Notas de la autora:
Hola, hace mucho que visito esta página y sin embargo, este es el primer fanfiction que me atrevo a escribir. Creo que es importante comentarles que los capítulos del mismo siempre serán cortitos porque así es mi estilo, y también que planeo actualizar cada semana.
Gracias de antemano a los que se tomen el tiempo de leerlo y sepan que cualquier comentario sobre mi trabajo es bien recibido.
Caminaba entre las ruinas que creo, sonriendo satisfecho al contemplar la magnitud del daño ocasionado. Le encantaba admirar la destrucción y la muerte que causaba, pues era como si apreciara una obra de arte y él fuera el artista orgulloso de su obra.
Un sonido apenas perceptible lo hizo detener sus pasos, a un costado suyo se encontraba una montaña de escombros de la cual escapaba una débil voz. Una sonrisa maligna se dibujó en su rostro mientras se acercaba, su mente ya estaba maquinando la tortura a la que sometería al desafortunado sobreviviente.
Con parsimonia retiró los escombros ansioso de ver a su presa. Sin que se lo esperara, una mano sujeto la suya, él miró con disgusto la femenina mano que se había atrevido a tocarlo.
— Ayúdame —suplicó la voz.
Bruscamente apretó la mano y de un tirón saco a la mujer del montón de asbesto. Unos ojos celestes se clavaron en los suyos y él sonrió esperando ser reconocido para disfrutar la expresión de terror que se dibujaría en su víctima, pero eso no sucedió.
— Ayúdame —volvió a decir la mujer.
Su rostro reflejaba angustia y confusión, y solo eso. Él se sintió extraño y molesto, no recordaba la última vez que alguien lo miró de esa forma, sin una pizca de miedo.
— Corre, te daré diez segundos —ofreció, pero ella no soltó su mano.
Nuevamente los ojos celestes se clavaron en los suyos. Y las lágrimas de la mujer comenzaron a brotar.
— ¿Qué está pasando? —preguntó y su voz delataba su incertidumbre— No recuerdo nada.
Esta vez fueron sus ojos los que se fijaron en ella. Su cabellera celeste tenía rastros de sangre en la parte superior, seguramente la mujer perdió la memoria a causa de una contusión, ahora entendía porque no había huido al verlo.
— La ciudad fue destruida —soltó esperando que eso le trajera algún recuerdo a la mujer.
No hubo ninguna reacción de parte de ella, fuera de observar a su alrededor con incredulidad. Entonces pasó lo que estaba esperando, la mirada de la mujer se llenó de temor al advertir el estado en que la ciudad se encontraba. Creyendo que había recordado algo, alzó su mano y la apuntó hacia ella, listo para terminar con su vida en cuanto se volviera a mirarlo, más cuando lo hizo, no lanzo ningún ataque. El miedo en los ojos celestes desapareció al instante en que sus miradas se encontraron.
— Debes irte rápido. Este no es un sitio seguro.
Él ahogo una carcajada al escuchar la sincera preocupación por él en su voz.
— ¿Y qué harás tú? —preguntó divertido en el fondo con la situación.
— No lo sé... solo vete, ponte a salvo —insistió al tiempo que volvía a colocar su mano sobre la de él.
Sus ojos fríos se posaron en la mano de la mujer, ella advirtió su incomodidad ante el contacto y la retiró. Él se apartó unos pasos, no resultaba divertido asesinar a alguien que no le temía. Así que sin decir más comenzó a caminar en dirección contraria a la que se encontraba ella.
Al verse sola, la mujer hizo el intento de levantarse, lo cual consiguió tras un poco de esfuerzo. Estando de pie, su cuerpo comenzó a temblar, y su visión se volvió borrosa, agitó levemente la cabeza tratando de recuperarse, pero su malestar solo empeoró. Lo último que vio antes de colapsar, fue la espalda del joven que la salvó.
No había avanzado demasiado cuando escuchó un golpe seco, curioso se volvió y vio a la mujer en el suelo.
— ¿Qué crees que haces? —preguntó su gemela al verlo aparecer con una humana en los brazos.
— Encontré algo para divertirnos.
— De ninguna manera la llevaras contigo Diecisiete.
— No seas aguafiestas, verás que nos entretendremos un rato —aseguró con una sonrisa maligna.
La rubia observó con desagrado como su hermano emprendía el vuelo, ignorando su negativa. Con el ceño fruncido lo alcanzó y le lanzó una de sus miradas de hielo.
— ¿Qué tienes en mente?
— Ya lo verás, solo sígueme el juego cuando despierte.
— Más te vale que sea divertido -lo amenazó.
— Lo será, y si no la eliminamos y listo.
Ante la afirmación de su hermano, la rubia esbozó una ligera sonrisa, no había nada que disfrutara más que asesinar a los humanos.
