarla a patadas de mi cama y echarla de la casa. –Volvieron a mirarlo de la misma forma–. ¿Qué?

–Apoyo la moción de Itachi. Pero, creo que sería buena idea castigarla por meterse así a nuestra casa.

–¿Qué sugieres? –Los juntó a él, hablándoles de su plan.

–No. Me niego. –Sasuke se cruzó de brazos, separándose.

–Lo haces y te dejo de llamar Chibisuke. –Lo miró interesado.

–¿Por cuánto?

–¿Cuánto es tu condición?

–Nunca me volverás a hablar así.

–De acuerdo, pero sólo si lo haces tal y como yo lo diga. –Le extendió la mano–. ¿Trato? –Itachi arqueó una ceja, creyendo, por un momento, haber visto una mirada malévola en los ojos del mayor y fuego azul detrás de él, llegando a su mano, para después desaparecer tal y como apareció. Sacudió su cabeza.

–"Debo dejar de leer libros de terror."

–Trato. –Tomó su mano, sintiendo que luego se arrepentiría, pero al menos ya no lo llamaría de esa forma tan odiosa.

–Bien, este es el plan…

La niña respiró profundo, comenzando a despertar al sentir que no podía moverse. Abrió grande los ojos al encontrarse tres pares de ojos color ónix, cada uno mirándola con expresiones distintas, acostados junto a ella.

Miró a la derecha, reconociendo al oso mayor que había visto en las fotografías, observándola con algo de picardía y sonrisa burlona. Luego, dirigió sus ojos a la izquierda, viendo al chico del medio, quien la miraba con expresión seria, pero amable. Bajó la mirada, encontrándose al menor de todos, el oso que parecía ser de su edad, mirándola seriamente y un, si no se equivocaba, un suave sonrojo cubriendo sus mejillas.

–¿Q-Qué?

–Hola, pequeña. ¿Te perdiste? –Preguntó el mayor sin quitar su sonrisa.

–Y-Yo…

–¿O querías ver nuestra casa? –Le susurró el de la coleta.

–A-Ah…

–¿O querías ve-vernos a no-nosotros? –Mentalmente, maquinaba miles de formas de matar a Shisui por obligarlo a hacer eso, mientras acercaba su rostro al de la pálida, ahora roja, muchacha.

No sabía que contestar, poniéndose cada vez más nerviosa ante la cercanía de los tres osos. Su cerebro comenzaba a trabajar cada vez más lento, sabía que tenía que pedir disculpas por irrumpir en su casa y hacer desastres, pero no lograba pronunciar nada.

De pronto chilló al sentir como el mayor susurraba algo en su oído y el chico con extraña apariencia a comadreja, le acariciaba uno de sus rizos.

–¿Cuál es tu nombre, pequeña? El mío es Shisui.

–Hi-Hinata. –Alcanzó a pronunciar.

–Tienes un bonito cabello, Hinata. Mi nombre es Itachi, es un gusto. –Su voz ronca hizo que se estremeciera de pies a cabeza. Si no estuviese acostada, sabía que ya estaría en el suelo por sus piernas de gelatina.

–Yo soy Sasuke. Y se me hace mucho más bonito tu nombre, Hi-na-ta. –El oso susurró sobre sus labios, rozándolos sutilmente.

Y ahí lo supo, en cuanto su vista se volvió negra, supo que se había desmayado, sintiendo su cara arder por la vergüenza y como casi echaba humo por las orejas.

–Se desmayó.

–¿Seguro que no la matamos?

–Esperemos que no.

Despertó de golpe, sentándose en la cama, volviéndose a acostar por el repentino mareo que la asaltó. Se tomó la cabeza, pasando la mano por su cabello, sintiendo lo lacio que normalmente era.

Miró hacia abajo, encontrando su abultado, muy abultado pecho, no el que tuvo a los 12 años hace tiempo. Parpadeó varias veces, mirando a su alrededor.

Era su cuarto, el mismo de siempre de color lavanda, tal como le gustaba. Los mismos muebles en el mismo lugar. Volvió a sentarse, chocando su pierna contra algo. Bajó la mirada, encontrándose con un libro de cuentos abierto en el final de "Ricitos de Oro y los tres Osos", justo cuando Ricitos se despertaba y huía de la casa de los tres Osos al verse descubierta.

–¿Fue un… sueño? –Se levantó, caminando al espejo, donde vio a la misma chica de 18 años de siempre, bueno, desde que cumplió años hace algunos meses.

Salió del cuarto, viendo la misma casa en la que ha estado viviendo durante 4 años. Soltó un gran suspiro de alivio, poniendo una mano sobre su pecho con una sonrisa.

–Fue sólo un sueño. Qué bueno. –Entró a la sala, encontrando a los tres Uchiha con los que compartía piso, Shisui miraba la televisión, Itachi leía el periódico y Sasuke salía de la cocina mientras comía un tomate churri–. Hola chicos… -Se acercó, pero se quedó como piedra al ver las orejas de oso sobre la cabeza de cada uno. Ellos la miraron con una sonrisa, claro, de diferente forma a la que se expresaban.

–Hola Hinata. ¿Cómo dor…? ¿¡Hinata!? –Se acercaron alarmados al ver como caía al suelo de golpe.

–No fue… un sueño. –Cayó desmayada.

–¿Qué dijo?

–Que no fue un sueño. –Se quitaron las diademas de orejas de oso, haciéndole aire con estas.

–¿Ves Shisui? Tú y tus ideas de darle rollos de canela antes de dormir. –Lo regano Sasuke, mirándolo serio.

–No es mi culpa, me vio con ojos de corderito y saben que no puedo resistirme a eso. Además, Itachi me apoyó.

–Yo sólo dije que le dieras un poco, no todo.

–Bueno, llévenla al sofá. –Entre los dos mayores la cargaron, no es que pesara mucho, pero no querían pelar por quien la llevara, acostándola.

–Tres… osos…

–También fue mala idea comprar esas cosas.

–Oh, vamos, no seas amargado Sasuke. Ha estado algo obsesionada con ese cuento de Ricitos de Oro y los tres osos, pensé que sería buena idea comprarlas y jugar un rato. –Lo último lo dijo pícaramente.

–Lo mejor es dejarla descansar, no queremos que se vuelva a desmayar otra vez. –El de pelo largo le puso una almohada debajo de su cabeza, dejando la diadema a un lado, igual que los otros. Cada uno se fue a hacer sus cosas, dejándola sola.

–Osos. –Susurró, acomodándose mejor.


Aclaraciones:

Itachi oso-comadreja: Tranquilas, Itachi era un oso y no una cruza de ambos XD. Me refiero a veces como comadreja hacia el, porque en japones, Itachi literalmente significa eso, comadreja XD. Perdón si las llegue a confundir en algún momento.

Bueno, como dije al inicio, esto es un regalo para Sandra D, espero que lo disfrutaras, si lo llegas a leer XD.

Si les gusto, dejen su comentario. Si no les gusto, dejen su tomatazo en los comentarios y si gustan aportar con ideas de parejas o shots, serán muy bien recibidos.

Si llegan algunas personas de mi otro fic, les digo que mas o menos para el miércoles o jueves, tendrán nuevo capitulo n.n

Me despido de ustedes, que aquí donde vivo, ya son las 4:10 de la madrugada XD. Nos vemos la próxima.